Advertencias: Lemon. Lenguaje sexual y/o soez. Violencia de genero. OoC. A/U. Maltrato psicológico y/o físico.
Parejas: NaruHina/ InoSai.
Capítulos: 25+Epílogo.
EL FORNICADOR
Hay dos tipos de vida, que conforman dos tipos de personas…
Primero; los que viven del amor.
Segundo; los que viven de los placeres.
Los que viven del amor, duermen solos. Porque aun esperan a su amor.
En el piso treinta de la torre Kagaito, entre las nubes terciopelo coloreadas por los tonos indescifrables del amanecer, se columpiaban los rayos de sol hasta la cama de Hinata, en donde yacía boca abajo, con la cabeza apoyada en el almohadón de plumas y la otra mano acariciando la parte vacía de la cama matrimonial.
¿Siempre yacerá vacía? Esa puede ser la pregunta de las persona que viven de amor… por que se sienten solitarios, aunque su alma este en calma.
Suspiró cansada mientras se daba vuelta y dejaba entrever esos ojos cansados y unos labios resecos que aun así no quitaban la belleza de tales rasgos que los rayos de luz se adormecieron en su tez. Las mejillas parecieron haber sido cubiertas por una capa de polvos mágicos, ya que era la única parte de la chica que se sumergía bajo un tierno rosa pastel dejando más allá pasar a ser el blanco marfil que conocía como piel.
Miró hacia la ventana desde el piso 22 de un buen apartamento, podía incorporarse y loar todo Tokio tan solo en bata de dormir. Pero ya lo había hecho varias veces y eso no reconfortaba su corazón.
Los que viven de placer duermen entre placeres y siempre despiertan acompañados.
Se escuchó otro gemido que conformó toda la habitación, y es que la sucesión de pequeños chillidos de la chica parecía no mermar nunca más.
— Na-na-naruto —pudo formar su nombre en un último momento mientras se agarraba de su espalda y su boca se abría para dejar pasar bocanadas de aire descontrolados, que parecían frenéticos suspiros de placer.
Y en una última estocada Sakura cayó rendida, mientras el joven no tan cansado como ella la paso a su lado ya fastidiado por el peso de la chica sobre su cuerpo.
La muchacha lo miró mientras se incorporaba, la espalda pétrea y espectacular de él se dejo entrever entre las gotas de sudor que delineaban su cuerpo, se mordió un labio. Ella había escuchado hablar de él, pero no sabia si debía creerle a sus amigas cuando habían dicho que era bueno en la cama.
Ahora Sakura sabia que afirmar. Naruto era lo que el titulo lo llamaba: un fornicador… y de primera.
Hinata dio varias vueltas en su cama.
Ella no era el tipo de chicas que ahuyentaba a los hombres, más bien la desmesurada belleza de su rostro y el increíble –y envidiable, para las mujeres- cuerpo de Hinata, hacia que hasta sus propios compañeros de trabajo la quisiesen llevársela a su cama.
Pero ella se hacia respetar, y a su parecer. Nunca en su vida tendría sexo… por que para ella era sólo saciar las necesidades animales. Ella por su parte lo llamaba como solía escucharlo, hacer el amor porque es unirse cuerpo a cuerpo con quien deseas.
Tal vez era demasiado conservadora en esa tipo de conversaciones. Pero ella sabia hacerse respetar…
Y no dejaría que ningún idiota faltase esa moral que se impuso en su cabeza.
Refunfuñó cuantas veces quiso pero cuando miró el reloj que marcaba las 9:00. Dio un alarido mientras se levantaba corriendo y se dirigía al baño en un santiamén. A las 9:30 debía estar en la Tokio Kuriyama; en donde ella ejercía el papel de secretaria del magnate de la compañía editora Namikase.
Y por un momento blasfemó contra el agua helada de la ducha, mientras recordaba que debía estar serena para la junta que habría en la mañana.
Y es que como siempre, las personas que creen en el amor son optimistas. Y eso los hace perseverar.
— ¿Vendrás Mañana? —preguntó Sakura mientras tomaba un vaso de agua sin tapar su desnudes.
Naruto no respondió más bien subió el cierre del pantalón sin mediar un gesto posible tomo la camisa que aun estaba tirada en el suelo y mientras se la abotonaba agarró las llaves de su carro.
— Naruto te estoy preguntando algo —repitió la joven— ¡Bueno! Si no me quieres contestar después de lo que tuvimos, está bien.
—¿De lo que tuvimos? —una ceja se encarnizó en el rostro de Naruto— Lo único que tuvimos fue sexo.
—Pe-pero —Sakura se molestó— Bien, entonces sal de mi cuarto.
—¿Qué crees que hago? —Naruto dejó una sonrisa sardónica en su rostro.
—¡Pues bien, lárgate! —sentenció descolocada.
Y es que él era el mas vivo ejemplo de los que viven de placer, están tan acostumbrados a su vida que si esta se caduca morirían de soledad.
Vivir de amor, es vivir en una soledad momentánea
Vivir de placer, es estar rodeado de placeres efímeros.
¿Entonces…?
Un libro… puede unir dos mundos distintos ¿Podrá?
Y usted… ¿A que mundo perteneces?
El libro
Son las palabras las especialistas en contarte en desvelo lo que siento
El paraguas se abrió en un sonido ronco que lleno todo el pasillo, mientras las gotas gruesas y cristalinas golpearon la tela permeable del mismo, haciendo resonar una melodía tosca.
Hinata miró la calla abrumada de carros, mientras la lluvia que se precipitaba de manera vertical y violenta. Aquellas torrenciales que mojaban todo a su antojo y además que dejaban al piso encharcado. Por su parte Hinata tan solo bufo molesta se miró los tacones de aguja, la camisa blanca de corte en "V" que dejaba notar las descripción de su cuerpo sin dejar de ser elegante y la cernida falda de sastre que se combinaba por su tono beiche.
Se ocultó bajo el paraguas mientras caminaba lo más rápido posible que les permitiese los tacones. La lluvia daba gironés a su mano como tratando de desprenderle el paraguas y en un momento su maletín quedo engarzado en una reja.
Sin duda este no es mi día -concluyó la chica mientras miraba el reloj, llegaría cinco minutos tardes. Cinco valiosos minutos en donde pudo tomar un café negro, relajar sus piernas, secar su ropa y le quedaba tiempo de sobra para releer y buscar en su mente la presentación de su nuevo libro.
Se sonrojó y es que no era para menos, ella era muy púdica en esas cosas. Pero el libro era una mera exquisitez, la manera en que describía los sentimientos, era una realidad del hombre de hoy en día. Y mientras más líneas pudo leer ella más sentía que el autor tenía cierto sentido filósofo, sabio oculto bajo el vocablo poético de un desdeñado hombre que nunca ha encontrado el amor.
Era algo muy tachado, pero sin duda un fornicador, hombre de las mil camas, amante de amantes nunca podría encontrar al amor verdadero ¿Qué pasaría cuando envejeciera? ¿Qué pasaría cuando su mirada que dejaba a miles a sus pies, se aguara con los años? Esa era la pregunta que se formulo cientos de veces Dantes –el protagonista de la obra- y nunca obtuvo respuesta. Acostumbrado a vivir el momento… y no pensar en el futuro.
Por eso había escogido el libro titulado El Fornicador, aunque por raro que fuese una obra anónima que podía acaparar en los más vendidos –ella resopló- sin aunar que estaba acostumbrada a que el sexo vendiera.
Pero algo más que solo eso, se ocultaba entre líneas una moraleja.
Se sintió orgullosa de saber cada línea del cuento, a si por fin podría sorprender a su jefe. Minato era un hombre muy ocupado y en el mayor indicio de interés significa su puesto asegurado en la compañía.
Un momento a otro piso el charco, su zapato se resbaló por la superficie plana y mojada, sintió que se iba hacia atrás. En ese instante maldijo a todos, ahora además de llegar tarde estaría sucia.
Pero unas manos la agarraron por la cintura. Antes de sentir el asfalto en su pelvis.
—¡Ey! —exclamó una voz divertida y sensual— Cuidado… se puede caer.
Y aunque la voz lo dijo con el menor asomo de sarcasmo, solo tratando de agradar a la hermosa señorita que poseía entre manos ella tan solo chirrió los dientes pensando que se había topado con otro ególatra de los que nadie quiere ver ni en pintura. Pero cuando ya estuvo incorpora se quedo sin habla, algo en el jovenzuelo le parecía conocido ¿Pero que? Se interrogó más que interesada.
—Si ya lo creo —concluyó Hinata que para su sorpresa sonó desdeñosa y antipática. Se quedó para en el cruce mientras levantaba la mano para tomar un taxi.
—¿Y que hace un mujer tan hermosa tratando de arrastrarse por el suelo? —indagó el joven rubio que sonrió con su mejor sonrisa, y es que la chica se hubiese visto –para él- realmente deseable si no fuese por la arruga que cruzó por su frente cuando dijo eso.
—¿Arrastrarme? —sus ojos centellaron. Le miró de arriba abajo—No se meta donde no lo llamaron.
—La hubiese dejado caer —comentó divertido.
—Hubiese sido poco caballero —replicó amargada.
—Usted está siendo poco cortes —punteó el ojos azules.
-—Por que usted hace comentarios poco corteses —La ceja de ella se enarcó mientras el sonrió, algo de esa mujer le agradaba de manera casi exorbitante y por su cabeza pasaron muchas ideas pero la primera de todas, era llevarla a la cama. Además la observó de manera descarada no estaba nada mal.
Hinata se sintió ofendida cuando la mirada de él prácticamente la desnudó, más bien dio una vuelta sobre sus talones y de nuevo llamó un Taxi con la mano, pero fue tan inútil como la otra vez. Estos pasaron sin el menor asomo de detenerse.
—¿Quiere que la lleve? —inquirió el chico mientra se acercaba más hacia ella.
—¿A dónde? ¿A su cama? —Hinata no sintió enrojecerse al decir eso. Pero por dentro se blasfemó por ser tan directa. El chico sonrió maravillosamente, dejando entre ver esos dientes blancos y perfectos.
— Si usted lo desea —hizo una seña desmesurada. Allí si el sonrojó se apoderó de Hinata nunca pensó que este hombre fuese tan descarado, parpadeó varias veces.
—Pervertido —susurró para si misma mientras llamaba de nuevo a un taxi.
—Usted se lo pierde —él se encogió de hombros mientras en un silbido que dio al aire dos taxis se estacionaron al frente de ellos, él sonrió con petulancia mientras una ceja se alzaba como tratando de dar una enseñanza—Así es como se hace.
Dio media vuelta y siguió su camino, Hinata por su parte se quedo parada en la acera con el paraguas a medio volar y sus ojos en la espalda del extraño hombre, que siguió hasta parar frente a un Audi, que se supo que era su carro.
Hinata entró al Taxi más que confundida. Un millonario, pervertido, que se me hace conocido, petulante y ególatra. Negó con la mirada.
—¿A dónde se dirige? —preguntó el hombre que la miró fijando sus ojos en su la camisa mojada de ella que hacia revelar un escote rosa claro. Hinata se aconjonó y se tapo con su maletín disimuladamente.
—Calle 7, el edificio de la editorial Namikaze —el taxista afirmó y dirigió su mirada a la calle.
De nuevo se fijó al cruzar en el lugar vació en donde antes estaba el mejor ejemplar de carro, un Audi rojo brillante que haría babear hasta a su jefe. Entonces frunció el ceño.
¡Ey! Ese chico se parece a mi jefe, pensó sintiendo un leve cosquilleo.
Naruto se sentó en su silla de cuero, pasó sus manos acariciando tan lisa tela que además de acochada era suave. Y el olor que desprendía era agradable.
Miró de nuevo la oficina de su padre, aquella sala gigantesca. Que tenía un lobby para si sola, con dos sillas de cuero, alfombra de terciopelo, luces graduadas, mesa de cristal y el piso de madre que brillaba por ser pulido todos los fines de semana.
Pero lo que mas le encantaba era el techo alto y las ventanas panorámicas que se extendía desde el piso hasta la plataforma que servían como techo.
La vista no era más que esplendida, se podía ver el parque de Oriwua, con sus miles de cerezos y el reposado y sosegado lago de color verdoso que se combinaba con un puente Zen color rojo vivo que se perdía entre las azaleas y los biombos, sin contar las orquídeas blancas.
Más la ciudad fructífera, recordaba que cuando niño siempre le gusto quedarse hasta noche en la oficina, por que el cielo se coloreaba de un azul casi bordeando al negro y los edificios se vestían con sus mejores luces, los pósteres se movían y tintineaban entre llamativas propagandas colorida. Mientras que los carros pasaban rápidamente dejando una estela de luz amarillenta.
Era una metrópolis, una exquisita metrópolis que era bella al loarla.
—Bien —Naruto reubicó unos papeles mientras agarraba su bolígrafo para firmar algunas cartas del consejo. Cuando la puerta de madera de abeto se abrió dejando pasar la figura de Kiba que lo miraba lejano-—¿Kiba? ¿Qué se le ofrece? —dijo sin mirarlo.
— ¡Señor! La señorita Sakura le ha dejado un mensaje por la contestadora —dicho esto Kiba caminó hasta quedar cerca de su amigo de infancia –por que él y Naruto eran confidentes desde que tenia memoria—También ciertas encomiendas de algunas jovencitas que dejan mensajes a la secretaria. Dos invitaciones textuales, tres a voz y una encomienda.
—Gracias Kiba —dijo Naruto mientras le daba al botón rojo para oír los mensajes, pero trato de no reír ante el mensaje "¡Naruto eres un bastardo! Ojala te pudras… Te odio" y desde allí solo se escucho el colgar del teléfono— Mujeres —dijo ya sin hacerle mucho caso.
—Señor Yuki-san dijo: "Espero no verte en la calle por que seguro te mato" —Kiba tragó saliva pero vio que Naruto ni se inmutó siguió firmando cartas— Anko-san "Bastardo, eres un bastardo" Y más bastardo… —se quedó en silencio mientras pasa la otra nota— Sori-san "¿Crees que soy puta? Maldito" –se paso la manó por la frente—Eso es todo…
—¿Recados e invitaciones? —preguntó Naruto con una normalidad que aturdió a Kiba.
—Si una de la señorita Ukio, otra de Kurenai —Las dejó en la mesa— Karin también dice que si la acompañaras en su entrevista y cena de mañana –dej;o un suspiro cansado—Ah, só ¡Casi lo olvido! estas llaves de la 3-4 B de Nadako-san —se quedó en silencio mientras Naruto agarraba las llaves y las metía en un compartimento de su escritorio-—Señor ¿Seguro que esas chicas no están molestas?
—¡Vamos Kiba! No has escuchado esto "Fragilidad, tienes nombre de mujer" —rió— Ese francés tenia mucha razón, esas chicas me han dicho lo mismo siete veces ya la verdad es que estoy cansado de su misma tarantela.
—¡Bueno sólo decía! —se disculpó Kiba— ¿Arreglo todo para la conferencia, señor?
— Si, claro Kiba, arréglalo ¡Vaya! Y gracias por todo —dijo Naruto mientras releía unos documentos
Kiba rodeó los ojos, todos los días eran los mismo ¿Acaso no se cansaba?
Hinata se sentó en la silla de plástico de su cubículo, suspiró cansada mientras se quitaba sus zapatos y habría el maletín.
Estaba agotada y además sus mejillas estaban frías de tanta lluvia.
Sacó el manuscrito del libro, y leyó el titulo y el "anónimo" en vez del nombre del autor. Negó…
— Que desperdicio, tan buena obra y la dejo en anónimo —abrió una pagina mientras el titulo aun dejaba sus mejillas sonrojadas—¿El fornicador? Menudo titulo tengo que editar.
Y cuando se paró en cierta frase que le encantaba la leyó con una sonrisa en la boca y un buen sabor en la lengua.
"Aquí estoy, bajo la luna marfileña. Por favor… si estas tu allí abre las puertas de tu ventana, sólo para verte una vez. Por que por primera vez mi corazón solo pide tu rostro cuando antes mis deseos pedían tu cuerpo"
Una sonrisa se colocó en el rostro de Hinata. Ojala, todos pidieran rostros y el cuerpo viniera engarzado en el amor… así los deseos no serian tan necesitados, si no el amor, pensó.
