Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me

1.

Frío. Todas las células de mi cuerpo, cubiertas por una sutil capa de escarcha que las mantiene bloqueadas, exudan tal sensación. Y, sin embargo, ¿por qué vuelvo a tener conciencia de existir? Un momento... Algunas de estas células parecen salir lentamente de mi forzosa hibernación, cortesía de mi maestro, Camus de Acuario, y perciben, percibo, un cosmos cálido, de naturaleza apacible y tranquila. ¿Atenea?...no, resultaría más intenso y, en el fondo, más ajeno…más "divino", por así decirlo. Se trata de un cosmos humano, y parece arder con más fuerza por momentos, acelerando el despertar de mi cuerpo entumecido. Conozco ese cosmos…Shun… Seguro que es él. Por un instante parece arder con mucha más intensidad, para luego desvanecerse lentamente, como lo haría una estrella milésimas antes de explotar, y desaparecer en una nube de polvo cósmico. Dioses, Shun…¿no habrás sido capaz de…?

Siento ahora cómo el hielo que antes penetraba en mi cuerpo afilado como cuchillas se bate en retirada, derritiéndose vencido por el imparable avance de la cálida y agradable sensación que me rodea e invade por completo. Todavía entumecido a pesar de todo, trato de moverme, pero un peso me lo impide. Abro al fin los ojos, e identifico la razón de mi obstrucción y a la vez mi salvador como, efectivamente, el dulce caballero de Andrómeda, inmóvil y con el rostro lívido. Logro alzarlo lo suficiente como para salir de debajo, sentarme y recostarlo sobre mi regazo, con esfuerzo y cuidándome de no realizar movimientos bruscos que puedan incomodarle. Apoyo mi cabeza contra su pecho, y a duras penas consigo distinguir una sucesión de débiles latidos. Un regusto salado llega a mis papilas gustativas procedentes de un líquido transparente que se hace paso a través de mis labios, entreabiertos. Lágrimas inundan mi rostro, y me permito permanecer en esta posición por breves instantes. Amigo mío, ¿acaso te has ofrecido en sacrificio, haciendo arder tu cosmos hasta el límite para así obrar el milagro y devolverme a la vida? No soy merecedor de tamaña atención… pero bajo ningún concepto permitiré que mueras, o que tu sacrificio sea en vano.

Puedo percibir los cosmos de Seiya y Shiryu no muy lejos de aquí, agitados, como si estuvieran en combate. Miro a mi alrededor, y constato que todavía nos encontramos en el templo de Libra. ¿Acaso todavía sigue vigente la batalla de las Doce Casas? Si es así, no puedo perder más tiempo. Por Atenea, por Shiryu y Seiya…y en especial por Shun, que me ha obsequiado con la más preciosa prueba de amistad. Me levanto, tomando entre mis brazos al inconsciente caballero de Andrómeda, y salgo de la séptima casa. El sol me ciega por momentos, así que giro mi cuello. Desde esta nueva posición consigo ver la torre del reloj. Siete de las llamas se han extinguido ya, y súbitamente siento el cosmos de Seiya elevarse con intensidad por momentos, para ser reprimido a continuación por otro desconocido, mucho más potente si cabe. No están muy alejados de aquí, por lo que debe tratarse del templo del Escorpión Celeste. De nuevo siento la energía del caballero de Pegaso, a la que ahora se le une la de Shiryu, crecer, intuyo que en un nuevo embate, y una vez más parecen ser abatidos por ese otro cosmos. Debo darme prisa, por lo que comienzo a ascender las escaleras a toda la velocidad de que soy capaz sin perturbar a Shun.