Disclaimer: Canción de Hielo y Fuego no me pertenece, todos los derechos y personajes son de George R.R. Martin.


La Caída

La lluvia le caía en el rostro de tal forma que Lucerys Velaryon no veía ni sus manos. Bastión de Tormentas, junto con todas las tierras, eran ahora un susurro para Luke, mientras intentaba mantener el control de Arrax.

Aemond Targaryen era fiero, y Vhagar no tenía rival. Luke hacía todo lo posible por sobrevivir, pero estaba claro que el dominante era el dragón que había pertenecido a Visenya. Arrax lanzó unas dentadas, falló y giró en el aire para evitar que Vhagar le destrozase el cuello.

«Vamos, Arrax, un poco más».

Luke no tenía tiempo para gritar órdenes o aullidos de guerra; la lluvia pronto se estaba convirtiendo en tormenta y no veía nada. Si abría la boca demasiado o se posicionaba mal, comenzaba a tragar agua a borbotones.

«Lo lograremos, amigo, no te preocupes».

Las garras de Vhagar aparecieron repentinamente en el campo de visión de Luke, y Arrax dio otro giro sobre sí mismo. Luke comenzaba a marearse, entre tanta agua, truenos y rugidos. Su dragón ya estaba agotado del viaje hacia Bastión de Tormentas, y Vhagar no le daba ni un respiro.

«Un poco…»

Todo sucedió demasiado rápido, y la negrura de la noche no le dejó ver nada. De repente no hubo más truenos, y sólo sentía el repiqueteo de la lluvia contra sus oídos. Casi lo pudo sentir en su piel cuando la mandíbula monstruosa de Vhagar se cerró en torno al cuello de Arrax, y le traspasó con los colmillos las escamas y la suave piel. Cuando Vhagar le soltó, Arrax ya comenzaba a caer hacia el mar, cruel y escaramuzo.

—¡Arrax! —aulló Luke, sintiendo como si el cielo estuviese abajo y la tierra arriba. Su dragón, el que había sido puesto en su cuna cuando nació y al que había criado, ahora caía sin control, moviendo las alas débilmente —¡Vuela, Arrax! ¡VUELA!

Pero su dragón nunca volvió a volar; solamente cayó y cayó, y para cuando se estrellaron en el océano Lucerys tenía la boca llena de agua. Todo era oscuro y frío, y Arrax soltó un alarido suave antes de seguirse hundiendo. Luke intentó desamarrarse las cuerdas y cadenas que lo tenían unido al dragón, pero su conciencia lentamente se fue desvaneciendo mientras sus pulmones se llenaban de líquido. Antes de morir, logró tocar una de las escamas de Arrax, todavía calientes a pesar del agua helada, y sintió que sus labios se curveaban.

«Son tan bonitas…» pensó, y el recuerdo de su madre lo acompañó hasta que se desvaneció por completo.


Notas de la autora: Mientras estoy leyendo la historia de la guerra civil Danza de Dragones, no puedo dejar de adorar a Lucerys Velaryon por alguna razón, y no pude resistirme a imaginarme su muerte (y la de su dragón) a manos de Aemond y Vhagar. Y pensar que Luke fue el niño que le sacó el ojo a Aemond, cinco años mayor que él...

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