Capitulo 1


29 de octubre. Viernes.

John llego a casa después de un duro día de trabajo, y aunque hubiera estado rodeado de niños moqueando y adultos persistentes, John no había perdido su humor, es más, entro al 221b tatareando una canción que había oído por la calle.

This is Halloween, Halloween, Halloween….

A partir de ese día, John comenzaba un pequeño puente donde se aseguraría el no salir de la cama. Ni él, ni Sherlock.

-Hola Sherlock –le saludo entrando por la puerta.

Sherlock gruño en modo de contestación siguiendo a lo suyo. John se quedo plantado en la puerta elevando una ceja esperando que su pareja se diera cuenta de su pequeña indignación. Pero Sherlock se mantuvo en su misma posición, de espaldas a él leyendo un pequeño sobre.

-Esperaba un saludo más efusivo teniendo en cuenta que hace más de un día que no nos vemos –se quejo John.

-Eres tu el que se empeña en tener ese ridículo trabajo – le contesto Sherlock sin volverse – si quieres un beso, o tal vez un abrazo, ven y acércate. No voy a negarme.

John movió la cabeza con cariño y como Sherlock le dijo, se acerco a él. Sherlock se mantuvo en su misma posición, iba con su pijama y su habitual bata azul por lo que John dedujo que ese día no había ni salido de casa. Cuando John se había ido a trabajar lo había dejado durmiendo, en su estado de máxima inconsciencia, lo cual era absolutamente normal después de haber pasado más de setenta horas sin dormir.

John llego hasta él y sin darle la vuelta lo rodeo por la cintura con sus brazos. Dejo un suave beso en su omoplato antes de apoyarse en él y disfrutar de la sensación del cuerpo de Sherlock relajándose contra él suyo.

La diferencia de altura impedía que John se asomase por su hombro para ver qué es lo que Sherlock estaba sosteniendo entre sus manos, por lo que opto por asomase por su brazo izquierdo.

-¿De quién es? –le pregunto John cuando vio el pequeño pero elegante sobre dorado.

-De mi madre –contesto Sherlock tensándose por momentos – quiere que vallamos este puente. Ni siquiera sabía que había uno –se quejo – al parecer hace una fiesta de Hallowaan y quiere que pasemos con ella tres días.

-Es Halloween, Sherlock –le corrigió John- ¿también quiere que valla yo?

-¡Pues claro! –Salto Sherlock dándose la vuelta para hacer frente a John – Lo pone expresamente, al parecer se ha enterado de nuestra asociación – John carraspeo la garganta – nuestra reciente relación de pareja –se corrigió.

-Eres tan romántico –ironizo John.

-Y quiere conocerte – siguió Sherlock ignorándole – Pero lo que no entiendo, es porque el pesado de Mycroft a enviado esta caja aparte. Creo que por fin se ha vuelto loco.

John frunció el ceño confundido y Sherlock le señalo el elegante paquete que estaba en su sillón, ni siquiera se había fijado en ese enorme paquete.

-Enserio John, espero que la nula observación de tu propio entorno se deba a que este cuerpo – dijo pasando una mano lentamente por su estomago – te distrae.

John rio divertido.

-Si eso será, señor modestia – le respondió John robándole un pequeño beso - ¿Qué hay en la caja?

-Míralo tú mismo –dijo Sherlock separándose de él para sentarse en el sofá.

John parpadeo confundido y sin esperar más avanzó hasta el gran paquete que descansaba en el sillón. Con cuidado y con una última mirada a Sherlock levanto la tapa de la caja.

Era un traje. Pero no un traje normal, era un traje de pirata, un disfraz. John aguanto la risa inspeccionando el traje y sus complementos. Venía muy equipado, con su típico sombrero, con su parche e incluso traía también unas botas negras.

Una fiesta de Halloween traía consecuencias y una de ellas era que había que disfrazarse, John deseaba con todas sus fuerzas poder ver a Sherlock vestido de pirata, y si tenía que convencerle no solo de ir a ver a su madre, si no también para ponerse algo regalado por su hermano, lo haría.

-¿Qué no entiendes? –le pregunto John con una pequeña sonrisa.

Sherlock le miro como si fuera el mayor estúpido del mundo, John no se lo tomo enserio y le siguió sonriendo. Sherlock bufo finalmente y con todo su dramatismo se levanto del sofá acercándose a donde estaba John.

-¿Por qué Mycroft me regala un traje de pirata?

-¿Tal vez porque en Halloween uno se disfraza? –le pregunto John sabiendo ya que Sherlock no tenía ni la menor idea de lo que le estaba hablando.

Sherlock parpadeo confundido.

-Halloween es una fiesta, también conocida como la Noche de Brujas, en la que las personas se disfrazan, mayoritariamente con disfraces que dan miedo, para ir por las casas pidiendo chuches –le explico lo más simple posible - ¿No has celebrado Halloween cuando eras pequeño?

-Si lo he hecho lo he debido borrar –le contesto Sherlock colocando sus manos sobre sus labios pensativo.

-¿No recuerdas haberte disfrazado? –le pregunto John curioso, sabía que Sherlock se dedicaba a borrar de su cerebro cosas inútiles, pero no dejaba de sorprenderle - ¿Ni haber visto calabazas?

-¿Calabazas? –pregunto Sherlock aun pensando –Si, definitivamente lo he debido de borrar.

-¿Has borrado toda tu infancia? –le pregunto John cruzándose de brazos.

-No, toda no, John. Solo lo menos importante e humillante, supongo –respondió Sherlock encogiéndose de hombros – aunque resulte difícil creerlo recuerdo mi infancia con cierto cariño.

-Bueno, este año más te vale no borrarlo, pues volveremos a la niñez –exclamo John emocionado mientras recordaba su propia infancia – haremos el truco y trato.

Sherlock volvió a gruñir y con el mismo dramatismo que había usado para levantarse del sofá, se sentó en el sillón de John.

-Sera divertido –le aseguro John.

-Eso mismo dijiste antes de ir al cine –se quejo Sherlock – Y si mal no recuerdo, fue absolutamente aburrido.

-Nos echaron nada más empezar la película –dijo John recordando ese día – Esto será diferente, será más divertido. Si no te dan dulces, que es el trato, toca el truco, donde se pueden hacer mil cosas.

-Supongo que así podremos librarnos de Mummy y Mycroft –dijo para sí Sherlock.

-Estoy deseando verte vestido de pirata –dijo John volviendo la vista al disfraz.

-¿Si? –Pregunto Sherlock con una inquietante sonrisa – Se me olvido comentarte que tú tienes otro.

John frunció el ceño algo inquieto, Sherlock sonrió con una pequeña risa señalándole otro paquete, este oculto en una de las sillas de la cocina.

-Lo siento John, pero yo no voy a poder aguantarme a vértelo puesto – exclamo Sherlock con placer.

-¿De qué es? –pregunto John con algo de miedo.

-De abeja.


30 de octubre. Sábado.

-Quieres dejar de moverte –exclamo Sherlock colocándole una mano en la rodilla a John para que este parara de moverla –es molesto.

John paro al instante con un suspiro, estaban ya en el tren que los llevaría donde vivía la madre de Sherlock, Sussex, llevaban menos de media hora y John ya se sentía más que nervioso.

-Relájate –le pidió Sherlock sin apartar la vista del libro que estaba leyendo – estas demasiado nervioso, solo es mi madre.

-¿Solo tu madre? –Dijo John con una crédula risa – tu madre os ha parido a ti y a Mycroft, y os ha criado. Perdóname por tenerle algo de miedo.

John no tenía una clara imagen de cómo sería su suegra, Sherlock nunca le había enseñado una foto y apenas le había hablado de ella. Pero si esa mujer había criado a esos dos genios petulantes, debía ser horripilante. Quizás era peor que Sherlock y Mycroft juntos, quizás hasta podía leerle como ambos lo hacían, quizás decidía que no era bueno para su hijo pequeño…

Sherlock bajo el libro para mirarle, John le devolvió la mirada intentando ser desafiante, Sherlock suspiro cerrando el libro, lo dejo en algún lugar que John no pudo ver y se acerco más a él.

-Le encantaras –susurro Sherlock atrapando las manos de John en las suyas – no deberías preocuparte por cosas tan estúpidas.

-No me parece muy estúpido pensar que la madre de tu pareja quizás no te apruebe –dijo John apretándole las manos - ¿Cómo te sentirías si mi madre o mi padre no te aprobara?

-¿Dejarías de quererme por ello? – John negó con la cabeza – Eso John, es lo importante. Si mi madre no te acepta, una idea estúpida ya que eres perfecto y aun sin conocerte ya parece que te adora, nos iremos.

-Seguirá siendo tu madre.

-No va a pasar nada John –exclamo Sherlock cansado - Mummy está encantada con Lestrade, y cada vez que habla con Mycroft pregunta por ti, y no me extrañaría que Mycroft le hubiera dado información sobre ti.

-Eso consigue ponerme más nervioso – dijo John con risa contenida - ¿Tu madre es tan inteligente como tú? –pregunto John con curiosidad.

-Es brillante John –murmuro Sherlock apoyándose en el respaldo del asiento – Pero no, no sabe leer como Mycroft y yo. Padre era el que sabía.

John se quedo en silencio, no sabía que decir cuando Sherlock nombraba a su padre, lo nombraba menos que a su madre, pero cuando lo hacía algo en su tono indicaba que no era buena idea preguntarle por él. John no sabía si vivía o no, lo único que sabía era que su madre vivía sola.

-Van a tres días insufriblemente aburridos – se quejo Sherlock cruzándose de brazos, John agradeció su cambio de tema y más relajado se apoyo también contra el respaldo del asiento – espero que cuando volvamos haya algo que merezca la pena, no estúpidos casos de adulterio o perros perdidos.

-Solo serán tres días –le tranquilizo John – y anteayer mismo resolviste uno –le recordó, sabía que Sherlock acabaría con una de sus rabietas tarde o temprano, pero no quería que fuera ya en el tren – además, tienes otras cosas para entretenerte.

Sherlock se giro hacia él con una sonrisa lasciva, John trago saliva, él se refería a su violín, el que iba perfectamente empacado encima de sus cabezas, no a eso en lo que Sherlock estaba pensando.

-Ni se te ocurra –amenazo John con el dedo.

Sherlock no le hizo caso, inclinándose hacia John coloco una de sus manos en el muslo de John y sus labios fueron a parar a su cuello. John suspiro ante el tacto de esos suaves labios contra esa parte sensible en su cuerpo, y se retorció un poco cuando la mano de su muslo se movió hacia el interior de este.

-Sherlock…-murmuro John – tu madre y Mycroft sabrán lo que hicimos.

-Aun quedan un par de horas para llegar –contesto Sherlock separándose de él y arrodillándose en medio del compartimento que ambos compartían – y me aburro.

John suspiro rendido, la mano de Sherlock alcanzo el botón de su pantalón y separándole las piernas impaciente se coloco entre las piernas de John.

John dio gracias a que ese compartimente tuviera cortinas en la puerta de cristal, no quería que los echaran del tren. No tan pronto al menos.

-¿Enserio John? –Le pregunto Sherlock riendo divertido - ¿Te has puesto tus calzoncillos rojos de la suerte?

-No son de la suerte –contesto John avergonzado.

-Si lo son –rebatió Sherlock divertido – Me encantan, pero me gustan más cuando están por tus rodillas –murmuro Sherlock alzando a John para poder bajarle un poco el pantalón y la ropa interior – así mejor.

Sherlock observo con absoluto placer el miembro de John estaba medio duro frente a los ojos, John ya estaba acostumbrado a esa fascinación que Sherlock le tenía pero no dejo de sentirse impaciente. Sherlock le sonrió como advertencia antes de metérselo entero en la boca.

John gimió sintiendo como poco a poco se endurecía dentro de la boca de Sherlock, oh gloriosa boca. Sherlock bajo aun más tragándosela hasta llegar a su propia garganta, John intento no moverse sabiendo que Sherlock no podría aguantar, por eso espero a que Sherlock sacara su miembro ya erecto de su boca. Un pequeño hilo de saliva quedo entre los labios de Sherlock y el glande de John.

-Eres delicioso –murmuro contra su glande, John se estremeció y empujo sus caderas contra la boca de Sherlock para mayor contacto, Sherlock se rio antes de cumplir con los deseos de John –veo que ya no pones pegas.

-Sherlock…-gimió John cuando Sherlock, acariciando sus testículos con una mano, lamio una franja desde la base hasta la punta para acabar succionando – dios, que boca tienes.

-Y es toda tuya –le contesto antes de volver a metérsela en la boca.

John ya no aguanto más, sabía que Sherlock prefería seguir su propio ritmo para atormentarle sabiendo cuando parar, donde succionar, que lamer, que tocar para que su orgasmo fuera increíble, pero la tentativa de cogerle con la cabeza para guiar sus movimientos y que fuera más rápido era demasiada.

Sus manos fueron a parar a su cabeza, entre esos rizos negros, con un gemido y no con demasiada fuerza empezó a guiar a Sherlock más abajo y más profundo.

Sherlock no se quejo estaba vez y se dejo guiar para placer de John, quien ya estaba demasiado cerca de acabar. Y aunque John sabía que Sherlock lo sabía, porque siempre lo sabía, no paro e incluso cuando John dejo de guiarle él siguió aumentando aun más, si era posible, su velocidad con la boca.

-Sherlock –volvió a gemir John empujando sus caderas para entrar más profundo en la boca de Sherlock.

John vino en un pequeño grito amortiguado, no era bueno que les oyeran, Sherlock, aunque se sorprendió, no se la saco de la boca, se trago todo el semen de John sin toser siquiera.

John exhausto echo la cabeza hacia atrás recuperando el aliento mientras suspiraba de placer. Sintió como Sherlock se retiraba limpiándole de los restos de semen, bajo la mirada para ver a Sherlock relamiéndose los labios con una sonrisa.

-Definitivamente eres delicioso –dijo subiendo hasta la cara de John para darle un beso, John le respondió con entusiasmo saboreándose a sí mismo en sus labios – ya podemos tachar el tren de la lista.

Así, recordó John, la lista de lugares para el sexo. La morgue, Scotland Yard, el club Diógenes y múltiples lugares de su casa ya estaban tachados. John rio recordando la vergüenza que había pasado cuando Mycroft les encontró en su propio despacho, asqueroso e inapropiado lo llamo Mycroft, venganza lo llamo Sherlock.

-Cuando dices esas cosas me siento utilizado –bromeo John volviendo a besarle – pero definitivamente estas perdonado.

Sherlock rio contra su boca sin contestarle, se alzo sobre sus rodillas antes de frotar su erección contra la rodilla de John.

-Creo que ahora me toca a mí –susurro Sherlock.

John le sonrió antes de empujarle contra los asientos de enfrente y dejándose caer de rodillas entre las piernas de Sherlock.

Los trenes le estaban empezando a gustar.


2 horas más tarde…

-Sherlock haz el favor de ayudarme –gruño John cuando vio como Sherlock se adelantaba sin intención de ayudarle con el equipaje.

Sherlock se volvió alzando una ceja pensativo, John le miro desafiante mientras intentaba sostener las dos maletas, una bolsa y el estuche donde iba el violín de Sherlock.

Sherlock suspiro y se acerco a él, John se guardo una pequeña sonrisa de triunfo, desde que estaban en una relación era más fácil manipular a Sherlock. Le cogió solo su maleta y el estuche de su preciado violín, cuando los tuvo agarrados se volvió para caminar hacia la salida, John le siguió rápidamente para evitar perderse, era ya más de las siete y ya estaba todo a oscuras y no le hacía mucha gracia perderse.

Estaban en Sussex, lugar en el que Mummy Holmes vivía, y en el que seguramente Sherlock se crio de pequeño y aunque estaba ya oscuro y apenas habían salido de la estación John ya pensaba que era un lugar hermoso.

-Richard ya debería estar aquí – se quejo Sherlock mirando a la carretera – le di la hora exacta.

-¿Richard? –pregunto John llegando a su altura y dejando la bolsa encima de la maleta para descansar el hombro.

-Es el chofer de la familia –contesto Sherlock sin prestarle atención.

-¿Chofer? –Pregunto incrédulo John, Sherlock ni siquiera le miro – Para que me sorprendo…-murmuro John para sí mismo.

Era obvio que Sherlock provenía de una familia con dinero, el propio Mycroft lo demostraba, así como sus trajes ridículamente caros. Al recordar ese pequeño detalle sobre la familia de Sherlock, John no puedo más que volver a sentirse inquieto, todos ellos serían seguramente parecidos a Mycroft, con su educación fina y sus trajes caros, y él solo había venido con sus suéteres. Definitivamente iba a hacer el ridículo.

-John –la voz de Sherlock sonó como una advertencia antes de que se girara para hacerle frente – estas volviendo a ponerte nervioso, es molesto. Intenta respirar con tranquilidad.

John asintió y respiro profundamente sintiéndose ridículo, lo estaba siendo y la sabia, no pudo evitar acordarse a la primera vez que había conocido a los padres de una novia, su primera novia enserio para ser más exactos. Aunque ese no era un buen recuerdo, ya que todo acabo peor de lo que había esperado.

-Oh allí esta –exclamo Sherlock volviendo a coger las maletas para acercarse al coche negro que había parado a unos metros de ellos – Vamos John.

Lo le siguió poniéndose firme, cuando Sherlock llego hasta el coche un hombre mayor salió del asiento del conductor y saludo a Sherlock con una sonrisa demasiado sincera.

-Señorito Holmes –exclamo el tal Richard quitándole la maleta y el estuche de las manos – cuanto tiempo sin que viniera a hacer una visita.

-Tanto que ya se ha olvidado que debe llamarme Sherlock –contesto Sherlock con una pequeña sonrisa – le veo bien Richard –comento Sherlock dándole una palmadita en la espalda – veo que su mujer ya se ha recuperado, cuando la vea dele recuerdos de mi parte, dígale que no me olvido de ella.

El hombre rio arrastrando el equipaje de Sherlock hasta el maletero, John sonrió y le siguió, ese hombre ya se había ganado su simpatía con la forma en que trataba a Sherlock, quien parecía cómodo y contenido de ver al anciano hombre.

-¡Oh! Pero que modales los míos –exclamo Richard en cuanto vio a John -¿este es su famoso amigo? –le pregunto a Sherlock mientras le arrancaba las maletas de las manos de John.

-Pareja en realidad –contesto Sherlock con una sonrisa orgullosa, John le miro respondiéndole a la sonrisa y sonrojándose un poco del tono orgulloso que había utilizado – Richard, este es John Watson, mi pareja y compañero, John este es Richard, es el chofer de la familia desde incluso antes de nacer yo.

-Encantado –exclamo John estrechándole la mano a aquel hombre tan amable, Richard le respondió con una sonrisa.

-Vámonos pues –dijo Sherlock con tono aburrido – Mummy ya debe de estar impaciente.

-Les esperaba ya en la puerta cuando he marchado –comento Richard abriéndoles la puerta para que pudieran entrar.

John se lo agradeció con una sonrisa antes de sentarse junto a Sherlock en el coche, era elegante y espacioso, como se imaginaba que sería la casa.

-¿Hace cuanto no venias?-pregunto John curioso, ellos se conocían desde hace no más de tres años y en ningún momento había notado que Sherlock viajara a ver a su madre.

-Aquí cuatro años, pero vi a madre hace menos de dos año cuando visitó Londres –contesto Sherlock rápidamente antes de que John pusiera mala cara por su mala conducta de hijo – y cada cuantos meses hablamos por teléfono –agrego mirando por la ventanilla.

John iba a reprenderle por su falta de consideración, cuando recordó a sus propios padres, quienes ni siquiera sabían que John tenía una relación con un hombre desde hace ocho meses.

John no contesto y Sherlock no volvió a comentar nada, simplemente se quedo mirando por la ventanilla con una expresión indescifrable, John le observo deleitándose con su rostro inventándose en su mente todos aquellos recuerdos que seguramente estaría recordando.

Antes de que John se diera cuenta Richard anuncio que ya llegaban, y esta vez fue John el que miro por la ventanilla expectante.

Casa era una mala palabra para describir aquello, era más bien una mansión. Una mansión hermosa de color blanco y de dos plantas. John suspiro deleitado con la vista de aquella casa nada más entrar por la verja de la entrada.

Había varios metros de jardín en la entrada de la casa, los cuales estaban expresamente decorados con la temática de la fiesta, múltiples calabazas alumbraban el hermoso jardín, mostrando también las lapidas colocadas aleatoriamente con ataúdes abiertos a su lado.

-Creo que ya me acuerdo de esta fiesta –se quejo Sherlock mirando también por la ventana.

-Es la favorita de la señora –le recordó Richard sonriendo a través del retrovisor.

John se centro en la puerta principal de la casa, en la que había una elegante mujer esperando con las manos sujetas detrás de su propia entrada, John trago saliva y volvió a respirar profundamente tranquilizándose.

El coche se paro frente a la misma puerta y antes de que John pudiera darse cuenta Sherlock ya había salido del coche, John respiro antes de seguir su ejemplo. Richard se dirigió directamente hasta el maletero sonriendo a John en su camino.

John bordeo el coche llegando hasta donde la señora Holmes estaba abrazando a su hijo menor.

-Un año y medio sin verte – se quejo la señora Holmes sin soltar a Sherlock, había una nota de cariño en su voz que John agradeció escuchar – estas demasiado flaco hijo.

- Mummy me alegro de verte– contesto Sherlock sin soltarse del agarre de su madre.

John se quedo esperando a que acabaran de agarrarse algo incomodo, sin saber muy bien que decir o como colocarse. Con suerte Sherlock se separo pronto de su madre con una sonrisa, dejando a John ver a la temible señora Holmes.

Aunque de temible tenía más bien poco. Era una mujer alta, pero no más que su hijo y sin llegar a ser imponente, poseía un porte característico de su clase social, y aun con solo les iluminara unas escasas luces John pudo comprobar fascinado cómo compartía muchos rasgos físicos con Sherlock, sin duda alguna los ojos y la nariz eran iguales a los de su hijo menor. Su pelo era gris y le quedaba por encima de los hombros, estaba elegantemente peinado con unas ciertas ondulaciones, se notaba que en su juventud había sido tan negro como el de Sherlock.

Era sencillamente hermosa, y su sonrisa amable aun la hacía parecer más bella.

La señora Holmes se volvió hacia John en cuento tuvo oportunidad, Sherlock también se volvió y acercándose a él le coloco una mano en su hombro izquierdo para empujarle cuidadosamente hasta su madre.

-Mummy, este es John Watson –le presento Sherlock con la misma sonrisa orgullosa de antes, la señora Holmes le sonrió encantada y John sintió un ligero alivio mientras le devolvía la sonrisa – John, esta es mi madre.

-Señora Holmes –saludo John sin saber si estrecharle la mano o no, no tuvo que preocuparse mucho porque la señora Holmes se adelanto hacia él y le dio un fuerte abrazo.

-John, querido –exclamo con alegría la mujer – tenía muchas ganas de conocerte –dijo separándose del abrazo, Sherlock soltó una pequeña risita y John solo consiguió sonreír, la señora Holmes siguió sonriéndole y le tomo la cara entre sus manos – estoy muy contenta de que hayas venido.

-Yo también tenía ganas de conocerla señora Holmes – contesto John mucho más tranquilo.

-Helen por favor, señora Holmes suena demasiado distante –comento Helen soltando a John – al fin y al cabo somos familia –dijo guiñándole un ojo.

-¿Cuándo vendrá Mycroft? –pregunto Sherlock con irritación.

-A la hora de la cena –le contesto Helen – y más os vale portaros bien –le amenazo cambiando su tono de voz a uno más duro – dejar vuestras rencillas infantiles para cuando acabe el fin de semana.

Sherlock rodo los ojos pero no rebatió a su madre, John se guardo una pequeña risilla al ver a Sherlock dominado por su propia madre, el mismo tendría que preguntarle como lo hacía para poder hacer callar al detective.

-Vamos John, te mostrare vuestra habitación –comento agarrándole del brazo y tirando de él hacia el interior de la casa – las maletas os la subirán enseguida.

John asintió torpemente y se giro a ver como Sherlock le miraba con burla, John le miro mal antes de volver la vista al frente para volver a escuchar todo lo que Helen le estaba contando.

A medida que subían a la segunda planta John no pudo más que quedarse con la boca abierta de lo hermosa que era la casa por dentro. Era tan hermosa y elegante como lo era por fuera, a John le recordaba mucho al interior de Downtog Abbey.

Cuando Helen se paro frente a una de las numerosas puertas, le abrió la puerta dejando ver un amplio dormitorio.

-Este era el cuarto de Sherlock –le comento con una ligera nostalgia – espero que lo encontréis apacible – les dijo a ambos.

Sherlock detrás de ellos resoplo.

-A la hora de la cena os quiero en el comedor – le advirtió a Sherlock con voz suave – vendrán a buscaros, así que no estéis haciendo nada que los empleados lamenten ver.

John se sonrojo y miro hacia otro lado. Sherlock rio con cierta diversión y despidiéndose de su madre empujo a John dentro de la habitación.

-Tu madre es encantadora –le dijo John acercándose a la amplia cama que estaba junto frente a la puerta – me la esperaba más terrorífica, tipo Mycroft.

-No hay nada más terrorífico que Mycroft –comento Sherlock con una sonrisa – Te dije que le gustarías.

-Apenas he hablado con ella –contraataco John tumbándose en la cama, estaba muy cansado del viaje y su hombro ya comenzaba a molestarle – Igual decide que soy un estúpido cuando hayamos tenido una conversación como dios manda.

-No eres estúpido –exclamo Sherlock ofendido mientras se quitaba su largo abrigo y lo lanzaba a la silla que estaba tras un escritorio de roble – quizás un poco idiota cuando quieres, pero no estúpido –John puso los ojos en blanco mientras Sherlock se encogía de hombros antes de tumbarse junto a John en la cama – Eres brillante, al igual que mi madre. ¿Sabes que me ha dado otras ideas para la lista del sexo? –sonrió Sherlock antes de volver a pasar una mano por su muslo como había hecho horas atrás en el tren.

-Sherlock…


Y aquí el primer capítulo :3

Tendrá cuatro o cinco capítulos más, que espero poder subir antes del sábado, ¡llegare a tiempo! *alza el puño al cielo* ¡lo prometo!

*Con respecto a la celebración de Halloween, solo tengo una ligera idea de cómo lo celebran allí, y todo viene de ver películas xd, así que será lo típico, disfraces, truco o trato…etc

*A la señora Holmes me la imagino como Helen Mirren, de ahí el nombre, ya que en tumblr es a la que ponen como Mummy :D.

Y por favor perdónenme por las penosas descripciones, no se me dan muy bien *-*

¡Espero que os este gustando! Mañana vendrá la fiesta de Halloween *-*