Advertencias: el fic contendrá referencias sexuales, y algún capítulo subido de tono. Si la temática o el shipper no te convencen, ya sabes qué hacer...

Notas: los personajes obviamente no me pertenecen.

Obsesión

(Regina)

El espejo estaba cubierto por una gruesa túnica negra. Me había hablado de muchas de las cosas que se encontraban en esa sala, pero por algún motivo, había obviado aquel objeto. Así que guiada por mi curiosidad descubrí su superficie.

Vi mi reflejo, y esperé unos segundos sin ver nada especial. Sentí esa desilusión propia de un niño, al saber que la explicación a un hecho que consideraba extraordinario, no lo era tanto. Hasta que de repente, una imagen distinta se dibujó. Me vi a mi, pero... no parecía exactamente yo. Estaba... diferente. Vestida de negro y con expresión más dura. Poderosa y quizá... oscura. No tuve muy claro si me gustaba esa representación de mi.

- ¿Tocando juguetes ajenos? – me sobresaltó Rumpelstiltskin con su aguda voz.

- Yo... lo siento – me disculpé avergonzada. - ¿Qué es esto?

- Quieres decir, ¿qué muestra? - asentí. - ¿No tienes ojos, querida? Te muestra a ti – respondió señalándome.

- Pero esa no soy – repliqué confusa.

- ¿Qué ocurre? ¿Te desagrada lo que ves? - preguntó acercándose hacia mi. Me rodeó con su brazo por los hombros y continuó. - O quizá... ¿te gusta? - susurró contra mi oído erizando mi piel.

- No, pero... simplemente no soy yo.

Se rió de manera exagerada alejándose.

- Ohhh, sí que lo eres – me corrigió. - Sólo que... en otro mundo.

- ¿En otro mundo? - me sorprendí.

- Sí. Eres tú en un mundo en el que tomaste algunas decisiones diferentes.

- ¿Qué decisiones?

- ¿Importa?

- ¡Pues claro que importa! Las posibilidades son infinitas.

- Eso es cierto – admitió. - Por eso este espejo te muestra la opción más cercana a tu presente – explicó con rapidez. - Y ahora querida, colócalo en su lugar antes de que te metas en problemas.

- ¿Problemas? - pregunté extrañada.

Me tomó con delicadeza y me alejó.

- Eres joven e inocente, pero sentir obsesión es peligroso – dijo dejando caer sus ojos a lo largo de mi anatomía.

- ¿Qué obsesión? Si a penas he mirado...

- Pero quieres saber más – afirmó.

- Por supuesto. ¿Lo que vi puede pasar? - me interesé.

- Si terminas haciendo elecciones similares, quizá.

- Entonces necesito...

- No, en realidad no necesitas - me frenó cuando iba a girarme hacia el espejo - … aún no. Pero siempre ocurre lo mismo. Primero quieres, luego necesitas, y al final...

- Sólo será un momento – intenté de nuevo.

- Escúchame con atención – me pidió. - Volverás a acordarte de este espejo, pero es muy importante que no vuelvas a él. Quieras conseguir o evitar lo que veas, siempre hay un hecho invariable que no podrás olvidar. No eres tú, pero podrías serlo...


Ahora, tres décadas después y desde Storybrooke, la idea del espejo había pasado de nuevo ante mi. Como siempre de manera fugaz, pero por primera vez en mucho tiempo, tomó fuerza.

A lo mejor ese otro "yo" era feliz. Quizá tenía una familia. Y si no la tenía, al menos cabía la posibilidad de que hubiera destruido a sus enemigos. Quién sabía si la respuesta a mis plegarías estaba allí.

Tomé la determinación. Esa noche, robaría el espejo de la tienda de Gold.