Hola a todas, espero que mi FF os guste. Espero algún comentario!

Renuncia legal: Todos los personajes y el mundo de Harry potter no me pertenecen, son de J.K Rowling.

Capítulo 1 Presente

-Somos impíos Ángeles caídos… -susurró él entre el calor de las sábanas.

-No me importa mientras tú, y solo tú…estés siempre junto a mi… -contestó ella estrechándole contra su pecho…

Tanto tiempo había transcurrido, tantos sucesos y acontecimientos… Pérdidas de amigos… Amigos de toda la vida… Que tanto habían aportado a su aburrida existencia… Amor, odio, tristeza, soledad, maldad… Un remolino de sensaciones habían cruzado sus cuerpos tiempo atrás, momentos oscuros, pronto lucharían por última vez… Debían amarse una vez más… Ya nada importaba… Nada… Solo ellos, su mundo de fantasía, que muy cuidadosamente habían construido como un templo, el templo de sus cuerpos, que por desgracia, podía estar ardiendo por última vez…

Noche tormentosa donde las hubiese, los rayos caían fuertes, imponentes, invencibles… ojalá ellos dos fuesen como aquellos rayos, que nadie pudiese vencerlos… Y que tras la noche próxima, volvieran a encontrarse en el lecho… Cansados, pero vivos…

Se veían en un mundo sin colores, sin primavera… Tanto temor de perderse… Aire frió sentían sus cuerpos… ¿Dónde estaba ya la primavera? Aquella que abrigaba sus sueños…

-¿Recuerdas el comienzo? -preguntó ella casi en un susurro que a él le pareció divino.

-Sí, demasiado bien… -respondió escondiendo su rostro entre los cabellos de ella.

-Era invierno.

-Hacía frío. Yo te observaba ya con otros ojos… yo… era ya un ángel caído…

-Caído de los cielos en mis brazos… -se apresuró a decir ella llena de amor…

-Por suerte una diosa me salvó de la oscuridad eterna de mi corazón.

-Un corazón, que ahora y para ser sincera, jamás imagine tan bello y hermoso… -terminó besando sus labios.

Los recuerdos pasaban como estrellas fugaces por sus mentes, desde aquella época en la que se odiaban terriblemente, en la que jamás hubieran imaginado llegar a sentir la suave piel del otro, en el que no imaginaban llegar a sentirse tan necesarios el uno para el otro. Pensar en una vida ya, sin su alma gemela, sin poseerse, no tenía sentido. Él ángel caído, librado de la oscuridad de su destino por ella… ¡Ah! tanto la amaba… era una auténtica obra de arte, perfecta hasta el más mínimo detalle, y aun recordaba en aquélla primera vez que poseyó su cuerpo, entre susurros de negación por parte de ella, aquel día, supo que jamás podría llegar a tocar a otra mujer, que jamás llegaría a pensar en otra que no fuese ella.