PROLOGO
La lluvia caía a fuertemente en la ciudad de Nigasaki. La noche inundaba las calles y casi nada era visible. La media noche era la hora perfecta para salir de los brujos y las demás criaturas subterráneas. Una débil sombra se divisaba por una esquina, era una mujer que estaba sentada en el suelo, su espalda chocaba la pared dañada, con piedras que la lastimaban y ella apenas lo sentía, la sangre seguía rodando por su cuerpo como sudor mezclado con la lluvia. Soltó un suspiro y con mucho cansancio busco en su bolsillo derecho. De el saco un anillo, sus bordes dorados eran brillantes y sobre el un objeto en forma de flor con sus pétalos morados. Lo miro directamente, como si buscara algo en el. De pronto este cambio de color, un rojo escarlata brillante. Sonrió de lado y apretó el anillo sobre su pecho. No había nada más que hacer. Sentía mucho miedo, su pecho subía y bajaba rápidamente. Un frio se apodero de ella y la ansiedad la carcomía por dentro. Miro de nuevo el anillo y este estaba perdiendo su brillo, poco a poco se iba apagando.
Lejos se escucharon unos pasos, alguien estaba corriendo. La respiración de la chica se aceleró, quiso correr pero no podía moverse. Hizo un gesto de dolor al tratar de ponerse de pie, maldijo en voz baja. Estaba demasiado cansada y sus heridas eran delicadas. Vivir o morir, palabras que siempre tuvo grabadas en su memoria. Era una gran guerrera, pero esta vez, no había salido muy bien parada. Pero había conseguido lo que quería "Una perfecta ocasión para morir" murmuro para ella misma. De su camisa saco una daga, esta brillo en la oscuridad. Miro su ropa, estaba rasgada y manchada con sangre. Apretó el mango de la daga mientras oía los pasos más de cerca.
-¿Anni? – grito la voz de un hombro.
Anni sintió su garganta doler, sus ojos picaban y el gran alivio la invadió en ese momento. Su pecho rebosaba de felicidad. Estaba bien, estaba a salvo. Y lo que más la hacía sentirse bien, era que ella estaba a salvo.
-¡Anni! – un hombre se acercó a ella velozmente. Su rostro mostraba alivio, a pesar de las marcas rojas y el corte en su quijada. La sangre rodaba por su cabeza y su camisa estaba hecha pedazos. Su ojo estaba morado y su labio partido.
-Está bien… ahora está a salvo – su cuerpo comenzaba a relajarse. El dolor estaba desapareciendo.
-No, no te desmayes ¡abre los ojos! Te llevare lejos de aquí – la tomo entre sus brazos y la llevo por un callejón - ¿En qué diablos estabas pensando? ¿Cómo pudiste enfrentarlo sola? ¡Porque nunca me escuchas! – su voz era dolor. Anni coloco su mano sobre su pecho y sonrió
-No… tenía tiempo, el sabia donde encontrarme. Lo siento Marcus – su voz era débil.
Marcus soltó un sonido desde el fondo de su garganta. Parecía molesto pero al mismo tiempo estaba contento. Apretó a Anni en sus brazos y beso su cabeza.
-Siempre eres así, siempre tan impulsiva. Te llevaré a la guardia – apresuró su paso.
-Marcus… - El respondió con un sonido en su garganta. Él estaba más concentrado en llegar rápido – ¿Alguna vez… te dije que, tus ojos son hermosos?
-Siempre has tenido envidia de mis ojos Anni –
-Siempre estuve feliz, de que… esos ojos, solo me mirasen a mi – Anni apretó con algo de esfuerzo la camisa de Marcus.
-Ya falta poco cariño, casi llegamos – prácticamente corría. La calle estaba desierta y llovía. Y no había carruajes.
-Marcus… ¿Alguna vez te dije, cuanto te amo? ¿Recuerdas la promesa, que te hice? –
-¿Hacerme el desayuno todas la mañanas si ganábamos contra Usari? Lo recuerdo, me debes los desayunos –
-Te prometí… - hablaba como si no hubiera escuchado lo que había dicho –Prometí que nunca… te dejaría. Lo siento – un frio se apodero de Marcus. Apresuro su paso.
-¡No digas tonterías! –
-Serás mi amor eterno, la… marca que nos une… la llevaré por siempre, siempre… nos perteneceremos – la mano de Anni toco su mejilla. Las manos de Marcus se tensaron sobre Anni. La mano de ella estaba muy fría. Entonces la miró.
-Prométeme… que la cuidaras, sabes, a lo que… me refiero -
Se detuvo. La miró y ella ya había cerrado los ojos. "es imposible" pensó él.
Su corazón latía ferozmente y garganta ardía y las lágrimas comenzaron a rodar sobre sus mejillas, mientras la lluvia las ocultaba.
-No me dejes… - susurro, su cuerpo temblaba y su voz se quebró – Prometiste… prometiste estar siempre juntos ¿Qué haré sin ti? Anni. ¡ANNI! – cayó sobre sus rodillas y abrazo fuertemente el cuerpo de Anni ya sin vida – Te amo, te amo, te amo Anni – sus sollozos eran cada vez más fuerte, su cuerpo parecía convulsionar.
Solo era el, bajo la lluvia sosteniendo el cuerpo ya sin vida de su amada.
Capitulo 1
Las clases de piano apestaban. Soltó un suspiro y tomo su mochila, estaba cansada de ir todos los sábados a las estúpidas clases de piano con la señora más amargada del barrio. Pero para su madre ese era un verdadero orgullo. Que su hija de diecisiete años sea una verdadera pianista. Tomo las partituras de su escritorio y hecho un vistazo a su habitación. Las cortinas estaban corridas y la luz entraba levemente e iluminaba su cama. La cual estaba tendida perfectamente. Los posters en su pared la hicieron sonreír irónicamente. Todas las estrellas estaban tomando una guitarra, pero ella, tenía que tocar el piano.
No era mala en eso, lo hacía bien. Pero no la apasionaba. Se miró por última vez en el espejo. Su jean ajustado hacia ver bien sus piernas. Se había colocado una blusa blanca algo holgada y por encima un suéter, hacia frio ese día. Había quedado con su amigo –mejor amigo de la infancia- ir a un concierto de su banda favorita. Shinossuke la había invitado muy cordialmente y ya que había invertido casi todo su salario de medio tiempo para comprar las entradas, ella no se podía negar.
Salió de la habitación y se encontró con su madre en la sala. Ella miraba la televisión, un concierto de sinfónica. Yuko era una mujer apasionada y le gustaba la música clásica. Era tan hermosa y sofisticada, que hasta en casa sabía como estar bien arreglada. Su cabello negro estaba recogido con una cola y muy bien peinado. Su rostro blanco y su nariz respingada le daban un aire joven. Era hermosa su mamá. ¿Por qué ella no podía verse como su madre? Siempre usaba el mismo estilo de ropa, su cabello azulado siempre suelto y largo hasta la cintura, enredado y casi sin vida. Sus ojos cafés, deseaba tanto tener los ojos azules de su madre. Y su cuerpo; bueno su cuerpo no era discutible. No era casi perfecto.
-Me voy. Después iré al concierto con Shinossuke – su madre la miró y junto sus cejas.
-¿Qué concierto? No lo habías mencionado antes –
-Si. Te lo dije, mientras cenábamos ¿recuerdas? – puso los ojos en blanco. Su madre a veces no la oía, aunque afirmara con su cabeza haberlo hecho.
-Que vayas a cumplir dieciocho años mañana no quiere decir que tengas que entrar y salir de casa cuando quieras. Hay reglas jovencita, ¿olvidas que aún tengo derecho sobre ti? – su madre se puso de pie, con los brazos sobre su cintura.
-Mamá, es solo un concierto. No voy a ir en un culto para ofrecer mi sangre, ni tampoco voy a ir por ahí a rayar paredes de escuelas con Shinossuke –
-No me gusta tu manera de hablar Akane – ella miro por toda la habitación, como si buscar las palabras. Akane rasco su nariz, tapando su boca para que ella no la viera reír – Tu padre fue por Raez a la clase de valet, espera que llegue y le pides permiso –
-¿Sabes qué hora es? El llegara y yo estaré en la clase de piano. Se supone que después de la clase Shinossuke va por mí, no puedo volver a casa – dejo caer sus brazos sobre sus costados molesta.
-Le dirás a Shinossuke que te traiga y después, si tu padre te da permiso, puedes ir –
-Lo llamaré. Es más sencillo – Akane sacó su teléfono y con una sonrisa triunfante lanzó un beso a su mamá y salió disparada de su casa, antes de que ella la detuviera.
Escucho llamar su nombre, pero no hizo caso. Estaba cansada de que últimamente su mamá frenara su libertad. Desde el ultimo año sus salidas con Shinossuke habían estado prohibidas, y las horas de queda estaban exageradas. Según Shinossuke su madre tal vez estaba pasando por la etapa mi-hija-es-mayor-de-edad-y-buscara-marido claro que no. no estaba en sus planes. Ni siquiera tenía novio. Siempre pensó que algo estaba mal en ella, prácticamente la única compañía masculina que había tenido en toda su vida había sido Shinossuke. Se conocían desde que eran pequeños ya que vive al frente de su casa. Y siempre fueron los mejores amigos. Conoció muchas novias de su amigo, y a decir verdad algunas la odiaban, ya que el la prefería a ella más que a sus novias.
Pero en cambio, Shinossuke nunca tuvo el placer de conocer algún novio de Akane. Siempre utilizaba la excusa de que se estaba guardando para su príncipe azul –el cual no existía al parecer- no le había interesado ningún chico, ni siquiera para salir a tomar un café. Había rechazado muchas ofertas y no se arrepentía por ello. Además, nunca había besado a un chico. Excepto una vez que por accidente choco con Shinossuke y juntaron sus labios. No fue el beso que imagino pero dolió tanto que hasta se partió el labio. Además, el beso de tu mejor amigo no cuenta como un beso de verdad.
Llego a casa de su horrible maestra de piano. Fue un día como cualquier otro, ella riñéndola de que podía hacerlo mejor, Akane tocando la misma melodía una y otra vez. La señora Kim era alta y muy delgada, su rostro era alargado y sus pómulos no la favorecían. Usaba lentes puntiagudos de los años sesenta. Y siempre vestía con una falda larga y camisa que cubrían hasta sus codos. No tenía hijos y Akane siempre pensó que a lo mejor por su mal carácter nadie quiso cortejarla.
-El mes que viene habrán audiciones para entrar a la escuela de música, la más prestigiosa de toda Japón. Además para poder ir al extranjero. Quien sabe, quizá te lleven a Inglaterra – Su voz era aguda.
Así se podría librar de mi Pensó Akane.
-No me gusta mucho tocar en público – dijo mientras guardaba las partituras nuevas en su mochila.
-¿Qué cosas dices muchacha? Es como decir que un artista pinta pero no le gusta exhibir su arte – hablaba horrorizada. Akane puso los ojos en blanco y prefirió ignorarla.
-Nos vemos el próximo sábado señora Kim – se despidió y salió por la puerta.
Se alegró mucho de ver a Shinossuke de pie a lado de su auto esperándola. Akane miro el auto de su amigo y se hecho a reír. El Volkswagen tenía una flor rosa en todo el capó, al parecer su hermana había regresado de viaje y se quería apropiar de auto de su hermano. El miro a Akane y luego a su auto. Le hecho una mirada asesina a su amiga advirtiéndole que no dijera algún chiste sobre él y su auto.
-Te juro que la quise matar. Mañana me desharé de esa cosa – refunfuñaba mientras subía al auto.
-A mí me gusta – dijo mientras se ponía el cinturón. No paraba de reír – el rosado combina con tus ojos.
-A menos que quiera ser golpeado en la escuela por todos al ver que tengo una flor en mi auto. No, prefiero quitarlo y sobrevivir gracias –
-¿Hasta cuándo se queda tu hermana? –
-Para mi suerte sus clases empiezan el lunes así que mañana estará de vuelta en Corea – tomaron la ruta principal para dirigirse al club donde sería el concierto.
-Las clases – dijo con algo de nostalgia – Este es nuestro último año ¿no te parece raro? Ni siquiera sé a qué universidad aplicar-
-Ni siquiera sabes que seguir – le recordó Shinossuke. Habían tenido una conversación sobre su vida universitaria, sobre lo que serían de grandes. Pero últimamente Akane no tenía ninguna visión de lo que quería ser en el futuro. ¿Abogada? ¿Doctora? Que más daba.
-Lo sé, bueno en realidad no lo sé. Me siento tan extraña, no sé qué hacer con mi vida –
-Yo sí. Seguir molestándote y sacarte de casa de tu madre antes de que su instinto maternal la obligue a atarte en la cama y no dejarte salir nunca – ambos rieron.
-No sé qué le pasa últimamente. Está muy… - movía sus manos buscando la palabra indicada.
-¿Sofocante? ¿Intensa? ¿Molesta? –
-Sobreprotectora. Ni si quiera con Raez es así como lo es conmigo – apoyo el codo sobre la puerta y miro por la ventana. Se sentía nostálgica. No sabía porque razón pero últimamente todo le causaba nostalgia. Era como si una parte de ella faltara, como si no se sintiera a gusto con ella misma. No se adaptaba a nada y pensó que tal vez era la adolescencia o tal vez sea porque había entrado a la adultez.
Todas las noches miraba hacia su ventana y se ponía a pensar en nada. Su vida estaba cambiando. Tal vez porque sea su último año escolar y se sentía atrapada sobre que quería hacer en su vida.
-Raez tiene diez años. Ella no va a clubs –
-Lo sé, pero aun así. No me gusta que estén encima de mí todo el tiempo –
-Aun no sabes lo que es que estén encima de ti. Cuando lo sepas créeme, lo amaras – Akane golpeo su hombro y se hecho a reír. Le gustaba pasar el tiempo con Shinossuke, siempre estaba contenta junto a él.
-¡No hablo de eso! Eres un pervertido –
-Soy realista. Aun no has visto lo que es el mundo pequeña Akane, pero yo puedo darte consejos si quieres –
-Hablas como si fueras un experto en el ámbito de relaciones sentimentales. Apenas he conocido tres novias tuyas en toda mi vida – Shinossuke hizo un gesto con su mano. Pero no pudo pelear con Akane. Lo conocía suficiente.
-Bueno, pues, no conoces a otra persona más experimentada. Soy tu único amigo –
-Tengo más amigos, tal vez me empiece a juntar con ellos – Shinossuke hizo un gesto sobre su pecho, ofendido. Akane soltó una risa.
-Me has lastimado, solo por eso. Esta noche tú invitas los tragos –
Llegaron al club Noctem. Era un lugar que ocupaba un poco menos de media cuadra. A su lado había un edificio grande que parecía abandonado. Shinossuke comenzó a dar vueltas en su auto buscando un lugar donde estacionarse. Mientras pasaban otros sonaban sus bocinas y Akane trataba de no reír ya que se estaban burlando de la gran flor rosada. Al fin después de casi diez minutos encontraron donde estacionarse. Unas dos calles del club.
Akane se aferró a su abrigo y seguía el paso rápido de Shinossuke. Ella era más baja que él, le llegaba a los hombros. Las calles estaban atestadas de jóvenes y adultos. Ya que el lugar era conocido por tener muchos clubs, restaurantes y karaokes. En todo el lugar no había casas pero si habían lugares para pasar entretenidos en la noche. Había una fila larga para entrar al club Noctem. Al parecer la banda que iba a tocar era más importante de lo que creía. Así que se sintió contenta de no ser la única que adoraba sus canciones poco conocidas para algunos.
Era casi difícil caminar en medio de tanta gente. Nadie se disculpaba y solo chocaban sus hombros con Akane. Shinossuke la tomo de los hombros y la junto a su cuerpo para que pudieran llegar más rápido. Ella lo agradeció. Hicieron su fila y poco a poco iban pasando. Casi al llegar Akane se dio cuenta de que el sujeto regordete y alto, más alto que su amigo, estaba pidiendo identificaciones. Miro a Shinossuke alarmada y golpeo su hombro. Este parecía no estar preocupado.
-No nos dejarán entrar, somos menores de edad – susurro a su oído.
-No te preocupes, tengo identificaciones falsas ¿olvidas que puedo hacer magia en estas cosas? Además técnicamente tú serás mayor de edad mañana –
-¡pero eso es mañana! –
-Sí, y así no tendré que hacer una identificación falsa para ti – apretó su hombro y le sonrió – Tranquila Tendo, deberías sentirte a salvo conmigo –
-¿Desde cuando haces identificaciones falsas? – Akane no dejaba de ver al sujeto con su aspecto tan rudo que seguramente levantaría a una persona y sin utilizar su fuerza lo lanzaría lejos.
-Les he hecho favores algunos amigos que han querido ir a clubs y los desdichados solo tienen dieciséis –
-¿Cómo no sabía de esto? – lo miro con sorprendida y dolida.
-Algunos tenemos secretos Anni – dijo sonando tan dulce que Akane no se lo creía. Toco la cabeza de su amiga como si fuera un perrito ella se movió violentamente.
-No me llames así. Le he rogado a mi mamá que deje de abreviar mi nombre. Suena tan… infantil -
-A mí me gusta. No suena tan japonés pero, bueno si te gusta Akane, te llamaré así –
-Gracias –
-Por cierto en tu identificación te llamas Anni – antes de protestar, la pareja que estaba de tras de ellos paso.
Cuando les tocaba su turno Akane sintió su cuerpo temblar. El sujeto tomo las identificaciones de la mano de su amigo y los miro con los ojos entrecerrados.
-Anni Ogino. Ese nombre no es muy usual – dijo con su voz ronca y áspera. Akane trago en seco y meneo su cabeza.
-Mis padres son algo peculiares – dijo tratando de sonar divertida.
-pasen – dijo entregando las identificaciones.
Estando lejos del hombre Akane ya podía escuchar la música resonar. Se acercó a Shinossuke y lo golpeo.
-¿Cómo pusiste tu nombre? –
-No lo cambie – dijo sobándose el lugar donde su amiga lo había golpeado.
-¿Y porque el mío lo cambiaste? – tuvo que gritar para que el la escuchara.
-Bueno, quería jugar un poco a cambiarle el nombre a mi mejor amiga. Deja que me divierta – tomo su mano y la jalo dentro de la puerta – trata de divertirte.
Shinossuke le dio las entradas del concierto a un tipo alto pero no tan gordo como el de afuera. Los condujo hasta una sala amplia, se veía gente bailando al son de la música electrónica. Los cuerpos se movían acoplándose a sus parejas. Pudo ver entre la oscuridad y las luces de colores el rostro de Shinossuke, estaba sonriendo muy animado. Su cuerpo también se movía al son de la música mientras caminaban buscando alguna mesa. Shinossuke señalo a lo lejos y había visto unos muebles en forma de U en una esquina. Estaba vacío.
Condujo a Akane hasta llegar allí y se sentaron. Akane alzo la mirada y veía a las personas. Había una mujer un poco mas adelante que bailaba de manera exagerada, su falda de cuero se recogia por sus piernas dejando ver más allá de lo que debería, alzaba sus brazos y los movía, como si no existiera nadie, solo ella. Más allá vio a una pareja bailando tan juntos que sus cabezas chocaban y mientras bailaban se besaban. Akane sintió sonrojarse y miro hacia otro lado. Shinossuke estaba con una sonrisa de oreja a oreja tal vez buscando una víctima para sacar a bailar.
-Iré por algo de beber – grito a su oído. Shinossuke le hizo una seña con la cabeza y se encamino en medio de la gente, empujando, hasta la barra.
Saco su identificación falsa esperando que funcionase. Según la identificación, tenía 22 años, así que podían venderle un par de cervezas tranquilamente.
Había mucha gente en la barra, cuerpos sudorosos y otros no, reclamando la atención del bar tender. Akane busco con la mirada algún hueco por dónde meterse y poder pedir sus cervezas rápidamente para salir de allí. El calor comenzó a inundarla. Soplo sobre su frente y sus cabellos se movieron dejando algunos pegados a su piel por el calor.
Se agacho y se metió por en medio de una pareja. Por fin se arrimó a la barra y comenzó a gritarle al bar tender. Un chico que al parecer no tenía paciencia. Pero podía manejar las órdenes. Akane trato de llamar su atención moviendo su mano, pero este no la veía. Soltó un suspiro y comenzó a ver a las personas a su alrededor. A su lado había una mujer con unos pendientes tan grandes con brillantes. Sus ojos estaban muy exageradamente pintados. Más allá había otro grupo, todos tenían aspecto gótico. Frunció el ceño y comenzó a mirar a todo el mundo, se había dado cuenta de que todos tenían casi el mismo aspecto. Pelos pintados de colores, maquillajes exagerados, algunos vestían con chaquetas de cueros. ¿Acaso estaba en un lugar lleno de góticos o roqueros o motociclistas? Se sintió incomoda. Ella iba vestida tan simple con sus jeans, su blusa y sus zapatos deportivos.
Miró hacia el otro extremo de la barra. Sintió su corazón detenerse, y de pronto latió tan rápido que dolía. Al otro extremo unos ojos azules la miraban. Su color era tan intenso como cuando te sientes atraído hacia la luz sabiendo que causa daño. Sus manos temblaron, el chico la miraba fijamente enviándole corriente por todo su cuerpo haciéndola respirar con dificultad. Nunca se había sentido tan atraída por alguien a quien nunca conoció en su vida. No pudo ver bien su rostro ya que sus ojos eran lo único que podía ver. Parecía hipnotizada.
Pero la conexión se rompió. El bar tender estaba parado frente a ella con cara de pocos amigos. Akane despertó de su ensoñación y con voz débil pidió dos cervezas. Las pago y volvió a buscar con la mirada al chico de aquellos ojos azules. Pero no estaba. Se había ido.
