Hola chicos, bienvenidos a una nueva historia, como ya saben: Inuyasha, y bueno es una idea que no me pude sacar de la cabeza, así que la publico para ver que me dicen, y si les gusta la continuaré.

La historia se ubica tiempo después de la derrota de Naraku y el regreso de Kagome al Japón feudal.

Así que espero que la disfruten.

Comenzamos.


CAMINOS CRUZADOS.

Capitulo 1 Un extraño en la aldea.

El ocaso ya se estaba haciendo presente y los campesinos del pueblo ya estaban regresando a casa después de un día largo en los campos y recogiendo el arroz.

Apenas el invierno había terminado y la naturaleza ya lo estaba mostrando con el nacimiento de las flores, solo que esa noche no parecían mostrar su belleza a la luz de la luna.

Ahora nos enfocaremos en una cabaña, donde una miko joven estaba remendando unas telas. Su esposo había salido temprano a encargarse de unos yokai que amenazaban a un pueblo cercano, así que era obvio que no volvería hasta muy tarde.

-¡Señorita Kagome! - dijo un niño sacándola de su trabajo. -La anciana Kaede la esta buscando. Dice que es urgente.

Kagome dejó lo que estaba haciendo y salio de su casa en dirección a la de la anciana.

Antes de llegar a la cabaña de la anciana, Kagome vio como Sango cargaba una bandeja con agua y llevaba unas telas. Se le veía preocupada y la miko se le acercó.

-Sango. ¿Qué ocurre? -preguntó Kagome.

-Inuyasha y Miroku -dijo Sango. -Han traído un hombre herido.

Al oír esto Kagome se dirigió lo más rápido posible a su destino y una vez llegado encontró a Inuyasha fuera de la cabaña.

-Kagome -dijo este al verla.

-Ya me pusieron al tanto -dijo ella al momento que entraba a la cabaña.

En la pequeña morada se encontraban la anciana Kaede, Miroku y la no tan pequeña Rin, ella hace poco había cumplido los 18 años y aun seguía con la idea de que Sesshomaru iría por ella.

Todos se encontraban alrededor de un hombre que no paraba de sangrar, Kagome pudo notar que tenía heridas que no eran provocadas por un arma humana, sino por un yokai.

La miko se acercó al cuerpo y examinó las heridas que cruzaban en dorso del hombre, también descubrió que en los brazos tenía igualmente heridas profundas.

-¿Qué saben de él? -preguntó la Miko.

-Nada -contestó Miroku. -Inuyasha y yo lo encontramos en el bosque peleando contra unos yokai, ya estaba muy herido cuando llegamos, así que antes de que lo mataran Inuyasha acabó con ellos.

-Hay veneno en las heridas -dijo Rin. -Evita que se coagule la sangre.

-Entonces aplicaré energía. -Dijo Kagome.

Kagome junto las manos, las colocó en el pecho del hombre y un destello morado surgió de ellas. A los pocos segundos las heridas que presentaba el hombre se fueron cerrando lentamente hasta mostrar señales de cicatrización.

Cuando Kagome terminó de aplicar energía, miró al hombre detalladamente. Tenía piel blanca, cabello negro largo que debería llegarle un poco arriba de la cadera y supuso (al verlo acostado e inconsciente) que debía medir 1.85 aproximadamente. También dedujo que no podía tener más de 22 años. Además de que estaba usando un pantalón de color negro ajustado.

Rin que estaba auxiliando a la anciana Kaede trajo unas vendas y comenzó a cubrir al hombre con ellas. Una vez terminado el trabajo los presentes podían respirar aliviados al saber que una vida había sido salvada.

-Creo que es un espía -dijo Miroku cuando salió de la cabaña junto con Kagome.

-¿Un espía? -dijo la miko. ¿Por qué lo crees?

-Cuando lo encontramos vestía con ropas negras un poco ajustadas -dijo Inuyasha.

-¿Me van a decir que es un ninja o algo así?

Al ver la cara seria de ambos hombres, Kagome supo que no estaban bromeando, pero no obtendrían respuestas hasta que el hombre despertara y quien sabe cuanto tiempo podría pasar.

La noche pasó lentamente y Rin se había ofrecido a cuidar del herido por si necesitaba algo, aunque este no mostró señales de consciencia hasta la mañana del día siguiente.

El hombre notó el aroma de la flores, algo que lo relajó por unos segundos, pero luego abrió los ojos de golpe y lo primero que vio fue el techo de madera de la cabaña. Se sentó con dificultad sobre el futón donde estaba y lo segundo que vio fue a una mujer de pelo negro y un kimono rosa llevando con sigo unas cuantas flores.

La chica al percatarse de que el hombre había despertado, dejó las flores en un florero que estaba cerca de ella y salió corriendo de la cabaña en busca de la anciana Kaede.

Pocos segundos después la anciana Kaede entró junto con Rin y miraron al "paciente"

-Veo que ya estas mejor -dijo la anciana Kaede mientras se sentaba a un lado del hombre. - Así que dime, ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Y cuál es tu objetivo?

El hombre, quien había tomado una actitud seria contestó:

-No tengo porque darte explicaciones.

Kaede pudo deducir que el hombre que tenía frente a él era de carácter frío y de pocas palabras, algo muy difícil de tratar.

-Los habitantes de la aldea te vieron llegar anoche -empezó a decir la anciana. - Y al ver tus ropas supusieron lo peor, así que si no quieres que se arme un alboroto, será mejor que me digas que estabas haciendo cerca del bosque de Inuyasha.

-Me importa un bledo lo que esos hu...aldeanos piensen de mi -contestó el hombre desviando la vista hacia las flores que había traído Rin.

-Señora Kaede – intervino Rin al ver que la anciana comenzaba a molestarse. -Él ha estado a punto de morir, ¿por qué no dejamos que descanse un poco? Luego con más calma podrán hablar.

-Siempre compadeciéndote de las personas -dijo Kaede con una pequeña sonrisa. -Haremos eso, y tú -se dirige al extraño. -Espero que seas más accesible al rato que hablemos.

La anciana Kaede se levantó del suelo con ayuda de Rin y salió de la cabaña dejando solos a la chica y al desconocido.

-¿Quieres algo de comer? -preguntó Rin. -Iré por algo, espera aquí... ups, cierto estas herido y no te puedes mover, así que es obvio que esperarás aquí.

El extraño no dijo nada

-Que digo -se regaña a si misma. - Volveré pronto.

Mientras Rin iba a conseguir algo de comida, el extraño observó a su alrededor, la cabaña era muy sencilla, había una pequeña fogata apagada en el centro, un escritorio a su derecha y un pequeño librero lleno de pergaminos viejos.

Tenía que salir de ese lugar lo más rápido posible, pero al intentar levantarse un dolor agudo cruzo en su abdomen impidiéndole dicha acción. Revisó el área y notó que todo su abdomen estaba lleno de vendas al igual que ciertas zonas de sus brazos.

Un rato después, Rin entró a la cabaña llevando una bandeja con tres onigiris y un vaso con té.

-Espero que te gusten. -dijo Rin poniendo la bandeja sobre las piernas del extraño.

-No tengo hambre. -contestó el hombre desviando la vista, sin embargo su estomago lo había traicionado.

-Vamos -insistió -Yo misma los preparé.

El extraño cedió a la tentación y cogió uno. Al terminar el primero, admitió que la chica no cocinaba tan mal.

-Me alegra que le gusten. -dijo Rin sonriendo. -Estuve practicando mis habilidades de cocina, para cuando el Señor Sesshomaru venga por mi, pueda yo prepararle algo bueno. -hace una pausa. -Por cierto me llamo Rin.

El hombre no dijo nada, solo se limitó a comer. Cuando hubo terminado, Rin retiró la charola y la colocó a un lado suyo,

-¿De dónde es usted? -preguntó Rin

-Necesitó irme -dijo el hombre usando toda su fuerza para levantarse.

-Pero aun esta herido -dijo intentando detener al extraño. - Debe descansar señor...

En ese momento entró Inuyasha a la cabaña, su misión era asegurarse de que Rin se encontrara a salvo, pues quien sabe que podría hacerle ese hombre y entregar la espada del desconocido a su dueño. Pero justo al ver al hombre paró en seco, algo en él se le hacia familiar.

En cambio el extraño, (él cual ya estaba de pie) observó al hanyou e hizo una cara de repulsión y más al ver que este tría su katana en sus manos.

-¿Ocurre algo?-dijo Rin.

El contacto visual que ambos adultos tenían se había roto al oír la voz de Rin y ahora ambas miradas se posaban en la chica.

-¡Ah!...no pasa nada -contestó el medio demonio. - Solo vine para ver que todo estuviera bien y entregarle su espada a...

-Quita tus manos de ella -dijo el extraño acercándose a Inuyasha y arrebatándole su espada.

-De nada -dijo el hanyou mostrando desprecio.

El extraño solo ignoró al medio demonio, fue hacia donde se encontraba su ropa y zapatos y se vistió con mucha dificultad, pues las heridas aun le dolían. Rin al ver eso, no pudo evitar ir hacia el hombre y ayudarlo, este simplemente se dejó ayudar sin decir ninguna palabra. Luego se colocó la espada del lado derecho de su cadera y se dispuso a salir de la cabaña.

-Que idiota eres -dijo Inuyasha cruzándose de brazos y curveando un poco los labios hacia arriba. - Las espadas deben ir del lado izquierdo.

-Eso es si eres diestro -contestó el hombre apartando de golpe al hanyou de la entrada.

-¿Entonces usted es zurdo? -preguntó inocentemente Rin, solo que no recibió respuesta.

Al salir de la cabaña el extraño fue recibido por miradas de odio por parte de los aldeanos y era muy obvio el porque: El era un espía y los espías eran considerados deshonrosos, tramposos y asesinos, incluso no se les consideraba seres humanos, pero a él no le interesaba.

Kagome estaba pasando por ahí con una canasta con hierbas en su interior cuando vio al extraño y no dudo en acercarse.

-Necesitas descansar -dijo la miko en un tono autoritario.

-Lo que necesito es salir de aquí – contestó el hombre poniendo cara seria.

-Kagome – la llamó la anciana Kaede. - Será mejor que lo dejes ir, su presencia esta molestando a los aldeanos.

-Pero aun esta herido.

-Puede caminar, con eso basta.

El hombre iba a dar media vuelta y salir de ese pueblo cuando un grito llamó su atención.

-¡RIIIIIIIINNNNNN! ¡Señor Sesshomaru!

-Esa voz -dijo Rin saliendo de la cabaña. -¡Es el señor Jaken!

Un yokai rana que portaba un báculo de dos cabezas, llegó corriendo hasta donde se encontraba la chica. También Sango y Miroku se aproximaron al lugar al oír los gritos del pequeño demonio.

-¿Qué esta pasando? -preguntó Miroku.

-¿Dónde esta Rin? -preguntó Jaken jadeando.

-Aquí estoy – dijo Rin. -¿Se encuentra bien?

-¡Eso no importa ahora! -dijo desesperado. -¿El señor Sesshomaru está contigo? ¿Vino a verte estos últimos días?

-No, él no ha venido a verme.

-¡O no! -exclamó el demonio preocupado. -Entonces es cierto lo que se dice.

-¿Qué se dice? -preguntó Inuyasha con curiosidad.

-¡El señor Sesshomaru ha desaparecido!


¿Quién será el extraño?

¿Cómo es que Sesshomaru desapareció?

Si quieren saberlo no duden en ver el siguiente capitulo.

Bueno chicos, espero que les haya gustado.

Todo comentario e idea es aceptado.

Nos leemos a la próxima.