Mi nana me contó que cuando yo nací, un sol resplandeciente y cálido iluminó a Demacia y que por eso mi madre me dio el nombre de Luxanna. Mi hermano mayor, Garen, de 4 años de edad no podía pronunciar más allá de las primeras tres letras de mi nombre y de modo afectuoso, a sus 20 años aun me seguía llamando Lux. La nana contaba que cuando él me vio jamás se separó de mi lado dado a su instinto protector, mismo que lo llevó a ser, para tristeza y pesar de mi madre y padre, soldado de Demacia. Desde mi primer año de edad mostré habilidades arcanas, un par de veces asusté a mi nodriza al hacer levitar la silla donde se encontraba sentada y cuando mi madre se enteró, se dio a la tarea de ocultar mi don para que el ejército no me reclutara, pero todos sus intentos fueron en vano porque terminé haciendo lo que ella más temía.

Crecí escuchando las historias típicas de la vieja nana, esas que hablan sobre las princesas que son raptadas por un hombre malvado y que son salvadas por el príncipe, un joven valiente, honorable, fornido y hermoso que sería el amor de sus vidas y las llevaría a vivir una vida de ensueño en un castillo lleno de lujos y jardines eternos y, continuamente comparaba al gallardo príncipe de la historia de la nana con el príncipe de Demacia, Jarvan IV, al punto de idealizarlo y enamorarme de él. Mi madre notaba mis mejillas más rosadas y mi tono de voz tímido siempre que yo hablaba con Jarvan IV en la corte real y de ahí surgió la idea, para felicidad mía, de comprometerme con el gallardo y bien parecido príncipe de Demacia una vez que yo fuera mayor de edad. Cuando cumplí 12 años, Garen inició su servicio en el ejército y, como es acostumbrado, se le otorgó el título de comandante por ser heredero de la casa Crownguard e hijo de un duque y fue entonces cuando mi hermano regresó de su primera batalla que escuché por primera vez sobre las bestialidades que cometían los noxianos. Garen narraba historias de hombres sin honor ni gloria que asesinaban por gusto y abusaban del más débil y de un pútrido reino que los albergaba a todos ellos, la misma representación de todo lo contrario a Demacia, Noxus. Poco a poco las historias de mi hermano me fueron convenciendo de que debía hacer algo para evitar que Noxus siguiera invadiendo otros reinos, así que cuando cumplí 16 me uní a la Academia militar de magia y hechicería. ¡Oh, qué escandalo armó mi madre cuando me uní al ejército! pero no hubo poder en Valoran que me hiciera cambiar de idea, quería aplastar a los noxianos y no había otra forma diferente de hacerlo.

Mi misión era infiltrarme en la ciudadela de Noxus para recaudar información sobre los planes del enemigo y trazar mapas, lo cual era una tarea simple para mí porque podía usar mi magia para adoptar rasgos de mujer noxiana y la verdad es que mis misiones eran más seguras que las de mi hermano. Un día, Garen llegó herido y fue transferido inmediatamente a la unidad de sanadores, yo acudí para ayudar a sanarlo sin saber la gravedad de la situación y pensando que sería como las otras veces, pero casi perdí el conocimiento cuando vi sus heridas profundas y no pude evitar soltar el llanto.

- ¡¿Qué le ha sucedido a mi hermano?! – Le pregunté desesperada al soldado que ayudó a traerlo de vuelta a Demacia-

- Milady, su hermano casi muere a manos de un hombre que jamás habíamos visto en el campo de batalla –Me explicó con su cara llena de vergüenza- Nosotros tuvimos que sacarlo a rastras de ahí para huir… Ese hombre acabó con casi toda nuestra unidad él solo y tuvimos que huir… el ejército de Demacia perdió y huimos como perros asustados! –Exclamó avergonzado y con lágrimas en sus ojos, y noté que sus lágrimas no eran de tristeza, sino de miedo-

- Sus vidas son más importantes que la victoria y fue gracias a su huida que mi hermano y el príncipe aún viven, no puedes culparte de haber tomado una medida necesaria – Dije para consolarlo- Te agradezco por traer de vuelta con vida a mi hermano –Le dije al tiempo que lo abrazaba y cuando lo abracé, noté que el pobre hombre temblaba- Ve a que atiendan tus heridas antes de que se agraven –Le sugerí y fui hacia el catre donde mi hermano estaba siendo atendido de emergencia para ayudar a sanar sus heridas.

Las heridas de Garen eran muy profundas, parecían haber sido causadas por un arma de dos manos muy pesada y traté de recordar a los soldados noxianos que había visto en los archivos que portaban armas de ese tipo pero sin éxito, el único que portaba un arma así era Sion y él había muerto antes de que Garen entrara al ejército. Después de muchas dificultades pudimos cerrar las heridas de Garen y yo elaboré una poción para atenuar las cicatrices porque después de todo él era de noble cuna y la nobleza es muy superficial. Justo cuando terminé de aplicarle la poción a Garen, mi madre entró en escena y salí de ahí antes de que me sermoneara diciendo que yo debería de estar en la corte tomando el té con las demás doncellas en vez de arriesgarme a sufrir la misma situación de mi hermano.

Garen despertó tres días después y yo no me separé de su lado durante todo ese tiempo. Se incorporó con brusquedad y en alerta, como si aún estuviera en el campo de batalla.

- Tranquilo hermano, estás en casa – Le dije con calma para tranquilizarlo y él se relajó-

- Hemos fracasado… -Murmuró- Le he fallado a mis hombres y a Demacia –Dijo avergonzado-

- No hermano, estás vivo y eso es lo único que cuenta –Dije al mismo tiempo que apretaba su mano- Dime qué fue lo que pasó, ¿Quién te hirió de esa forma?

- No lo sé, es un hombre que jamás había visto antes –Contestó-

- Solo dime qué arma llevaba para poder identificarlo en mi próxima incursión o algún rasgo que lo caracterice –Debía ir a Noxus a recopilar información sobre ese hombre, fue por mi falta de capacidad que Garen casi muere-

- ¿A caso estás loca? No irás a Noxus mientras yo esté convaleciente ¿Me escuchas? Apenas eres una principiante y las misiones que te han asignado hasta ahora no son para nada comparadas con las que les asignan a los hechiceros de mayor rango –Explicó molesto- Es cuestión de paciencia, alguien tan remarcable no pasa desapercibido por tanto tiempo.

- No hay nadie en Demacia que tenga mis habilidades, además, si lo asesinamos antes de que escale de rango salvaríamos muchas vidas –Alegué-

- No irás a Noxus y te lo ordeno no como un oficial de mayor rango, sino como tu hermano mayor y heredero de nuestra familia – Dijo determinado a que yo obedeciera-

- Si, hermano –Prometí en tono resignado pero sin ninguna intención de cumplir mi palabra-

Estaba determinada a escapar de Demacia para infiltrarme en Noxus sin haber recibido ninguna misión que me lo ordenara, si mis superiores se negaban a explotar al máximo mis habilidades tendré que ser yo misma quien lo haga. Nadie en la Academia podía hacer lo que yo, nadie podía entrar a Noxus sin ser notado, solamente yo porque los dioses me dotaron con una habilidad arcana inigualable. Pensé en mi madre y en lo mal que se pondría si me llegaran a descubrir pero por otro lado no podía permitir que lo que pasó aquel día volviera a suceder, debía entrar a donde pocos se aventuran: el nivel más alto de la ciudadela de Noxus, donde los oficiales de más alto rango residen y donde se guardan los archivos secretos.

Animada por mi arrogancia, preparé pociones de invisibilidad, teletransportación y sanación (por si algo salía mal) y partí a Noxus utilizando una de las pociones de teletransportación. Recordé lo que madre me había dicho el día que entré al ejército: –"Si decides ser una doncella como las demás y te quedas aquí en Demacia, estarás siempre cerca de mí y de tu familia, pero si vas al ejército, no volverás a vernos jamás"- Jamás entendí a qué se refería con eso, si las instalaciones militares estaban aquí mismo en Demacia, había escuchado a la nana decir que mi madre tenía el don de ver el futuro pero yo siempre pensé que era una metáfora para de alguna forma obligarme a escuchar siempre los consejos de mi madre y nunca pensé que fuera verdad, hasta aquel día en el que mi soberbia y arrogancia cambió mi vida para siempre.

Ahora que recuerdo con nostalgia mi pasado sentada aquí, frente al ocaso que pinta de rojo las montañas que rodean Demacia, creo que todo lo que hice en mi juventud valió la pena y no me avergüenzo ni me arrepiento de nada, aunque tus abuelos te hayan dicho que arruiné mi vida. No te desesperes Lyanna, recuerda que estoy vieja y tiendo a divagar cuando te cuento mis historias, ya no poseo esa virtud (aunque muchos dicen que es un defecto) de la impaciencia que ustedes los jóvenes poseen, te prometo que no tardaré mucho en contestarte esa pregunta tan curiosa que nunca me hice cuando tenía tu edad.


Cuando llegué a Noxus hice lo habitual, cambié el color de mi cabello rubio a negro y mis ojos azules a grises, tales eran los rasgos típicos de una doncella noxiana y no llaman la atención ni a hombres ni a mujeres por igual. Las puertas de Noxus estaban bien guardadas pero los soldados noxianos estaban acostumbrados a dejar pasar a las mujeres que llevaban canastos con hierbas medicinales. Me pasee por las calles buscando una taberna que estuviera llena de soldados pero creo que la hora (eran las 6pm) no era la adecuada para encontrarlos ahí así que seguí mi camino hasta el mercado donde seguramente escucharía uno que otro chisme de las mujeres que me daría una pista de la identidad del soldado que causó tantos estragos y casi la muerte de mi hermano. Aunque Noxus representaba todo lo contrario a Demacia, encontraba fascinante el hecho de que fuera un reino tan organizado y tranquilo dada a la filosofía en la que basaban su vida sus habitantes. El mercado, que había sido reconstruido después del tumulto entre los partidarios de Darkwill y Swain, era demasiado lindo para ser parte de un reino con una fachada tan sombría: constaba de una red de calles adoquinadas, una enorme fuente de mármol en el centro donde emanaba agua potable, establecimientos con fachada de cottage, todos de color blanco y adornados con macetas con flores de varios colores y un aroma a especias y fruta fresca lo inundaba. Los niños correteaban por todo el lugar jugando con espadas y hachas de madera y las mujeres andaban con canastos en el brazo haciendo las compras para preparar la cena a sus maridos, no distaba mucho de lo que se veía en el mercado de Demacia. No tardé mucho en encontrar lo que buscaba porque no se hablaba de otra cosa entre las noxianas.

- ¿Ya fuiste a ver el espectáculo de Draven? –Le preguntó una chica a otra- ¿Draven? Así se llama el soldado? –me pregunté, así que me acerqué a un puesto de frutas cercano a ellas para fingir que compraba algunas mientras las escuchaba-

- No, es demasiado sangriento para mí, además, es mejor cuando está en una taberna dándome atención –Contestó la otra chica, haciendo alarde de ser la dueña de las atenciones de "Draven"-

- ¿Darte su atención? Ja! No, querida, Draven NOS da atención a todas –Le contestó la primera chica, lo que causó la indignación de la segunda- Vaya, no me sorprende que sea un mujeriego -pensé— No pongas esa cara, bien sabes que el mismo Draven dice que él le pertenece a todas las chicas noxianas –Agregó y ambas soltaron una risita-

- Tienes razón, pero quien lo atrape será muy afortunada, seguramente los niños que engendre serán muy fuertes –Dijo la segunda-

- Pues yo opino que deberíamos ir a hacer nuestro intento de atrapar a Draven –Dijo la primera-

- ¡Si, vamos! –Exclamó entusiasmada la segunda y ambas echaron a andar hacia donde se encontraba Draven-

Discretamente las seguí mientras escuchaba su debate de -"yo te lo ganaré", "No, yo te lo ganaré porque soy mejor"- en lo que llegábamos a la taberna. Comenzamos a bajar por unas escaleras estrechas que nos llevó un nivel bajo la ciudadela de Noxus, cuya entrada estaba resguardada por dos soldados que ni siquiera preguntaron nuestros nombres o procedencia, solo dijeron –Lindas chicas para Draven, pasen, pasen-

Cuando llegamos a la taberna noté que estaba repleta de soldados y muchas mujeres y entre ellos se destacaba la mesa del "famoso" Draven. Draven no era nada del otro mundo, era de estatura más pequeña que mi hermano y dudé que fuera él quien hiriera así a mi hermano porque, para portar un arma de dos manos con una sola, se necesitaba más masa muscular.

- Vaya, vaya! Más chicas bellas para Draaaven, ja, ja ja! –Exclamó Draven con alegría al tiempo que se empinaba una pinta- Vengan y siéntense aquí en el regazo de Draven! –Dijo, a lo que las chicas delante de mí no titubearon en obedecer y corrieron al lado del soldado-

- ¡Draven, te extrañabamos! –Exclamaron ambas al unísono cuando se sentaron en el regazo del soldado-

- Lo sé, hermosas, no pueden vivir sin Draven –Dijo de forma arrogante y dirigió su mirada hacia mí- ¿Y tú quién eres? –Me preguntó cuando notó que yo venía tras de las mujeres que ahora yacían sentadas en su regazo- Buenas chicas, han traído una amiga nueva para Draven! –Felicitó al chicas al mismo tiempo que se las quitaba de encima y se levantó de su asiento-

- Yo…-Me quedé pensando en un nombre que no sonara muy Demaciano- Mi nombre es Lyanna! –Contesté-

- Draven no te había visto por aquí jamás, ¿eres de por aquí? –Preguntó con mucha curiosidad-

- Si, claro, soy de aquí de Noxus –Contesté sin titubear- Algo aquí está muy raro –pensé, extrañada por la curiosidad inusual de Draven-

- Qué extraño, Draven nunca había visto a una chica noxiana rubia y de ojos claros –Dijo confundido y no pude evitar alarmarme- Estoy segura de que cambie el color de mis ojos y mi cabello antes de venir aquí –pensé-

- Bueno, es que me he teñido el cabello –Me apresuré a excusar- Todos opinan que es bonito, ¿Qué es lo que el gran Draven opina?

- Draven cree que te queda muy bien pero no es más bonito que Draaaven –Contestó y soltó una carcajada- ¿Por qué no vienes a sentarte un rato en el regazo de Draven? –Me preguntó mientras tocaba mi cabello y lo olía y yo me abstuve de propinarle un par de buenas bofetadas por ser tan atrevido- Draven te promete pasar un muy buen rato, ¿Viniste a ver a Draven, no?

- Eh… No… Bueno… -Titubee mientras pensaba en una excusa para salir del lugar- Es que yo vi que ya estabas ocupado con otras chicas y pensé que era mejor si me iba y regresaba ya que estuvieras libre –Excusé y las demás chicas, que me miraban como si quisieran matarme, asintieron como si estuvieran de acuerdo con que me fuera y aclamaron la presencia de Draven-

- ¡Ya las escuché nenas, hay Draven para todas¡ –Contestó Draven para silenciarlas- Insisto en que vengas con Draven, no te arrepentirás.

- Deberías dejar de insistir cuando una mujer te rechaza, Draven –Dijo una voz grave y masculina que venía justo detrás de mí y voltee a ver al hombre que la emitía-

- ¡Hermano! ¡Pensé que nunca vendrías a unirte a la celebración de Draven! –Exclamó Draven y sonrió mostrando sus dientes puntiagudos- Ven, Draven te dará a las mejores chicas solo por esta noche.

El hombre detrás de mí era de la misma altura y edad de mi hermano, tenía la piel bronceada; cabello negro con un mechón blanco en la frente; una cicatriz que empezaba en su frente, cruzaba el párpado de su ojo izquierdo y terminaba a la mitad de su mejilla; ojos verdes cuya mirada denotaba sagacidad; y lo suficientemente musculoso para poder sostener un arma de 120 kilos con una sola mano. Mientras yo analizaba sus rasgos más notorios, las chicas lo rodearon como las abejas a la miel pero él las ignoró por completo.

- No hace falta, me quedaré con esta rubia –Dijo mientras ponía la mano en mi hombro y las demás chicas bufaron y volvieron a sus mesas-

- Si esta es la única chica que te interesa hermano, a Draven no le importa que la tomes para ti –Dijo Draven, resignado- ¡Bebidas para todos! –Exclamó y los meseros corrieron con pintas para todos los que estaban en la taberna y el hermano de Draven tomó una pinta para él y otra para mí-

- Brindemos por tu título de "Verdugo glorioso", a tu salud –Dijo en tono sarcástico el hermano de Draven (pero nadie lo notó) y todos gritamos "Salud!" y nos empinamos la pinta. Yo no me la pude terminar pero el hermano de Draven bebió la pinta de un solo trago- Solo venía a felicitarte, hermano y también por esta rubia, nos vemos más tarde –Se disculpó y me tomó del brazo con fuerza para conducirme fuera de la taberna-

- Draven comprende y, ¡ojalá te diviertas con la rubia! – Dijo Draven mientras se volvía para regresar con las mujeres que lo esperaban en su mesa-

Una vez afuera, el hermano del "gran Draven" seguía aferrado a mi brazo, su agarre era tan fuerte que ya empezaba a dolerme –Solo conseguiré la información que necesito de él y una vez lo haga lo aturdiré con un hechizo y me iré de aquí- pensé - y estaba a punto de empezar el interrogatorio cuando una mujer pelirroja apareció de la nada justo enfrente nuestro. Ella era un poco más alta que yo, con poca ropa encima, un set de dagas y navajas en el cinturón y otras dos dagas en las manos; era Katarina, la asesina.

- Parece que la encontraste antes que nosotros –Dijo mientras envainaba sus dagas en las vainas que llevaba en su espalda- Buen trabajo, general, ahora entréganosla –Ordenó y otro asesino salió de entre las sombras y se posó a un lado de Katarina, yo solo me quedé estática evaluando lo que acaba de escuchar, ¿Me estaban buscando?-

- Olvidas, comandante, que soy tu general y que quien da las órdenes aquí soy yo –Alegó el hermano de Draven- Y esta demaciana es mi captura, ahora hazte a un lado, ponle correa a tu perro y váyanse los dos de aquí – Cuando dijo "demaciana" sentí como si un rayo me golpeara, ¿Cómo han descubierto que yo era demaciana? ¡Es imposible! Tengo que escapar de aquí–pensé-

- Y todos ustedes olvidan que yo sé defenderme, ¡suéltame o lo lamentarán los tres! –Dije decidida y con intención de pronunciar un hechizo que me daría el tiempo suficiente para tomar una poción de teletransportación-

- Ja! No digas tonterías, niña –Se bufó el general-

- ¡Yo se los advertí! –Dije y pronuncié un hechizo que los dejaría cegados por diez segundos pero no pasó nada- ¿Qué pasa? ¿Por qué? –pensé-

- ¿Qué sucede demaciana? ¿Se te acabó el maná? –Preguntó Katarina y ella y su compañero se bufaron-

- ¡Háganse a un lado! –Rugió el hermano de Draven y ambos asesinos lo dejaron pasar conmigo a rastras-

- El cuervo sabrá de esto, Darius, esta misión no te correspondía a ti –Dijo Katarina mientras desaparecía por un portal y su compañero en las sombras-

El miedo se apoderó de mí, traté de zafarme de la zarpa de Darius pero era demasiado fuerte para mí. Voy a morir –pensé aterrada en las heridas que le había causado este hombre a mi hermano y en las que podría causarme a mí- y como mi madre dijo, jamás volveré a verla a ella, ni a mi padre, ni a mi hermano... ni a mi príncipe. Moriré sola en una tierra lejana de Demacia –Comencé a llorar- debí haber escuchado las palabras de Garen y las de mi madre.

- Tus lloriqueos más que conmoverme me irritan, demaciana. Deja de llorar si no quieres que cambie de parecer y te entregue a los dos asesinos –Amenazó Darius y a mí no me quedó más que callar y dejar de llorar-

- ¿A dónde me llevas? –Pregunté al ver que la dirección en la que caminábamos conducía al segundo nivel bajo tierra de la ciudadela de Noxus, pero Darius no respondió-

- Te he dado un supresor de magia, así que ni te atrevas a pensar en escapar porque ninguno de tus hechizos va a funcionar –Me advirtió y yo recordé el momento en el que él cogió la pinta, seguramente fue cuando añadió el supresor de magia ¿Cómo pude ser tan estúpida?- y tampoco te conviene usar la fuerza.

Darius me colocó una venda en los ojos y me ató de manos, no podía hacer más que escuchar los pasos que dábamos y contar las escaleras que subimos, mismas que me indicaron que me había traído al nivel más alto de Noxus. Después Darius abrió una puerta y me empujó supongo que hacia dentro de un edificio, luego subimos dos escaleras más y escuché el eco de la voz de la asesina y la de un hombre cuando abrió una segunda puerta. Darius me quitó la venda de los ojos y vi a un hombre mayor con poco cabello negro en su sien y un cuervo de seis ojos rojos posado en su hombro, era Jericho Swain, el alto general y gobernante de Noxus.

- Ah, General Darius, justamente estábamos hablando de usted –Saludó Swain y Darius solo asintió a modo de saludo- La comandante me ha dicho que usted ha tomado algo que a ella le pertenece, ¿Es eso cierto?

- No, a menos que ella haya comprado y traído a esta demaciana –Respondió Darius-

- La vida de esa mujer me pertenece, Darius, era mi misión atraparla y liquidarla –Alegó Katarina-

- Comandante, recuerde que los subordinados nunca deben cuestionar las decisiones u órdenes de sus superiores ¿O acaso usted ha olvidado su rango? – Dijo Swain a manera de sermón-

- No, señor... –Contestó irritada Katarina-

- Para su regocijo olvidaré su mal comportamiento y tomaré este asunto en mis manos, así que puede retirarse a descansar –Dijo Swain a lo que Katarina masculló un par de maldiciones y desapareció en menos de un segundo por un portal- ¿Qué la trae por aquí, Lady Luxanna Crownguard? –Me preguntó Swain-

- No podrán sacar ningún tipo de información de mí –Contesté con altanería- Subestimé al enemigo, nunca imaginé que nos tuvieran tan bien vigilados –pensé-

- Si, conocemos el conjuro que la obliga a guardar silencio, nuestros magos espías también lo utilizan, Milady –Dijo Swain- ¿Qué debería hacer con usted? ¿Condenarla a muerte? ¿Regalarla como esclava a un burdel zaunita?... No puedo decidir qué hacer con la prometida del príncipe de Demacia ¿Usted qué opina, general?

- Darle una muerte rápida significaría ser piadoso con el enemigo y dudo que los zaunitas quieran yacer con una mujer demaciana, lo considerarían un insulto de su parte, Milord –Contestó Darius-

- Tiene usted razón, general, ¿Cuál es su sugerencia?

- Negociar su regreso después de haber sido humillada, claro –Propuso Darius- Sería como humillar al mismo príncipe y al "grande de Demacia".

Yo me quedé callada, escuchando a los dos hombres decidiendo lo que pasaría después en mi vida. Suspiré aliviada cuando supe que no moriría -eso ya era una gran ganancia, estando viva puedo elaborar un plan para escapar de Noxus y volver a mi príncipe y a mi familia una vez que mi magia esté de vuelta -pensé- Pero cuando escuché la palabra "humillada" imaginé lo peor y el miedo se apoderó de mí. Debía hacer algo para evitarlo pero no se me ocurría nada.

- Bueno, entonces ya está decidido, usted se encargará de eso –Ordenó Swain-

- Si, Milord –Obedeció Darius-

- Por favor –Supliqué entre sollozos como medida desesperada- Soy virtuosa, el príncipe y mi familia cederán lo que ustedes quieran si me regresan intacta, por favor –Comencé a llorar y ambos hombres se echaron a reír como si yo hubiese dicho un chiste-

- Llévesela de aquí, general, bien sabe que si hay algo que me irrita son los lloriqueos –Ordenó Swain-

- Sí, milord –Obedeció Darius y me sacó a rastras del cuartel de Swain-

- Por favor, general –seguí suplicando y sollozando-

- ¡Silencio! –Rugió Darius, irritado-

Guardé silencio y me volví a tragar mis lágrimas. Seguí renuente al general, temerosa de lo que iba a suceder cuando llegáramos a su residencia. Estaba indefensa, sin amigos ni familia, sin magia y sin la fuerza suficiente para evitar lo peor que a una mujer le podría suceder.