iPod Challenge

-Para mi bella Suki Su ^^-

1- Ella es - Skalpatata

- Te juro que Misty es todo para mí… no puedo ni siquiera considerar el mundo si ella no está conmigo. Ella es… ¡Diablos Brock es complicado decirlo en palabras…! Ella es mi complemento, mi todo, mi cielo, mi infierno. Por ella no puedo siquiera considerar mirar a otras mujeres. Lo único que tengo en mi cabeza las veinticuatros horas al día es ella, su aroma, su risa, la profundidad de sus ojos… Si me lo hubieran dicho diez años atrás no lo hubiera creído, que llegaría un día en que sintiera que no puedo vivir si no la tengo cerca. Me rodea como el aire, como el fuego, como el frío y el calor… Misty es todo. Todo. Todo… ¿Lo entiendes? ¿Entiendes porque no puedo hacer lo que me pides y dar vuelta la página? ¡Ella es todo lo que necesito! ¡Ella es lo que quiero!

- Ash te dije que no era buena idea que vinieras a beber…

- ¡Es que tú no quieres entenderlo! Ella es… ella es… es todo lo que necesito para sentirme mejor. Es mi mundo y todo….

- Ash, yo no…

- ¡Déjame seguir Brock…! ¡No importa si estoy p-poniéndome cursi!

- ¡Es que no soy Brock maldición!

- ¡¿Eh…?! ¿M-Misty? ¿Q-que haces aquí, y que has hecho con Brock?

- Realmente eres un idiota.

- …

- Mejor vámonos de aquí antes que hagas un papelón mayor de ti mismo. Ponte de pie, yo pagaré la cuenta.

- ¡Espera Mist!

- Demonios, no grites. Estoy aquí.

- Es que tengo algo que decirte. Algo que es muuy importante. Algo que quizás no hayas escuchado antes, porque realmente tú eres muy importante y…

- Espera, espera. No es buena idea ahora. Hazlo mañana cuando estés sobrio. Y con una cita y un ramo de flores ¿está bien?

2- La pasión -Sarah Brigman y Fernando Lima

Él soñaba ese momento cuando finalmente pudieran estar juntos. Porque él la idolatraba por entera. Y la esperaría por siempre. Porque su pasión iba más allá de un simple capricho. Era algo fuerte y sin precedentes. Algo que estaba más allá de la adrenalina que lo recorría a la hora de batallar, o de enfrentar el reto de una nueva liga. Lo que sentía era un sentimiento que no podía traspasarlo a palabras, sino a emociones. Porque por ella había atravesado valles, montañas y ríos, y volvería a hacerlo, una y cien veces. Porque así era la pasión que ella le inspiraba, iba más allá de lo carnal y salvaje.

Tenía que ver con ella, con él, con la manera en la que vivían sus vidas. Y por el hecho de no eran iguales a la mayoría de las personas. Eran libres a su modo. Pero cuando se encontraban…

¡Cuando se encontraban el mundo por entero temblaba! Porque el amor de ellos era como esos romances de película, que cuando uno creía que estaba extinto, resurgía de las cenizas; excelso y poderoso, que a pesar de los múltiples desencuentros, seguían probando y uniéndose todas las veces que fuera necesario, porque a pesar de las ausencias no existió jamás el olvido. El recuerdo siempre estuvo latente con los años.

Y no podía ser de otra forma: ellos estaban predestinados a estar juntos.

3- Letras de una traición -Kiosko

Todo se hundía. Se hundía o se resquebrajaba, como si todo lo que tocara se hiciera polvo. Y de la cima cayó y cayó hasta las puertas del mismo abismo. En un segundo era amado y adorado por el mundo, y al siguiente fue repudiado y enviado al agujero más negro y olvidado. Porque él era un paria. Alguien que no merecía un lugar de privilegio.

Y así olvidado, exiliado por todos vivía en la humillación absoluta. Caminaba y era señalado por las gentes, sus pasos dejaban estela de murmuraciones y difamaciones.

'Es una vergüenza…'

La soledad era su única aliada, la que nunca lo abandonaba. La que a pesar de su error, y que a pesar de haberse equivocado seguía allí a su lado como su sombra. Porque el ser humano no olvida y día a día seguía recordando sus faltas. Porque él debía ser perfecto, intachable, no podía -ni debía- tener margen de error o pecado. Por eso siempre fue visto como ejemplo.

Hasta que falló.

Hasta que cayó.

Y su caída fue cruelmente recordada. Y celebrada.

Pero lo peor vino después cuando se dio cuenta que su equivocación desató algo peor; un caos aún mayor del que nunca -jamás- logró reponerse.

Porque por culpa de sus traspiés perdió una parte vital de su vida. Y no le importaba la estela de murmuraciones que lo perseguía por doquier, ni los insultos que le llovían a diestra y siniestra. Podía vivir con eso a cuestas.

Pero cuando se atrevía a salir de su escondite, y caminaba por las calles hasta ese lugar alejado, e inhóspito, y veía ese frío monumento que guardaba a su ángel. Ese ángel al que le había cortado las alas por accidente, no podía evitar recordar todo lo que intentaba olvidar. Recordar y caer de rodillas odiando su vida, su presente, rogando alguna oportunidad de dar lo que fuera por volver el tiempo atrás y enmendar sus errores. Retroceder el tiempo y volver a ser feliz.

Pero la realidad era dura, y ese trozo de piedra que se sentía gélido jamás podría traerla de vuelta. No importara cuantas lágrimas derramara, ni cuantas veces le pidiera perdón.

4- No me doy por Vencido -Luis Fonsi

Ash sentía rabia consigo. Golpeaba su cabeza contra el muro recriminándose su idiotez. Pero bastaba con que ella le sonriera de ese modo tan adorable suyo para que él se encontrara flotando a miles de kilómetros de allí, perdido totalmente en sus increíbles ojos verdes.

- Tonto, tonto, tonto…

- ¡Pikapi!

Se giró a ver a su pequeño amigo que lo miraba con interrogación.

- ¡Hoy tampoco pude Pikachu! Me dije que hoy sería el gran día, pero cuando la tuve frente a mí, pensé en decirle todo lo que habíamos practicado y… ¡No pude! ¡Me quedé completamente mudo!

- Pikachu, pikapi…

- Gracias por la comprensión amigo, pero esto no puede seguir así. ¡No puedo ser tan malditamente cobarde cada vez que tengo a Misty enfrente! Tengo que hacer algo rápido. Tiene que haber alguna manera de confesarle lo que siento… Si sigo manteniendo esto por más tiempo voy a cometer una tontería.

Era otro día para el joven maestro. Otra oportunidad en la que se presentaba sin previo aviso en el gimnasio de Ciudad Celeste. Misty sonrió con ternura al verlo por sexta vez consecutiva en esa semana. Lo invitó a pasar y se preguntó por enésima vez porque le costaba tanto decir lo que para ella era tan obvio.

Pero antes de que Misty pudiera soltar el saludo correspondiente, de pronto se encontró apresada por los brazos de su mejor amigo, y en menos de un segundo esos labios temblorosos se habían encontrado con los suyos en una promesa de beso. Un beso trémulo, lleno de nervios que era fiel reflejo del ánimo de Ash.

Cuando se separaron, él estaba sonriendo tontamente y antes de que ella pudiera soltar algo al respecto, estaba besándola por segunda vez. Ahora con más seguridad, y hasta con cierta pasión inocente. Sonriendo se dejó llevar por el momento, y acomodando sus brazos en torno al cuello del joven, se apegó a él devolviendo sus caricias.

En algún momento rió quedamente y afirmó uniendo su frente contra la de él.

- También te amo Ash…

5- Mientes tan bien -Sin Bandera

Ash quería creerle. Desesperadamente buscaba sus ojos verdes cuando le decía cada excusa. Y le creía. No importaba que frase tonta o sin sentido saliera de esos labios rojos que aún así le tentaban. No importaba que supiera que estaba mintiéndole. Con desesperación necesitaba creer que su vida aún era perfecta e idílica, que su pequeño Edén era hermoso e intachable, pese a que todo a su alrededor se estaba desmoronando. Que su familia continuaba unida, y que ella lo amaba tanto como el primer día.

Pero la ausencia de Misty era palpable. Sus escapadas se sucedían una y otra vez, no importaba la hora, ni el momento, o la circunstancia. La ansiedad que la consumía era tal que todo carecía de importancia para ella.

Se arreglaba, se ponía hermosa, se perfumaba, su aroma impregnaba la casa por las horas en las que ella permanecía ausente, y salía. Sin culpa, sin temor. Podía mirar a Ash de frente y mentirle sin pestañar.

Cuando volvía lo hacía renovada, un brillo azur oscurecía sus ojos, sus mejillas se teñían de rubor, y sus labios adquirían un matiz suave y seductor que a Ash le resultaba irresistible. Pero Misty rehuía sutilmente a sus besos o a sus caricias. Casi no tenían intimidad, pero él seguía negando lo evidente. Amaba a su esposa, y atesoraba con creces los pequeños momentos que pasaban juntos. Él sería capaz de dar todo por esas simples migajas que obtenía de ella, y no le importaba suplicar por aquellos esporádicos momentos de atención.

Sí, ella mentía. Su matrimonio ya no era perfecto. Su mundo se resquebrajaba porque él ya no era el único en la vida de su mujer. Todo se había convertido en un juego al que le habían obligado a jugar, y el cual no podía abandonar a pesar de que sabia quien era el perdedor.

6- Without You -Mariah Carey.

Había sido la decisión más difícil que tuvo que tomar en sus veintitrés años de vida. Su espalda iba deslizándose de la pared hasta el suelo, conforme la adrenalina dejaba su cuerpo, y el dolor -un dolor sordo y asfixiante- ocupaba su lugar y tomaba sus sentidos, haciendo que se doblara en dos, y las lagrimas quebraran las cuencas de sus ojos verdes y se derramaran sin control sobre sus mejillas.

Los sollozos cobraban fuerza conforme los recuerdos se imprimían en su mente, y al igual que sus crueles palabras que habían enmudecido al joven que escuchaba alarmado y temeroso la sarta de palabras que ella le había soltado sin compasión.

Luego de más de diez años de espera, finalmente Ash había aparecido en su puerta y había confesado lo que ella siempre quiso oír.

Pero el tiempo había pasado, y Misty guardó esos sueños infantiles, donde ellos eran la pareja idílica y vivían felices por siempre jamás, en un cofre cerrado bajo siete llaves, y lo había soltado sin misericordia en alguna remota parte de sus recuerdos. Ella era ahora una joven mujer adulta que había retrasado por mucho tiempo su vida esperándolo, y ya no más.

No iba a quebrar su estabilidad emocional por unas cuantas palabras bonitas. No cuando había sido la última de las prioridades en la vida del joven maestro, cuando ella siempre lo había puesto en primer lugar.

Y lloraba porque pudo haber tenido lo que siempre quiso y lo dejó ir. Lloraba porque aún lo amaba, a pesar de haberse reído de él en su cara. Lloraba por la felicidad que se había escurrido de sus manos.

Alzo las rodillas y sepultó la cabeza entre ellas rogando que el dolor que le carcomía las entrañas se detuviera, y que algún día pudiera mirar el atractivo rostro de Ash y no sentir nada. Y poder sostener su cálida mirada sin sentir que moría por dentro.

7- Porque me quedo muda -Floricienta.

Él había hecho su vida lejos de ella, y aunque le había costado acostumbrarse a eso, dabas gracias al cielo porque sus caminos persistían en alejarse. No sabía que haría si algún día volvían a encontrarse. Él con su pareja armada. Ella todavía siendo una niña, no viéndose como una en sí, sino sintiéndose pequeña y fea como cuando tenía diez años de edad. Su carrera prestigiosa, y la bonita figura que había ido adquiriendo con los años se sentían poca cosa al lado del flamante maestro y su elegante y hermosa prometida.

Sin embargo el azar quiso que volvieran a cruzarse en alguna de esas fiestas que la Liga Pokémon organizaba con frecuencia, y a las que ella nunca asistía por sus ocupaciones. Pero sus amigos le habían insistido, y pese a que sabia que existía la posibilidad de toparse con el actual maestro, había aceptado, dispuesta a correr tal riesgo.

De una vez entendía que tenía que cerrar ese capitulo del tonto cuento de hadas que nunca sería su vida.

La mirada de Ash se encontró con la de ella en algún momento de la noche. Y descubrió sorpresa y admiración al recorrerla lentamente con descaro. Él había crecido mucho, y las campañas publicitarias no le hacían justicia; de verdad se veía guapo e irresistible. Ella sonrió con pena cuando el joven se le acercó al reconocerla y le tomó afectuosamente la mano para saludarla.

El imán de sus ojos castaños la mantuvo presa por tiempo indefinido. Sabía que debía apartar la mirada. Sabía que tenía que romper el contacto. Pero no lo hizo, mantuvo la vista firme, los labios turgentes entreabiertos, no entendiendo cuan increíble se veía en ese vestido de cocktail negro, ni registrando las numerosas miradas que atraía del publico masculino. Seguía sintiéndose pequeña y simple. Hasta que Ash rompió con la paranoia de ambos, se inclinó y susurró algo en su oído.

Misty se sonrojó furiosamente tras la sonrisa pícara de él, y más cuando al alejarse de ella, rozó sutilmente su cintura en un mensaje silencioso que ella entendió de inmediato.

….

La noche se hacía eterna dentro de ese cuarto de hotel, mientras Misty recibía esos besos que siempre ansió, y las manos grandes la desvestían con prisa, el apuro del momento hablaba por si solo de la pasión salvaje que los incendiaba.

La unión de sus cuerpos no fue idílica, fue salvaje, con prisa. Rebelaba la lujuria, la necesidad carnal de dos personas que necesitaban cerrar un capitulo de su historia antes de seguir con sus vidas.

Misty sabía que todo era mentira, que cuando llegara el alba Ash regresaría con su novia y se olvidaría de ella y de la noche que habían compartido. Pero no le importó. No buscaba promesas de fidelidad eterna, se conformaba con ese momento de pasión. Con tenerlo, por sentir que por una vez él había sido suyo, que lo había acunado entre sus brazos, y le había regalado su cuerpo sin importar el mañana.

Y mañana ella volvería a su gimnasio, y él -Ash- a su vida perfecta.

8- Lo dejaría todo -Chayanne

- Debe estampar su firma aquí señor Ketchum, y usted aquí señora Ketchum.

- ¿Aquí?- preguntó ella, recibiendo un asentimiento leve por parte del abogado.

Ash advirtió que a Misty ni siquiera le tembló el pulso cuando colocó su firma -su letra siempre tan clara y precisa- sobre la línea punteada de aquella demanda de divorcio. Se volvió con la pluma hacia él, y se la extendió sin dudar. Notó sus pupilas verdes algo húmedas, sus labios serios, y no pudo evitar que sus propios ojos viajaran por aquella silueta que conocía a la perfección. El traje formal de falda y chaqueta blanca le quedaba aún más espectacular de lo que recordaba, y su travieso cabello anaranjado sujeto elegantemente a un costado, dejaba libre la línea de su cuello como tanto le gustaba. En resumen se veía hermosa. Más hermosa de lo que recordaba.

Y ver que ella se apresuraba tanto en aquel trámite del que en un principio estuvo totalmente de acuerdo en formar parte, y que ahora renegaba asiduamente; fue como una patada a su orgullo. Porque él no quería firmar ese maldito papel. Él amaba a su esposa, la amaba tanto como el primer día. Pese a sus estupidos errores.

- Ash, debes firmar.

La voz fría de Misty lo volvió al presente y se dio cuenta de que había estado viéndola por un espacio de tiempo considerable con la pluma en la mano, sin hacer el menor movimiento de terminar de sellar su libertad.

Vaciló, calculando mentalmente la reacción de su actual mujer si en vez de firmar el documento lo doblaba al medio y lo partía en dos frente a sus ojos.

Los segundos corrían mientras el abogado de la parte demandante tamborileaba los dedos con impaciencia sobre el escritorio. ¿Por qué algo tan simple de pronto se volvía tan complicado?

Él era conocido por su valentía, por su bravura, por enfrentarse a los retos, al peligro, sin pestañar. Era el héroe, el que salvaba el día tras una larga jornada.

Sin embargo ni siquiera tuvo el valor suficiente de salvar a su pequeña familia cuando todo comenzó a hundirse a causa de sus pecados.

Pero él tenía un orgullo terrible que no reconocía nunca un error, y fue eso precisamente lo que lo orilló a estar en aquel juzgado con su abogado y el de ella, poniendo fin a un sueño, a una burbuja que finalmente algún día tenia que evaporarse.

- ¿Papá?

Una pequeña niña de cabello castaño y ojos azules estaba parada en el umbral, la mano sobre la manija de la puerta, algo asustada por haber interrumpido aquella reunión.

- Si cariño, ya voy- la mirada de Ash se ensombreció. Apretó los labios, la mandíbula y estampó la firma, ignorando sus entrañas y como todo dentro suyo se derrumbaba.

-Cuanto has crecido Maya…- Misty se había acercado a la pequeña, le daba la espalda -Envíale saludos a tu madre- luego se giró a él, sus ojos estaban terriblemente húmedos, y el hombre supo el enorme esfuerzo que estaba haciendo para no llorar. Le extendió la mano, seguramente con toda la fortaleza que aún le quedaba -Buena suerte Ash.

Y sin esperar que le devolviera el saludo salió de la habitación, con su abogado pisándole los talones.

Esa fue la última vez que la vio.

9- Herederos -David Bisbal.

No importaba que se matriculara en el torneo más lejano, o que escalara la montaña más alta de alguna región inhóspita, o que se escondiera en el bosque más intrincado. Siempre existía alguna sutil manera en que ella estuviera presente en sus pensamientos.

Siempre. Siempre. Siempre.

Podía desgastarse entrenando hasta caer agotado y dormir eternamente para soñar con ella. Podía batallar durante horas y aún así recordaría su voz dulce llamándolo. Podía salir con otra mujer, pero su cabeza seguiría evocando su recuerdo fiel.

Su imagen, su estampa, su belleza, parecía perseguirlo sin misericordia día y noche. Era algo mucho más profundo que un simple capricho, o un enamoramiento momentáneo.

Era un llamado de su propia sangre, algo salvaje que le corría por las venas no dándole paz y que lo asustaba. Como si desde un principio estuviera escrito que ellos habrían de encontrarse bajo aquellas circunstancias tan extrañas, y él perdiera la razón tras conocerla.

Era una condena, un hechizo del cual ya no podía librarse.

Siempre. Siempre. Siempre. Desde siempre.

Quizás debía aceptar de una vez su destino y dejar de huir de él. Enfrentarlo, y enfrentar a esa hechicera pelirroja que lo había embrujado con sus ojos color jade quitándole el aliento y el sosiego.

No importaba el lujo que lo rodeara, el dinero o la fama que lo lanzara a las alturas. Todo se desvanecía cuando pensaba en ella. En ella que estaba al otro lado del mundo…

- Misty ¿Qué has hecho conmigo…?

10- Malparida -Carlos Matari

Lo besaba vorazmente, sus labios rojos se entreabrían dejando escapar gemidos de pura delicia, mientras sus piernas se estrechaban a la cintura masculina, sin importarle la incomodidad de sus cuerpos sobre aquel escritorio de madera, o el que estuvieran en un lugar semipúblico y que alguien pudiera descubrirlos. Atenta tan solo a su propia necesidad.

Encontraba cierto placer en esa adrenalina que corría por sus venas sabiendo que podrían verlos. Verla. Y que el rumor que corría sobre ella se acrecentara dándole la razón a esos. A esas. Pero no le importaba. No, mientras su urgencia, su hambre fuera saciada por ese joven de cabello castaño -a quien mantenía preso entre sus piernas- o por cualquier otro que estuviera dispuesto a satisfacer sus demonios.

La ansiedad que sentía de tocar, morder, sentir, elevarse hasta aquella cima de placer desmedido era más fuerte que cualquier tipo de razonamiento coherente. Y así era. Así le gustaba ser.

Era otro día. Otra situación. El ascensor anunciaba que faltaban algunos pisos para llegar a destino, los dos ocupantes se miraron con deseo. El ardor reflejado en esos ojos celestes que hipnotizaban las pupilas aguamarina de ella. Bastó un gesto de esos tentadores labios rojos para que él hiciera el primer movimiento, empotrando el pequeño cuerpo femenino contra la pared de la cabina, para mantenerla firme, inmóvil ante su ataque. Comenzó soltando su sedoso cabello anaranjado, enterrando los dedos mientras degustaba esa boca que lo tentaba desde que tenía memoria. Las grandes manos se deslizaron hacia abajo por su columna, alcanzando el ruedo de la falda de satén, alzándola hasta alcanzar su piel, el aroma perturbador de su deseo que lo mareaba y lo envolvía enloqueciéndolo.

El ascensor se detuvo, y ella a duras penas, entre jadeos desesperados oprimió el botón trabando las puertas. Su momento de éxtasis era más importante que cualquier reunión de la Liga, y mentiría si dijera que no deseaba al muchacho que en esos momentos la hacía suya; era un viejo conocido, pero la lujuria no conoce de amistad o decoro.

Ella soltó un suspiro contra el cuello masculino, al hallarse libre de su ansiedad. Se acomodó la falda, la blusa, intentando ignorar la forma en la que él la estaba viendo. Había visto ese tipo de mirada muchas veces después de los encuentros amatorios, pero sabia ignorarlas. Era como si de pronto careciera de interés hacia su carnada actual, y sus ojos empezaran a buscar a la próxima víctima que pudiera saciar su apetito.

Cuando la puerta finalmente se abrió en el décimo piso, ella salió esbelta, majestuosa, elegante, caminando con la cabeza en alto. Nadie diría que esa cabina había sido testigo de -otro de sus- apasionados encuentros.

Un beso. Dos. Tres. ¿Cuántos eran? Ya no lo recordaba. No tenía importancia mientras la sangre le palpitaba en las venas dando rienda a su deseo primario y salvaje. Las manos no le alcanzaban para mantenerlo alejado, estaban en un lugar muy publico, y por más apetitoso que fuera tenía un punto del que nunca se había pasado.

- Luego…- susurró contra los ansiosos labios de su nueva e incauta víctima. Aunque ni ella se lo creía. Adoraba ver como ellos enloquecían ante la promesa de saborearla después.

Esa noche era especial. La Liga Pokémon le brindaba un gran agasajo a su Maestro favorito. Aquel que se había convertido en el hijo pródigo, marchándose al exterior para obtener más gloria de la que ya poseía.

Curiosamente el apetito voraz de la muchacha en cuestión había nacido tras la abrupta desaparición del joven… aunque nadie entendía el porqué.

Ella caminaba por el salón portando con orgullo aquel etéreo vestido rojo que dejaba poco a la imaginación. Disfrutaba las miradas libidinosas que obtenía a su paso, se relamía los labios porque sabía que con eso provocaba aún mejor. Era una experta total en el arte de seducir, engañar. Conocía muy bien las curvas de su cuerpo, y hacia buen uso de sus encantos. De su cabello encendido, del turquesa de sus ojos, de sus labios carnosos color rubí.

La presa de esa noche era el actual presidente de la liga, ese que la miraba con renovado interés mientras ella se le acercaba con lentitud, moviendo cadenciosamente las caderas para acentuar profundidad en sus pasos. Encontró los ojos masculinos, y contenta con tener toda su atención, observó a su alrededor a las parejas que bailaban, y haciendo un sutil movimiento deslizó las manos por el costado de su cuerpo en una clara invitación. Pero Lance parecía muy cómodo en su asiento, aunque la forma en la que mantenía los ojos clavados en esa sensual pelirroja hablaba del grado de fascinación que ella le inspiraba.

Y la mujer seguía moviéndose al compás de la música, alzando brevemente la falda, acentuando sus curvas. Entreabriendo los labios en una mueca provocadora que terminó de resquebrajar el dominio del presidente. Se levantó de su lugar, de la mesa que ocupaba junto a otras tantas eminencias del mundo pokémon, y fue al encuentro de aquella sensualidad hecha mujer. Con gesto rudo la apresó contra su cuerpo, de modo que sintiera como lo había afectado. El gesto era posesivo, salvaje, pero delicioso en contraste con la suavidad y el perfume perturbador que emanaba de toda ella.

Lance era la victima perfecta, pese a su rudeza, y a la desesperación de esa boca que trazaba besos húmedos en sus hombros, mientras sus movimientos indecorosos eran disfrazados por el nivel alto de la música.

Se detuvo a un lado, sus ojos detenidos en esa pareja que llamaba la atención de todos a su alrededor. La fiesta en su honor completamente olvidada. Ella, la pelirroja alzó los ojos en su dirección. El rictus que tomó el rostro femenino casi lo hizo reír. Lo había reconocido, de eso no había dudas, por eso la expresión indescifrable que bañó las bonitas facciones. En menos de un segundo soltó a Lance, y casi con desesperación caminó a su encuentro.

Ambos habían hallado a su nueva víctima.

Y no se supo quien hizo el primer movimiento, si fue Ash o Misty, pero de pronto los labios de ambos colisionaron con desesperación y deseo. Los brazos de él apretaron el cuerpo de la muchacha sin importar si le causaba dolor o no. apresó sus cabellos mandarina con violencia obligándole a responder con idéntico ardor todos sus besos.

Y ella se rindió. Por primera vez -o quizás por muchas, muchas otras veces- era Misty la cruel victima de ese experto jugador. La que suplicaba sus besos, su tacto, su sexo.

Ese quien la había vuelto lo que era. Una malparida.


And The End!

No mentira, aquí un pequeño bonnus porque me di cuenta de lo fatalmente tristes que son mis one shots! O.O


Bonnus 1 -Déjame Llorar -Ricardo Montaner

- Ella es tan hermosa, tan maravillosa…. Ni cien poetas de este mundo podrían hacer justicia a su belleza… ¿Te has dado cuenta de lo perfecta que es? ¡Cómo puede existir una criatura tan agraciada como ella!

- Ash ¿has estado fumando hierba de nuevo?

- ¡Que no! Solo que nunca presté atención a las cosquillas…

- ¿Qué cosquillas?

- ¡Las que tengo en el estómago! Cada vez que la veo, una bandada de Butterflys se revuelca en mi estomago…

- Vaya forma de decirlo ¿seguro que no has bebido o fumado nada extraño? Sé que usualmente Gary te usa como conejillo de Indias.

- ¡Que no! C-creo que la amo Brock…

- ¿A quien?

- ¿Qué no es obvio? ¡A Misty! La veo, y las palmas me sudan, siento que mis mejillas arden, y las cosquillas me ponen nervioso y casi me dan nauseas… Nunca me había sentido así de afiebrado ante una chica…

- Eso es genial amigo, aunque creo que…

- ¿Que?

- ¿Por qué no se lo dices directamente a ella? Está parada detrás de ti en estos momentos, por su cara roja acaba de escuchar cada una de tus palabras, y me arriesgo a agregar que está teniendo las mismas cosquillas en la panza…

- ¿Eh? ¡Misty!

- Ash…

- …

- ¿Decías?

- Si bueno, eso… Y no estoy dopado, solo…

- ¿Solo?

- S-solo estoy enamorado.

Bonnus 2 -You are my reason to be - Hitomi Penny Toyama y Oren Waters

- ¿No crees que hay algo remotamente bonito en un amor prohibido?

Ash miró a su novia con una ceja alzada -¿Otra vez Tracey estuvo hablándote de las telenovelas que mira?

Misty suspiró, y contó hasta diez para no abofetear al denso de su amigo -Tú también miras telenovelas.

- Se llaman series.

- Sí, como digas Ketchum.

- Y bien, a que viene todo eso.

- Solo hablaba de un romance en el que ambos no puedan estar juntos, pero que son capaces de sacrificarse por el bienestar del otro…- volvió a suspirar -¿No te parece romántico entregar la vida por la persona que amas?

- ¿Honestamente hablando?

- Si.

- ¡Por supuesto que no! mi vida es demasiado preciada para entregarla en bandeja, además…- pero no pudo seguir hablando porque recibió un codazo en el costado que lo dejó sin aire -¡Oye!

- ¡Eres malditamente antiromantico Ketchum! ¡No entiendo como puedo estar con alguien como tú!

- Yo si lo sé, ¿quieres que te lo diga?

- A ver, veamos lo que el gran Sherlock ha sido capaz de descubrir.

- Odio cuando te pones irónica.

- ¿Puedes hablar de una vez?

- Me amas Waterflower, aunque detestes aceptarlo; estas completamente loca por mí -rió con obvia superioridad -Soy tu razón de existir…

- ¡Cállate idiota! Razón de existir, ahora te voy a dar tu 'razón de existir'

-…


Y Fin!

Feliz cumpleaños súper atrasado Mi gran Suki Su! Si, sé que no tengo perdón divino… pero rogaré a Athena sama para que me perdones por tener el descaro de colgarte un obsequio casi un mes después (xD) Gomen gomen!

Y bueno, este es solo un pequeño adelanto de tu obsequio ( el real aún está en proceso de escritura!) Y como sé que pokémon aun es de tus consentidos (Y de los míos) me atreví a hacer esta locura que tiene culpable! Oh si, pero no la mandaré al frente xD

Feliz cumple! Gracias y mas gracias por tu amistad y por ser mi gran SukiPedia en muchas oportunidades, y por tantas cosas que estaría noches y noches explayando lo genial y buena y paciente que siempre has sido conmigo. Por eso y más ¡Gracias!

Y pronto vendrá tu regalito, como lo pediste (O en el fandom en el que lo pediste ^^U)

Nota:

Sé que muchos odiarán el que esté aquí importunando con esta nueva locura que me ha costado dos días hacer, pero ni modo: ha aguantársela! Y si hice un poquito de trampa, pero solo un poquito porque algunos ideas duraban más que los cinco minutos de canción u.u

He querido hacer esto luego de que leí a Andy y a Rie, y ante la insistencia de la primera finalmente salió esto.

En fin he puesto algunos de los temas de telenovelas como: Pasión, Herederos y Malparida. Y un favorito de Suki 'You are my reason to be' de Saint Seiya por supuesto. También sé que el tema de montaner no es divertido en absoluto, pero luego de hacer con mis amigos un video gracioso con esa canción no puedo escucharla sin que algo chistoso se me cruzara por la mente.

Creo que he aclarado todo…Volveré a escribir de pokémon? aún no lo sé, no quiero decir sí, y luego no hacer nada, así que tan solo digo No sé. La musa viene y se va en un soplo, y vino para que escribiera esto.

Gracias por recibirme de nuevo, me siento un poco forastera, jajajaja

Cuidense ¡Buen fin de semana!

Suki te quiero harto niña talentosa, nunca cambies!

Sumi Chan