Summary de la Historia: Qué pasaría si aún existiese la Monarquía Alemana y el Palacio estuviera en el estado de Baviera? Que sería de Alemania si en vez de un Gobierno Federal que dirija, reinara una Familia Imperial tomando las decisiones del País?. Entra y forma parte de un mundo fantástico, lleno de riquezas, esperanzas, ilusiones, romance y lágrimas... Bienvenida al Palacio Imperial Dorado.

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Este primer capítulo está dedicado a:

Selene C.-Daniela-Astarte B.:Por ser la persona que me animó a escribir este relato, con sus palabras, me impulsó en todo momento a seguir adelante... Además de que somos paisanas!! jejeje Gracias nena!

PD: Tengo otra dedicatoria, pero ésa la verán en el próximo capítulo... jejeje :D

Disclaimer: Sailor Moon pertenece a la ídolo Naoko Takeuchi, sólo he tomado los nombres de esta historia para divertirnos un rato!. Este fic está basado en una serie que ví hace algún tiempo (claro hice algunas modificaciones para esta versión)...

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Capitulo 1: Una Promesa

Universidad de Munich. Estado Baviera, Alemania. Actualidad.

"En las épocas remotas y místicas, donde los cisnes se observaban en su más grande esplendor durante las horas nocturnas, donde el relinchar y el galopar de un corcel en mitad de la noche significaban grandes noticias…"

- Dios! Qué difícil es escribir esta historia…!! –se quejaba resignada una chica mientras paraba de escribir bruscamente y cerraba su cuaderno con un golpe fuerte- Por qué la profesora fue tan cruel con la Princesa de la Luna?!.

- Serena, déjame recordarte que no sólo fue cruel contigo; lo fue con todos los alienígenas…! -Enfatizaba otra chica algo molesta por la actitud tan dramática de su amiga- Te recuerdo que este es el proyecto de fin de semestre… Escribir una historia de la época medieval!

- Si Mina, ya lo sé… Pero… Llevo sólo 3 líneas escritas en 2 horas! -Tartamudeaba Serena llorando de la impotencia sin poderlo evitar –Así no voy a terminar nunca!.

- Nada de peros chicas… Cada vez se quejan más de los trabajos a realizar para la clase -resonaba la voz seria e imponente de otra joven- Trajeron la tarea de hoy?.

- Cual tarea Ami? –preguntaron extrañadas ambas muchachas al unísono.

- Nunca cambian… -comentó resignada en un susurro casi inaudible- La biografía de la persona que más admiran chicas… Olvidaron que había que entregarla hoy?. –preguntó con pesadez preocupada por la respuesta que obtendría.

- ES PARA HOY?! –gritó asustada Serena- Que un hoyo negro me trague en este mismo momento…!! –decía en tono suplicante mientras buscaba debajo de las mesas un hueco en el suelo del salón de clases- Lo olvidé por completo!.

- Si Serena… -Ami se carcajeaba tímidamente pero muy divertida ante la actitud de su amiga- Hay que entregarlo hoy… Y no Mina, no busques mariscos en mi bolso que no traje eso de almuerzo… -decía tranquilamente mientras miraba a su otra compañera desesperada hurgando entre sus cosas- No pienses que te voy a llevar otra vez a la enfermería para saltarte la clase por tu alergia a los camarones…

- Pero Ami… -respondía Mina perseverante sin dejar de buscar en el bolso de Ami- La biografía del Príncipe Heredero me había quedado súper completa… -continuaba desesperadamente con los ojos llenos de lágrimas falsas- Y si no entrego el trabajo hoy, de seguro la profesora me reprueba… Como no le gustó que me quedara en casa de su hermano Yaten el otro día, me tiene en la mira… -dijo con mucha naturalidad más para sí misma que para sus amigas; pero ya era muy tarde: a juzgar por la expresión de enfado y horror en el rostro de Ami y de Serena, de seguro la habían escuchado.

- Que tú hiciste que con Yaten?! –gritaron ambas chicas asombradas.

- Ssssssshhh!! Bajen la voz que las paredes tienen oídos… -contestaba Mina cubriendo la boca de sus amigas con ambas manos quitándoles el habla momentáneamente- No he hecho nada con Yaten… -pausó la explicación para calmar la tensión que nació de repente en el ambiente- Por lo menos no todavía… –agregó en tono picarón y sus amigas empezaron a reír irremediablemente- Sólo me quedé en su departamento el sábado por la noche porque salimos muy tarde del ensayo del coro y yo no podía regresar a mi casa…

- Y por qué no…?. –comenzó a preguntar Serena dubitativa.

- Porque el calenturiento de mi hermano me lo pidió… -interrumpió inmediatamente la pregunta de Serena, y al parecer se notaba que Mina estaba un poco enfadada, pues estaba consciente que sus amigas le pedirían explicaciones- Michiru regresaba ese día de Viena de un concierto que tenía allá y Haruka la iba a buscar al aeropuerto… -agregó con pesadez- Y pues bueno, Haruka textualmente me dijo antes de salir al ensayo: Si no quieres presenciar cómo me convierto en "American Airlines" durante todo el fin de semana después que Michiru llegue al departamento, es mejor que busques donde dormir esta noche y regreses mañana después de las 7 pm…

- Cómo es eso de "American Airlines"? –interrogó la inocente de Ami esta vez.

- Bueno,No creo que quieras saberlo Ami Jajajajajajaja –se carcajeaba Mina a más no poder, sólo podía reírse imaginándose la cara de la inteligente del grupo cuando le aclarara la expresión.

- Ay Ami… Jajajajajaja Creí que tu cerebrito inteligente lo procesaría rápido… -se burló Serena- Cuál es el slogan más conocido de la empresa "American Airlines"?.

- No sé Serena!. –contestó visiblemente enojada ya que se sentía el hazmerreír en el momento- Ya déjense de rodeos y díganme!.

- El slogan es: "Todas las rutas, 24 horas al día, 7 días a la semana…" –aclaró Serena su voz sólo por un momento, para luego carcajearse nuevamente igual que Mina: la cara roja de sorpresa de Ami fue de película.

- Así que ya te puedes imaginar como es mi hermano Haruka cuando se trata de su "Sirena"… –culminó la última palabra simulando las comillas gramaticales en el aire.

- Pero cómo se enteró la maestra que te quedaste con Yaten? –preguntó intrigada Ami tratando de desviar el tema: todavía estaba tan roja como un tomate.

- Pues se apareció de sorpresa… -contestó molesta de recordar el momento- Dijo que venía a visitar a su "hermanito menor" y que quería pasar una noche de películas con él… -agregó aún más molesta- Yaten tampoco se la esperaba… -continuó su relato dramatizando la cara de sorpresa de Yaten- Y no pudo ser más inoportuna... Tocó el timbre justo cuando nosotros…

- Buenos días a todos los alumnos de la Clase Planetaria! -vociferaba una mujer de mediana edad que traspasaba la puerta del salón de clases a toda carrera, mientras la cerraba tras de sí con un golpe estruendoso, haciendo que todos los jóvenes se acomodaran inmediatamente en sus mesas de estudio particular y finalmente interrumpiendo la anécdota de Mina -Espero que hayan traído el día de hoy sus trabajos completos porque NO HAY PRORROGA! –advirtió decidida la profesora mirando a todo el grupo lentamente, deteniéndose sin pudor para observar con paciencia y de forma arrogante el rostro de dos rubias en particular- El que lo haya olvidado puede empezar a guardar sus cuadernos de esta materia para el semestre que viene cuando la repita… -culminó amenazante su sentencia hacia sus alumnos formando una ola de tensión invisible entre ellos.

- No voy a permitir que se salga con la suya… Amigas, me deben una por esto… -espetó Ami sin titubear, haciendo que sus amigas voltearan a verla pasmadas y horrorizadas por rostro frío y molesto de Ami, mientras ésta última sacaba algo del interior de su bolso - Mina, comete este sándwich de pulpo que traje de merienda y espero que le montes un muchacho a Yaten pronto para matar de un susto a esta profesora… -le ordenó a Mina entregándole un pequeño paquete; Mina sólo reflejó en su rostro una sencilla sonrisa de satisfacción ante sus palabras, no todos los días se observaba lo astuta y sagaz que podría llegar a ser su amiga Ami- Serena, trágate todo lo que puedas en este instante de este pote de maní… -continuó esta vez dirigiéndole la mirada a Serena, a sabiendas que su amiga era alérgica al maní- En dos minutos las saco de clase para la enfermería por alergias a la comida –culminó la frase sin abstenerse de demostrar la rabia que sentía para con la profesora que estaba sentada frente al salón pasando la asistencia.

Serena Tsukino había cumplido recientemente 21 años de edad, de cabello lacio, rubio y brillante como los rayos del sol hacía desprender con bastante frecuencia más de un suspiro en su universidad dentro del género masculino; a pesar de esto, no era considerada una persona popular dentro del estudiantado, siendo las razones algo evidentes: Era una chica muy despistada, indisciplinada y poco estudiosa. Para "La Princesa de la Luna" –apodo que se había auto colocado siendo todavía una pequeña niña-, todo esto era sólo un obstáculo menor, un complemento de su sueño particular: Ser una famosa escritora.

Caso contrario era el de Amy Mizuno, una de las mejores amigas de Serena y delegada por la Junta Directiva de la Universidad como la Representante y Presidenta de los Estudiantes. Aunque era de carácter tímido, bondadosa y muy audaz, esta chica se destacaba por ser sumamente inteligente y admirada por la mayoría del alumnado, y no era sólo por el hecho que siempre obtenía las notas más altas en todas las asignaturas: Amy Mizuno con sus escasos 20 años de edad se comparaba con frecuencia a un ángel caído del cielo por su gran belleza. De silueta delgada, curvas perfectamente delineadas y cabello corto, Ami sólo se sentía completamente feliz junto a sus amigas de la infancia: Serena y Mina.

El "Trío de Princesas Alienígenas" (como las apodaban algunos jóvenes de la universidad) finalmente estaba completo con la actriz y cantante del grupo: la picarona de Mina Aino. Con 22 años de edad, Mina gozaba de una inmensa belleza reflejada en su figura esbelta y en su delicada silueta juvenil. Su larga y rubia cabellera sólo era adornada ocasionalmente por un pequeño moño rojo, lo que mantenía su inocencia a pesar de ser la mayor del trío de amigas. Frecuentemente era confundida como familia de Serena –aunque a ninguna de las chicas le molestaba- por su gran parecido con su amiga. Y es que "La Diosa del Amor" -como la habían llamado particularmente Serena y Ami- a pesar de lo joven y bella que era, tenía un "pequeño" defecto: Se enamoraba con mucha facilidad de los chicos populares y le gustaba frecuentemente hacer de Cupido entre varias parejas que conocía.

Y es que la conjunción perfecta de estas diferentes jovencitas no había sido por mera casualidad, su amistad tenía un punto de equilibrio y encuentro que las uniría por siempre, su debilidad más grande en ellas: eran fervientes admiradoras del actual Príncipe Heredero.

Mientras este trío de alocadas amigas comenzaban sus clases, se comenzaba a observar un tumulto de personas arremolinadas en las cercanías de la entrada principal al campus universitario: un grupo de señoritas enamoradas de todas las edades y pertenecientes a diferentes cursos se encontraban gritando eufóricas por la llegada de aquel joven que era capaz de quitarle el aliento a más de una de ellas, El Guapo Príncipe Heredero Darien Chiba.

Darien Chiba tenía 22 años, de cabellera negra azabache, piel blanca como el más delicado copo de nieve en el invierno, sus ojos azul marino parecían joyas brillantes que hacían trasladarse al paraíso a más de una estudiante, un cuerpo atlético incomparable y una sencilla pero hermosa sonrisa: era la mezcla exacta y perfecta para ser venerado como un Dios. En definitiva, se podía decir que este pecado andante era un delicado tesoro que vivía en un gran castillo y tenía a toda la población femenina en la universidad –y sus alrededores- detrás de él. Así era el sucesor inmediato al trono alemán: todo un encanto de hombre, un majestuoso galán.

- Retírense por favor! –decía Darien suplicante- Ya estamos dentro de la universidad y aquí no hace falta que me vigilen! –le ordenaba a su guardaespaldas principal reflejando bastante irritación en sus palabras.

- Pero Príncipe, la Reina dio órdenes explicitas de que lo siguiéramos a todas partes… -respondía temeroso el hombre encargado el día de hoy de su seguridad.

- Por Dios…!! -exclamaba furioso Darien- Estoy en la universidad…!! Vengo a clases solamente!! –se volteó molesto a reclamarle al hombre.

- Pueden haber personas que le quieran hacer daño mezcladas en los estudiantes y no podemos permitir que eso pase, Príncipe… -contestaba dubitativo el guardaespaldas, conocía el carácter del Príncipe y sabía que no había forma de convencerlo, pero aun así, lo intentaba.

- No pienso repetirlo… -murmuró entre dientes- Aléjense de mi vista y me esperan en el estacionamiento!!. –continuó hablando fulminándolo con la mirada- Cuando termine mis clases regresaré a la limosina… Pero no los quiero ver cerca de mí un minuto más!!. –sentenció su orden y siguió caminando como si nada, saludando con una amarga sonrisa a todos sus conocidos.

- Está bien Príncipe, se hará como usted diga –contestó el hombre y obedeciendo inmediatamente, le hizo señas al resto de los guardaespaldas que se encontraban cerca para que se retiraran.

En las afueras de una ciudad moderna que no duerme, internado en lo más profundo del bosque, rodeado de flores exóticas y hermosas, de arbustos tan altos como los más inimaginables rascacielos, cercado por manantiales de agua pura y cristalina, se encuentra un recuerdo de la antigua historia que rodea los alrededores: El Castillo de Neuschwanstein. De forma clara y precisa lo había descrito un autor anónimo hace tiempo: era una bella y romántica composición de torres y muros en perfecta armonía con las montañas y los lagos que formaban un gran tributo a la fantasía y la imaginación. Sí, eso era sin lugar a dudas El Nuevo Cisne de Piedra: un majestuoso castillo de inexplicable belleza.

Según cuenta la leyenda, cuando el Rey Germano Luis II solicitó la construcción del castillo, una de las condiciones fue muy explícita: esta fortaleza en su parte exterior debía ser creada de forma semejante a los castillos de los cuentos de hadas que con fervor admiró en su juventud; mientras que el interior, debía incluir los mejores y más maravillosos descubrimientos científicos del momento. Este pequeño pero singular capricho sería su legado a la actual monarquía alemana: La Familia Real Chiba, pero más específicamente, al Príncipe Heredero Darien Chiba. Quién se iba a imaginar que este hermoso palacio contenía tantos secretos y misterios?. Pero todos eran conocidos ampliamente por el Príncipe, no había nada que se le escapara según él… Pero pronto se daría cuenta que estaba claramente equivocado.

El día de hoy había estado visiblemente enojado; sin embargo, esto pasó por desapercibido por cada uno de sus amigos del instituto, y, aunque no tenía muchos, todos sabían que durante las horas de clases, Darien Chiba se mostraba como un chico serio, inteligente y callado. Si bien era cierto que el Príncipe Heredero al trono alemán era uno de los chicos más inteligentes y estudiosos de la universidad, sólo era de carácter reservado durante la mayor parte del día o mientras se encontrara bajo el ojo crítico de la prensa; pero, la actitud cambiaba totalmente durante los fines de semana en la noche mientras celebraba sus fiestas privadas o cuando estaba con sus únicos amigos, o simplemente cuando se encontraba secretamente con "ella": la bailarina de ballet más bella y refinada de la universidad, Lita Kino.

Y es que Darien Chiba -a diferencia de lo que pensaba la prensa y todo el pueblo
alemán-, que sabía cómo divertirse: muchas bebidas alcohólicas refinadas con el proceso de destilación más meticuloso, mujeres extranjeras extremadamente bellas –en su mayoría modelos- en los lugares más escondidos del espeso bosque en Baviera junto con la compañía de los jóvenes Shitennous, conformaban la distracción perfecta a todas las responsabilidades que tenía como Príncipe Heredero.

Pero hoy, estaba sumamente consternado y preocupado: la Emperatriz Luna –su abuela- le había dado una orden la noche anterior para lo que aún no se sentía preparado. Raramente su abuela le exigía que debía hacer algo así no le gustase; por lo general, era ella quien intercedía ante sus padres cuando no se sentía a gusto con sus órdenes. Su amada abuela era la única familiar en todo el palacio que le había brindado su amor y su cariño total luego que Darien con 5 escasos años pasara a convertirse en el Príncipe Heredero. Por eso, su moral y su orgullo estaban por los suelos, su enfado y su impotencia por no poder cambiar las cosas a como estaban predispuestas se encontraban por la nubes: no podía darle un NO por respuesta a la Emperatriz.

De sólo recordar ésa "bendita" palabra le erizaba la piel: Matrimonio. De sólo pensar que debía casarse con alguien a la edad de 22 años, le entristecía y enfurecía al mismo tiempo. Debía botar por la borda todo su futuro, olvidarse de todo lo que había querido hacer mientras aún se sintiera un alma libre, pensar que debía formar una familia por cuenta y observar como toda su juventud se esfumaba de sus pensamientos: todo porque ahora debía casarse.

Darien sabía muy bien que en toda la historia de la Familia Real Chiba sus integrantes contraían matrimonio muy jóvenes; sin embargo, aún tenía el anhelo que esa tradición absurda cambiara. "La vida realmente juega sucio cuando se lo propone…" –pensó triste sin prestar atención a la clase que se desarrollaba ante sus ojos.

A pesar que su abuela lo estaba obligando a cumplir con la tradición familiar lo más pronto posible, sabía que no era por casualidad y existía una razón lo suficientemente fuerte como para que Darien aceptara la proposición sin problemas: El actual Rey del Imperio Alemán estaba sumamente enfermo. Aunque su padre sabía aparentar la situación sin problemas, la noticia era realmente preocupante: estaba sufriendo mucho por culpa de un tumor cerebral. Este acontecimiento sólo era conocido por el doctor familiar y los integrantes de la Familia Real; no se podían permitir a que se filtrara la información a la prensa y al público alemán mientras Darien no fuese coronado oficialmente como el siguiente Rey del Imperio.

Si lo pensaba mejor, quizás el matrimonio no era su mayor molestia –después de todo algún día tendría que hacerlo- sino que además de que debía casarse, tenía que cumplir con una promesa que le había hecho su abuelo a su mejor amigo: El Príncipe Heredero necesariamente se debía casar con la nieta de su antiguo mejor amigo.

"Todo en esta vida tiene un alto precio que debemos pagar" –pensaba mientras se sonreía irónicamente ante su situación: había conseguido una extraña aliada para evitar cumplir la fulana promesa. Pocas veces había sentido que su madre lo apoyara en alguna decisión importante; era de las que siempre tomaba las decisiones sin consultarle a su hijo, pero en cuanto saltó el tema de su matrimonio a la luz en la cena familiar dentro del amplio comedor de Neuschwanstein, la Reina mantuvo su posición seria oponiéndose rotundamente. Esa misma noche, ya avanzada la madrugada, –a espaldas de la Emperatriz- La Reina se coló en los aposentos de su hijo y le comentó quedamente que sería capaz de hacerle olvidar la promesa a la Emperatriz sólo si él escogía libremente con quien casarse; de lo contrario, también ella le obligaría a cumplir con el compromiso establecido por su abuelo debido a la salud de su padre. Se olvidó por un momento de la clase de Historia del Cine y metió la mano izquierda en el bolsillo de su chaqueta, sosteniendo con fuerza y seguridad una ilusión: un bello anillo de compromiso. "Tengo fe que aceptará… Ella es mi única esperanza" –pensó abatido y apenado.

Era costumbre que Lita y Darien se vieran siempre al caer el atardecer en el campus universitario. Una vez que terminaran sus clases y antes de regresar a Palacio, Darien se citaba por una hora con Lita en un salón de clases que se encontraba vacío. Charlaban de tonterías, se reían, se burlaban de sus profesores; todo lo que importaba era que estuvieran juntos: uno frente al otro. Sólo con una mirada, bastaba para observar que ambos se querían mucho. Aunque hoy, a petición del Príncipe, y para asombro de Lita, él quería que se vieran un poco antes de lo acostumbrado.

- Lita… Después de estos dos años andando juntos secretamente… -pausó un momento comenzando a dudar si estaba en lo correcto y después prosiguió- Te gustaría convertirte en mi esposa?. –preguntó Darien en tono nervioso bajando la cabeza.

- Qué has dicho Darien? –interrogó Lita parándose de su silla sin dar crédito a sus oídos.

- No me has escuchado? –preguntó aún más nervioso y en tono inaudible- Te estoy proponiendo matrimonio Lita. –afirmó Darien levantando la mirada.

- No hagas bromas de mal gusto Darien. –dijo Lita riéndose un poco haciendo ademán de no hacer caso a lo que el Príncipe decía.

- No estoy bromeando. –contestó Darien con el rostro serio e inquieto.

- Darien, lo siento pero no puedo. –comenzó a hablar Lita luego de una larga pausa y haberse sentado de nuevo- Todavía somos estudiantes universitarios… Cómo se te ocurre que nos vamos a casar? –preguntó sin mirar al Príncipe sorprendida por la propuesta- Además, no tiene sentido!. –exclamó fastidiada.

- Lita, tiene mucho sentido… -dijo Darien aclarando su voz un poco, ya comenzaba a sentirse triste- Sabes que todos en la Familia Real debemos casarnos jóvenes y yo soy el Príncipe Heredero… -continuó nervioso ante las respuestas negativas que había escuchado de Lita, y arrodillándose suavemente, sacó de su bolsillo el anillo de compromiso que había comprado para ella- Te casarías conmigo Lita Kino?.

- Mi sueño toda la vida ha sido ser una bailarina mundialmente reconocida… -decía desviando la vista hacia otra parte pensativa- Si me convierto en la princesa heredera al casarme contigo, tengo que renunciar a mi sueño, cierto Darien? –preguntó segura mirándolo fijamente de nuevo- De ser así, lo siento mucho, pero no lo haré Darien.

Sin saberlo, y a pocos metros de ellos, hace bastante rato una chica muy curiosa se había unido a su conversación silenciosamente. "No puedo creerlo!! El Príncipe Heredero se quiere casar con una chica de nuestra universidad" –pensaba asombrada- "Y lo peor es que lo están rechazando!!" –hizo una pausa dentro de su asombro mental y continuó– "Al hombre más adorado, bello y querido de todo el país lo están rechazando!" –se repetía una y otra vez la joven- "Pobrecito… Se ve tan triste" –pensaba acongojaba por él.

Darien realmente sentía que el mundo se le venía encima: Su esperanza de tener una vida de pareja más feliz se estaba escurriendo como el agua entre sus dedos. Se notaba abatido ante la continua negativa de Lita a casarse con él. Definitivamente, su ilusión de pensar que su desdichada situación podía cambiar, se estaba enterrando en lo más profundo del suelo, pero sobre todo, de su alma: Si Lita lo rechazaba, debía cumplir con la promesa de su fallecido abuelo. "Por qué al antiguo Rey se le ocurrió esa estúpida idea! Ese viejo no sabía que me podía gustar alguien antes de decidir mi destino!" –pensaba furioso Darien maldiciendo una y mil veces el ser parte de la Familia Real: Básicamente esa era la razón por la que Lita le había dicho un rotundo "no" a su propuesta.

El corazón de Darien comenzaba a sufrir porque se estaba dando cuenta que por más que insistiera, conocía bien a "su" Lita más que a él mismo: Ella nunca se casaría con él mientras él fuera el Príncipe Heredero. La tensión en el ambiente se estaba incrementando hasta que algo sacó a Darien y a Lita de su pequeña burbuja personal: el repique escandaloso de un teléfono celular.

"Maldición! A quien se le ocurre estarme llamando en estos momentos tan cruciales!" –buscaba la joven espía su teléfono en los bolsillos de su pantalón desesperadamente para apagarlo- "Si él me descubre que he estado escuchando todo, estoy muerta!" -pensó temerosa colgando la llamada.

Aunque se creyó salvada la primera vez, el teléfono no paraba de sonar: Su amiga Ami la estaba llamando insistentemente. "Ami, por qué tienes que ser tan inoportuna?" –se preguntaba mentalmente horrorizada por ser descubierta- "Estaba en la mejor parte!" –exclamó furiosa como si hubiese estado observando una película emocionante y que haya sido interrumpida.

Estos continuos repiques alertaron al Príncipe Heredero. "Demonios! Espero que no me haya escuchado nadie!" –pensó lamentando haber sido tan descuidado al proponerle matrimonio a Lita en un salón de la universidad- "Por qué no pensé esto antes?" –pensaba Darien lleno de pavor por un segundo.

- Hay alguien ahí? –dijo saliendo rápidamente del salón y observando una figura femenina en las cercanías de la puerta principal al salón donde se encontraba charlando con Lita– Quién eres? –preguntó Darien con desconfianza.

"Por qué no salí corriendo cuando tuve oportunidad?" –se preguntaba inquieta- "Benditas piernas que no reaccionaron en el momento!" –exclamaba para sus adentros bajando la cabeza y observando que sus piernas temblaban irremediablemente.

- Te hice una pregunta… -el tono que utilizaba Darien espantaba cada vez más a la joven- Quién eres?. –pausó un momento para preguntar su mayor miedo en estos momentos- Escuchaste algo de nuestra conversación?.

"Patitas reaccionen por favor!... Necesito salir de aquí!" –pensaba desesperada cabizbaja intentando de mover sus piernas que a su parecer estaban inmovilizadas del susto.

- Te mordió la lengua el gato fue? –gritaba el Príncipe algo irritado por la actitud de la chica- Habla de una buena vez! –finalmente observó un objeto entre los brazos de la chica que lo inquietó: una cámara fotográfica- Para quién trabajas?. –fue su última pregunta, suponiendo de una vez que la joven era de la prensa.

Rezó por última vez para no ser descubierta, para que él no viera su rostro; en estos momentos le tenía miedo, mucho miedo, nunca pensó que "su" Príncipe Heredero fuera así de molesto e intimidante, se sentía realmente aterrada con sólo escuchar sus palabras. Quizás si no hubiese decidido saltarse una clase tan aburrida como era Filosofía para tomar fotografías del paisaje en los alrededores de la universidad, nada de esto hubiera pasado. Por ser una chica tan floja y apasionada en varias ocasiones, estaba en estos momentos metida en tremendo lío. "Por favor, por favor, que no me vea… Dioses del Olimpo, ayúdenme a salir de esta y prometo no volver a escaparme de clases!" –suplicaba la chica invocando una última esperanza.

Finalmente, Darien se decidió acercársele. Su cuerpo se encontraba sólo a unos metros de ella y estaba seguro que si la encaraba, la joven sería capaz de hablarle y contarle todo lo que lo oídos de esa espía habían entendido. Sin embargo; cuando ya estaba casi detrás de ella, y en el momento más inesperado, sucedió algo que realmente lo sorprendió: la rubia emprendió una larga carrera escapando irremediablemente de su interrogatorio.

- Espera! Detente! –gritó con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde: la chica se había marchado de su vista.

Lo que nunca pensó el Príncipe Heredero es que volvería a ver a esa joven rubia más pronto de lo que se imaginaría. Bien lo dijo Jean de la Fontaine hace muchos siglos atrás: "A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo". Sí, era cierto. Y más aún aplicaba completamente para la vida de Darien Chiba. Definitivamente, sus destinos estaban comenzando a entrelazarse.