Superman: Last Son of Krypton

(Parte Uno)

Escrito por Federico H. Bravo

Reparto

Brandon Routh...Clark Kent / Superman

Erica Durance...Lois Lane

Cassidy Freeman...Tess Mercer

Aaron Ashmore...Jimmy Olsen

Kevin Spacey...Lex Luthor

Ralph Fiennes...Brainiac

Sarah Michelle Gellar...Kara Zor-El

Christopher Heyerdahl...Zor-El

Kristine Sutherland...Allura In-Ze

Estrellas Invitadas

Frank Langella...George Taylor

Rutger Hauer...Morgan Edge

Bob Hoskins...Dan Turpin

Parker Posey...Kitty Kowalsky


1

Krypton. Hace algunos años…

Todo temblaba a su alrededor.

Zor-El se abrazó a Allura, su esposa. Ante él su pequeña hija Kara gemía y lloraba. Pese a ser un bebé, intuía que algo malo pasaba.

-¡Oh, Zor-El! ¿Tiene que ser así? – preguntó Allura a su marido, con los ojos llenos de lagrimas - ¿Tienes que enviarla sola a ese planeta? ¿No podría ser de otra manera?

Otra fuerte sacudida se produjo. Parte del instrumental del laboratorio se rompió; una porción del techo de la cúpula de la vivienda se partió por la mitad…

-No puede ser de otra manera, querida – respondió el científico y abrazó a su mujer en un tierno gesto de consuelo – Tanto mi hermano Jor-El como yo acordamos hacer lo mismo con nuestros respectivos hijos. Comprende: es la única forma en que el legado de la Casa de El sobreviva. Yo también soy conciente de los riesgos que existen de enviar a Kara a la Tierra, pero su primo y ella crecerán juntos en ese mundo. Serán fuertes, ágiles – hizo una pausa. Otra sacudida se produjo. Zor-El sabia que la estructura del planeta no soportaría otro embate más. La corteza iba a estallar: era ahora o nunca – Allura, querida mía… ya es hora. ¡Debemos despedirnos de nuestra hija!

Allura lloró. Tomó a la pequeña Kara entre sus brazos y la colmó de besos. Zor-El hizo lo propio. Luego, la pareja se encaminó hacia la pequeña nave de metal dorado, de forma esférica. El científico alargó una mano y presionó un comando…

La esfera se abrió, revelando el calido interior del vehículo interplanetario.

Zor-El se tomó unos instantes con Kara entre sus brazos. La observó con todo el amor y el cariño que un padre podía tenerle a un hijo y la besó en la frente.

-Hija mía… sé sabia y fuerte. Crece y vuélvete una mujer de bien. ¡Que mis bendiciones te colmen y te acompañen a lo largo de esta travesía cósmica! Jamás estarás sola, adorada Kara. Tu primo te antecede y juntos podrán hacer a las gentes de la Tierra un gran bien. Te amamos, Kara Zor-El… Ve en paz.

Zor-El depositó a la bebé dentro de la esfera. Presionó el comando anterior y la nave se cerró, protegiéndola del caos reinante en el exterior.

-La nave está programada con su destino – informó a su esposa, mientras la abrazaba – Sigue a la de Kal-El. No temas, amada mía. Todo saldrá bien.

-Por Rao, así lo deseo, Zor – dijo ella – así lo deseo…

La esfera comenzó a vibrar mientras el suelo debajo de ella temblaba y se partía por la mitad. La nave se elevó en el aire y ante la amada mirada de la pareja, partió volando hacia el enrojecido cielo kryptoniano.

Allura cerró sus ojos. Elevó a Rao, Dios Supremo de Krypton, una plegaria y miró a su esposo. Él le devolvió la mirada…

Era el fin.

-Te amo, Zor-El – dijo ella.

-Te amo, Allura In-Ze – contestó él.

Se besaron.


La esfera donde Kara viajaba atravesó la densa atmósfera de Krypton. La precedía, en la distancia, otra nave de similares características. Mientras se adentraba en las frías profundidades del espacio, detrás de ella el planeta se incendiaba y rompía en millones de pedazos, en mitad de atronadoras explosiones.

La primera nave donde Kal-El, hijo de Jor-El, huía del desastre entró automáticamente en el Hiper-espacio… la segunda, donde iba Kara se disponía a hacer lo mismo, cuando algo imprevisto sucedió.

Una sombra inmensa y metálica cayó sobre ella. Un potente rayo tractor la atrapó y la arrastró al interior de una puerta de acero que se abría.

Mediante una serie de tentáculos artificiales, la esfera fue palpada y analizada. Varios haces de luz destellaron sobre su superficie y unas avanzadas computadoras detectaron la presencia de la niña en su interior.

Un droide blanco y pequeño se acercó. Abrió la nave y extrajo a la gimiente bebé con un rayo magnético. Haciéndola flotar en el aire, la llevó ante su superior.

-LORD BRAINIAC, HE AQUÍ LA CRIATURA KRYPTONIANA – anunció.

Un hombre vestido de negro, de piel verde y calvo la observó con frío interés. La estudió con ojo clínico, mientras la pequeña lloraba y lloraba sin consuelo.

-Buen trabajo, L-Ron. Hubiera deseado tener a dos ejemplares de la misma especie, sin embargo. Una lastima.

-MAESTRO… SI LO DESEA, PODEMOS SEGUIR LA TRAYECTORIA DE LA PRIMERA NAVE E IR POR ÉL – dijo el droide.

Brainiac negó con la cabeza, restándole importancia. Se acarició la barbilla, pensativo.

-No será necesario. Atengámonos al programa original. El sector del espacio adonde la otra nave fue puede esperar. Las prioridades ahora son velar por el crecimiento de esta criatura.

-MAESTRO, PERMISO PARA PREGUNTAR.

-Concedido.

-¿QUÉ PRETENDE LOGRAR AL CRIAR A ESTE VÁSTAGO KRYPTONIANO?

-Soy conciente del potencial escondido en sus células – explicó Brainiac – Nos será una útil herramienta cuando crezca y se desarrolle.

El alienígena verde dio la orden al droide de llevar a Kara a una sección preparada y acondicionada para su crianza. Mientras el robot cumplía con sus órdenes, él se sentó en una gran silla que se amoldó a su cuerpo y unos cables descendieron serpenteantes desde una terminal computarizada ubicada en el techo, hasta su cabeza.

Como movidos por una fuerza invisible, los cables se conectaron a ella mediante una red de puertos USB colocados en su calva. Brainiac cerró los ojos y su mente se fusionó con la de su nave.

…No tardó en emprender viaje hacia otro rincón del Universo…