¡Hola!

Bueno, este es un fic para Leona NTF 01. Pidió a Casey deseando regalarle algo a Raph por x motivo, pasando varios problemas para lograrlo y todo esto en un +ámbito romántico; y pues lo escribí, ya que oferté hacer una pequeña escena Rasey a las primeras tres personas que así lo pidieran.

xD sé que la extensión delata que no hice una "escena" y ya, pero por más que traté de resumir la idea simplemente no quedaba bien siendo corta y pues… aquí está el resultado.

Además, me esforcé un poco más y si lo desean, este fic puede colocarse como antecedente a RaseyWins OuO

Leona, espero que te guste, y que la larga espera se justifique aunque sea un poco.

¡Muchas gracias a todos por leer nwn/ !

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A Casey no le gustaba hacer las compras.

Era algo que sencillamente le aburría. Leer la lista, recorrer interminables pasillos, buscar en los anaqueles, tachar las cosas, pagar. Ahg. La sola idea de enumerar todo lo que suponía abastecer la despensa lo llenaba de fastidio.

O al menos, así fue hasta que April lo convenció de ir dos millas adelante al supermercado del pueblo vecino.

—Estoy harta de los sándwiches —le había dicho mientras tomaba varios paquetes de pasta, carne y algunas latas—. Ve a ver qué les llevas a los chicos mientras yo termino aquí.

De momento el vigilante se había sentido ofendido al ser tratado como un niño, pero si ser un niño significaba salvarse de hacer las compras, eso sería: un mocoso.

Rápidamente se dirigió al pasillo de dulces y tomó un paquete de gusanos de gomita para Mikey, fue a ferretería y tomó un par de cosas que creyó Donnie apreciaría añadir a su laboratorio, y finalmente fue a papelería por un comic para Leonardo.

Se detuvo en seco frente a panadería y miró a todos lados, confundido.

¿Qué le llevaría a Raphael? ¿Frituras? ¿Comics? ¿Dulces? ¿Pastel? ¿Juguetes? ¿Una pesa? Tomó un trocito de pan de una charola de degustación y fue a preguntarle a April qué debería llevar, sólo para recibir la mirada de fastidio y diversión de la pelirroja.

—Es tu mejor amigo Casey, tú debes saber qué es lo que le gusta.

—Raph casi no habla conmigo de ese tipo de cosas Red, eso sólo lo hacía con…Spike —respondió suprimiendo el tinte de celos de su voz sin mucho éxito—. Así que… ¿alguna sugerencia?

—Mmm no realmente —contestó con simpleza, le palmeó la espalda y añadió—: estoy segura de que sin importar lo que le lleves, a él le gustará.

Y así fue como tras lo que se sintió como mil vueltas al lugar tomó una lata de insecticida. La que sin saberlo, le ofreció uno de los paisajes más bonitos y desconocidos que existían en el mundo, así como una nueva adicción: el rostro de Raph sorprendido y feliz.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó el ninja dándole vueltas una y otra vez a la lata entre sus manos—. Esta sólo se consigue en las ferreterías del centro…

—Sí, bueno, supongo que tuve suerte —respondió embelesado ante el brillo absolutamente dulce y especial que iluminaba la alegre mirada del ninja—. Entonces dime… ¿de verdad te gustó?

—¿Gustarme? rayos Casey, ¡estoy hasta agradecido! Ahora ya no tendré que limpiar todas las noches la cocina para evitar que esos bichos llenen la estufa.

El vigilante observó la sonrisa de Raph al leer por enésima vez "Super Hyper-Mega Asesino" en aquellas letras doradas aplastando una cucaracha y no pudo evitar sonreír. Justo cuando creía que conocía todo Raphael algo ocurría y una nueva faceta surgía del ninja haciéndolo quererlo más.

Aún sonriendo aventuró su brazo sobre los hombros del menor y se pegó un poco más de lo debido a su costado. Cuando éste no se extrañó del aparentemente inusual contacto y por el contrario se mantuvo tranquilo bajo su tacto, el vigilante sintió que por fin iba en buen camino para conquistar a Raphael.

Porque oh sí. A Casey le gustaba Raphael.

Pero no de esa manera en que alguien te cae bien y no tendrías problemas con salir de vez en cuando, dar unos besos por aquí, repartir algunas caricias por allá, llevarse bien y platicar las partes más emocionantes de la película en turno.

No.

Al ninja lo quería para pasar tardes enteras haciendo nada, para platicar sobre lo más tonto o serio del mundo, para besarlo como si de verdad fuera posible expresar todos sus sentimientos en aquel cálido y jodidamente enloquecedor contacto, para abrazarlo por largas horas incluso si hacía calor, para hacerlo feliz y estar con él todos los días de todos los años… para simple y complicadamente amarlo con ese cúmulo de emociones confusas, intensas y parpadeantes que sólo surgían al pensar en él.

—¿Te gustaría que la próxima despensa te trajera algunas latas más?

—¡Claro que sí!

—De acuerdo —respondió. El ninja le miró una última vez con esa expresión alegre y relajada que le hacía lucir como si de verdad tuviera quince y escapó de su abrazo, lo sacó a patadas de la cocina y con lata en mano recorrió toda la cocina hasta vaciar por completo su contenido.

Y así fue. Semana tras semana condujo con o sin April tres millas al oeste al supermercado del pueblo vecino y sin falta le entregó dos latas de insecticida al ninja de rojo. Sin embargo, descubrió que si bien el brillo en los ojos del ninja aparecía tras cada nueva entrega, no era el mismo de aquella primera vez. Trató de cambiar de regalo e incluso consiguió "Super Hyper-Mega Asesino Exterminador" pero no resultó. Ni siquiera las sodas coreanas de extravagantes sabores conseguían igualar aquel lindo brillo y felicidad de la primera vez.

Así que decidido a recuperar ese brillo, hacer genuinamente feliz a Raphael y eventualmente hacerlo su novio, el vigilante se propuso regalarle la cosa más genial que el ninja hubiera deseado jamás.

Pero para eso necesitaba investigar.

Primero le preguntó a Donnie.

—Oye Donatello, ¿tú sabes qué es lo que más le gusta a Raphael?

—No realmente —respondió sin alzar la mirada de sus tubos de ensaye—. ¿Por qué lo preguntas?

—¿Eh? ah, por nada en especial —Hojeó distraídamente unos papeles que estaban en el escritorio y tras lo que creyó una adecuada pausa, prosiguió—. Sólo pensaba en que nunca le agradecimos que se hiciera cargo de mucha de la limpieza de la casa y pues… mejor tarde que nunca ¿no?

El dueño del bo detuvo su mano a milímetros de vaciar el contenido de un tubo a otro y miró su laboratorio. Sí, en realidad ya habían pasado un par de días desde su regreso a la ciudad y nadie había mencionado ese detalle en la repartición de tareas.

—Pero recuerda que fue él quien se ofreció a hacer la limpieza de la cocina y el baño por fuera de la limpieza mensual, creo que no hay nada que agradecer —Finalmente juntó ambos líquidos en un solo tubo y presuroso anotó los resultados—. Y si no mal recuerdo eras tú quien se escapaba de la limpieza y no hacía su parte —El vigilante rió torpemente. Entonces sí habían notado su ausencia—. Así que si debes agradecer a alguien hazlo a todos por no golpearte al dejar los pisos a medio barrer…, a todo esto ¿qué tiene que ver lo que le gusta a Raphael con agradecerle? ¿Vas a regalarle algo? ¿Acaso tú…?

—¡Oh Dios mío, Donnie, tu laboratorio explota! —gritó lanzando un tubo de ensaye sobre la cajita de polvos del científico y aprovechando el estruendo de la aparatosa explosión huyó del lugar, preguntándose en un pequeño rincón de su mente si Donnie había logrado salir con vida del lugar.

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También le preguntó a Leo.

—Hola Leo.

—Ah, hola Casey, ¿qué pasa?

El vigilante se sentó junto al líder de azul, sacó el mapa que había trazado minutos antes y lo extendió frente al ninja.

—Pasa que creo que es hora de divertirnos un poco.

—¿Qué es esto?

—¡El plano de la Comic-Con por supuesto! —Sacó un plumón e hizo anotaciones por todos lados—. Pensé que si íbamos en la madrugada y nos apresurábamos podríamos visitar todos los stands y lo mejor, sin hacer fila.

La idea emocionó a Leo de sólo imaginarla: cientos y cientos de artículos de Space Heroes ante sí, incluso podría ver la figura del Capitan Ryan con el defecto de fábrica que sal hacerlo guiñar el ojo izquierdo en vez del derecho, se había convertido en el más costoso de la historia. Pero rápidamente su lado analítico halló problemas en el plan y detuvo el parloteo feliz del vigilante.

—¿Pero cómo vamos a entrar? Tengo entendido que la entrada es desde muy temprano y algunas personas acampan fuera del lugar…

—Planeando Leo planeando. Mira, aquí está en stand de Konan y aquí el de SRMF, en cuanto Mikey decida cuál quiere ver lo contemplaremos en el plan; después iremos a donde Donnie prefiera ir y para el gran final el de Space Heroes. O el gran inicio, como tú quieras Leo —Le palmeó animosamente la espalda y suspiró feliz—. ¿Un gran plan no? Pero…, creo que hay un problema…

—¿Cuál?

—No sé qué es lo que más desearía ver Raph, así que el plan está incompleto… —notó que Leo estaba pensando seriamente y sonrió. Su ridículamente larga excusa funcionaba a la perfección—. ¿Alguna idea sobre lo que a Raph más le gustaría ver o conseguir?

Leo concentró su mirada en el mapa y mordiéndose el pulgar trató de ubicar el stand de mayor preferencia de su hermano menor. ¿SRMF? No. ¿Konan? No. ¿Space Heroes? Menos. Miró el mapa de nuevo. GoT, XMen, TWD, MLP, Marvel…

—Realmente no tengo idea de que le podría gustar —admitió el de azul tras lo que sintió una eternidad de mirar el mapa—. Aunque… —Casey recuperó la esperanza perdida hace pocos segundo y miró ilusionado el largo rectángulo que señalaba el líder—. Si este es el stand de Batman vs Superman quizá aquí quiera ir. Creo que una vez vio Batman y le gustó.

Casey suspiró exasperado y cerró bruscamente el mapa que en realidad sólo era un montón de rectángulos y cuadrados dibujados al azar. Negó un par de veces con la cabeza y se retiró de la sala.

—¿Sabes Leo? Creo que la Comic-Con en realidad ya pasó. Más suerte para la próxima amigo.

—Pero…, pero… —balbuceó el menor y el peso de sus ilusiones muertas lo aplastó tristemente en el suelo, donde empezó a lamentar su suerte—. ¡Yo quería ver al Capitán Ryan…!

Casey rompió en trocitos la cartulina donde supuestamente debía entregar su tarea de Educación Ambiental y bufó molesto. ¿Cómo era posible que ninguno de sus hermanos supiera los gustos de Raphael? ¿Qué ninguno pudiera ofrecerle una minúscula pista sobre qué regalarle? Bufó de nuevo. En realidad no tenía muchas razones para enojarse, después de todo, él era quién desde un inicio no sabía los gustos del ninja y por tanto debía pedir ayuda. Sacó los patines de sus tenis y decidió dar una vuelta por los alrededores, quizá un largo paseo le ayudaría a inspirarse, o tal vez Mikey querría unírsele para hacer una carrera y… ¡Mikey! ¡Por supuesto! ¿Cómo no se le había ocurrido antes preguntarle al menor de los Hamato? Entornó los ojos y se dirigió a toda velocidad a su habitación. Esta vez, probablemente sin ningún plan o excusa complicada, sería capaz de obtener su tan preciada respuesta.

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—Hola Mikey —saludó y se sentó casualmente a los pies de la cama—. Oye Mikey, ¿tú sabes si hay algo que Raphael quiera mucho?

Mikey bajó un poco el volumen de la tv y miró momentáneamente a Casey.

—¿Querer? Bueno, sé que quería mucho a Spike.

El vigilante entornó los ojos.

—Sí, sé que quería mucho a Spike —repitió notando el tinte de celos en su voz—. Pero me refiero a algo material, a algo que realmente desee obtener y que nunca haya tenido… ¡a algo que realmente lo haga feliz! —exclamó desesperado—. Mikey ayúdame…

El de naranja finalmente apagó la tv y miró fijamente a Casey, sintiendo que había algo detrás de ese "hacerlo feliz" que el vigilante no estaba diciendo, algo que sin embargo, era completamente notorio.

Sonrió en complicidad y cruzando las piernas se sentó junto a él.

—El comic favorito de Raph es "From the Sewer", y tengo entendido que en el número que Raph lee todo el tiempo reapareció Galat, un hombre lobo que todos creían muerto pero que en realidad, estaba infiltrado en el bando enemigo ocultándose dentro de un robot exterminador. Él siempre ha querido la colección de figuras que salió de él pero nunca la ha conseguido, quizá si se la compras, lo hagas feliz.

Casey bajó la mirada, pensativo. ¿Conseguir una figura especial probablemente descontinuada de un comic publicado hace millones de años? Bah, eso no era nada contra la genialidad de Casey Jones.

—¿Galat eh? muy bien, entonces eso haré, gracias Mikey.

—No hay de qué bro —respondió el de naranja y regresó su atención a la tv, pero no soportó la tentación de ponerlo en aprietos y por maldad pura, le hizo la tan temida pregunta que Casey no deseaba escuchar—: ¿Pero por qué quieres regalarle algo? ¿Por qué es tan importante hacerlo feliz?

El vigilante se detuvo en seco y ansiosamente acarició el picaporte.

—¿Hacerlo feliz dices? —repitió y tras recapitular rápidamente su conversación descubrió que efectivamente había hablado de más. Nervioso, jugueteó con su labio inferior—. Tú sabes Mikey…, él…, —Pegó su frente a la puerta y por un instante pensó en decirle la verdad a Mikey, el menor de los Hamato seguramente entendería lo que incluso él mismo no entendía y tendría un amigo con quien contar; pero finalmente optó por mantener su historia hasta el final y volteó a verlo con una expresión confiada—. Él se hizo cargo de mucha de la limpieza de la casa y no sé, pensé que debíamos agradecérselo.

—Ah ya. Algo así como las latas de insecticida ¿no?, sólo que ahora quieres hacerlo feliz pero sin ponerlo a limpiar.

La sonrisa de Casey se desencajó un poco, pero de inmediato empezó a reír.

—Eres una tortuga malvada Mikey —dijo y abandonó la alcantarilla.

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No…, esto seguramente debía ser un error. Recargó la página una vez más y para el dolor de sus bolsillos, la cifra bajo el set de siete figuras seguía sin cambiar.

—Debe ser una broma. Digo, creo que ni mis riñones valen eso…

Se tanteó el área bajo las costillas y se preguntó cuánto tiempo podría vivir sin ellos. Sin embargo, se obligó a mantenerse racional y volvió a buscar más ofertas. Nada. Ninguna bajaba de los 1279 dólares. Y lo peor, ninguna figura se vendía por separado. Volvió a tocar sus costados pero negó rápidamente con la cabeza. Sí podía conseguirlo, sólo necesitaba vaciar los ahorros de toda su vida, no tocar el dinero para la despensa y no comprar absolutamente nada durante un par de meses. Además comer estaba muy sobrevalorado ¿no?

—Tal vez si vendo un ojo y un riñón…

Tras buscar en decenas de resultados sin mayor éxito que una rebaja de tres dólares, se decidió a cambiar de táctica y en vez de escribir "comprar" escribió "conseguir" y finalmente encontró una opción que no implicaba negociar con coleccionistas locos ni endeudarse de por vida: la tienda Blue-Eyes Dragon ofertaba al primer lugar de su concurso "Amateur de Oro" cualquier artículo que el ganador quisiera, sin importar el precio o antigüedad.

Los ojos del vigilante se abrieron enormemente y triunfal golpeó su puño contra el escritorio. Ya no tendría que vender nada ni despertar en una tina con hielo de dudosa procedencia, sólo ganar el tonto concurso y finalmente el rostro feliz de Raphael volvería a aparecer.

—Tienda Blue-Eyes Dragon, prepárate para perder ante —Se colocó dramáticamente la máscara de hockey y sonrió con sobrada confianza—. Casey Jones.

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—¡Muy-muy-muy buenos días amigos míos! ¡Hoy estamos aquí para llevar a cabo nuestro ansiado concurso "Amateur de Oro" y estamos todos muy emocionados! ¡¿No es así?!

El entusiasmado conductor enfocó el micrófono al público y al obtener aplausos, gritos y vítores de hasta aquellas personas que al inicio se mostraban apáticas e indiferentes, rió alegremente y decidió que ya era hora de iniciar el concurso.

—Muy bien. Entonces, creo que sería buena idea recordar las reglas antes de empezar. —Detrás de él una proyección dio inicio y la leyó en voz alta—: Cada concursante tiene cinco horas para realizar un cómic de mínimo 20 hojas, la temática es libre y el estilo también, pero la historia debe ser original —un gemido de burla y angustia sonó por todo el lugar y Seth, el dueño de la tienda sonrió. Esta vez sí la había puesto difícil. —Debe ser escrita e ilustrada únicamente por el concursante y cualquier tipo de trampa como viñetas pre-hechas o láminas para calcar causará descalificación automática. Pues bien amigos, reservemos los gritos de ánimo para la última hora de trabajo de estos valientes novatos y ustedes —Alzó su pulgar izquierdo a los concursantes y tratando de infundirles un poco de confianza extra, les sonrió una vez más. —den lo mejor de sí, mucha suerte. ¡Adelante chicos!

Un temporizador de números rojos inició su marcha y Casey Jones se sintió más próximo a la muerte de lo que se había sentido jamás.

¡¿En qué demonios se acababa de meter?!

—¿Qué…, qué acaba de decir el hombre? —preguntó asustado a su compañero de al lado de la mesa, pero este sólo le dio un codazo y se reacomodó los lentes.

—Que tenemos cinco horas para acabar un comic, ahora cállate que me desconcentras —respondió la chica a su derecha sin despejar la vista de su trabajo.

—Pero… —El vigilante miró a todos los chicos de la larga mesa que compartía trabajar afanosamente y a su mente regresó el tipo gordo de la mesa de inscripción.

¿Nombre?

Casey.

¿Nombre completo?

El vigilante hizo un puchero y se acercó más al hombre, bajando también el volumen de su voz.

Casey Arnold Jones. —El hombre alzó por primera vez la vista y le miró mal, negó un par de veces con la cabeza y bufó fastidiado.

Qué lindo nombre. Bien Casey, supongo que ya leíste las reglas del concurso ¿cierto?

Sí.

Y que traes material suficiente para concluirlo de manera apropiada.

Sí.

El hombre volvió a mirarlo y al notar que el escuálido muchacho no traía nada más que su alma, pensó que su buena obra del día hacia los mentalmente desfavorecidos la podría hacer allí e insistió.

Recuerda que una vez iniciado el concurso no podrás abandonar la mesa y…

Señor, no hay nada que la genialidad de Casey Jones no pueda vencer. Además, lo único que me importa es si tienen a Galat, y como sí lo tienen, lo demás es pan comido. —Se agachó para firmar la ficha de registro y le entregó los veinte dólares que costaba la inscripción; dio media vuelta y pasó a tomar su lugar en la larga mesa sobre el escenario. —¡Adiós viejo!

"Debí ponerle más atención… y leer las bases del concurso" lamentó y empezó a tronarse los dedos con nerviosismo. "Bueno, a improvisar entonces."

—Hola nena —dijo acercándose más a la chica que le había respondido, le sonrió con coquetería y jugueteó su dedo a lo largo de sus hojas de papel. —Oye, muchas gracias por la ayuda de hace rato, es que apenas vi tu descomunal belleza mi mente quedó en blanco y pues me preguntaba…

—No me gustas, ni siquiera me agradas, incluso si fueras el último chico del mundo jamás saldría contigo; es más, soy lesbiana. Y no te daré de mis cosas. Ya déjame trabajar.

Aún con la boca abierta y el cuerpo congelado ante el rechazo más frío, rápido y salvaje de toda su vida, obligó su cadera a girar para probar suerte con el chico de al lado.

—Oye amigo…

—No soy tu amigo chico guapo, ¡ya cállate de una vez! ¡Desde que el concurso empezó sólo has estado haciendo ruido y empujándome el codo, ya arruinaste mi viñeta tres veces! ¿Acaso quieres que te…?

De un rápido movimiento, el vigilante derribó al chico bajo la mesa, le sujetó los hombros con las rodillas y le tapó la boca con una mano. Todo sin mover ni un ápice el largo mantel negro que cubría la mesa y los ocultaba del público.

—Mira amigo —dijo con voz amenazadora mientras rodeaba su cuello con su mano libre—. En estos momentos estoy en un aprieto y desgraciadamente no me puedo calmar. Así que quizá tú me puedas ayudar con mi arranque de ira, ¿qué dices? —El pobre muchacho asintió asustado y Casey sonrió—. Muy bien, ¿ves? hablando se entiende la gente. Ahora, voy a necesitar que me prestes veinte hojas y un par de lapiceros, ¿tú no tienes problemas con eso verdad? —Presionó su pulgar sobre la tráquea del chico y en respuesta, éste negó con la cabeza enérgicamente—. Bien, esto es lo que va a pasar ahora: te voy a soltar y ambos nos vamos a volver a sentar, me darás lo que te pedí y listo. Tú tendrás tu garganta y costillas enteras y yo mis hojas y lapiceros. Todos felices.

Liberó lentamente sus brazos y salió debajo de la mesa, el asustado muchacho le siguió momentos después y según lo acordado, le entregó lo que Casey había solicitado en su violento pero bien controlado enojo.

—Gracias bro —le agradeció con su habitual sonrisa. —Que buen amigo eres. —Tomó uno de los lapiceros y alegremente lo posó sobre la hoja, pero al hacerlo, cayó en cuenta de que lo segundo más importante para ganar no lo tenía. ¿Qué idea original plasmaría en esas blancas y vacías veinte hojas?

"Vamos Jones piensa en algo…" su mirada viajó al chico tembloroso a su lado y supo que no era una opción. No por segunda vez. "Tú puedes, sólo… piensa en algo…" empezó a hacer garabatos que prontamente desembocaron en Raphael y mientras trazaba las últimas sombras de su bandana, la idea ganadora surgió frente a él. Sonrió. Galat definitivamente sería de Raph.

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Exactamente cinco horas después de iniciado el concurso y con el reloj con forma de Estrella de la Muerte marcando las 9:00 pm, Seth subió al escenario con un sobre blanco entre las manos.

—Este año, la competencia ha sido más reñida de lo habitual. Ha habido todo tipo de historias: distópicas, ciencia ficción, cyber-punk, vampiros —sus labios se contrajeron en una pequeña mueca de asco tras su última palabra y un escalofrío pareció recorrerlo por completo —robots, soldados del futuro… de todo. Así mismo el estilo de dibujo varió de trabajo a trabajo, hubo estilizados, toscos, estilo cómic tradicional e incluso estilo manga —se mordió el labio y parpadeó un par de veces. —Y aunque todos los trabajos reunieron los elementos centrales de un cómic —alzó tres dedos de su mano libre y comenzó a enumerar conforme hablaba—: argumento, personajes e historia, sólo hubo uno que se destacó en los tres. Y ese trabajo es el ganador —hizo una dramática pausa y desde su lugar en la mesa Casey sintió que su corazón explotaría por todo el lugar. —Ese trabajo es el de… —Abrió lentamente el sobre y sacó un pequeño cuadradito blanco de papel, lo extendió frente a sí y lo leyó sin vacilar—: Casey Arnold Jones.

Casey abrió los ojos de golpe y gritó emocionado, tan alto que asustó a varios chicos de la mesa. Salió a trompicones de su asiento y al recibir la tarjeta de crédito dorada que lo hacía acreedor de cualquier producto del lugar, apenas se contuvo de brincotear cual ciervo feliz por toda la pradera que en este caso era el escenario.

¡Había ganado! ¡Ganado la tan deseada colección de Rapha y por fin podría dársela! Sonrió tan intensamente que por un momento creyó que la boca se le caería junto con todos los dientes restantes pero no le importó, la felicidad de hacer feliz a Rapha valía eso y más. Presa de un impulso de euforia besó la tarjeta y estaba a punto de girar en círculos con ella cuando un golpecito en su hombro lo sacó de su ensimismamiento feliz y por fin se dio cuenta de su entorno: los calurosos aplausos que habían acompañado su festejo ahora eran inexistentes y gran parte del público lo miraba en silencio, con una expresión que oscilaba entre la incredulidad, el miedo y la pena ajena.

—…Ups?

Seth entornó los ojos pero finalmente sonrió, chocó su puño con el del vigilante y le dio un corto pero amigable abrazo. Los aplausos sonaron otra vez.

—Exageras chico, pero está bien. Supongo que se vale ser excesivamente feliz de vez en cuando.

Un pequeño ballet de chicas ataviadas en ajustados trajes subió a entretener al público mientras Casey era dirigido por Seth a la mesa de jueces para agradecer haber ganado; y éste accedió sin mayor problema hasta que en vez de una mano estrechando la suya obtuvo una bofetada seca y un sonoro zape.

—¡Hey! ¿Qué rayos pasa contigo?

—Eso mismo digo yo muchacho —respondió un viejito con lentes oscuros y el blanco cabello recogido hacia atrás con quizá demasiado gel—. No te creas la gran cosa, que sólo ganaste porque tus referencias fueron menos obvias que las de los demás, y porque no copiaste el argumento de otro comic y lo narraste con tus propias palabras.

Casey ladeó ligeramente la cabeza, confundido.

—¿Eh?

—No te hagas el tonto niño. Te basaste en Elektra para la pelea entre clanes y te fusilaste su origen de Daredevil. Además usaste el esquema básico de personajes: el líder, el listo, el gracioso y el guerrero. Qué poca imaginación. —Tras entornar los ojos sus hombros se destensaron visiblemente y su enojo menguó—. Sin embargo, el homenaje que haces a Frank Miller y tu estilo de dibujo es de lo mejor. Pero sobre todo, fue muy original que hayas usado tortugas y no humanos para tus protagonistas —rió y finalmente lo dejó ir—. Felicidades muchacho, lo hiciste muy bien.

—Sí… gracias men. —Asintió no muy convencido y negó un par de veces con la cabeza pero finalmente rió. ¿Rapha y los chicos una copia y homenaje a un tal Frank Miller? Splinter seguro moriría de risa al enterarse.

Finalmente regresaron al centro del escenario y las luces volvieron a concentrarse en Seth y Casey.

—¿Y bien chico Jones? ¿Ya decidiste cuál va a ser tu premio?

Casey volvió a sonreír y se acercó al micrófono que Seth había puesto frente a él.

—Claro que sí viejo, no perdí la muñeca por nada allá atrás. —El público rió al verlo sobarse la muñeca izquierda y Seth negó con la cabeza un par de veces. El chico le resultaba agradable—. Quiero la colección especial de Galat por su reaparición en From the Sewer #83 —una exclamación de asombro resonó por todo el lugar y los presentes se miraron impresionados entre sí—. Y el cómic conmemorativo que se regaló en las primeras 50 piezas.

Seth apagó el micrófono de golpe y volvió negar con la cabeza. El chico Jones no era nada agradable.

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—¡Rapha! ¡Rapha! —gritó desde el túnel y cruzó de un salto los torniquetes. Al llegar a la sala vio a su amado mirar la televisión con sus hermanos y sin mediar palabra lo tomó fuertemente de la mano y lo llevó a rastras a su habitación.

—¡Hey! ¿Qué demonios haces Casey?

El aludido no respondió, estaba demasiado ocupado sonriendo como para advertir que la escena podría ser malinterpretada por los otros mutantes y aún más para buscar una manera discreta de entregar el tan ansiado regalo al ninja de rojo; así que apenas llegó a la puerta con señal de "No entrar" empujó al menor dentro y cerró con candado tras de sí.

—Cierra los ojos Rapha.

—¿Qué? ¡No! De ninguna manera.

El mayor entornó los ojos sin furia alguna y colocando con cuidado el paquete a un lado de la batería tomó de las muñecas al dueño de las sais y le hizo tapar los ojos a la fuerza.

—Por favor Rapha.

El de rojo suspiró nervioso, ¿qué quería el vigilante?

—Está bien Casey, pero que sea rápido… —gruñó tímidamente apretando un poco más sus manos contra sus ojos, permaneció así unos segundos hasta que un golpecito en su hombro le hizo saber que ya podía abrir los ojos y al hacerlo, descubrió un gran paquete de envoltura dorada frente sí—. ¿Casey?

—Es para ti. Anda, ábrelo por favor.

Raphael miró el paquete con desconfianza y miró nuevamente a Casey buscando algún atisbo de diversión que delatara que todo era una tonta broma, pero al sólo encontrar emoción y nerviosismo, decidió darle el beneficio de la duda y tomó entre sus manos el obsequio que el mayor le ofrecía.

—De acuerdo —Se sentó en la orilla de la cama y empezó a abrirlo con cuidado. Retiró el papel poco a poco y tras acabar la impresión fue tanta que la caja casi cayó de sus muslos—. No… no es cierto… ¿es cierto? ¿Casey? ¿De verdad es…? —Desde el otro extremo de la cama Casey le asintió afirmativamente y un grito de emoción pura salió por fin de sus labios—. ¡Casey! ¡Casey! ¡Es Galat de From The Sewer #83! ¡Yo siempre quise esta colección pero…!

—Es muy difícil de conseguir.

—¡Sí! ¡Muy difícil! —repitió asintiendo enérgicamente, miró embelesado la flamante colección a través de la película de celofán duro y la abrazó con mucho cuidado contra su pecho—. ¡Casey es demasiado genial! ¡No puedo creer que tenga una, que me regalaste una! ¡Esto es lo mejor que…!

Casey ya no prestó atención al parloteo feliz ni al nervioso caminar del ninja. Ni siquiera preguntó porque se había apresurado en cerrar con candado la puerta de su habitación. No. Lo único importante en ese trozo de tiempo y universo que estaba viviendo era la infinitamente dulce, adorable y feliz expresión del rostro de Raph. Sus ojos, sus mejillas, sus labios… todo él estaba iluminado por aquel especial brillo del primer regalo que le había dado, sólo que esta vez, había logrado multiplicar esa felicidad por varios millones y el resultado era…, bueno, era simplemente sensacional.

Esto ya no era sólo el afán de observar ese brillo, lo que había obtenido era mucho más hermoso y tangible, algo que deseaba ver una y otra vez más, hacer una y otra vez: Raphael feliz era lo más bonito que había hecho hasta ahora, y se moría por hacerlo de nuevo apenas se presentara la ocasión.

Al verlo abrir con sumo cuidado la caja con ayuda de su navaja y sacar una a una las figuritas para observarlas mejor, no se molestó en contener un suspiro y recostó más cómodamente su barbilla sobre sus antebrazos apoyados en el colchón, asintió afirmativamente a todo lo que el menor dijo entre grititos de felicidad y sonrió con él cada que hallaba algún detalle genial y exclusivo en las figuras. Se aventuró a posar su brazo sobre sus hombros como la otra vez pero no resultó, el menor estaba tan entusiasmado que rápidamente salió del abrazo y siguió en lo suyo, pero Casey no se enojó.

Al contrario, negó un par de veces con una sonrisa en los labios, volvió a apoyarse en el colchón y cerró los ojos para concentrarse mejor en la voz emocionada del ninja, pero no duró mucho. Un fuerte abrazo que lo alzó varios centímetros del piso y una tibia mejilla contra la suya lo sacó inevitablemente de su contemplación silenciosa y volvió a abrir los ojos, sólo para notar que el menor era quien lo abrazaba, tan fuerte y cerca que su tibia respiración se mezclaba con la suya.

—Me gustó mucho Casey, gracias por el regalo —Lo apretó un poco más fuerte y se apoyó contra él, haciendo que su mejilla se apretara aún más con la suya—. No sé cómo lo conseguiste pero de verdad te lo agradezco mucho, me hiciste muy feliz, en serio.

Casey sólo sonrió y le contestó el abrazo gentilmente.

—Supongo que tuve mucha suerte Raphie —Su sonrisa murió de golpe al notar que había usado ese diminutivo privado que nunca había dicho en público, pero al notar que el menor no se enojaba o extrañaba, decidió continuar el abrazo un poco más—. Y decidí usarla para conseguir tu Galat.

—Sí —Finalmente rompió el abrazo y volvió a tomar las figuritas entre sus manos, haciéndolas caminar sobre la suave superficie del colchón. Tras un par de segundos le ofreció una de las figuras al vigilante y bajando el tono de su voz hasta poco más que un susurro, preguntó esquivándole la mirada—: ¿Quieres jugar conmigo?

El vigilante observó atónito la figura y su aliento escapó de sus pulmones. ¿El ninja todavía jugaba? ¿El ninja jugaba?

—Si no quieres no…

—¡Sí quiero! —se apresuró a responder y tomó a Galat en su traje de exterminador entre sus manos—. Es decir, soy un poco más grande que tú pero aún me gusta jugar —soltó un pequeño puñetazo en su hombro y se hincó a su lado frente al colchón—. Soy el exterminador 4157 y mi misión es acabar con ustedes. No tiene caso que luchen porque…

Raph sonrió e inmediatamente le siguió el juego. Sacó otro par de muñecos de una caja al fondo de su cama y propuso una historia complicada, violenta y llena de explosiones que genuinamente divirtió al vigilante que la verdad, no había jugado a nada desde que tenía doce. Pero no importó.

La felicidad de hacer feliz a Raph y verlo jugar con la lengua de fuera valió la vergüenza de mover un muñeco y fingir que hablaba. Descubrir otra faceta del ninja valía todo, todo, y en ese instante no podía pedir nada para ser más feliz.

O quizá…

"Sí" se dijo mentalmente observando una vez más la rosada punta de la lengua del menor "me voy a quedar contigo Raphie. Te vas a casar conmigo"

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Awww :corazón,corazón:

xDD espero que les haya gustado, muchas gracias por sus lecturas y reviews, son los que me animan a escribir, y me impulsan a hacerlo cada vez mejor nwn

Leona, ojalá te haya gustado y que tus expectativas fueran satisfechas, sino, dime qué deseas arregle y lo haré. Prometo esforzarme más.

¡Nos leemos pronto!