LA MALDICION

Cap.1 El inicio.

Estaba cerca del río cuando la vi por primera vez, la luz del sol daba sobre su piel blanca, diferente a las otras chicas del lugar, era como ver en la oscura noche y distinguir una reluciente y brillante estrella. Cuando se volteó su cabellera larga y sedosa parecía acariciar sus hombros desnudos, mientras tomaba la cesta de entre la orilla del rio y sacaba algunos peces en ella.

No dije nada, estaba impactado por su belleza. Miraba sus movimientos lentos y desgarbados, pero llenos de una delicadeza sin igual. Al momento sentí mi corazón latir frenético, la sangre corrió por mis venas como lava incandescente, todo mi pasado y mi presente lo olvidé al contemplar a tan exquisita criatura.

Ella volteó al sentirse observada y unos ojos color chocolate se posaron en mi. No pude moverme, estaba paralizado por la impresión. Ella sonrió dulcemente, nuevamente mi cerebro empezó a trabajar, me obligué a ir hacia ella. Vi su tobillo con una argolla metálica, era una esclava, pero ella no merecía ese trato ni ese nivel. Yo no lo permitiría.

Antes de llegar a ella, un enorme y corpulento esclavo negro me cerró el paso, pero al reconocerme se inclinó obediente y pidió disculpas.

-¿Quién es el dueño de esta esclava?-le ordené molesto, a lo que el criado con miedo me dijo:

-Ahekilt, mi señor. Esta ahora en su casa, si desea verlo puedo llevarlo.-me dijo con tono meloso.

-¿Cómo te llamas?-le pregunté amablemente a la chica, para mi era una ofensa tratarla como a una sirvienta.

-Shaenela-su voz parecía el suave murmullo de un rio en calma, ella era perfecta.

Me dirigí hacia la casa de ese monstruo, pues sabia que gustaba de jóvenes para sus más bajos deseos, aunque nunca antes me había preocupado tal cosa. Ahora era un asunto personal.

En cuanto puse un pie en su casa, el hombre, que aparecía ante mí era repulsivo y empalagoso.

-Mi señor, ¿que lo trae a esta su humilde morada y en que puede servirle alguien como yo?

-Deseo comprarte a tu esclava Shaenela-al decir su nombre y verla detrás de mí. Una intensa furia recorrió su rostro, pero supo ocultarla muy bien de mí.

-Mi señor, acaban de traerla, no he tenido tiempo de disfrutarla como es debido, permítame mostrarle a otras esclavas que me trajeron. Se las puedo obsequiar.-Al momento aplaudió dos veces y varias chicas, todas ellas muy bonitas de diversas razas se pusieron en fila delante de mí.

-Escoja mi señor y con gusto os las daré.-Estaba claro que no quería dármela y yo no deseaba ninguna otra.

-Quiero a Shaenela.- Vi su rostro ponerse cerúleo de la furia y luego mostrar una estúpida sonrisa.

-Mi señor, esta esclava es muy torpe no le servirá para lo que…-Lo interrumpí furioso. Al momento de gritar la guardia que traía conmigo se aprestó con las lanzas sobre él.

-¿Osas negarme la venta de la esclava? No quise regalo, es una compra. Pero ya que estas en ese plan. ¡Guardias! Llévense a este individuo. Sus bienes quedan confiscados. Las jóvenes llévenlas al palacio. –Sin chistar obedecieron mi orden ya se llevaban a la chica, cuando:

-Ella irá conmigo.-Y me siguió dócilmente sin levantar la vista.