Dedicado a Vicky Kou de Malfoy por ser una maravillosa persona y mi amiga secreta.

Por ti

Narrador

La lluvia caía suavemente esa tarde, las rosas del jardín salían a relucir con las diminutas gotas mientras el sol se asomaba entre las nubes, acababa de pasar una tormenta, aún podían verse los riachuelos escurrirse por las alcantarillas de la calle y algunos trocitos de hielo por allí.

Serena yacía en su sillón, recostada con desgano y un par de ojos irritados por lágrimas anteriores. Era imposible no sentirse así al ver un paraje tan bello, las rosas rojas le recordaban tanto a él…

Cliché o no, a Seiya le gustaban.

Y sólo por eso plantaron un rosal en su casa, por un capricho más de la señorita Tsukino.

Se acurrucó con suavidad sobre el acogedor mueble mientras su camisón de seda resbalaba por él con un toque angelical. Su esbelta figura podía distinguirse a pesar de las capas de tela que llevaba encima, su cabello siempre pulcro e intacto, ahora estaba alborotado y se desparramaba por todas partes.

La señorita perfecta parecía en esos momentos una niña asustada que necesitara compañía, se abrazaba a sí misma como si eso fuera su único consuelo, como si estuviera completamente sola, ni siquiera miraba a la servidumbre que al pie de la escalera comenzaba a murmurar sobre su situación.

Pronto, la hermosa chica de cabellos dorados sintió una mano cálida en su hombro, no quiso girarse, reconocería en cualquier lado esas manos, su adorada nana. Desde su infancia estuvo más acostumbrada a su regazo que al de su madre, pero eso ya no importaba ahora, ella anhelaba el roce de otras manos, no las de una anciana.

-Mi niña, estás helada…-

-Déjame nana-

-No quiero, tesoro. Déjame estar contigo-

Serena apretó los ojos al escuchar esas palabras¡cuántas veces no las escuchó salir de los labios de él! Esta vez, las lágrimas salieron sin piedad, dejando que Serena abrazara sus rodillas.

-Niña…

-¡Déjame!- dijo tirando la taza de chocolate caliente, los terrones y la bandeja de bocadillos que la mujer había depositado en una mesita.

Después de un ruido seco, Serena quedó en silencio, encerrada en aquél salón que en otra ocasión serviría de baile. Odiaba ser caprichosa, odiaba pensar en lo mal que se había portado con sus empleados, también odiaba llorar enfrente de otros, así como odiaba desperdiciar su tiempo acurrucada con el sillón por no querer hacer nada más. Odiaba la falta de música, pero encender el aparato significaría llorar más por los recuerdos. Odiaba sentirse así, odiaba a todo aquél que fuera feliz en ese momento, odiaba todos sus pensamientos y recuerdos… pero más que todo eso, en verdad sólo se odiaba a ella por haberlo perdido.

-Idiota- Dijo entre su llanto –Si tan sólo te hubiera escuchado… si tan sólo no tuviera este orgullo… -se limpiaba las lágrimas de forma incluso violenta ante el recuerdo de esa mañana -Te odio, Seiya…

Se levantó en el sillón y abrazó un almohadón que se encontraba cerca. Fino y hermoso como todos los regalos obsequiados a su compañía.

El enojo regresó a ella tras unos instantes de tranquilidad y aventó contra el ventanal aquél ejemplar único. Seguido a esto, aventó otro más, y luego un jarrón tan lujoso que en algún otro lugar parecería una reliquia. Escuchó la estridencia del objeto al romperse pero no le importó, cómo si el dinero le importara… Lanzó tantos objetos como pudo incluyendo más flores y porcelanas.

Cuando estaba por aventar una caja de regalo, se paró en seco, la etiqueta decía su nombre, pero lo que pasmó a Serena era la caligrafía de Seiya. Sin dudarlo abrió todo con cuidado hasta dejar ver un broche musical y una hermosa libreta. Parecía hecha a mano y conociéndolo, seguramente hecha por él.

Miró la portada, era negra con unos garigoleados en plateados y en azules. Pasó la hoja y se llevó una mano a los labios y un par de lágrimas bajaron delicadamente por sus mejillas.

Mi hermoso bombón:

Sabes que te amo con todas mis fuerzas,

Sabes que siempre seré tuyo, en cuanto tú así lo quieras.

Perdóname por no saberte ofrecer otra cosa más que esto, pero sé que nada necesitas. Mis sentimientos seguramente no son suficiente como para merecer a alguien como tú.

Sé que elegir tu vida como siempre has soñado fue lo más importante para ti, así que yo me iré de aquí, no quiero estorbarte.

Pero antes, quiero agradecerte por el tiempo juntos y pedir tu perdón por los problemas que te ocasioné con la señorita Kaioh. Mi intención nunca fue poner en juego tu papel como dueña de la compañía, sé que eso debió ser un terrible dolor de cabeza. Por eso ahora me voy de Tokio, después de todo, alguien como yo no tiene un rumbo fijo…

Serena… eres la única persona que quiero para mí…

Perdóname, bombón…

Seiya

Serena tomó el empastado entre sus manos y lo aferró a su pecho. ¿Cómo odiarlo¡cómo no amarlo!

----

En un inicio todo fue muy confuso, ella salía bajaba de su auto con ayuda de su chofer mientras se dirigía a casa de su prometido. Seiya salía de la lujosa mansión después de haber dado un recital para el dueño de las franquicias Black.

Al verlo, Serena se quitó los lentes oscuros y admirarlo, llevaba el cabello recogido en una coleta y eso fue lo que más le gustó de él. Su sonrisa la conocería hasta después, cuando regresó a la recepción por el equipo que faltaba de guardar. Según Seiya, Yaten no había podido ir a ayudarlo con todo el equipo, pero para Serena, eso fue lo mejor que pudo haberle pasado.

Porque ella pidió a un sirviente que le ayudara, y al regresar, Seiya le regaló una rosa roja con una sonrisa. Agradeció besándole la mano y se perdió de vista.

Intrigada, habría preguntado su nombre y su oficio a Diamante, quien por supuesto no tenía ni idea de quién se trataba. Los siguientes eventos de la compañía le habrían dado a la empresaria la excusa perfecta para volverlo a ver.

Siendo ella quien personalmente fue a buscarlo, se llevó una enorme sorpresa al escuchar la increíble voz del muchacho. Su primera conversación no fue de negocios, fue de música. Pareciera que a Serena se le había olvidado el mundo, con él no fue la dueña de una empresa, ni siquiera la prometida de Diamante Black, sólo era ella. Su segundo encuentro, no fue un evento, fue una cita. Su tercera aparición fue sólo para robarse un beso, la cuarta vez, fue un baile. A esas alturas, Serena comenzó a preocuparse al no saber cómo afrontar la verdad con su nuevo amor. Seiya le atraía, era simpático, despreocupado, amoroso y detallista, la hacía sentir acompañada, protegida, cosa que desde la separación de sus padres no había tenido. El problema era Diamante, dos semanas antes de conocer a Seiya, le había pedido matrimonio y ella había aceptado. Pronto, el señor Black le haría ver sus celos a partir de su actitud diferente y sus besos insípidos. Serena no sabía mentir.

En una ocasión, Seiya fue a su despacho con una hermosa caja musical hecha por él, Serena recibió el obsequio con un beso tan apasionado que Seiya había buscado apoyo sobre la pared. Y una vez allí Serena descubrió toda la pasión escondida en ella.

Ese día entendió que se había enamorado de él.

Tres días después, Michiru, su colega de toda la vida y esposa de Haruka, su principal socio, le haría saber que entrar en terrenos peligrosos no era bueno para la compañía ni siquiera para su relación personal. La rubia aceptó con franqueza que estaba enamorada, pero la reacción de su amiga no fue buena.

Serena entonces acudió con su prima, la única persona capaz de entender los sentimientos sobre cualquier otra cosa, Mina.

-Es muy simple lo que tienes que hacer, Serenity. Elige quien es más importante para ti. Diamante te quiere mucho y hasta hace tres meses dijiste que era el chico ideal- hizo una pausa resignada- vamos, querida, las dos sabemos que tú jamás habías sido infiel, y mucho menos te habías fijado en alguien físicamente. Seguramente este chico Seiya debe ser muy especial.

Con los ánimos renovados, Serena regresó a casa, sólo para encontrarse a Seiya y Diamante de frente.

El mundo se le congeló. Diamante se acercó a ella besándole los labios con una sonrisa.

-Dulzura, creo que hay un malentendido aquí- dijo abrazándola por la cintura –Esta caballero vino a buscarte.

Seiya se acercó a ella con la vista desilusionada -¿Él es tu prometido?- preguntó con voz ronca

Ella asintió sintiendo cómo con ello su corazón se desquebrajaba. –Quise decírtelo…-

Seiya negó con la cabeza. Sin decir palabra alguna, se marchó.

Tímidamente, Hotaru, la recepcionista habló con ella en privado.

-¿Qué fue lo que sucedió?-

-El joven Seiya llegó y preguntó por usted, señorita. Le dije que no se encontraba y que seguramente tardaría pues fue a un asunto personal- esquivó la mirada de la joven que tenía enfrente –él dijo que esperaría, pero le dije que tenía la tarde ocupada por los preparativos de boda y… ¿señorita?-

Serena necesito sentarse, tenía la mirada perdida –Y luego seguramente llegó Diamante y luego yo-

Esa noche no durmió. Mala elección pues al siguiente día Michiru regresó a hablar con ella. Haciéndole ver que la corporación era lo más importante, Serena quiso pedirle tiempo a Diamante para la boda.

Pero antes de realizar la llamada, recibió una de Seiya, sus únicas palabras fueron "¿Puedo hablar contigo?" Serena lo recibió en su casa a las 10 en punto.

-Seiya…-

-Déjame hablar- pidió suavemente –Bombón, no tienes que darme explicaciones. Eres la mujer perfecta, con la vida perfecta y tu novio perfecto. Yo estoy sobrando aquí. Lo sé. Pero estoy aquí porque al dejarme conocerte entendí que detrás de toda esa perfección estás sola.

Serena abrió los ojos de par en par –Pero qué dices…

-No necesitas ocultármelo, se que sólo fui una aventura para ti, o una confusión, o como tú lo quieras llamar, te pediría perdón por entrometerme, pero ni siquiera sabía quien eras o si estabas comprometida. Escondiste tu vida de mí dejándome sólo conocerte como mujer.

-Cómo te atreves… ¿Me estás diciendo una cualquiera?

Seiya negó tranquilamente –Te estoy diciendo que sólo me diste la oportunidad de conocerte como persona, como Serena, no cómo la futura empresaria Black. Y me enamoré de ese bombón. – se acercó a ella tomándola por la cintura de una forma tan frágil que por un instante ella cerró sus ojos –Me enamoré de ti, felicidades, lograste lo que ninguna otra chica había logrado, por eso, aquí me tienes, pidiéndote una oportunidad de hacerte feliz, pidiéndote que te quedes conmigo y me permitas estar a tu lado, sé que nuestros mundos son diferentes, pero sé que me correspondes –dijo reposando su frente sobre la de ella –Dime lo contrario si es que me equivoco

Serena se mantuvo callada

-Dímelo, mi vida…

Nuevamente no hubo respuesta, y Seiya se atrevió a besarla como antes, Serena se permitió besarlo y sentir sus caricias pero después de ese momento de gloria se aclaró lo más que pudo la garganta.

-¿Me estás pidiendo que deje todo por ti?

Seiya asintió tratando de volver a besarla, pero Serena detuvo sus labios con sus dedos.

-Yo no soy así. Esta es una despedida-

----

Toda la tarde lloró, toda la tarde se arrepintió.

Pero su orgullo no le permitía llamarlo, mucho menos salir a buscarlo bajo la lluvia. Eso sería estúpido, eso sería indignante, pero eso justamente sería lo que la haría feliz. No recordaba haber llorado tanto en la vida, no recordaba haber amado así antes.

---

Sumida en sus pensamientos, Serena se mantuvo con la libreta entre las manos. Se había preguntado si su nana la había traído junto con el chocolate o si Seiya la habría dejado allí antes de irse. Las palabras ahí escritas delataban al pelinegro, él había estado conciente de la respuesta de Serena aún antes de hablar con ella, y eso le hizo entender que hablaba en serio. Que se iría y eso le dolía.

Perderlo para siempre

¿Pero qué eran 4 meses? Llevaba conociendo a Diamante por 3 años, además había muchos hombres en el mundo. Aceptaba que el tiempo con Seiya fue hermoso, pero dejar toda su vida por él. Por un desconocido que le bajaba el sol la luna y las estrellas? No, ella era Serena Tsukino, una importante figura en el mundo de los negocios, ella tenía la vida perfecta, siendo la mujer perfecta y con un prometido perfecto.

Tal como lo dijo Seiya, todo lo tenía arreglado y bajo control. Todo estaba perfecto sin él, no habría razón para dejarlo todo por él.

Aún así, se sentía miserable.


Mi regalo para VKM, espero te haya gustado, serán tres capítulos en total, me costó mucho trabajo escribir, pero estoy satisfecha, es el mejor texto que he escrito!

Feliz Navidad Chicas.