Hola chicos y chicas!

Esta es mi primera historia en fanfiction, y espero que no sea la única

Espero que les guste!


I Cumpleaños

Eva estaba sentada bajo aquel sauce que tanto le gustaba, dibujando, cuando sintió una sombra cerca de ella.

-Hola papá - dijo sin levantar la mirada.

-Hola Lune - respondió Christian saliendo de su escondite - ¿No deberías estar en casa?

-Me gusta estar aquí

-Lo sé.

Eva, a pesar de sus ojos azules y su actitud un tanto fría, se parecía a su madre, Victoria.

Eva era una muchacha de unos quince años, de estatura media, tez pálida y cabello oscuro hasta la cintura. Pero lo que más destacaba de la chica eran sus ojos azules, fríos como el hielo, pero con una luz que los hacía diferentes a los de su padre. Solía vestirte negro, pues era su color favorito.

Christian se fue por donde había llegado, silencioso como una sombra.

No te tardes le dijo él en su mente.

Ella no respondió. Simplemente se quedó sentada terminando su dibujo. Al acabarlo, se levanto y se dirigió a la construcción compuesta de estancias al estilo iglú. Una vez dentro fue a la biblioteca donde se podía contactar con el Alma. Al llegar colocó sus manos en la mesa en el centro de la estancia y pidió que la llevase a casa. Eva no era ni maga ni semimaqa pero el Alma no se oponía cuando ella le pedía que la llevase a algún lado.

Apareció en medio de su habitación, la que antes pertenecía a su madre, en la mansión D'Ascoli. Bajo las escaleras y se dirigió al comedor donde ya estaban sentados su madre Victoria, Jack, su hermano Erik y otros tres individuos que no se acordaba haberlos visto antes.

Uno era un nombre de mediana edad, con el cabello oscuro con unos cuantos cabellos grises. Sus ojos, también oscuros, mostraban una alegría incontenible. Otra era una mujer celeste sentada a la derecha de aquel alegre hombre. A la derecha de esta misma había una niña de diez años, de ojos violeta muy similares a los de su madre, de piel morena un tanto azulada. De cabello delgado hasta los hombros. Una mestiza hermosa.

Eva se sentó en el único lugar disponible lo cual le disgustó pues se trataba de la cabecera. Al frente suyo estaba su hermano. Un chico rubio de unos diecisiete años y de grandes ojos marrones, que le sonreía burlonamente. A su izquierda estaba su padre y a su derecha, aquel hombre que no recordaba haber visto antes. Eva les dedicó una sonrisa a todos los presentes y se volteó hacia su padre con mirada interrogativa.

¿Cual es la ocasión especial? preguntó a su padre.

Tu cumpleaños respondió este simplemente.

Eva se sorprendió aunque por fuera permaneció serena. Su cumpleaños número quince. Lo

había olvidado. No encontraba demasiada razón para darle importancia, pero aquello explicaba la mirada triste que tenían su madre y Jack desde hace algunos días.

Mamá, ¿quiénes son ellos?

- Ellos son Shail y Zaisei - respondió ella en voz alta haciendo un gesto para referirse a cada uno - y la pequeña es Cian.

-Hola Eva - dijo aquel que se llamaba Shail. La niña y la celeste sonrieron.

Eva correspondió su saludo con una inclinación de cabeza.

Fue en ese momento que la cocinera apareció de la cocina con un par de bandejas llenas de comida. No se sorprendió al ver a Zaisei y a Cian pues Io que veía la cocinera era a unas humanas normales. Sirvió una gran bandeja de raviolis y distintas salsas.

La comida no fue tan animada como hubiera esperado Victoria. Jack charlaba con Shail de una esquina a otra de la mesa. Zaisei hablaba con Victoria cuando esta no estaba con Christian o con Jack. Siguieron hablando en la sala de la casa. Cian había ido a dormir a uno de los cuartos superiores. Erik y Eva veían la conversación con los brazos cruzados, aburriéndose como ostras. Christian permanecía callado, serio, y de vez en cuando hacía uno que otro comentario.

Eva se levanto y se fue a su cuarto. Estaba cansada pero no quería dormir en su habitación. Por eso, cuando llegó arriba llamó al Alma y le pidió que la llevase a Limbhad.

En ese momento Christian y Victoria se miraron comprendiendo.

Se ha ido le dijo él.

Lo sé pensó simplemente ella.

Ninguno de ellos fue a buscarla. A Eva le gustaba estar en Limbhad y ellos le dejaban. Continuaron la conversación como si nada ocurriese.

Cuando la reunión acabó, Victoria fue a la habitación que era de Christian cuando él estaba con ella en Madrid. Lo extrañaba. Hace tiempo que no lo veía. El shek prefería vivir solo, pero en ocasiones su alma humana le pedía compañía y visitaba a Victoria, aunque no se quedase por mucho tiempo. Victoria se acostó junto a él y durmió cerca de su contacto. A la mañana siguiente Christian ya se había ido.