Disclaimer: Nanatsu no Taizai pertenece a Susuki Nabaka.
Prompt: "Amistad." [Minivicios]
Personajes: Dreyfus. Hendricksen.
Extensión: 308 palabras.
Notas: Este par me pudo con su amistad, desde hace varios capítulos que me tienen así y en el último terminaron de matarme *dead*. Por eso decidí que tenía que hacer algo de ellos, así fuera poco.
Advertencias: Spoilers del capítulo 124.
.
Abnegación.
"El valor de un sentimiento se mide por la cantidad de sacrificio que estás preparado a hacer por él."
John Galsworthy.
Es instantáneo, no duda un segundo en soltar la espada, dejarla caer y mostrarse indefenso. No duda, pese a todo.
«Lo siento, hermano. Perdoname, Griamore».
No lo duda porque —«eres el amigo irreemplazable»— pueden dañar lo que sea menos a él, no lo soportaría. No soportaría que desapareciera el entendimiento mutuo, las charlas amenas, el entrenamiento en conjunto. No puede, simplemente, quedarse de brazos cruzados y tampoco puede hacer otra cosa más que esa.
Que botar la espada.
Y quizás es un poco egoísta —es consciente de que nadie será feliz así— pero le sigue siendo inevitable por el simple hecho de que es él; su mejor amigo. Se entrega a las tinieblas, sin dudar, por él.
E incluso si el día de mañana, o diez años después, ve un atisbo de consciencia —dolorosa, porque siempre ha estado ahí— y le parece vislumbrar su figura.
«Hendricksen, ¿eres tú?».
Sigue sin dudar, a pesar de todo.
«Perdoname, Zaratras, por favor perdoname».
Dudar es algo que no hizo entonces y que no hará ahora, nunca.
Y es egoísta, definitivamente —nadie es feliz así— pero sigue siendo consciente de que es su mejor amigo, que lo haría de nuevo las veces que hagan falta con los demonios que hagan falta, a pesar de todo, con egoísmo y todo. Aunque así, en medio de una consciencia que ya no es la suya —y sigue estando ahí— le parezca palpar su sufrimiento y no pueda hacer nada.
«Dreyfus».
Todo lo que pudo hacer ya lo hizo, ya no puede luchar más por el amigo irreemplazable por el que daría lo que hiciera falta. Ahora solo le queda esperar, agazapado en la oscuridad como un niño, rogando un perdón que quizás —lo ha estado meditando— ya no merezca.
Porque sí, fue egoísta de su parte, pero era su amigo. —Siempre lo será.
«Perdoname, Hendricksen».
Espero les haya gustado.
Nos leemos. Bye's.
