** JETE, GRAND JETE, I LOVE YOU **
Por JulietaG.28
Disclaimer: Los personajesde Captain Tsubasa, son completa propiedad de Yoichi Takahashi y SHEI-SHUA, no me pertenecen en lo más mínimo. Esta historia, es solo con el fin de entretener y no tiene ningún fin de lucro.
=1. Amor a primera vista=
Munich, Alemania.
Teatro Nacional de Munich
Los camerinos eran amplios, al menos lo bastante para que ella y tres personas más entraran sin problemas y tuvieran su propio espacio. El aire estaba cargado de aroma a ropa y perfume y la gente andaba de aquí para allá con calma pero siempre apresurada. La temporada de ballet había comenzado ya y el estelar del año, que el Ballet nacional en compañía de la Orquesta Nacional de Alemania preparaban, eran nada más y nada menos, que El Cascanueces, cuya presentación sería el clímax en la carrera de los bailarines y músicos principales que laboraban en ella. Por ende también, que los ensayos fueran extenuantes y sobre todo muy agotadores. Ella lo sabía…
Edeline Loev, alemana de nacimiento y proveniente de la ciudad de Berlín, era una chica bailarina, que interpretaría a Clara… la princesa del Cascanueces. Su papel, aparte de importante y de renombre, era sin duda de los más agotadores y presionados de la representación. Aunque Edeline estaba a acostumbrada a la presión y a la dureza de los ensayos, no tenía ni idea, cuando gano el papel de princesa, que sería así de duro. Esa misma mañana, el director del Ballet, el joven y cascarrabias Dietrich Becher, la había hecho ensayar durante casi tres horas seguidas, la misma pieza, una y otra y otra vez. "Hada de azúcar" era sin duda su pieza favorita del ballet, pero estaba por volverse su pesadilla. La pieza volvería sus cabellos rubios, canosos y terminaría por romperle los pies. Su ensayo había terminado cuando Allison, la pianista de la orquesta y la chica que en poco tiempo se había vuelto su mejor amiga, tocó hermosamente la pieza y la inspiró a ella misma a dar lo mejor en ese ensayo. Dietrich y Syd, el maestro de orquesta, habían quedado totalmente complacidos con el trabajo de las chicas y les habían permitido bajar del escenario, la jornada terminaría ahí.
Sin embargo, eso no había sido lo mejor del ensayo. Lo verdaderamente genial de aquella última pieza ensayada, había sido el caballero apostado en el pasillo de entrada del auditorio. El joven rubio y –podía apostarlo- de ojos azules. El chico que había ovacionado el trabajo de las señoritas en el escenario, el que la había alegrado al terminar la pieza. Sí, ese… el amigo de Allison. No sabía porque, no tenía ni la menor idea, de cómo o porque se había sentido nerviosa de repente y le habían entrado unas ganas locas de sonreír por la presencia del chico. Se dijo que era solo por la emoción de que alguien hubiera alabado la pieza, de que alguien hubiera llenado el lugar de aplausos y la hubiera motivado para continuar ensayando. Pero… muy en el fondo, sabía que no era solo eso.
Sin más, decidió no preocuparse por esas cosas y salir en busca de Allison, era tarde y ella moría de hambre. Allison, había llegado tarde esa mañana y después de su ensayo, le era posible retirarse, ya que los violinistas acaparaban toda la atención del maestro de orquestas, dado su bajo rendimiento en la misma pieza que acababa de bailar. Se cambió el traje de ensayo y se puso unos jeans claros, esos días hacía algo de frío, así que optó por una blusa con cuello de tortuga color rosa pastel y un suéter negro, el mismo con el que había llegado. Y como esa mañana, en que había corrido por la ciudad para llegar a tiempo a su ensayo, luego de trasnochar ensayando, tuvo que dejarse las puntillas de ballet, a falta de zapatos normales. Se puso unos calentadores negros para no pasar frío y tomó su mochila, rumbo al escenario, donde encontraría a Allison y Dios se apiadara de que no estuviera aún con su amigo o peor aún, abordada por Kris.
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=En el escenario…=
-¿Cómo se llama?- fue lo primero que el Kaiser pregunto en cuanto Allison estuvo frente a él. Seguía perdido en la visión de aquella hermosa bailarina, le había provocado tan solo unos momentos atrás, pero eso le importaba poco, quería saber su nombre, de hecho, quería poder conocerla.
-Hola, si, que gusto verte amiguito- respondió su amiga entre risas, ante la reacción que su mejor amiga había provocado en el Kaiser.
-No te hagas la chistosa… dime su nombre- le pidió el Kaiser ahora con un tono menos autoritario que el anterior, pero muy, muy rogón.
-Ja, ja, ja… no te lo diré- rió la americana- Solo diré que es la bailarina principal de la obra- le contó
-Es muy bonita…- susurró el alemán, un poco colorado para sorpresa de Allison- ¿Por qué no me dirás?- preguntó entrecerrando los ojos, acusadoramente.
-Porque, ¿qué es la vida sin algo de retos?- le bromeó ella- Si te gusta, ten el valor de acercarte. Y por cierto… ¿qué haces aquí? Infórmame….- pidió. El Kaiser dudó en decirle cual era la razón de su visita, de un momento a otro se había arrepentido de cumplir con la misión que le había sido encomendada, más que nada porque Allison estaba feliz y sabía que no debía arriesgarse a cambiar su estado de ánimo. La chica era una fierecilla dormida, que despertaría cuando le dijera lo que tenía que decirle. Pocas cosas podían asustar al tan poderoso y cotizado Karl Heinz Schneider, pero sin duda Allison molesta, eso le daba miedo hasta al más valiente… excepto a Genzo.
-¿Molesta con Genzo?- preguntó para comenzar a adentrarse en el tema, no era un cobarde, jamás se echaría para atrás en una misión.
-No me recuerdes al bobo- espetó ella de repente, irritada.
-Fue culpa de Levin y mía- aceptó sin más el chico, esperando la bomba que seguro caería cuando la chica lo escuchara. No se equivocó.
-¿Fue tú culpa?- Allison estallo como era de esperarse y el chico tuvo que aceptar lo que había hecho. Sin más, se adentraron en una breve charla respecto a lo sucedido, cuando de repente, la bailarina y un chico, aparecieron para llamar la atención de Allison.
Y todo lo que se dijeron entre ellos, pasó a ser un breve susurró de fondo, ya que Schneider no podía retirar la vista de la chica que tenía frente a él. Era delgada, era alta, 1.75 le respaldaban. Tenía todo el cuerpo de una bailarina… una hermosa bailarina de ballet. Sus cabellos eran tan rubios como los de él, claros y brillantes, sedosos; largos hasta la media espalda, al menos la capa más larga, pues la más corta tan solo rozaba sus hombros. Su piel era blanca y su sonrisa por demás hermosa, pero lo que lo atrapó, lo que lo hechizó por completo, fueron sus ojos. Un extraño tono violeta cubría el iris de su mirada y le daba no solo rareza, sino una hermosura que no era capaz de explicar. Se quedó totalmente perdido en la visión de la chica, hasta que un poco brusca, Allison lo arrastro fuera del teatro, al parecer huyendo de algo. Lo guió hasta el estacionamiento, con la chica bailarina al lado de él y cuando llegaron a donde debían, un Beetle Tuning 2014 color blanco los esperaba para ser abordado.
-Sube, anda- le dijo Allison en una sonrisa.
-¿A dónde vamos?- preguntó el Kaiser totalmente perdido ante lo ocurrido a su alrededor
-Iremos a comer, hay que alimentarse. Por cierto…- la chica sonrió con un brillo de conspiración en los ojos y se dirigió a su amiga, que esperaba a poder entrar en el auto- Te presento a Karl Heinz Schneider, el capitán de la selección alemana de futbol y…-
-Del Bayern Munich- continuó Edeline con una sonrisa- Lo conozco Alli, es mi selección y mi país. Además, es el chico más conocido en todo el país- rió.
-No se lo recuerdes, ya de por sí es presumido- la acusó Allison sacando la lengua. Schneider la miró con una sonrisa de presunción y se apresuró a extender la mano a la bailarina, para saludarla.
-Es un placer…- comenzó. Edeline abrió la boca, pero Allison la interrumpió antes de que pudiera decir su nombre.
-No le digas tu nombre. Que el güerito se esfuerce en conseguir algo en su vida. Todo siempre lo consigue con facilidad- se quejó. Edeline la miró y arqueó una ceja- En serio, no le digas o te pellizco- amenazó con una sonrisa.
-De acuerdo…. No le diré. Joven Schneider, creo que deberá adivinar- aceptó la bailarina
-¡Eso no es nada justo!- se quejó Schneider. Pero ninguna de las dos le hizo caso y tuvo que resignarse a subir enfurruñado en el auto, mientras pensaba, en algunos cuantos nombres, para adivinar el de aquella chica.
Apenas estuvieron los tres en el auto, Allison arrancó rumbo a Augustiner, el restaurante que solía frecuentar, cuando comía con Edeline. En el camino, ambas chicas se divirtieron con los nombres que el Kaiser decía y se burlaban cada vez que fallaba en su elección de nombre. Llegaron al restaurante con un Kaiser muy, muy, muy ansioso de que el juego se terminara y pudiera saber el nombre de esa rubia que cada vez que reía, lo atrapaba un poco más. Era extraño, él nunca se había sentido así. Allison tenía razón, siempre conseguía lo que quería, fácil y sencillo, una sonrisa, un guiño, tan solo su presencia era suficiente en las múltiples ocasiones que había necesitado usar esos recursos, pero en ese… No solo era extraño no saber y que no le dieran lo que pedía. Era aún más extraño, esa sensación de nervios que le embargaba, ese titubear en sus palabras y esa constante insistencia a mirar a la chica, esa irrevocable idea que no se alejaba ni por segundo de su mente, ese pensamiento de que la chica era, la mujer más hermosa que pudiera alguna vez, haber imaginado.
Y él conocía chicas hermosas. Tan solo su novia, su última ex novia desde hacía un par de días (justamente uno o dos días después de haber vuelto ver a Allison a quién no veía en mucho tiempo), la última chica a la que había llamado y dulcemente, había terminado sin explicaciones ni motivos, ni siquiera en persona, por teléfono, esa chica, esa hermosa chica, de cuerpo envidiable, cabellos castaños y ojos ámbar, la Miss Alemania del año. Había comenzado a salir por ella por su belleza y próximamente por su personalidad, quizás no se había encariñado, pero sabía que era hermosa. Y en su momento, cuando creyó sentir algo por su mejor amiga, también había pensado en Allison Mondragón, como una mujer hermosa. Lo era, sin duda lo era. Pero esa bailarina… esa chica de ojos extraños y cabellos dorados, esa mujer de sonrisa cantarina y voz aterciopelada, ella era… única.
Por su parte, desde la parte trasera del auto, Edeline se preguntaba: ¿por qué sus ojos rodaban de vez en vez hasta posarse en él alemán? ¿Por qué de repente había quedado atrapada? Karl Heinz Schneider, lo conocía, lo había visto en algunos partidos, en la TV y en los programas donde se presentaba con su novia, Michelle Oppenheim, miss Alemania del año, sí… siempre había pensado que era guapo, pero nunca creyó que su atractivo fuera capaz de atraparla, como lo hacía en esos momentos. Sus cabellos eran rubios como los de ella, cortos y alborotados, sus ojos eran aguas en calma, azules y profundos como el cielo, pero cubiertos con una dulzura que no podía interpretar. Era más alto que ella, al menos por una cabeza y su cuerpo era la imagen pura de una escultura griega, claro debido a que era un chico que se mantenía en forma. Era muy, muy guapo… pero era su personalidad, muy distinta a la que habría imaginado propia de él, la que sin esperarlo, la había capturado y cautivado, la había hecho sonreír y la que hacía que su presencia le provocara nervios.
Apenas habían pedido algo de beber, Allison se excusó alegando una llamada de su maestro de orquestas que la esperaba insistente en el teatro por alguna cosa extraña, un ensayo de última hora. Y así pues, solos y con toda una comida por delante, Schneider y Edeline se quedaron ahí, solos, charlando…
-¿Alice?- preguntó él esperanzado
-No, para nada- rió ella. Habían pedido ravioles con champiñones, pero ninguno picaba demasiada comida. Ella reía ante las propuestas de él y Schneider se mataba en pensar en más nombres.
-¿No hay alguna pista?- preguntó al cabo de un rato, justo cuando el mesero se llevaba los platos vacíos y dejaba solo dos nuevas bebidas, piñas coladas sin alcohol.
-¿Qué precio tiene una pista?- preguntó ella divertida. Había pensado en decirle su nombre cuando Allison se había marchado, pero es que en serio era divertido jugar con el futbolista.
-¿Tiene que haber precio?- preguntó él una sonrisa que la derritió por completo- Hm… ¿te gusta la tarta?- preguntó
-Oh dios, me encanta, sobre todo la de frambuesas- comentó con la boca echa agua.
-Entonces ofrezco una rebanada de tarta de frambuesa, por una buena pista de tu nombre- sin duda era bueno negociando o ella estaba ansiosa por comer tarta, ya que no se lo pensó demasiado y cayó rendida ante la propuesta. Así pues, el Kaiser pidió el postre y cuando lo tuvieron enfrente, la miró como diciendo: ¿Y la pista?
-De acuerdo… una buena pista….- pensó un poco, no tenía nada en mente- ¡Ya sé! Mi nombre empieza con la letra "E" y termina con la letra "E"- rió
-¿Es en serio?- preguntó el Kaiser, la pista estaba complicada.
-Muy en serio joven Kaiser- rió ella. Schneider picó un trozo de tarta, pues él claro que también quería y se lo metió a la boca. Pensó unos momentos y se arriesgó cuando dijo:
-¿Elke?-
-No- rió ella- Ni siquiera sabía que ese nombre existiera.
-Debe haber otra pista que me ayude a saber tu nombre- se quejó él- Esta está muy difícil
-No, no lo está, es solo que eres pésimo en el juego- se mofó ella- Bueno, bueno… haremos esto, solo porque me has atrapado con la tarta, tienes dos intentos más y si fallas, te diré. El costo de perder, es deberme un Frappé- rió.
-Con razón eres amiga de Allison- se quejó el chico en una sonrisa- Son igual de sonsacadoras. Pero vale... acepto-
-Entonces… ¿Qué opciones tienes?- preguntó ella comiendo un trozo de tarta
-¿Elfriede?- preguntó el chico y ojala hubiera errado, porque el nombre era espantoso.
-Tus hijos tendrán pésimos nombres, de seguro- se mofo ella
-Oh… bueno, ¿Y qué tal Else?- preguntó- Es mi última idea
-Me debes un frappé- Edeline celebró la victoria y luego por fin, le contesto- Me llamo Edeline Loev, un placer conocerlo, joven Kaiser- sonrió. Y el correspondió de igual manera, porque el nombre, como la chica, era hermoso.
Continuaron charlando de sus nombres, hasta que la tarta se terminó y ella decidió que era hora de ir a casa. Como el Kaiser no llevaba auto ese día, ya que su flamante carro estaba en el taller, se ofreció a llevarla en taxi y ella aceptó en parte por ser amable y aceptar el ofrecimiento y en parte porque una parte de ella, en lo profundo de su ser, se moría de ganas de seguir en su compañía. El viaje camino a casa resultó muy entretenido, pues el Kaiser se enteró de que la chica era proveniente de Berlín y de que su hermana y su madre vivían en la ciudad natal de Edeline. Ella por su parte, se enteró de que el Kaiser era originario de Hamburgo y que sus padres y su hermana residían ahí. Cuando llegaron a casa de la joven, Schneider como todo caballero la acompañó hasta la entrada de un pequeño departamento en una zona donde los departamentos, eran pequeñas casitas de tan solo dos pisos.
-Me alegra haber podido comer contigo- le dijo ella al despedirse. Karl sonrió y respondió, lo más dulce que podía.
-Espero que se repita-
-Cuando quieras- fue lo único que ella dijo, antes de entrar a casa. Schneider la miró hasta que la puerta se cerró y se retiró del lugar a pie, caminando hasta la avenida donde pudiera conseguir un taxi y llegar a su lujoso pent-house de soltero, en las afueras de la ciudad. Su sonrisa duró toda la tarde y en su mente, planes para volver a ver a la chica, comenzaban a formarse.
CONTINUARÁ…
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NOTAS:
*Edeline Loev es un personaje propiedad de JulietaG.28
*Dietrich Becher y Syd, son personajes propiedad de JulietaG.28
*Allison Mondragón, es un personaje de JulietaG.28
*Los ojos de Edeline, de un color violeta, no son invento mío y a la vez sí. Existe en el mundo, una rareza desconocida para la ciencia, conocido como Génesis de Alejandría, que es una mutación genética en la cual se nace con los ojos de color gris o azul pero alrededor de los siguientes seis meses después de que han nacido, los ojos comienzan a volverse color Violeta o Púrpura. Dicho mito urbano, es más una creencia que una realidad, pero debo decir que me cautivo bastante, al punto que me arriesgo y usando la ficción, les presento unos ojos púrpura, en la protagonista del Kaiser.
*Te invito a conocer los hechos que rodean la culpa del Kaiser y a descubrir lo que el sintió, la primera vez que vio a Edeline, enDEL ODIO AL AMOR, que es la segunda entrega oficial del proyecto Mundial De Locos. Puedes encontrar esta historia en mi perfil y engancharte a la historia que he preparado para el portero favorito de esta autora y una chica muy peculiar. ¡No olvides comentar!
*Jeté, Grand Jeté, I Love You, es la primera entrega extra-oficial del proyecto Mundial de Locos y la traigo para ustedes, en un sub apartado de la colección, donde podrás encontrar, las historias que rodean la vida, de los jugadores europeos que acompañan a nuestros queridos japoneses en los preparativos Rumbo al Mundial. ¡Espero te guste!
*La portada de esta historia, es nada menos que la portada de la revista en que apareció el éxito del Ballet el Cascanueces. Este reportaje, lo puedes encontrar en Comienza con un beso, que es la cuarta entrega oficial de este proyecto. Si deseas ver con más detenimiento esta portada, te invito a visitar mi DeviantArt (link en mi perfil)
*Esta historia es dedicada a CANDY, quién se ha enamorado del Kaiser y no ha parado de insistir con su historia. Espero te guste y ¡no te enamores demasiado! Te quiero.
¡Hola a todos! Bueno, como pueden ver, la historia del Kaiser está de nuevo en Fanfiction, editada y lista para comenzar. Por cuestiones personales, me decidí a quitarla de la red, pero con los ánimos puestos en el proyecto MUNDIAL DE LOCOS, he llegado a la conclusión de comenzar a subir la primera historia de un jugador europeo. Espero que les guste y que se animen a dejar algún comentario, bueno, malo o regañándome por ser tan mala. Si algún lector, leyó COMIENZA CON UN BESO y comentó la historia después de que terminó, me alegro de anunciar que leo todo lo que envían y que me he sentido inmensamente feliz, de que esa historia les haya gustado y que me animen a continuar, espero no defraudarlos. ¡Saludos!
Con cariño. JulietaG.28
