CAPÍTULO I:

¿Qué ocurriría si tuviera el destino de las personas en tu mano? ¿Si pudieras trajinar el futuro a tu antojo? ¿Lo usarías para bien o para mal? Y si resulta que el motivo por el cual tienes que hacer lo peor que ha podido cruzarse en tu perfecta vida son las ordenes de tu padre, ¿lo harías?

Eso mismo se preguntaría Draco Malfoy cuando se encontraba enfrente de Dumbledore apuntándolo con su varita, su misión era matarlo, sin embargo no tuvo la suficiente fuerza para cumplirlo. A pesar de su carácter en su interior se conservaba una pizca de bondad ocultada por capas y capas de maldad.

Pasarían tres meses de la muerte del director de Hogwarts, el mundo mágico se mostraba consternado por la perdida, excepto un grupo, los mortífagos y el mismísimo Voldemort. Recuperaba fuerzas cada vez más rápido, dementores, hombres lobo, inferis y gigantes se aliaron con él sembrando el terror.

Solo un grupo de magos se unieron para derrotarlos, La orden del fénix dirigida ahora por el famoso Harry Potter, el niño que sobrevivió.

Sería por el mes de Julio, La orden se había reunido en Grimmauld place para trazar un plan, los hombres lobo arrasaban por donde pasaban, herían a cualquier mago que se interpusiera, secuestraban a los impuros y destrozaban las casas.

-Tenemos que encontrar la forma de localizarlos, es increíble que les perdamos la vista siempre, ¡Son licántropos por Merlín! -gritó Harry golpeando la mesa exaltado.

Los presentes permanecieron en silencio, al igual que él no hallaban ninguna solución. Desaparecían y aparecían en diferentes lugares, el moreno se sentó en su silla abatido, maldecía el momento en el que no acabó con Malfoy.

-Podemos dedicarnos a seguirle la pista a los gigantes, son más fáciles de localizar y no habría problemas a la hora de atacar -propuso Lupin con interés, todos lo miraron y luego pasaron a Harry.

-Eso sin duda, pero ¿qué pasa con los licántropos? De momento son los más fuertes y los que están haciendo daño -Objetó haciendo de nuevo un prolongado silencio. Los Weasley se miraban entre ellos, Lupin y Tonks se cogían de las manos con una sonrisa confortadora.

-Harry -lo llamó Ron, el aludido lo miró sin mostrar alguna emoción- ¿Dónde está Hermione? -preguntó con preocupación. Todos los presentes se levantaron en su busca, ninguno la había visto desde la comida y en la casa no estaba.

-¡Hermione! -la llamaban todos recorriendo la casa ignorando los gritos de la Sra. Black.

Lejos de aquél poderío de gritos, en un parque se encontraba una muchacha sentada en un banco, su pelo castaño caía por su espalda con hondas, sus ojos marrones mostraban una profunda tristeza. Hermione inhaló un poco de aire para recomponerse, se sentía sola, a pesar de tener a sus amigos, estaba sola, había borrado la memoria a sus padres para salvarlos, los mandó fuera de Inglaterra donde ninguno los pudiera encontrar. Su familia, o al menos lo que quedaba desapareció.

Nunca habló de eso con sus amigos, posiblemente no la entenderían del mismo modo que ella pensaba, le dirían que lo superaría con el tiempo y quizás, solo quizás si todo saliera bien, podría verlos de nuevo.

Un crujido sonó sobresaltándola, empuñó su varita mientras se escondía en uno de los arbustos, no tardaría mucho hasta que sus ojos divisaran una capa negra, se escondió más entre las ramas sin hacer ruido, era un mortífago de eso estaba segura, podía reconocer la capa, los guantes de cuero y la máscara que tapaba el rostro.

El individuo inspeccionaba el lugar, al asegurarse que no había nadie, emitió un sonoro grito, Hermione se tapó la boca evitando producir ella uno por la sorpresa. Por su tono de voz, era hombre, joven, no tendría más de veinticinco años. Permaneció quieta en su lugar observando los movimientos del mortífago, su sorpresa fue cuando se quitó la máscara mostrando nada ni nada menos que a Draco Malfoy. Su corazón empezó a latir con fuerza, sentía como intentaba salir del pecho, rezaba para que apareciera alguno de sus amigos o que él se fuera. No probaría la aparición, lo veía peligroso.

Draco caminó hasta la fuente que se encontraba enfrente de él, apoyó sus manos en el blanco mármol dejándose caer, se veía angustiado, triste, afligido, con su mano derecha cogió agua para después mojarse la cara, retiró algunos mechones que caían por su rostro.

Hermione pudo ver por primera vez en su vida al verdadero Draco, sin rastro de arrogancia, ni de su peculiar superioridad, ahora mostraba que se encontraba decaído. Quiso acercarse más para observarlo detenidamente, cuando sin preverlo chafó una rama que sin duda sonó.

Al oír el chasquido Draco se giró de inmediato colocándose de nuevo la máscara y empuñando su varita de un lado a otro, buscando la procedencia del sonido. Pasó la vista por los arbustos de su alrededor, para espanto de la castaña, el rubio se fijó en el arbusto que tenía enfrente suyo, donde ella estaba. Permaneció un largo rato observándolo con desconfianza, sin dejar de empuñar su varita se acercó, Hermione cerró los ojos con fuerza esperando el momento en el que la descubriera, tenía a su lado la varita pero no le daría tiempo a usarla. Escuchó el sonido de las ramas apartarse dejándola visible.

-¡Granger! -Exclamó Draco al verla. Hermione abrió con lentitud los ojos, no estaba segura de querer ver lo que continuaba. Al abrirlos completamente vio a Draco quieto enfrente de ella con la varita en alto.

-¡No me hagas daño por favor! -suplicó con los ojos llenos de lágrimas. Tenía la esperanza de que el rubio se compadeciera de ella, aunque era imposible, dado que ella para él era lo peor del mundo.

Draco no se movió, seguía mirándola sorprendido, nunca se imaginó que se encontraría con Granger en un parque y más sola. La examinó con cautela, su varita permanecía al lado suyo, le resultaba raro que no la usara para protegerse, dado que era la mejor bruja de Hogwarts.

¿Qué tenía que hacer ahora? ¿Matarla? Por más lógico que sonara, no podía, aunque lo deseara con todas sus fuerzas, por todos los momentos vividos en la escuela, simplemente no podía. ¿Dejarla viva? Se iría corriendo a Potter y Weasley contándoles lo ocurrido y que no había tenido valor de hacerlo.

No quería ser el malo, ya no, desde su iniciación se había dado cuenta que él no pertenecía a ese mundo, no tenía los mismos escrúpulos que su padre o de cualquier integrante. Tenía que planear algo rápido, cuanto más tardara antes se podía escapar ella.

-Granger -repitió con frialdad, Hermione sintió un escalofrío al escucharlo, temía lo peor- Tenemos que hablar.

La castaña permaneció inmóvil sin dar crédito a lo que oía, Draco Malfoy le estaba diciendo que tenían que hablar, en ver de matarla o cualquier cosa peor. No quería desaprovechar la suerte que tenía, salió de entre los arbustos y siguió al rubio que caminaba hacia un banco asegurándose de nuevo de que estuvieran solos.

Se sentó a la otra punta del asiento, no se fiaba mucho de él, seguía siendo un mortífago después de todo. Se aferró a su varita, preparándose por si tenía que defenderse, uno nunca sabe cuándo le vendrá bien.

-¿De... de qué quieres hablar? -preguntó ella con voz temblorosa. Draco lo meditó por un momento, no estaba seguro de lo que iba a hacer, pero necesitaba ganar tiempo.

-Quiero hacer una tregua contigo -dijo con seriedad, Hermione lo miró incrédula- No me mires así Granger, aquí el único bicho raro eres tú -Especificó con tono de asco.

La castaña lo fulminó con la mirada, le diría unas cuantas verdades, pero no se la jugaría con él, estaba sola en un parque donde en cualquier momento podía aparecer un muggle o alguno de sus secuaces.

-¿Qué clase de tregua? -cuestionó ignorando el comentario, o al menos fingiendo ignorarlo- No veo que puedes pedirme a mí, a una sangre sucia.

-Eso es problema mío, ¿vas a aceptar o no? Porque si es que no, me tocará matarte, aunque no es una mala idea. Lo deseo desde hace varios años.

-Está bien, acepto -respondió ella dándose por vencida. Su estado emocional no le permitía ser la Hermione de siempre, plantando cara y luchando por su supervivencia, el rubio lo notó pero prefirió ahorrarse la pregunta.

-Tú no me delatas a tus amigos y yo sigo manteniéndote viva, es muy fácil, yo no te he visto, tú no me has visto.

-¿Por qué debería hacerlo? -Volvió a cuestionar recobrando su fuerza- Eres un asqueroso mortífago, has matado a gente inocente, no mereces vivir -sentenció con dureza.

Draco atrapó el cuello de la castaña con su mano apretándolo con fuerza. Le costaba respirar, aferró la mano de él intentado liberarse, sin embargo él tenía más fuerza y no lo lograba. Se quitó la máscara dejándola caer al suelo para que pudiera contemplarlo y sentir miedo.

-Tú tampoco mereces vivir Granger, puedes elegir, o te mato yo o te llevo hasta el señor tenebroso y que lo haga él. Te puedo asegurar que no tendrá ni el mínimo reparo en hacerte sufrir.

Se estaba quedando sin aire, por más que intentaba zafarse no podía, soltó una de sus manos, tuvo una idea, le dio un golpe al rubio sin que pudiera preverlo haciendo que la soltara. Cogió su varita y lo apuntó amenazante, Draco se tapaba la nariz con sus manos, se la había roto de eso estaba seguro, la sangre salía de entre sus manos, intentó coger su varita pero la castaña había sido más rápida y se la arrebató.

-¡Inmovilus! -Draco se quedó quieto en la misma posición, Hermione respiró aliviada, recobrando la compostura. Se acarició la garganta, le seguía doliendo y seguramente eso le dejaría marca.

Contempló al rubio que la miraba con rabia, agradeció que no se pudiera mover, aunque sabía que la podía oír y ver. Tenía tiempo para pensar bien la tregua, si ella no aceptaba posiblemente la matara, aunque dadas las circunstancias lo podía evitar, huyendo del parque y dejando al rubio ahí, sin poder moverse. La idea le pareció genial, entonces, ¿por qué no tuvo valor de hacerlo? ¿Se sentía en deuda con él por no matarla desde un principio? Desde luego que su estado la estaba confundiendo.

Lo meditó por unos minutos, después de aclararse invirtió el hechizo devolviendo al rubio a la normalidad, su nariz dejó de sangrar. Se esperaba que le gritara, amenazara o la torturara, pero no fue así, seguía mirándola con furia sin articular ni un solo musculo.

-No me mires así -le imitó cruzándose de brazos. Draco parpadeó varias veces anonadado por lo que estaba viendo. Ella seguía sentada sin intención de escapar.

-¿Lo has pensado bien? -preguntó con seriedad. Hermione asintió sin mirarlo, su vista estaba fija en el suelo, levantó la mirada para el ver el cielo que ahora se encontraba oscuro, calcularía que serían las diez o así, posiblemente la estarían buscando.

-¿Me das tu palabra?-Ahora era Draco el que no podía creer lo que oía. ¿Ella le estaba pidiendo su palabra? Quería confiar en él.

-Te doy mi palabra. Un Malfoy cumple lo que promete.

-¡Genial! Entonces me matarás, porque siempre me has jurado que lo harías -dijo con ironía. Draco esbozó una leve sonrisa, le había hecho gracia, Hermione al verlo sonrió también, era extraño, los dos se sonreían, como si nunca hubieran sido enemigos.

Ninguno de los dos quería hablar, si lo hicieran quizás el agradable momento se acabaría. Se recostaron en el asiento mirando al cielo, estaban tranquilos por primera vez en mucho tiempo.

-¿No tienes calor con tanta ropa? -Hermione fue la primera en hablar, se sentía incómoda con tanto silencio. Ladeó la cabeza quedando enfrente de Malfoy que continuaba mirando el despejado cielo.

-Mucha, pero debo ir vestido así, si alguien me ve debe saber que soy un mortífago y por lo cual tenerme miedo.

-¿Debo tenerte yo miedo? -Draco dejo de mirar arriba para mirarla, se quedó pasmado, nunca antes se había fijado en cómo era, sus ojos brillaban haciéndolos hermosos, sus labios rojos por mordérselos, sacudió levemente la cabeza queriendo desaparecer todo pensamiento indebido.

-Hemos hecho una tregua por lo que no debes tenerlo. Pero no quiere decir que ahora seamos amigos, ni mucho menos -aclaró volviendo a su arrogante tono.

-Tranquilo eso sería demasiado para venir de ti -dejó de mirarlo para volver a mirar a las estrellas.

-¿Por qué estabas sola? -Le tocaba hacer las preguntas a él- ¿Potter y la Comadreja te han abandonado?

-Te diría que no te importa, pero ya que tú has contestado las mías, yo te contestaré -tomó un poco de aire- He venido sola porque necesitaba pensar, no le he dicho a nadie que estaba aquí, por lo cual seguramente me estén buscando.

-¿Pensar? ¿En qué pensabas? -preguntó curioso, Hermione se quedó atónita. Estaba teniendo una conversación con Draco Malfoy sin insultos por medio.

-En lo sola que estoy, en que ya no me queda nada. Solo luchar por sobrevivir en este mundo donde la gente como yo corre peligro. Pienso en como estarán mis padres, lo mucho que me duele el haberles borrado la memoria y el alejarlos de mí -le contó sin saber aún por qué lo hacía.

-¿Por qué los has alejado?

Hermione volvió a mirarlo, esta vez con rabia.

-Por ti y por los que son como tú -escupió cada una de sus palabras.

Draco la miró, estaba llorando, no tenía sentimientos por lo que no pudo compadecerse de ella, a pesar de eso sabía todo el daño que estaba causando por su maldita misión y las órdenes de su padre. La castaña caminó hasta la fuente apoyándose en esta, intentando no llorar más, tenía que ser fuerte.

En ese instante podría exterminar a unos de los secuaces de Voldemort sin que él se lo esperara, lo tenía a pedir de boca, con un ligero y astuto movimiento acabaría con su maldita vida, pero no tenía la fuerza suficiente para acabar con el rubio. A pesar de todo lo que había hecho, esa noche demostró que tenía algo de humanidad, escondida pero tenía.

Se volteó para asegurarse de que seguía ahí sentado, lo cual era verdad, él la seguía mirando expectativo como si quisiera adivinar en que estaba pensando la castaña. Como momentos antes hizo el rubio, cogió agua y se la echó por la cara para despejarse.

Volvió al banco donde él la esperaba, todo estaba siendo demasiado raro, ellos juntos sin gritarse ni intentar matarse, por un lado lo agradecieron pero por otro era un poco incómodo.

-¿Estás mejor Granger? -preguntó Draco procurando no sonar a preocupado.

-He tenido días mejores -dijo ella con una leve sonrisa. El gesto logró calar hasta el fondo del rubio, sin saber el motivo ya no le disgustaba estar con ella, se sentía cómodo. Sin embargo nunca lo podría decir, su orgullo no se lo permitiría, por no decir su estatus y apellido.

Tenía que cambiar pronto su actitud, volver a ser como antes. Si ella se diera cuenta, se aprovecharía y acabaría con él, por mucha tregua que tuvieran.

-Sangre sucia, yo si fuera tú, tendría cuidado al salir a la calle -le dijo sonando más repulsivo.

Hermione parpadeó varias veces confusa, pero no se echaría atrás en su contestación. Nadie se burlaría de ella.

-Vaya, ya decía yo que tanta formalidad en ti era rara, no tengo miedo a nada ni nadie, además estoy aquí contigo, ¿no hurón? -cuestionó de la misma forma.

-Eso no parecía antes, cuando te estabas escondiendo de mí y al separar los arbustos estabas con los ojos cerrados -le recordó con malicia.

-Ni te imaginas el asco que me das -dijo Hermione- Mejor me marcho.

En su intento de levantarse Malfoy la agarró del brazo con fuerza.

-Acuérdate de nuestro trato -le dijo enojado- O lo lamentarás la próxima vez.

Hermione vaciló en propinarle otro puñetazo o marcharse con la cabeza bien alta, habría escogido la primera opción sino fuera porque el armonioso silencio se viera reemplazado por un grito desgarrador. Los dos miraron a los lados nerviosos, Draco al darse cuenta de qué se trataba la soltó tan bruscamente que casi su cuerpo rozó el suelo, se colocó de nuevo de la máscara y alzó la varita, esperando algo.

Otro rugido resonó por las calles, la gente se asomaba por las ventanas curiosas de saber que pasaba, pero al igual que Draco y Hermione, no vieron nada. La castaña observó al rubio agitado, no paraba de ladear la cabeza buscando algo. Se levantó, cogió su varita y se unió junto a él en busca de "eso que perturbaba el silencio".

-¿Qué es eso? -preguntó asustada la castaña.

-No lo sé -susurró tratando de sonar tranquilo, aunque su interior le decía lo que él no quería saber.

Pasaron minutos sin que volviera a oírse otro bramido, pero eso no dejaba tranquilos a los dos. Si algo estaba claro, era que nadie podría hacer que su voz sonara tan potente sino fuera mago o bruja, quizás sus peores temores se hacían ciertos.

-Licántropos -musitó -¡Licántropos Malfoy! -gritó enfrentándose al rubio, que ahora la miraba desconcertado.

Hermione le apuntó con su varita, tenía que huir fuera como fuera. Draco curvó una sonrisa de lado, le parecía divertido la pose de la castaña.

-¿Crees que puedes amenazarme Granger? -Se burló- No olvides que estás delante de un mortífago y sola -enfatizó la última palabra.

-Huroncito, huroncito, estás hablando con la mejor bruja de Hogwarts -le dijo imitando su tono.

Esto logró crispar al rubio, que borró su sonrisa para volver a su expresión de frialdad y maldad.

"¿Quieres jugar sangre sucia? Pues vamos a jugar". Tal como hizo ella minutos antes, empuño su varita hacia ella. Cualquier movimiento y acabarían en un duelo.

-Leoncita sucia, estúpida, mira que eres desagradecida conmigo, te he salvado tu asquerosa vida ¿y así me lo agradeces?

-He aprendido de ti.

-Te odio.

-No más que yo -le contestó esbozando una sonrisa.

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¡Nos leemos pronto!