Hola! Aquí con un nuevo Fic! Espero les guste el primer capítulo, me siento muy inspirada con respecto a esta pareja, no puedo evitar amarlos cada día más. Malec Canon! .

Pero pronto empezaré a inscribir otros fics con las parejas que también son de mi enorme amor y aprecio. (SasuSaku )

Acepto críticas constructivas sobre mi forma de redacción, fallos, etc. Actualizaré de a poco la historia que nuevamente no defino la cantidad de capítulos, porque no tengo claro hasta que punto pienso extenderla.

Gracias por leer. Besos.

Hakufumomo ~

-Los Personajes de The Mortal instumentos pertenecia a Cassandra Clare.

-Pareja: Magnus x Alec

Memorias de un pasado olvidado

Capítulo 1

Magnus se encontraba acostado sobre su cama, los ruidos de la intranquila ciudad de China lo habían despertado. Su habitación se encontraba totalmente desarreglada, las sabanas apenas cubrían a los subterráneos desnudos que lo acompañaban a su lado. Sus ropas estaban tiradas por los suelos, no quería voltear su cara para verlos, quería que se fueran, que se esfumaran como una simple velada de noche. Eso era lo que significaba para él, algo de una sola noche.

Se levantó para empezar su día nuevamente y poner todo en orden, primero un gran trago de licor de dulce de leche y luego a echar a estos extraños. Esa se había vuelto su rutina. Se había acostado con tantas personas, incluidas hadas, vampiros, brujos e incluso algunos que otros mundanos, pero ya había perdido la cuenta y también olvidado sus rostros.

Buscó en uno de sus catorce enormes placares algo para ponerse, hoy era jueves, el día era cálido, optó por combinar ropa según el día, unos buenos jeans rojos con una camisa verde con lentejuelas en las mangas y cuello, unos zapatos negros y un buen toque de maquillaje primavera sobre su rostro. Se miró en el espejo y se sintió renovado nuevamente, al voltear vio que la escena con la que había amanecido aún seguía intacta, detestaba tomarse la molestia de tener que echarlos.

No recordaba sus nombres, ni tampoco se molestó en intentar recordarlos. –Vamos! Necesito que se vayan, mi día a diferencia del de ustedes empieza muy temprano! Pueden encontrar taxis en la esquina- ambos subterráneos se levantaron despeinados, al verlos a la cara se dio cuenta porque los había elegido. Ambos tenían algo de "èl".

El hada tenía los cabellos rubios y los ojos azules mientras que el brujo tenía el cabello marrón y los ojos negros. Intentó compararlos pero se convenció por dentro que nunca serían igual a èl. Sus ojos azules se lucían incluso en la obscuridad y en el día era como observar a los diamantes brillar, los ojos azules opacados de esa mujer nunca podrían igualársele, y el cabello del otro subterráneo jamás se parecería. Magnus solo podía frotar y hundir sus manos sobre los cabellos de su amado, sobre los cabellos de Alec.

La nostalgia se reflejó en su rostro, mientras los extraños se cambiaban de mala gana, volvió a recodar ese fatídico día. Apretó sus puños y desapareció de la habitación de un portazo, mientras sus invitados se quedaron mirando sin entender nada. Ya había pasado un año y dos meses, llevaba la cuenta exacta de la fecha, nunca podría olvidar ese día.

El ruido de una puerta cerrarse lo sacó de su pasado, los subterráneos se habían ido, era hora de limpiar el desastre. Siempre se lamentaba al otro día haber traído a su mansión a seres que él consideraba "maleducados" siempre amanecía en un chiquero, frazadas tiradas, botellas en el suelo, él había contribuido al caos pero su mugre era algo que podía tolerar en cambio la de los demás le ponían los pelos de punta.

Estaba a punto de ordenar todo con tan solo el movimiento de sus dedos, cuando algo en el suelo llamó su atención. Una foto. La levantó para ver que en ella se reflejaba a la persona que había intentado reemplazar durante más de 365 días, a quien había intentado encontrar entre todos los que había llevado a su cama sin lograr tener éxito. Encontró a su Alexander sonriendo. Recordó haber tomado esa foto del escritorio de Alec sin que èste se enterara, cuando la vió por primera el corazón le había dado un vuelco, sus facciones, sus ojos, su sonrisa, el sol en la cara, su cabello que brillaba, amaba esa foto. Amaba a alec, aún después de tanto tiempo lo amaba.

Observando la foto expresó su arrepentimiento. -¿Qué te hice Alexander? ¿Cómo pude hacerte esto a ti?- Muchas veces pensó en volver, pero sentía vergüenza. Vergüenza de sí mismo. No se sentía lo suficiente para èl .

Pensó que podía olvidarlo, que tarde o temprano aunque pasaran los años sería reemplazado pero con cada día que pasaba más se daba cuenta de que eso iba a ser ía que el que fuese reemplazado fuera èl. Que el que amaneciera hoy y el resto de su vida junto a Alec fuera otro. Y si fuese así, no podría decirle nada, no después del dolor que le había causado.

La cabeza de Magnus se llenó de recuerdos. Recuerdos que los litros de alcohol jamás pudieron hacerle olvidar.

-"Alec , morirás un día. La muerte no es una opción para mí. No hay forma de cambiar mi vida eterna ni cambiar tu vida mortal. Lo lamento, pero he llegado hasta aquí, yo… yo solo… no quiero estar ahí cuando mueras.. no quiero sufrir"…- Esas fueron sus últimas palabras mientras tomaba la mano de Camille que sonreía malévolamente y desaparecían de entre los callejones, esa última vez no quiso voltear para ver la cara destrozada de Alec.

Ya no quería contar los días para saber si faltaba mucho para que acabase el insoportable dolor, ya no quería levantarse todas las mañanas para lamentarse de la ausencia de sus besos, de sus abrazos, de su sonrisa.

De sus ojos gatunos brotaron lágrimas, gotas de lagrimas que cayeron sobre la foto, sobre la sonrisa de Alec . Su voz se quebró frente a una imagen que no podría responderle nunca–Lo lamento tanto Alexander…Si el Ángel es piadoso me permitirá tener la oportunidad de rogarte que me perdones, pedirte una segunda oportunidad sería un descaro de mi parte pero si aunque sea puedo verte una vez más sonreír entonces creo que podré sanar este dolor que siento – apretó la foto contra su pecho, donde su corazón latía con mucha fuerza. Estaba decidido, volvería a Nueva York.

Decidió tomarse un avión, pudo haber buscado un Portal pero estaba muy nervioso, necesitaba pensar y calmar sus ansias. Cuando por fin llegó, el estómago le daba vueltas en su interior, observó las calles que no habían cambiado mucho, algún que otro semáforo nuevo pero seguía siendo la misma ciudad.

Llegó a su vieja mansión. Había hecho un hechizo para que todo quedase intacto, ni un gramo de mugre. Recuerdos le vinieron a la mente. Alec en su hogar, abrazados frente al fuego de la chimenea. Alec despertando de su cama. Ale preparando el desayuno. No podía más, necesitaba verlo ya.

Se bañó, maquilló y cambió con ropa nueva. Unos pantalones dorados y brillosos, una remera negra, zapatos marrones. Y por encima un chaleco negro. –Tranquilo Magnus, tranquilo- se dijo frente al espejo. Recogió la valentía que había estado guardado durante un año y salió hacia las pobladas calles de Nueva york.

Recordaba el camino al instituto de memoria, con cada paso sus nervios se lo comían más y más. Vio el instituto a cuatro cuadras, seguía igual que siempre, ni una mano de pintura nueva. Llegó hasta la puerta y entre nervios e indecisiones decidió por fin golpear. Peo nadie salió. Había pasado cinco minutos, los cinco minutos más largos de toda su vida. Se desesperó *toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc toc*

-Por el ángel ya Va! ¿Es tan difícil tomarme un baño tranquila en este lugar?! – retumbó una voz familiar desde adentro. Era una vieja voz conocida, había pasado el tiempo pero al parecer seguía siendo igual de histérica e insoportable, seguía siendo ella.

Isabelle abrió la puerta envuelta en toallas de baño parecía que ni había terminado de bañarse, aún se le notaba el jabón en el cuerpo. Pero al ver a Magnus se quedó pasmada por unos largos segundos, éste por un segundo pensó que había muerto estando de pie.

-Isa ..-

-No deberías de estar aquí. – Respondió ella con gran rapidez, saliendo del shock de su presencia.

-Necesito ver a Alexander..tengo que hablar con èl yo..- Respondió. Sentía que iba a llorar pero no quería quebrar en llantos en ese momento, tenía que ser fuerte.

-No Magnus, no lo entiendes..Ha pasado mucho tiempo, ya nada es lo mismo….èl…..èl…- Magnus percibió que la voz de Isabelle iba a decaer, sintió un escalofrío sobre su cuerpo. Algo no estaba bien y sea lo que fuese tenía que ver con su amado.

-¿Isabelle que sucede?- le dijo, esperando que su respuesta no sea lo que más temía.

Un estruendo se escuchó en toda la ciudad. El ruido los distrajo por completo. Isabelle abrió los ojos. –Oh no, Alec! – gritó de su boca, mientras miraba hacia el lugar donde se podía ver el fuego.

Magnus miró hacía el estruendo y al escuchar a Isabelle salió a las corridas. Alec se encontraba ahí, estaba seguro, quería llegar rápido, podría estar en plena batalla y él iba a ayudarlo. Llegó a escuchar a Isabelle –No Magnus, no vayas!- ¿Por qué le diría eso? Pero a pesar de lo que sus oídos habían recibido desde que había tocado la puerta decidió ignorar por completo las palabras de la Joven y correr hacia Alec.

El campo era el Central Park y el fuego provenía de un Demonio que estaba agonizando sobre las llamas de su propio cuerpo. A su derecha se encontraba otro del mismo origen. Magnus divisó entre el humo el cadáver de uno de ellos y a la enorme bestia, cuyo cuerpo estaba envuelto en llamas, èste al verlo se lanzó a correr sobre èl.

Magnus estaba decidido a pelear, extendió su brazo y de èl salieron unas chispas rojas y brillantes. Pero antes de que pudiese efectuar su ataque, una sombra negra apareció y con una flecha dorada de un solo tiro limpio mató a la criatura. Inmediatamente su cuerpo se consumió por las llamas como lo había hecho su aliado.

El brujo estaba sorprendido por la rapidez del ataque, y a la misma vez por la forma de atacar. Flechas y un arco. Alec. Pensó por dentro. Se dio vuelta para confirmar sus sospechas. Alexander Lightwood se encontraba detrás de èl y encaminándose a su misma dirección.

Su cabello estaba un poco más largo, no se podía ver bien sus ojos ya que su flequillo los tapaba un poco, su cuerpo era más grande y poseía más cicatrices de batalla. El corazón de Magnus era un motor que iba a explotar, el verlo.. Vivo… sano.

Pero algo no estaba bien, de uno de sus ojos notó algo que faltaba, su brillo. Y no solo eso sino que su mirada no fijaba en èl. Sino en su enemigo.

Quiso decir su nombre cuando apenas estaba a unos pasos de èl. Pero éste lo ignoró por completo y pasó por su costado sin siquiera mirarlo.

Alec se agachó sobre el cadáver del primer Demonio recogiendo lo que ahora parecía ser una especie de carbón que se alojaba sobre todo su cuerpo. Tomó la muestra y la guardo en una bolsa que sacó de su chaqueta negra.

Magnus lo observó. Ni siquiera lo había mirado a los ojos. El chico seguía observando el cadáver, por un momento pensó que una especie de hechizo estaba colocado en el lugar pero al decir su nombre –Alexander- y logrando que el chico se de vuelta para por fin verlo, confirmó que no era así.

Alec lo miró, sus ojos estaban vacios. Magnus dudó de si era él, de si era el Nefillim que había amado durante tanto tiempo. La persona que lo miraba, parecía estar muy lejos de parecerse.

Alec dijo sus primeras palabras después de tanto tiempo, después de todo un año. Se imaginó lo que podría llegar a suceder en todo su viaje, gritos, peleas, lagrimas, Alec maldiciéndolo hasta sus próximas tres vidas, pero no eso. No estaba preparado para lo que sus oídos habían escuchado.-¿Cómo sabes mi nombre subterráneo? – le dijo. Había acuchillado a Magnus con tan solo cinco palabras.

Magnus estaba inmutado, inmóvil. Recordó las palabras de Isabelle "No deberías estar aquí" "Ya nada es lo mismo". Alec no era el mismo, algo le había pasado. ¿Pero qué?

-¿Qué eres sordo? Te he preguntado ¿cómo es que sabes mi nombre?- Alec lo miró frío. Como si estuviese viendo a una cucaracha que debía de ser aplastada, un ser inferior.

Pensó que podía ser una especie de venganza, que su castigo iba a ser volverse un desconocido para èl pero cuando vió su mirada se dio que Alec hablaba con total franqueza, no había mentiras, no había engaños. –¿Qué cómo es que lo sé? Alexander soy yo, Magnus! - Esperaba que al escuchar su nombre, retumbara algo dentro de èl. Pero nada. Alec no mostró ninguna emoción.

-Subterráneo estúpido, todo lo que haces es retrasarme… Desaparece tu patética existencia de mi vista- Con una mirada y una voz fría como el hielo Alec dirigió a Magnus lo que sería sus últimas palabras para luego irse. El brujo se quedó parado observando cómo se iba aquel ser que parecía ser igual a la persona que alguna vez había amado.

-Alec no es la misma persona que has conocido Magnus- le dijo Isabelle saliendo de entre los árboles. Magnus la miró atónito. –Ni si quiera yo lo reconozco, y te puedo asegurar que èl tampoco a sí mismo.-

Isabelle parecía derrumbarse con cada palabra. –Fue horrible, de un día para el otro nosotros ya no existíamos para èl….- De sus ojos brotaron las lagrimas.-Yo me negué! Me negué a que fuera a esa misión! ...Si Alec no hubiera ido… si no hubiera ido….- Magnus se acercó lo más rápido posible para sostenerla antes de que su cuerpo cediera al suelo. – èl no habría perdido la memoria- dijo finalmente. – y aún estaría con nosotros Magnus, èl estaría con nosotros.-

Fin del capítulo 1