Aquí estoy con un nuevo fic que se me ocurrió hace unos cuantos días. Se compone de one-shots cortos o viñetas, drabble largos como queráis llamarlo (soy incapaz de escribir algo más corto, lo siento). Son momentos, simplemente situaciones o anécdotas que se me ocurren y no sé donde ponerlas en un fanfic, así que he decidido darles un fic propio jeje. Como buena soratista, la gran mayoría estarán relacionados con el sorato, pero voy a intentar hacer de más personajes, parejas, digimons, un poco de todo. Intentaré controlar mi vena soratista, pero no prometo nada jeje.
Nada más, espero que lo disfrutéis.
No tengo coche, ni casa, no tengo nada, ¿en serio alguien se va a creer que digimon me pertenece?, por si acaso diré que….
Digimon y los personajes de digimon no me pertenecen.
.
PEQUEÑOS MOMENTOS
~Al final del día~
Había sido un día agotador para la pelirroja, lo normal en una estudiante de secundaria que entre exámenes, trabajos y actividades extraescolares apenas tenía tiempo para ella. Además, ese día el entrenamiento de tenis se había alargado más de lo previsto, y esa era la razón por la que Sora volvía a su hogar, a esas horas y con el uniforme de tenis puesto, ya que no había tenido ni tiempo ni ganas para cambiarse en el instituto.
Pensaba en llegar a casa cuanto antes, darse un relajante baño mientras su madre terminaba de preparar la cena, disfrutar de ella tratando de no dar pie a demasiadas conversaciones transcendentales, ponerse su calentito pijama, dormitar en el sofá haciendo como si ve algún programa de TV y finalmente dormir esperando que el dichoso despertador le levantase a las siete horas de la mañana siguiente, y de nuevo empezar otra vez con su rutina. Nunca se imaginó la sorpresa que le esperaba a la puerta de su casa.
Ya iba a empezar a subir por la escaleras exteriores cuando notó que algo la sujetaba de la cintura, no le dio tiempo ni a gritar porque una mano se lo impidió tapándole la boca. Fue un momento angustioso, jamás se esperaría que le asaltasen de esa forma, mucho menos en la puerta de casa, pero no se dejó llevar por la desesperación, sintió como la adrenalina se apoderaba de su cuerpo transformándose en un soberano codazo que impactó contra su atacante. Todo ocurrió en escasos segundos, el chico se apartó de ella y Sora escuchó una entrecortada respiración, pero no se iba a detener ahí, no, Sora no era de las que huían y ese repugnante ser pagaría su atrevida acción. Tomó la raqueta en la mano y desbordando furia se volteó dispuesta a incrustársela en la cabeza.
-Si me matas, matarás a tu encantador novio.- logró decir el chico, todavía retorciéndose en el suelo sujetándose con fuerza la tripa.
La pelirroja abrió los ojos al máximo al reconocer esa cabellera rubia y al segundo dejó caer su raqueta contra el suelo. Estaba sofocada, no creyéndose lo que pasaba y su primera reacción fue darle una suave patada a su todavía agonizante novio.
-¿Se puede saber que demonios haces?, ¿tú sabes el susto que me has dado?, casi me matas de un infarto.- gritó con histerismo Takenouchi, tratando de recuperar la respiración e intentando controlar la parte de su ser que aún quería estamparle la raqueta en la cabeza, que por cierto era la mayor parte.
Con síntomas de dolor, Yamato logró levantarse del suelo y hasta consiguió dibujar una pequeña sonrisa.
-No era mi intención asustarte.
-¿Qué no?, ¿y por eso me esperas agazapado entre las sombras como un pervertido y me tapas la boca con la mano incrustándome en una pared?, ¡que clase de saludo es ese!
Sora aún continuaba demasiado alterada.
-Bueno, igual sí era mi intención darte un susto.- lo pensó mejor Ishida. Realmente los argumentos de su novia eran irrefutables.- pero bueno, así estoy tranquilo ya que ha quedado claro que sabes defenderte. Me compadezco del pobre que intente atacarte alguna vez, y de su hígado que quedará incrustado en su columna vertebral para siempre.- dijo esto último haciendo una mueca de dolor y llevándose las manos a donde Sora le dio ese gran golpe.
La chica se encontraba bastante nerviosa, pegando con el pie en el suelo de forma repetitiva y mirando a su novio, como preguntándose, "¿Por qué demonios salía con él?" La respuesta era sencilla, le amaba, a pesar de divertirse acosándola, era simplemente encantador y evidentemente que a nadie le gusta ver a la persona amada sufrir, por eso, viendo las muecas de dolor de Ishida, el enfado de Sora se fue diluyendo dando lugar a su característica preocupación.
-¿Te he hecho mucho daño?.- preguntó acercándose a él, más concretamente a su golpe.
Levantó un poco su jersey, vislumbrando ese abdomen tan clarito y tan… abdominal, valga la redundancia. Yamato no mentía, tenía la marca de un golpe bastante fuerte, muy seguramente acabase en moretón.
-Lo siento.- susurró como una niña pequeña.
Sin pensarlo, deslizó su mano por la piel de su novio, posicionándola muy suavemente encima del golpe. Al sentir ese contacto Yamato sonrió, dejando salir un pequeña risa, esa simple caricia le había hecho unas cosquillas de lo más placenteras.
-¿Que ocurre?.- apresuró a retirarla Sora avergonzada.- ¿está fría?
El rubio negó con la cabeza velozmente.
-No, tus manos siempre están muy cálidas.- dijo, tomándolas entre las suyas.- es que me has hecho cosquillas.
-Bueno, mejor una cosquilla que un golpe, ¿no?.- trató de zanjar el tema la muchacha.
Pero lo que no sabía era que Yamato ni se acordaba del golpe, su mente ya estaba perdida en su amada novia, y sus ojos no perdían detalle de ningún gesto que hiciese su bello rostro.
-¿Qué tal tu día?.- preguntó mirándola embelesado.
Takenouchi apartó la vista un segundo, sino al cabo de milésimas se pondría totalmente roja ya que eso era lo que pasaba cuando Yamato la miraba de esa forma tan amorosa.
-Bien.- contestó la muchacha.- bueno, cansada, realmente ha sido un rollo.
-Te he echado de menos.- musitó el rubio, chocando su frente contra la de ella.
Cualquiera que lo viese diría que Yamato acababa de volver de la guerra y hacía meses que no veía a su novia, pero no, ni mucho menos. Ese mismo día habían coincidido obviamente en el instituto, pero solo ahí, en clase, ya que por los compromisos de ambos, ni habían podido comer juntos, ni volver a casa juntos, ni pasar la tarde juntos, ni siquiera habían podido despedirse. Parecía exagerado, pero para dos adolescentes que recién empezaban su relación, es decir, que se encontraban en su etapa tierna-empalagosa, más empalagosa que tierna de "quiero estar todas las horas contigo", un segundo separados era una agónica eternidad.
Lentamente ocurrió lo que ambos deseaban y no habían podido hacer desde hace 9 horas, 32 minutos y 7 segundos, es decir, besarse acarameladamente.
-Sabes a ¿melocotón?.- susurró Ishida entre risas, resistiéndose a soltar los labios de la chica.
-Se supone que son frutas tropicales.- le contestó ella dulcemente.
-¿El melocotón es una fruta tropical?.- cuestionó él con diversión.
-Es que no es melocotón.- repitió ella, como si se tratase de algo completamente transcendental, dispuesta a desmentirlo buscando su bálsamo labial.
-Bueno, déjame comprobarlo otra vez.- se lo impidió Yamato juntando nuevamente sus labios.
El nuevo beso, dejó a la tenista sin respiración y por supuesto sin ningunas ganas de seguir buscando ese dichoso bálsamo labial, prefería la idea de Yamato, que lo comprobase tantas veces como le hiciese falta.
Al separase de ella, llevó la vista al cielo nocturno pensativo, mientras con la boca hacía extraños gestos, como si fuese un catador de los más exquisitos vinos.
-Igual tendría que comprobarlo más.- se atrevió a decir, abrazado a su cintura y atrayéndola más hacia él.
-Ya no debe quedar nada de mi bálsamo en mis labios, creo que te lo has llevado todo.
El chico volvió a sonreír con fuerza, era incapaz de explicar lo mucho que disfrutaba de estos momentos tan cotidianos, pero a la vez tan inusuales y estimulantes que pasaba con su dulce novia. Él sería feliz, estando el resto de su vida así, abrazado a su chica a la puerta de su casa, bajo la luz de la luna y comprobando una y otra vez a que sabían sus labios.
La chica, a pesar de ser un poco más vergonzosa, disfrutaba tanto o más que él de estos instantes, quería abrazarse con fuerza a su cuello y besarse hasta que amaneciese, o hasta que su madre se asomase al balcón y le tirase una cacerola a la cabeza para que subiese ya, que era lo más probable que podía pasar si seguía así, además hubo algo que le alertó, cuando su vista se encontró con su bolsa de tenis tirada en el suelo, su raqueta, y en general el uniforme que llevaba. Estaba "magreándose", con la candidez correspondiente a su todavía inocente relación, con su novio el cual siempre olía mejor que las rosas, después de un duro entrenamiento. Debía estar apestando y lo peor de todo, Yamato se daría cuenta. No. Nunca dejaría que su amado novio la viese en estas condiciones.
-Aparta.- le dio un empujón de repente, ante la estupefacción de Ishida.
-¿Qué… Qué ocurre?, ¿he hecho algo malo?, ¿no te gusta como beso?.- cuestionó incrédulo, porque evidentemente que esa opción nunca era una posibilidad en su arrogante cabezota.
-No, claro que… es, yo… bueno.- Sora estaba teniendo un ataque de nervios y de pánico.- es que he acabado agotada de mi entrenamiento y no me he cambiado y debo estar asquerosa.- terminó de decir, tratando de olisquearse la axila, no creyéndose tampoco que estuviese haciendo esa acción en presencia de su maravilloso novio.
Por el contrario, Yamato estaba de lo más tranquilo y no pudo evitar dar una carcajada.
-¿Qué dices?, estás muy guapa y perfecta.- aseguró intentando acercarse a ella, pero Sora se lo impidió.
-No mientas, mira que pelos y… estoy sudada y… estoy horrible…
-Ey.- habló en tono tranquilizador.- recuerda que estás hablando con el chico que se pasó un montón de meses contigo sin ducharse y limpiándose el culo con hojas en el Digimundo.
-No me lo recuerdes.- hizo un aspaviento con la mano.- además ahora es diferente porque somos novios y...- se ruborizó ligeramente.- me gusta estar guapa para ti.
El rubio, con su encantadora sonrisa arrogante, la rodeó con fuerza de la cintura.
-Antes me he equivocado de verbo, no estás guapa, eres guapa, por eso es imposible que algún día no puedas estarlo.- acabó en un susurro que entró en la boca de Sora, porque sus labios, una vez más, se estaban juntando.
-Oye.- llamó divertido al finalizar el beso.- ¿te imaginas lo guapos que saldrán nuestros hijos?
Abrió tanto los ojos que parece que iban a echar a andar, quedó totalmente petrificada, sin duda alguna esto era lo último que esperaba que le comentase su querido novio.
-¿Nuestros que?.- logró articular, todavía en estado de shock.
El músico, viendo el rostro de la chica, entendió que había hablado de más.
-Ah, lo siento.- se excusó apartándose de ella.- no quería agobiarte.
"Eo, tenemos 14 años, ¿Qué chico de 14 años piensa en tener hijos con su primera novia?", eso pensaba la pelirroja, pero como era de esperar no salió de su mente, cuando su cara pasó su fase de parálisis por la impresión dibujó una nerviosa sonrisa.
-No, no, no me has agobiado.- se excusó, claramente agobiada.
-¿De verdad?.- preguntó con cara de circunstancias, rascándose la nunca para pasar desapercibido.
-Eh… ah… en realidad sí.- no pudo más con esta farsa la tenista.
Yamato se mordió la lengua. Su relación iba viento en popa, despacio con calma, pero segura, lo último que quería era estropearla por decir en voz alta sus profundos deseos de tener una familia.
-Lo siento, no quería, me ha salido sin pensar porque bueno, a veces, pienso en el futuro, un futuro muy, muy, muy lejano, no te asustes, me imagino con hijos y contigo claro y me imagino que serán muy bonitos y… ¿no piensas en el futuro?
Lo estaba estropeando más ¿Qué se supone que tenía que contestar Sora a eso?, pensó en darle la razón, pero sería un engaño, realmente en lo último que pensaba Sora era en sus futuros hijos, por eso, decidió decirle la verdad.
-Es que yo, no pienso más allá del domingo. Luego al siguiente lunes, vuelvo a pensar hasta el próximo domingo y así, poco a poco.- trató de decir con el mayor tacto posible.
Ishida intentó esbozar una sonrisa, más nerviosa que real.
-Ya, y yo, si solo era una broma.- rió tratándose de excusar con una mentira.
Takenouchi ya empezaba a conocer a Yamato y sabía cuando mentía y cuando reía por no llorar, pero es que ese comentario le había pillado totalmente desprevenida y no había sabido manejarlo mejor. Pero luego al pensarlo, sonrió tiernamente, Yamato era un chico de lo más especial, ya que, ¿Qué adolescente pensaba antes en tener hijos que en practicar como se hacen?. Sin duda, su novio era maravillosamente único.
"Además, antes de tener hijos habrá que practicar primero como se hacen", pensaba Yamato no pudiendo controlar una pervertida sonrisa y el correspondiente enrojecimiento de sus mejillas. Sí, Yamato era encantador, pero hombre al fin y al cabo y aunque Sora probablemente nunca lo supiese, su mente era igual de calenturienta que la de cualquier otro adolescente de 14 años.
Con Sora sintiéndose halagada y convencida una vez más de que tenía un novio tan caballeroso que no se lo merecía, y Yamato tratando de que no le cazasen sus miradas disimuladas dirigidas al pecho de su novia, la que tardaba en aparecer, por fin hizo su aparición asomada a la terraza.
-¡Sora que haces que no subes!, ¡la cena está ya!.- exclamó la señora Takenouchi, para luego volverse hacia dentro.
Sora resopló.
-Con tal de no parecerme a ella como madre, soy feliz.- murmuró para sí misma.
-¿Qué dices?.- preguntó el muchacho.
-Umm… nada.- sonrió quitándole importancia, mientras recogía su bolsa y su raqueta.- me subo a casa.
Ishida sonrió complaciente.
-Que descanses.
-¿Me llamas luego?
-Después de cenar como todas las noches.- asintió él.
Y ella se sintió la más afortunada del mundo, no pudiendo resistirse a darle un casto, pero cariñoso, beso en los labios a su chico.
-Te quiero.
-Y yo a ti.- le respondió, para después sonreír.- definitivamente no es melocotón.
Takenouchi rió por esa afirmación, acarició la sedosa cabellera rubia de su novio y empezó a trotar escaleras arriba, pero entonces se dio cuenta de que Ishida todavía seguía inmóvil en la acera.
-¿Qué haces ahí?, ¿no te vas a casa?.- preguntó, asomándose por la barandilla.
-Estoy esperando, como buen novio, a que entres en casa.- explicó, aunque también es verdad que no se quería perder los movimientos que hacía el trasero de su chica subiendo las escaleras.
-¿Para salvarme de algún posible asaltante?.- cuestionó de forma divertida.
-¡Será para salvarlo a él!.- exclamó el rubio, llevándose la mano a su todavía dolorido vientre.
La pelirroja, ya en la puerta de su casa sonrió, negando con la cabeza, hizo un saludo con la mano y entró. Al final, el día había mejorado considerablemente.
Solo una vez que la puerta se cerró, Yamato emprendió el camino hacia su casa, sonriente, a pesar de que el golpe que le había propinado su novia le doliese notablemente, no le importaba, por una sencilla razón y era que todavía tenía el sabor de sus labios impregnado en los suyos propios, y eso calmaba cualquier tipo de dolor que sintiese.
Era un chico feliz, no le pedía más a la vida, solo una cosa; que estos pequeños momentos se repitiesen lo más a menudo posible, porque la vida, la verdadera felicidad, se componía precisamente de eso, de esos pequeños detalles que te hacen esbozar, aunque solo sea por un segundo, una radiante sonrisa.
-OWARI-
.
N/A: fic simple, lo reconozco. Ha sido sweet, sin trama y sin nada, pero particularmente, con estas cosas son con las que más disfruto. Soy cursi y me gustan los finales felices, que se le va a hacer.
El próximo momento, creo, a no ser que al final cambie de opinión que puede pasar, el protagonista será uno de mis personajes favoritos y al que casi nunca le doy bola… ¡Koushiro!
Gracias por leer, espero que os haya gustado o por lo menos sacado una dulce, empalagosa, pero radiante sonrisa jeje. soratolove/sorato4ever
