Lovers tonight, friends tomorrow

Summary:

Amigos con derechos. Un experimento arriesgado: sólo sexo, sin sentimientos de por medio... pero con el hombre del que lleva tanto tiempo enamorada en secreto. Su mejor amigo, su otro yo, su ángel protector: Daryl Dixon.

Carol Peletier no es la misma que al inicio del Apocalipsis. Es una superviviente, fuerte y segura de sí misma, aunque aún lidiando con las profundas heridas del pasado. Esta Carol reflexiona sobre sí misma y descubre cosas en su interior, anhelos que tiene reprimidos desde hace mucho. Necesita sentirse deseada, viva. Y el hecho de que Ed sea el único hombre con el que se ha acostado en su vida es deprimente.

Sin embargo, puede cambiar eso. Alexandria está llena de hombres disponibles, y puede elegir a cualquiera de ellos para liberar ese instinto reprimido. Preferiblemente alguien con el que no tenga el menor vínculo emocional.

Pero Daryl no va a permitirlo. Ella ya sufrió demasiado por culpa de su marido y él no va a consentir que se arriesgue a que un desconocido le vuelva a hacer daño. O tal vez, simplemente imaginársela con otro hombre le enciende la sangre.

Porque si Carol quiere desahogarse, ¿por qué no hacerlo con alguien a quien conozca bien, en quien confíe? Alguien como él mismo, por ejemplo. Después de todo, sólo sería una noche, y podrán volver a ser sólo amigos al día siguiente. No tiene que significar nada, ni afectar a su amistad.

Aunque ambos sepan en el fondo que no será así.

[SPOILERS 5x16, "Conquer"]

Género: Romance

Pairings: Caryl (Daryl Dixon / Carol Peletier). Alusiones al Rick/Jessie (aunque me mola más el Richonne, hay que ser realista y por el momento el Rick/Jessie es bastante obvio)

Warnings: Spoilers del episodio 16 de la 5ª temporada, "Conquer". Lemon en uno de los capítulos.

Rating: M

Disclaimer: The Walking Dead y sus personajes pertenecen a sus creadores y productores Robert Kirkman y AMC. Este fic sólo tiene el propósito de entretener, no pretende fines de lucro ni hay violación intencionada del copyright.

Este disclaimer vale para todos los capítulos.


1. No eres nada mío

El primer paso suele ser el más difícil.

Pese a la capacidad cada vez más desarrollada de Carol de aceptar estoicamente cualquier situación, por mala que fuese, aún no acababa de digerir la terrible escena que acababa de presenciar. Ella había sido la primera que había pedido a Rick la cabeza de ese cerdo maltratador de Pete, pero no había querido que las cosas saliesen así, ni mucho menos que muriese ningún inocente. Si los alejandrinos hubiesen comprendido… si hubieran escuchado a Rick antes de que todo eso pasara. En otra época, otra vida, ella había sido como ellos, horrorizada ante el menor desequilibrio, la menor señal de cambio. Ahora sabía que la supervivencia dependía precisamente de la capacidad de cambiar, de evolucionar, de adaptarse a aquel mundo lleno de horror y de muerte. Lo había averiguado por las malas, al igual que Rick. Sólo esperaba que aquellas personas lo comprendiesen también y no hiciesen falta más muertes.

Pero toda consideración quedó olvidada en cuanto vio a los tres hombres aparecer en el cenador donde había tenido lugar el pseudo juicio del antiguo sheriff Grimes.

El que estaba situado en el centro, un hombre de color, se quedó mirando a Rick pasmado por lo que acababa de hacer, como decepcionado por verle cometer un asesinato a sangre fría. Sin embargo, no parecía débil o blando como los otros, sino que su censura nacía de algo distinto al poco contacto con la muerte que tenían los alejandrinos. De todas formas, Carol le prestó poca atención, y menos aún a Aaron. Sus ojos se centraron en el tercer recién llegado, y verle inundó su pecho de alivio y alguna otra secreta emoción.

Por un momento, estuvo a punto de mandar todo el disimulo al diablo y correr a abrazarlo, tal y como había hecho él cuando la vio al terminar el asalto a Terminus. Pero ella nunca había sido tan impulsiva como él, y además reconocía que las circunstancias no eran comparables. Cuando ocurrió lo de Terminus, llevaban semanas sin verse, y ninguno de los dos sabía si el otro estaba vivo o muerto. Ahora, en cambio, él había estado fuera sólo unos pocos días para una simple misión de reclutamiento, de modo que cualquier muestra excesiva de efusividad, aparte de inadecuada en aquel escenario tan triste, también habría sido embarazosa para él.

Aunque Carol jamás lo hubiese admitido, cada vez que Daryl partía al exterior de sus refugios seguros, ya fuera a cazar, buscar suministros de lo que fuera o como ahora, hacer misiones de reconocimiento con Aaron en busca de nuevos residentes para la comunidad, no podía evitar sentirse inquieta hasta que regresaba. Era algo irracional, pues si alguien era capaz de sobrevivir a todos los peligros de aquel mundo de muertos vivos, ése era Daryl, pero ahí estaba: un desasosiego que se esforzaba por ahogar en lo más profundo de su ser, sin conseguirlo nunca del todo.

Sólo podía acallar su temor y esperar a que volviera sano y salvo, pues ¿qué otra cosa iba a hacer, suplicarle o exigirleque no saliera tanto? No tenía derecho a hacer eso, no era su novia ni su madre; y aunque hubiera podido tampoco lo habría hecho. Sabía que Daryl se sentía útil e importante en su papel de cazador oficial del grupo, y más aún desde que vivían en Alexandria, donde se sentía fuera de lugar, como pez fuera del agua. Él necesitaba esas salidas.

–Hola, Rick –oyó al hombre de color, cuyo nombre más tarde averiguaría que era Morgan, saludar a su amigo con voz seria, tal vez algo tensa. Aaron también fue recibido calurosamente por los alejandrinos, tal vez no con alegría dada la situación (Deanna seguía sollozando, abrazada al cadáver de su marido), pero sí con afecto.

Daryl se quedó quieto, sin saludar ni ser saludado por nadie, incómodo ante el simple contacto humano que implicaba la interacción de sus compañeros de viaje con los demás. Rick, la única otra persona aparte de ella que tenía auténtica confianza con él, estaba demasiado absorto en su reencuentro con Morgan para prestarle atención, de modo que dirigió sus ojos hacia ella. Carol alzó las cejas y le dedicó una leve sonrisa de bienvenida; entre ellos, eso era suficiente.

Poco a poco el grupo se fue disolviendo. Spencer Monroe ayudó a su madre, que aún se resistía a separarse de su marido, a incorporarse; sostenida por él y por otras dos mujeres, Deanna emprendió renqueando y entre hipidos el camino hacia su casa, una casa que en el breve lapso de unos días había perdido ya a dos miembros de la familia. Otro par de caritativas almas del vecindario levantaron el cuerpo aún caliente de Reg y fueron detrás para preparar lo que para los Monroe supervivientes sería una larga noche velando a su familiar perdido.

–Esperad… –los detuvo Rick, aún jadeante y maltrecho por su enfrentamiento con los caminantes que se habían colado en el vecindario por culpa del padre Gabriel. Se dirigió hacia quienes sostenían a Reg y apuntó al fallecido arquitecto con su arma entre los ojos, disparando sin vacilar. La mayoría de alejandrinos se sobresaltaron por el sonido, que resonó en medio del silencio de la noche; y algunas de las mujeres hasta chillaron. Deanna, que se había detenido a mirar, sollozó incluso con más fuerza.

–Lo siento –se disculpó el antiguo sheriff con voz agotada–, era necesario. Ya podéis llevároslo.

–¿Queréis que os acompañemos? –ofreció Maggie, pero Jessie sacudió la cabeza.

–Mejor que no. Yo tengo que ir a casa a contarle a Ron y a Sam lo sucedido y… –tragó saliva, con la voz debilitándose por momentos–… supongo que ellos necesitarán intimidad. Han ocurrido muchas cosas –añadió, lanzando un vistazo a su marido muerto: no parecía lamentarlo en absoluto, un sentimiento que Carol comprendía perfectamente–, y creo que debemos descansar para asimilarlas, cada familia en privado. Hasta mañana; y… Rick… –su mirada se entrelazó con la de éste antes de marcharse– Gracias.

Carol fue la última en abandonar el lugar. Nadie se había atrevido a tocar el cuerpo de Pete, ni siquiera Jessie. Tal vez alguien lo hiciera al día siguiente para evitar la insalubridad de tener un cadáver pudriéndose al sol, pero no aquella noche. Por el momento, se quedaría allí. Carol lo contempló durante unos instantes con ojos fríos e indiferentes antes de apresurar el paso para unirse a sus compañeros.

Con mucho gusto le habría asestado una patada en la boca, pero ella no era de las que se dejaban llevar por sus impulsos. No era prudente, y de todos modos estaba acostumbrada a quedarse con las ganas en muchos aspectos.

–*–*–*–*–*–

Se esforzó por alcanzar a Daryl, el cual en ese momento no caminaba demasiado deprisa, quizá por desmarcarse del resto como tenía por costumbre o quizá por esperarla; ella esperaba que hubiera un poco de lo segundo también. El joven miró de reojo a su lado y sus labios se curvaron en una ligerísima sombra de sonrisa al verla junto a él, y aquel simple gesto la hizo inmensamente feliz.

¿Qué podía decirle? ¿Lo mucho que lo había echado en falta; que, en medio de aquellos días de tensión constante, una parte de ella había estado contando los días que había estado fuera, rezando porque volviera vivo? No podía. Sólo una novia hubiera podido asaltarlo con tantos sentimientos, y ella no era su novia: era su amiga. De modo que se limitó a caminar junto a él.

–¿Qué tal vas?

–Como siempre después de estas excursiones –contestó él desenfadadamente, ojeando a las casas de su alrededor como si aquella bonita comunidad le resultase más extraña y aterradora que el mundo exterior cuajado de caminantes–. Me muero por una comida decente y por dormir catorce horas seguidas sin tener que preocuparme por si nos atacan.

–Tu cama sigue donde la dejaste –le informó ella–, y en cuanto a la comida, eso también tiene solución. Y después, cuando hayas comido y descansado, podrías hacer algo respecto a tu higiene –añadió, ya que el olor corporal de Daryl indicaba que llevaba sin ducharse, como poco, desde que había salido de Alexandria; si bien no llegaba a desagradarla del todo–, y aún tengo pendiente el lavarte tu chaleco.

–Oye, dame un respiro –rezongó él, medio en broma medio en serio–. No he dado ni dos pasos aquí y ya quieres meterme en remojo otra vez. Ni que fueras mi madre.

Ella sonrió, sabía que protestaba por protestar; pero la última frase le dolió. Siempre le dolía cada vez que alguien, él mismo u otros, hacía esa comparación. Ella podía ser y comportarse cálida y maternal con él, lo hacía con todo el mundo que la necesitase, pero sus sentimientos hacia él eran todo menos maternales.

–Reniega cuanto quieras –le siguió el chiste con aire burlón–, ya sé que no puedes vivir sin mí.

–…Ya –masculló él apartando la vista y carraspeando, como intentando contener una carcajada. Hecho esto, apresuró el paso y la dejó atrás, un poco confusa y preguntándose si lo habría enojado con aquella broma (casi) inocente. No era la primera vez que lo molestaba con ese tipo de frases: le divertía mucho verle a él, todo un hombretón, eficaz cazador y héroe ocasional, azorarse como un chiquillo ante aquellas indirectas que le lanzaba de vez en cuando, disfrazando de chanza sus verdaderos sentimientos.

Pero Daryl había cambiado –todos lo habían hecho–, y por primera vez no había parecido tomarse su travesura con el humor de siempre. Antes, en la prisión y durante el tiempo que habían compartido tras lo de Terminus hasta llegar allí, habían estado más unidos que nunca; pero ahora la voluntad de Carol de adaptarse lo más posible a la vida en Alexandria –aunque sólo fuera por guardar las apariencias– y la resistencia de él a hacer lo mismo los estaban separando, incluso como amigos. Y ella sintió miedo.

–*–*–*–*–*–

No tardaron en improvisar una cena para todos en casa de Rick, celebrando que por fin éste había encontrado la aceptación de los alejandrinos, aunque hubiera sido al precio de dos muertes. No era lo único que celebrar: Tara por fin había despertado de su inconsciencia tras las heridas sufridas durante la malograda salida en la que habían muerto Aiden y Noah, y aunque aún se hallaba débil, había insistido en acudir y se presentó caminando por su propio pie, si bien apoyada sobre el hombro de Rosita.

Por tanto, la totalidad del grupo de Rick se encontraba allí, incluso Sasha, la cual parecía algo más animada, como si empezara a desprenderse poco a poco de la terrible depresión que la había aquejado desde la muerte de su hermano; y hasta el padre Gabriel, a quien, en contraposición, se le veía silencioso y meditabundo. Nadie mencionó palabra sobre lo que había hecho aquella noche dejando la verja abierta para que entrasen los caminantes; ni sobre lo que Deanna les había revelado acerca del clérigo hablando en su contra a sus espaldas. Todos suponían que más adelante, cuando todo hubiese vuelto a la normalidad –significase eso lo que significase–, Rick tendría una larga charla con el sacerdote y le exigiría un sincero cambio de actitud… o simplemente lo echaría de Alexandria. Grimes ya tenía el beneplácito de Deanna para hacer lo que quisiera y a partir de ahora no tendría contemplaciones con nadie.

Los alejandrinos también fueron invitados a la cena, pero casi nadie aceptó: estaban demasiado consternados por lo que había ocurrido y por la pérdida de dos de sus miembros más notables, especialmente Reg, el cual había sido muy querido por todos. Sólo Aaron estaba allí, pues en tan poco tiempo se había hecho muy amigo de Daryl; y Eric, aun con el tobillo roto, se esforzó en acompañarlo arrastrándose con muletas.

En poco tiempo organizaron la cena, ayudando todos en mayor o menor medida: Maggie, Glenn, el propio Rick, Carl, Abraham, Michonne… pero fue Carol quien llevó la voz cantante, preparando unas chuletas de cerdo a la brasa tan buenas que todos acabaron chupándose los dedos. Que las chuletas de cerdo fueran uno de los platos favoritos de Daryl influyó bastante en su decisión de elegirlas para la cena, pero eso nadie lo sospechaba, y mucho menos el propio Daryl, el cual comió como un caballo alegrándose por lo que creía una feliz casualidad.

Durante un tiempo, Rick llevó el peso de la conversación, sobre todo para explicar a Morgan las circunstancias que los habían llevado allí y los motivos que lo habían llevado a hacer lo que Morgan había visto. Éste escuchó sus justificaciones con rostro grave: siempre había admirado a Rick, lo había hecho desde que sus caminos se cruzaron por primera vez al inicio del Apocalipsis, pero nunca aprobaría que se matase a un hombre a sangre fría. Para él, como había declarado ante Aaron y Daryl, toda vida era preciosa, incluso la de asesinos o maltratadores. Carol no dijo nada, pero disintió para sus adentros.

Cuando ambos hombres hubieron aclarado las cosas –más o menos– le tocó el turno a Aaron de contar lo que habían visto Daryl y él durante sus exploraciones fuera de Alexandria. Cuando mencionó la W que habían visto grabada en las frentes de algunos caminantes, eso le recordó a Morgan su encuentro con los dos hombres igualmente marcados. La emboscada a Morgan, junto con la trampa que les habían tenido a Daryl y Aaron de forma deliberada, así como el críptico mensaje que hallaron en el coche donde ambos se refugiaron de los caminantes –"Es una trampa. Viene gente mala. No os quedéis"–, angustiaron a casi todos los presentes, pues indicaba la existencia de otro grupo, un grupo de personas vivas pero mucho más peligrosas que cualquier caminante, gente de la calaña de Gareth y sus secuaces.

Pero Rick no pareció preocupado.

–Que vengan –declaró, con una mezcla de tono despreocupado y desafiante, mientras trinchaba otra chuleta–, si se atreven. Estaremos esperándolos y les daremos un recibimiento que no olvidarán… es decir, si salen con vida.

Morgan volvió a fruncir el ceño ante la última frase, pero a Rick no le importó. Estaba más asentado que nunca en su papel de líder que haría lo que hiciera falta por su grupo y cada vez más convencido de que la única respuesta a la violencia era una violencia más dura aún.

Aaron continuó narrando cómo lo que Daryl y él habían creído una oportunidad de abastecerse de provisiones había resultado una trampa casi mortal para ellos, y cómo se habían salvado casi milagrosamente gracias a la aparición de Morgan. A diferencia de Eric, quien no podía contener su horror ante el tremendo peligro que había corrido su novio, Carol escuchó el relato con rostro sereno, ocultando su nerviosismo: aunque sabía que todo había tenido final feliz ya que Daryl estaba allí en la mesa con los demás, a sólo dos sillas de distancia de ella, el saber que había estado tan cerca de morir le oprimía el corazón y le agarrotaba el estómago, haciéndole perder el poco apetito que hubiese podido tener.

Y cuando Aaron llegó a la parte donde se quedaron encerrados en un coche rodeados de decenas de caminantes, aparentemente sin salida alguna, y contó que Daryl se había ofrecido a salir solo para distraerlos y que así él pudiera escapar, los rostros de los presentes reflejaron multitud de reacciones: admiración por su generosidad, horror por el que hubiera podido ser su destino, incluso –por parte de Rick– una velada desaprobación por el hecho de que había estado a punto de perder a uno de sus mejores amigos y colaboradores por un acto de heroísmo mal entendido.

–No es para tanto –Daryl le quitó importancia–. Aaron lo está adornando todo. No iba a sacrificarme ni nada, sé que habría acabado dándoles esquinazo. Mejor que tú, seguro –se dirigió a su compañero con sorna.

Carol volvió a guardar silencio, y durante un momento bajó la cabeza de forma que nadie vio su rostro. Después volvió a subirla, aparentemente inexpresiva.

–Disculpadme un momento –dijo mientras se levantaba.

Una vez sola en la cocina pudo dar rienda suelta a su consternación, al igual que en el pasado cuando esperaba a quedarse sola para llorar cada vez que Ed hacía de las suyas. Temblando, apoyó una mano en la pared pues las piernas se negaban a sostenerla y respiró hondo varias veces, intentando contener un llanto que nacía de la frustración y la furia. ¿Cómo podía Daryl haber hecho eso, haberle hechoeso a ella? ¿Cómo podía valorar tan poco su propia vida… una vida que era tan preciosa para ella?

Tras un minuto esforzándose por calmarse, sorbió con la nariz, se limpió las lágrimas que le corrían por las mejillas y regresó al comedor con una sonrisa falsa en la cara y llevando una gran bandeja con gelatina de fresa.

–¿Quién quiere postre? –ofreció con voz alegre.

–*–*–*–*–*–

–Está bien, Maggie. Ya acabo yo –dijo mientras apilaba los últimos platos y comenzaba a enjabonarlos.

–¿Seguro? –inquirió la joven, indecisa– No quiero dejarte todo el trabajo a ti.

–Segurísimo, ya sólo me queda fregar esto y yo también me iré a dormir. Además –echó un vistazo por la ventana, viendo a un magullado Glenn charlando con Rick y los demás en el porche–, tu chico te necesita, después de la noche tan horrible que ha tenido –añadió, aludiendo a su enfrentamiento con Nicholas en el bosque.

Maggie asintió y se secó las manos con el paño de cocina, colgándolo después sobre el tirador del horno.

–Vale. Nos vemos mañana.

–Que descanséis –le deseó ella, volviendo a enfocar su concentración en la vajilla a medio lavar. Apreciaba mucho a Maggie y no la envidiaba porque ella sí pudiera irse a descansar junto al hombre que amaba, de verdad que no… Bueno, tal vez un poquito.

Accionó el grifo para aclarar los últimos restos de jabón de los platos. Tener agua corriente era una gozada… algo que tiempo atrás nunca pensó que acabaría convirtiéndose en un lujo. Una más, entre tantas simples cosas, que lo serían.

Oyó pasos a su espalda, pero centrada en su trabajo, no se volvió para ver a quién pertenecían. Podía ser Maggie, a la que se le hubiera olvidado algo; o podía tratarse de Rick, Carl o Michonne: después de todo, todos vivían allí juntos. El poder oír a alguien andar detrás de uno sin tener que volverse a comprobar si resultaba algún peligro era otro de los lujos del mundo pasado que habían acabado recuperando allí, y Carol no sabía si eso era bueno o malo. Por eso, se sorprendió al oír la voz de Daryl a sus espaldas:

–¿Te pasa algo conmigo? –Directo, sin rodeos: así era él.

Ella se volvió hacia él con rostro inexpresivo y tomó el paño de cocina, imitando el gesto de Maggie de unos minutos atrás de secarse las manos. Él podría ser todo lo directo que quisiera, pero ella era la reina del disimulo.

–¿A mí? ¿Por qué tendría que pasarme algo?

–Llevas toda la noche sin hablarme y casi sin mirarme a la cara, así que está claro que algo te pasa. ¿He hecho algo para molestarte?

"¿Que qué has hecho? Intentar suicidarte, imbécil", pensó ella furiosamente, pero se esforzó por controlarse.

–Nada, en serio. Deben ser imaginaciones tuyas.

–No me vengas con mierdas, ¿vale? –la cortó él con brusquedad, sobresaltándola–. Si estás cabreada conmigo, quiero saber por qué. Vamos… –añadió más calmado mientras la tomaba suavemente por el brazo. El tacto de su mano, incluso por encima de la blusa y del jersey, liberó por su cuerpo una eléctrica descarga de sensaciones que amenazaron con ahogarla–, ¿cuál es el problema? Tú y yo siempre nos lo hemos contado todo.

Llena de ira, ella apartó el brazo de un tirón.

–Eso era antes de que empezases con esas gilipolleces.

–¿Qué? –Daryl parpadeó, confuso– ¿Qué gilipolleces?

–¡Gilipolleces como ese complejo de héroe mártir que te ha entrado! –estalló, incapaz de seguir conteniéndose– Con todo el tiempo que has estado luchando por sobrevivir, al igual que todos nosotros, e ibas a tirarlo todo por la borda y dejarte matar por los caminantes, ¡así, sin más!

–¡No es verdad! –se defendió él– Ya lo he dicho durante la cena, ¡sólo quería distraerlos para que Aaron escapara, no tenía ninguna intención de dejarme matar! ¡Además, ni que fuera la primera vez que me juego el cuello contra esos seres!

–Una cosa es afrontar un peligro que viene dado por las circunstancias, y otra muy distinta lanzarse contra ellos como carnaza. Con tu experiencia, sabes bien que con un cuchillo y un puñado de flechas no tenías oportunidad contra varias decenas de ellos. Aaron incluso contó cómo le pediste tiempo para fumarte un último cigarro. ¡Sabías que no ibas a conseguirlo, y te daba igual! Si no hubiese aparecido Morgan… –tragó saliva en medio de su furia al imaginar la aterradora posibilidad– ¿En qué estabas pensando? Porque desde luego no era en nosotros, en la gente que te estaba esperando aquí, que te necesita –le escupió, y aunque hablaba por todo el grupo, en ese momento sólo se refería a sí misma.

Él bajó la cabeza durante un momento, avergonzado como un niño que recibe una regañina bien merecida de su maestra. Pero no era un niño sino un hombre, uno que no solía dejarse atacar sin contraatacar.

–Aunque hubiera sido así, ¿y qué? ¿A ti qué más te da? –replicó agresivamente– Ya estáis en un lugar seguro, no necesitáis a un cazador ni a un rastreador. Además, no eres nadie para pedirme explicaciones, no eres mi madre, ni mi novia ni mi mujer, así que ¿a cuento de qué me echas nada en cara? ¿Quién te crees que eres?

–Creía que era tu amiga –respondió Carol con la voz quebrada–, pero está claro que he creído demasiado.

Al ver su reacción, Daryl apretó los párpados, inmediatamente arrepentido: había pocas cosas que le hicieran sentirse peor que ver a Carol triste.

–No… no es eso. Claro que lo eres –sacudió la cabeza, intentando ordenar sus ideas: hablar nunca había sido lo suyo y menos explicar lo que le había pasado por la cabeza en aquel momento–. Tienes razón, a lo mejor fue una estupidez. La verdad es que no sé en qué estaba pensando. Sólo quería sacar a Aaron de allí, a cualquier precio… salvarle, como no pude salvar a… a… –no pudo seguir: una mezcla de ira y congoja subió por su garganta y le atenazó la voz. Beth había sido la más reciente, pero no la única en la lista de personas por cuya muerte se sentía responsable. Sophia, la pequeña hija de Carol, había sido la primera; y hasta por su hermano sentía un remordimiento indirecto, ya que no fue capaz de impedir que continuase con aquel plan suicida contra el Gobernador que acabó costándole la vida.

–Daryl… –conmovida, olvidado en parte su enfado contra él, le acarició la mejilla en un torpe intento de consolarle. Sabía que el fardo de culpabilidad que el joven Dixon cargaba sobre sus hombros era demasiado pesado para ser llevado sin ayuda, ¡y cuánto deseaba ella ayudarle! El problema era que él no parecía dispuesto a dejarse ayudar.

–La noche en que los demás estuvisteis en la fiesta de Deanna, yo estuve cenando en casa de él y de Eric. Parecían, no sé, tan unidos, tan contentos de tenerse el uno al otro… Y mientras estaba en ese coche, lo único que podía pensar era en que si yo no hacía nada, Eric estaría esperando a un Aaron que jamás volvería.

–¿Y qué hay de ti, si morías? –preguntó ella con tristeza infinita– ¿Acaso crees que a ti no te esperaría nadie?

El joven cazador volvió a negar con la cabeza.

–No como a él.

–No como a él… –repitió Carol en un susurro. Meneó la cabeza con desaprobación y sus ojos se endurecieron al clavarlos en los de él– Oh, Daryl… pero cómo puedes ser tan idiota.

Y haciéndose sitio para pasar con un empujón, salió de allí sin darle siquiera la oportunidad de responder. Él la observó marchar atónito, preguntándose qué cojones acababa de ocurrir.


NA: ¡Hola a todos/as! Las lectoras de mi fic Darkness Falls querrán matarme ahora mismo: no actualizo casi nunca y encima ahora me pongo con un fic nuevo. Sólo puedo decirles que lo siento. He sido fan de TWD desde el comienzo de su emisión y Caryl shipper desde la 2ª temporada, y llevo siglos queriendo escribir un fic sobre ellos y me sentía muy frustrada porque me faltaba la inspiración…

Y de repente, después del final de la 5ª temporada y de unirme a un grupo de Caryl en español en Facebook particularmente activo y entusiasta, el estímulo combinado de ambas cosas me dio esta pequeña idea, una idea que fue creciendo en mi cabeza hasta empezar a suplicarme que la escribiera. Así que, grupo Caryl - THE WALKING DEAD de Facebook, sé que apenas soy una recién llegada allí pero este fic os lo dedico a vosotros, pues vuestro entusiasmo y amor al Caryl me ha servido de inspiración. Os lo dedico a vosotros y a todos los fans del Caryl en español, que hasta hace poco creía que no había nadie, que todos los Caryl shippers estaban en el fandom anglosajón. No veáis la alegría que me dio ver que estaba equivocada (por cierto, mil gracias a la gente del grupo de Whatsapp, que ha estado contestando con toda amabilidad mis interminables dudas).

El planteamiento es un poco simple y, si nos ponemos muy quisquillosos, hasta OoC; pero sólo es un pretexto para hacer interactuar a la pareja, angstear el uno por el otro y pasar tórridos momentos juntos. Espero que la ejecución compense el cliché de la idea. El título, "Lovers tonight, friends tomorrow", es un nombre alternativo de la canción "Say goodbye" de Dave Matthews Band, cuya letra creo bastante adecuada para la historia (tenéis en Youtube el vídeo con las lyrics en inglés en /watch?v=2udEnj5dup8).

Es mi primera incursión en el fandom de TWD, y espero que los personajes no me hayan salido demasiado OoC. A quienes no me conozcan, advierto que mis fics suelen ser muy melodramáticos, así que no seáis muy duras si éste se pasa de cursi en un fandom que no suele serlo.

Aunque hago muchas referencias a cosas que se han visto en la 5ª temporada, muchas serán simple contexto del romance, eso quiere decir que no hablaré de los Wolves más que de pasada. Ya me ha pasado en fics de otros fandoms que me monto películas mentales con la trama de acción, que luego no tienen nada que ver con la auténtica continuidad del canon, y el fic se me vuelve totalmente AU.

De nuevo y en el caso de que alguna lectora de DF ande por aquí, decirles que no desesperen, que sigo trabajando en ese fic y que actualizaré en cuanto pueda. Sin más, un abrazo y muchas gracias por leerme.