Aclaraciones importantes.

-Hades no murió, Athena encerró su poder divino en la ánfora y dejó su cuerpo en letargo por los siguientes 200 años.

-Apolo sólo suprimió las memorias y los cosmos de los cinco de bronce y la Diosa, creándoles vidas alternas.

-No tomaré en cuenta las Ovas/Películas.

-Pensamientos en cursiva

-Saint Seiya es propiedad de Masami Kurumada y TOEI. Yo escribo sin fines de lucro y sólo por diversión.


Introducción

Tres pares de ojos se encontraron frente a la enorme puerta doble de inmaculado color marfil, en esta se podían ver talladas formas que simbolizaban a los olímpicos, cetro, tridente, arco, martillo, espada, entre otras, y justo al centro, donde se encontraba la unión de aquella imponente entrada, sobresalía la figura de un rayo.

Azul cielo, azul rey y verde esmeralda se enfrentaron en una batalla de miradas que ninguno se iba a permitir perder.

La tensión era palpable.

-Athena, un deleite volver a verte, tan radiante y hermosa como siempre. Hades, querido hermano, me alegra que te estés recuperando tan rápidamente- la voz pacífica del Dios de los Mares rompió con el incómodo silencio.

-Gracias por tus palabras hermano- el pelinegro observó parcamente a su par y luego dirigió su atención a la única mujer presente- Athena, cada rencarnación hace mayor justicia a tú gran belleza.

-Poseidón, Hades- fue lo único que contestó la regente de la tierra ante los halagos realizados, sin modificar su semblante.

-Hermanos míos, con palabras tan galantes, voy a pensar que intentan cortejar a mi pequeña hija- un rayo de luz se hizo presente deslumbrando por algunos momentos a las tres deidades, poco a poco el brillo fue desapareciendo para dar lugar a una figura conocida por todos.

Cautivadores ojos azul eléctrico, cabello dorado con ligeros toques plateados a la altura de los hombros, piel perfecta color morena claro, facciones maduras pero atractivas y cuerpo bien formado enfundado en una túnica azul con toques dorados.

Zeus se hacía presente.

-Aunque no puedo negar la veracidad de los comentarios.

-Zeus/Padre.

Los representantes de la Tierra, los Mares y el Inframundo realizaron una reverencia, pero sólo la de cabellos lilas mantuvo la postura de respeto.

-Hija mía, levanta la cabeza y déjame mirar el rostro que por muchos siglos me ha sido privado.

La ojiverde obedeció al Rey de los cielos y dirigió la vista a su padre dedicándole una mirada de profunda serenidad.

Zeus se la regresó con cariño.

-El tiempo ha sido favorable contigo querida hija- rozó delicadamente con sus nudillos la mejilla de la joven, quien aceptó sin problemas la caricia -es una lástima que sigas privando al Olimpo de tus bondades.

-Sabes la razón padre- Athena pronunció la frase en forma tajante, Zeus retiro la mano mientras emitía un leve suspiro resignado

-Entremos al salón, todos estamos expectantes a lo que tienen que decirnos- el Supremo Rey se encamino a paso tranquilo a la puerta que se abría ante su presencia, los dos hombres restantes cedieron el paso a la joven y una vez que entraron se volvió a cerrar.

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-Esperemos que todo salga bien-el segundo protector de Géminis soltó aquella frase en un susurro sin dejar de mirar la entrada dimensional por la que hace unos minutos la figura de su Diosa había desaparecido

Se encontraban en un Santuario construido en el pico Mitikas, Monte Olimpo, Grecia, el cual era considerado desde tiempos antiguos, como espacio neutral entre los Dioses; y solo aquellos que poseían sangre divina, podían traspasar al destino donde Athena se dirigía.

El salón de Guerra de los Olímpicos.

El lugar donde se habían llevado a cabo las reuniones desde que los Olímpicos salieran victoriosos en la batalla contra los titanes. Tales como el nombramiento de Zeus a Dios Supremo, o la repartición de los dominios. El lugar donde las leyes se generaban, donde se discutían problemas de grave índole, pero, sobre todo, donde se dictaban los castigos a Dioses y humanos por igual.

-Saldrá bien Kanon. Confiemos en ella-El ex Santo de Aries trató infundirle confianza, pero no podía negar que él también se encontraba ansioso por aquella reunión de deidades.

Desde que Athena mencionó que se reuniría con los principales Dioses del Olimpo, la preocupación que embargó al de ojos amatistas no lo había abandonado. El tema era complicado: la liberación del monolito y su regreso a la vida.

La Diosa, en su infinito desasosiego al observar el castigo impuesto a los más poderosos de su ejército, recurrió a todos los medios existentes para darles otra oportunidad de vivir. El riesgo era claro. Pero no se amedrentó ante las posibles consecuencias con tal salvarlos del confinamiento eterno.

Athena tenía confianza de poder negociar un tratado de paz.

Y por eso, el nuevamente Patriarca se encontraba en aquel lugar junto al menor de los gemelos. La pelilila declaró que sería acompañada por dos Santos-aún no confiaba del todo en sus iguales-la única condición que le pusieron fue abstenerse de llevar-tan cerca de ellos-a cualquiera de los nacidos bajo el signo de Sagitario-por precaución-y como Dohko se quedaría a cargo y Shaka aún no estaba del todo estabilizado por su regreso al mundo de los vivos; Kanon fue la opción más viable, ya que ni por error llevarían a Saga tan cerca de Ares.

Un despierto Poseidón y un recuperado Hades-que aumentaba la preocupación de todos-solicitaron el mismo derecho.

El peliverde dio una mirada fugaz a los extremos de aquel salón, Pandora se encontraba junto a Radamanthys del lado derecho, mientras que del izquierdo Tethis y Sorrento, este último sostenía a un desmayado Julián.

-Todo saldrá bien-repitió nuevamente más para tranquilizarse a sí mismo que al gemelo.

Kanon hizo un asentimiento con su cabeza dándole la razón al Patriarca, pero no podía quitarse aquel mal presentimiento.

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-Dioses del Olimpo, después de muchos siglos, por fin nos encontramos reunidos- Zeus estaba sentado en un gran trono de oro, decorado con rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes en los bordes. A su derecha, Hera le hacía compañía en uno parecido, pero en color plateado -no imaginan la dicha que me produce verlos a todos en este recinto- diez escalones abajo, sentados en sus respectivos tronos y en una mesa de media luna, las deidades más importantes lo miraban con atención -aunque me hubiera gustado que el motivo fuera de otra índole- los ojos azul eléctrico pasearon por los tres olímpicos involucrados.

-No demoremos más. Athena, Poseidón, Hades. Los escuchamos.

La atención se giró hacia los mencionados.

-Bien, dado que mis acciones fueron las que desencadenaron esta situación. Seré directa- Athena miró firmemente a cada deidad en el salón, no podía darse el lujo de flaquear ante ellos. No ahora.

-No pienso aceptar, bajo ninguna circunstancia, cualquier castigo que quieran aplicar hacia mis Santos-el tono duro con que hizo esa declaración, le hizo recordar a más de uno al regente del Olimpo.

-Ninguno tiene porque volvera sufrir consecuencias por defenderme a mí, y a la Tierra que está a mi cuidado-su voz no bajo de tono y mantuvo su semblante serio-a estos hombres se les enseñó desde la era del mito, que su misión es salvaguardar el planeta de cualquier amenaza que quiera destruirlo-hizo una pausa, tenía que elegir las palabras correctas-juraron protegerme y seguirme al final de los tiempos, juraron proteger a la humanidad. No es justo condenar a personas que lo único que hicieron fue cumplir su deber con determinación férrea-los iris verdes se oscurecieron y brillaron con dureza-Juzgarlos por esas acciones es irrisible. Por ello, cualquier sanción que hayan pensado en aplicar en su contra será, simplemente, enfrentada-sentenció la última oración mientras miraba sin titubear al soberano de los cielos.

El silencio se hizo presente.

Sabía que la última palabra podía ser tomada como una declaración de guerra, y aunque era todo lo contrario de lo que estaba buscando, tenía que dejar en claro que no aceptaría un agravio más hacía sus caballeros y mucho menos a la humanidad.

Ya era suficiente de tantas guerras, ya era suficiente de tantas pérdidas, estaba harta de tener siempre que rencarnar para vivir el dolor una y otra vez de ver morir siempre a los humanos por los caprichos de los Dioses. Estaba harta de no poder conocer todas las maravillas de la Tierra que le fue otorgada.

Pero sobre todo, estaba harta de tener que dejar a los Santos a merced de los castigos de sus iguales.

Reprimió con todas sus fuerzas la punzada de dolor que buscaba hacerse presente ante el recuerdo de los Caballeros Dorados atrapados en el monolito. La desesperación, tristeza e impotencia que sintió en ese momento, calaron en lo más hondo de su ser.

Eso fue el límite de su entereza.

Eso la orilló a los extremos para regresarlos a la vida.

Miro al mar y al inframundo.

Eso la había hecho liberar a Poseidón y Hades.


Aquí el primer capítulo de esta historia.

Espero les agrade, no será muy larga, pienso que uno capítulos más. Espero no confundirlos con la secuencia de los tiempos.

Acepto críticas constructivas.

Nos leemos pronto.