Prólogo: La muerte del Lich
Con paso fuerte y decidido, malévolo, oscuro y mortal, el Lich caminaba suelto, sin las ataduras que antiguamente lo habían marginado a una remota prisión, cubriendo todo de tinieblas y horror. Nadie supo explicar cómo o de dónde había aparecido y de seguro los seres que pudieron verlo ya habían muerto bajo sus garras demoníacas.
El día, brillante y alegre, se había oscurecido ante su sola presencia, más macabra que en sus anteriores apariciones: esa criatura se volvía más fuerte con cada visita y si no rompían su ciclo de ruina acabaría destruyendo el mundo de AAA porque él no deseaba poder, sino la extinción de cualquier ser viviente y atisbo de felicidad que pudiera haber.
Fionna y Cake corrían detrás de él… el vejestorio era increíblemente rápido, si no aceleraban el paso llegaría al Dulce Reino y toda la dulce gente estaría en peligro.
-Hermana, ya no me dan las piernas… -jadeó Fionna
-Yo me encargo –Cake obligó a la rubia a montarla y luego se transformo en un enorme gato que avanzaba kilómetros con sus zancadas.
-¡Qué obsesión tienen todos con Gumball! –gritó enojada, impotente, frustrada…
-No importa… eres una heroína, es tu misión proteger al príncipe sobre cualquier inconveniente y no puedes darte por vencida, cariño.
-No es justo –agarró su espada con tal fuerza que la presión hizo que sus dedos se volvieran más blancos.
A lo lejos se podía ver los muros del Dulce Reino y su pacífica aura manchada por la figura del monstruo que se acercaba con paso depravado hasta ese lugar.
-¡Ahora serás mío Príncipe Gumball! –se escuchó un grito dentro del castillo y una risa estridente retumbó hasta los oídos de Fionna.
-¿Reina Helada? –bufó de manera cansina- ¡En serio!¿Justo ahora? – preguntó al cierlo en un acto de desesperación. Recordó la última vez que se juntó la combinación del Lich y de esa odiosa mujer; esa vez había terminado con el tierno príncipe Gumball poseído por el mal y casi muerto… no quería eso de nuevo… se derrumbaría si sentía que la vida de ese ser que tanto quería volvía a estar en peligro -¡Cake! ¡Acelera el paso! ¡Debemos llegar antes que el Lich para espantar a la Reina Helada!
-¡Cómo ordenes, linda!
Con un agotador esfuerzo por parte de la gata, rebasaron al Lich y llegaron al Dulce Castillo, entraron por el balcón de la alcoba real y de una patada Fionna derribó a La Reina Helada para luego quebrar con un espadazo las esposas de hielo que mantenían cautivo al monarca del lugar.
-¡Cake! ¡Llévate al príncipe y a la dulce gente a un lugar seguro, yo me encargaré de pelear y ganar tiempo! –corrió escalera bajo, con el rostro sudado y el peso de todo un mundo sobre sus jóvenes hombros.
-¡Qué pasa! –preguntó el joven.
-El Lich… viene en camino, su alteza… -jadeó aún agotada -por favor… ayúdeme a trasladar a los aldeanos a un lugar seguro.
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Fionna sofocada y asustada veía como la mancha negra de muerte corría con velocidad impensable hasta su lugar en la entrada del Dulce Reino.
-¡Detente ahí! ¡Yo seré tú oponente!
El Lich detuvo su marcha y se acercó a la humana con rostro de burla. La heroína pudo sentir el frío que quemaba contra su cuerpo y uno aún más terrible contra su alma.
Se puso en guardia y rezó con toda su fe para poder mantenerse cuerda y no sucumbir ante el terror.
-Nos volvemos a encontrar, Fionna la humana… -le habló con ese tono irónico y sádico. Un aliento a putrefacción y sangre llegó hasta la chica que apretó con más fuerza su espada. Debía ser valiente y protegerlos a todos ¡Esa era su misión en ese mundo!
Ni siquiera le contestó, se lanzó contra el cuerpo del monstruo con un grito y dio el primer ataque que el Lich bloqueó con facilidad con una mano, agarrando la espada y acercando a su oponente a su terrorífico rostro.
-Muy valiente Fionna… pero aunque muestres ese rostro enfadado y el deseo de destruirme yo puedo leer en tu interior… estás tan asustada que podrías llorar de miedo… ¿Crees que vale la pena todo esto?... Luchar por un Reino al cual no perteneces… por un mundo en el que ya no hay más seres como tú… te sientes sola Fionna… y es normal… no tienes origen, no tienes destino… ni siquiera eres correspondida mi querida niña… ¿Vale la pena arriesgar la vida de esa forma? A ellos no les importa qué es lo que te ocurra… a Él sólo le interesa que convenientemente su reino esté en paz… -su voz era lenta y despiadada, los ojos de la muchacha escocían, pero no le daría el gusto de verla llorar.
-¡No hables como si me conocieras! ¡Este es mi mundo y mi destino es derrotarte porque seré la más grande heroína de AAA! –Con una patada en el rostro consiguió que la soltase y volvió a atacarlo llena de ira.
La risa del Lich resonó por cada rincón del Dulce Reino y los aldeanos que estaban encerrados en el castillo temblaron de miedo.
-No, no, no, no, esto está mal –murmuró el príncipe a Cake –si siguen así la dulce gente va a explotar de terror… debemos alejar al Lich de aquí, pero sin magia Fionna no es adversaria para él…
-¿No tiene ninguno de esos artilugios mágicos que puedan ayudarla?
-Creo que tengo un par de cosas que pueden servir…
-¡Vamos a buscarlas!
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El lastimado rostro de Fionna hacía notar lo violenta de la pelea a la que estaba siendo sometida… casi no había podido tocar al Lich, pero este con los rayos verdes que apenas había evitado, habían llenado de moretones y quemaduras su cuerpo. Estaba agotada, temblorosa, con el estómago revuelto y nauseas provocadas por sobre exigirse en una pelea imposible de ganar.
Sus piernas rasmilladas, su cuerpo tirado en el suelo, jadeante, luchando por volver a pararse. No quería darse por vencida… no quería fallarle a Gumball… en ese minuto era lo único que la mantenía consciente.
-Creo que hemos dilatado mucho esto, Fionna, querida… -la tomó de la cabeza de forma brusca y la paró sin que ella pudiera negarse, lo obligó a mirar a sus ojos negros y vacíos y le habló con fría suavidad –descansa… ya has luchado mucho por esos ingratos… míralos ahí… refugiados, temerosos… tú sola aquí… ellos saben que no eres rival para mí y aún así no hay nadie ayudándote… y sabes que eso no sólo ocurrirá con ellos… pasará en cada reino al que vaya…
-N-no es cierto… -estaba cansada físicamente y psicológicamente devastada… no podía dejar de pensar en el príncipe Gumball y cada vez sentía que su valor se iba más al demonio.
-Hace frío Fionna… ¿Sientes frío?... ¿Quieres terminar con esto? Acéptalo y déjate caer… pronto verás que el frío no es tan malo como crees…
Todo comenzó a volverse negro y su cuerpo se puso más pesado, casi muerto… tenía razón: una vez que se acostumbrara eso no debía ser tan malo… qué importaba ya… de todas formas no iba a ser capaz de vencer a alguien tan poderoso ¿No lo había intentado ya? Lo único que había conseguido había sido aplazar la derrota, pero siempre que volvía, ese ser regresaba con más fuerza y maldad acumulada y ella era un simple humano… crecería y envejecería y luego ya no podría ser rival contra la maldad encarnada.
… Glob… todo era tan helado…
-¡Fionna! –el grito de Gumball la sacó de su inercia y regresó a la realidad, lo observó correr hacia dónde estaban la batalla junto a Cake y aquello le dio fuerzas para seguir a pesar de los músculos agarrotados y huesos rotos: sintió como el frío se disipaba y volvió a luchar, golpeando el cuerpo del Lich hasta tumbarlo y poder correr hasta el príncipe… logró distinguir unas joyas mágicas, de seguro era ayuda para su pelea.
-¡Estar aquí es peligroso! –se enojó por tanta insensatez, pero aún así estaba agradecida; no sabía en qué habría terminado eso si ella se hubiera dejado engañar por esa criatura malvada… de seguro todo AAA habría perecido bajo sus garras…
Ella era la única esperanza que todos tenían y se haría responsable de ello.
Tomó las joyas y aunque supo que no era suficiente, por lo menos lo tendría apartado de su mente y podría concentrarse en derrotarlo; si se focalizaba podía ser posible.
-¡Escapen!
Los siguientes minutos de lucha fueron agresivos y potentes, el Lich se defendía de la valentía de la guerrera y esta atacaba, motivada por el deseo de cuidar a los que quería.
Aún así se notaba la obvia diferencia de poderes.
Con un potente golpe, el monstruo la dejó tirada en el suelo, jadeante y agotada, intentando reunir sus fuerzas para levantarse de nuevo y continuar peleando.
-¡Fionna! –el grito de la persona que le gustaba la hizo abrir los ojos, pero aún así era incapaz de moverse, desvió la mirada y con horror observó que el Lich se acercaba al príncipe y a Cake.
-No… -susurró convulsionando, intentando incorporarse fallidamente una y otra vez –c-corran…
Un rayo fue disparado de las manos huesudas directo a dos de las personas que más le importaban en ese mundo y cuando con desesperación vio que todo era demasiado tarde, ocurrió lo que jamás se esperó que sucedería.
El cuerpo de La Reina Helada interceptó la potente luz verde y luego cayó inerte sobre la tierra…
… los había protegido…
… y ahora parecía que no respiraba…
-¡No! –gritó desde su puesto. Se afirmó de su espada y se paró angustiada -¡llévensela! –ordenó con lágrimas en los ojos y con sus ultimas fuerzas se interpuso entre el Lich y sus amigos.
-Te di todas las oportunidades para rendirte y no sufrir… pero así de débil no me sirves para nada… lo siento Fionna, la humana… tendrás que morir.
La heroína revisó con desesperación las joyas mágicas con las que contaba, cuando notó algo brillante cerca de ella: era la corona de La Reina Helada… miró al Linch, luego la ciudad medio destruida y finalmente tomó una importante decisión.
Corrió hacia la corona y se la puso.
Luego de eso no recordó nada más.
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-Fionna… Fionna por favor… despierta, Fionna… -la rubia abrió poco a poco sus ojos y observó como su mejor amiga la observaba con rostro lleno de preocupación.
-Cake… -susurró agotada.
-¡Fiona! –el abrazo fuerte la hizo quejarse; de seguro tenía un par de huesos rotos –lo siento –tartamudeó su amiga.
-No es nada, hermana… qué pasó… -preguntó con dificultad.
-Derrotaste al Lich.
El rostro de la chica mostró asombro: tenía imágenes de la batalla, pero no podía recordar bien las cosas.
-Ocupaste la corona de la Reina Helada y sacaste un poder impresionante.
-¡La Reina Helada! –se reincorporó haciendo caso omiso de sus profundas heridas… fue cuando notó que estaba en una habitación del castillo- ¡Tengo que verla! ¡¿Cómo está?!
-¡Tranquila Fionna! –la gata la obligó a mantenerse en la cama y cuando obtuvo la atención de su amiga, negó con la cabeza.
-¿Qué significa eso?... ese… no…
-Fionna… ella…
-¿…ella?
-La Reina Helada ha muerto…
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas. Era cierto que eran enemigas, pero casi era como una mala broma, ninguna de las dos se deseaban ningún mal e incluso eran entretenidas las peleas infantiles que tenían.
Dentro de todo no era mala… sólo estaba algo senil por culpa de los años y el poder de la corona…
Esa noche sollozó acurrucada en la blanda cama del castillo de Gumball, en su corazón caía el peso de la culpa: debió haber sido ella, no La Reina Helada.
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Los días pasaron silenciosos en el mundo de AAA luego del funeral de La Reina Helada.
Cuando Marshall se enteró de lo ocurrido se transformó en un enorme murciélago y comenzó a destruir todo, sin importar si era medio día y el sol comenzaba a quemar su cuerpo hecho para la Nocheosfera.
Fue difícil tranquilizarlo e incluso cuando regresó a su forma humana fue imposible convencerlo que se dejara atender por el Doctor Príncipe para sanar las heridas.
No apareció en el Castillo de Hielo, dónde fue velado el cuerpo, tampoco fue al día siguiente al funeral.
Se encerró en su casa y tocó el bajo en honor a ella. Todo ser que pasaba por afuera de la cueva en que estaba instalada su casa pudo sentir el dolor en cada una de las notas que flotaban en el aire.
Gumball no podía quitarse la imagen de La Reina Helada cruzándose en el camino del rayo mortal. Si sólo hubiera huido cuando Fionna le dijo aún estaría siendo molestado por sus intentos de rapto y las peleas que a veces destruían parte de su castillo.
Todo eso era más soportable que saber que había desaparecido por su culpa.
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-De verdad lo amaba… -murmuró Cake a Fionna quien desanimada miraba a la ventana.
Era la primera vez que tocaba el tema luego de lo ocurrido.
-Él no ha dejado de hablar de ella… -susurró la rubia –y Marshall al parecer regresó a La Nocheosfera… al final resulta que todos estábamos más unidos a ella de lo que nos gustaba aceptar… incluso el Príncipe Grumoso, a pesar de su indiferencia habitual ha resentido la partida de La Reina Helada…
-Cariño… -la gata se acercó a su amiga y le tomó la mano para mostrarle consuelo y fue cuando notó que asomada en el clóset de su amiga estaba la corona de la Reina helada.
Se engrifó con sólo verla.
-¡¿Qué hace eso ahí?!
-No pude evitar traerla.
-Deberías pasársela al príncipe Gumball para que la guarde junto a los otros artefactos mágicos que conserva.
-¡No! –se adelantó a la corona y la abrazó con fuerza –es mía ahora… la protegeré como no protegí a su dueña…es mi responsabilidad y la acepto, ella lo hubiera querido así…
-Fionna… no es tu culpa…
-¿Y si no es mi culpa, entonces por qué Gumball no es capaz de mirarme a los ojos? –hizo un gesto que reflejaba todo el dolor que sentía –me siento enojada… y lo peor es que me siento egoísta… ¡Pero no es justo! Luché con todas mis fuerzas contra el Lich… arriesgué mi vida como todos los días… una y otra y otra vez ¡Pero todo el mundo sólo se acuerda de la villana que murió por defender sólo una vez al príncipe! Y desde que se enteró de que yo debía derrotar al Lich… Marshall tampoco ha vuelto a hablarme…
-Cariño… sabes que La Reina Helada era importante para él, no lo puedes culpar por sufrir la pérdida de un ser querido. No te está culpando a ti, sólo necesita tiempo para pensar y aceptar lo que está ocurriendo…
-Lo siento Cake… necesito tomar algo de aire… - envolvió la corona en un suéter y salió a caminar.
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Sin saber por qué, sus pasos la guiaron hasta el castillo de Gumball. Aún se podía ver el rastro de destrucción y muerte que el Lich había dejado.
Caminó con cuidado de no meter mucho ruido: la ciudad estaba sumergida en la absoluta tranquilidad del descanso y ella se preguntó si realmente era buena idea estar en ese lugar; no sabía si el príncipe aceptaría su compañía, menos ahora que se había obsesionado con la muerte de La Reina Helada.
-No sólo él… -se recordó –tú no puedes dejar de pensar en eso…
Notó que por la ventana de una habitación del castillo se escapaba la luz y se asomó a ver qué ocurría; no era normal que estuvieran despiertos a esa hora. Se sorprendió al ver a Gumball enfrascado en un experimento. Ponía una gota de algo, otra gota de otra cosa y ¡puf! Una pequeña explosión teñía por un segundo la habitación de un celeste, la siguiente explosión mostraba una nube rosa y la siguiente una verde limón… ante todas las diferentes reacciones él se paraba a observar, pensar, descifrar y luego escribir.
Después volvía a empezar.
Lo observó asomada por la ventana ¿Estaría supliendo su necesidad de ser acosado por la mujer, con su laboratorio y sus experimentos?
No notó en qué minuto los ojos del príncipe terminaron sobre los de ella, pero cuando lo hizo vio que la estaba mirando con una sonrisa.
Se sonrojó al ver como se acercaba a la ventana y la abría para poder saludar como correspondía a su educación.
-Buenas noches Fionna ¡Qué sorpresa tenerte aquí! ¿Qué haces por el Dulce Reino tan tarde?
-Gumbal… yo… pues… salí a caminar… y creo que mis pies se saben este camino de memoria porque cuando me di cuenta ya estaba aquí… no quería espiarte… sólo observé que una ventana tenía luz y supuse que algún ser estaría despierto… no creí que fueras tú… haciendo experimentos… yo creía que… -se quedó callada y mordió su labio inferior, no sentía que era buena idea hablar del luto que todos estaban guardando.
-¿Qué aún estaría demasiado abrumado?
-Bueno… sí…
-La verdad es que aún lo estoy, pero me di cuenta de algo… si soy capaz de volver a la vida a la dulce gente, quizá, con algunas variaciones, puedo hacer que ella vuelva a vivir.
-Oh… lo haces por ella…
-Ella dio su vida a cambio de la mía, lo mínimo que puedo hacer es seguir trabajando para devolverle eso tan valioso que hizo por mí.
Fionna apretó el bulto que cargaba con ella y unas extrañas voces comenzaron a hablarle de cosas ilógicas; sintió el enojo crecer dentro de ella y de pronto la muerte de su archienemiga le pareció un tema tan irrelevante que el hecho de que el príncipe se preocupara de eso, la enervaba.
-Con ella sí ¿Cierto?
-¿Ah?... ¿Fionna?
-Si hubiera sido yo ni siquiera habrías intentado revivirme… a no ser que llegasen problemas al reino ¡¿no?!
-¿Qué pasa Fionna? Me estás asustando… -dijo el príncipe de forma asustada mientras retrocedía unos pasos.
-¡Sacrificar mi vida por tu bien nunca fue suficiente para ti! ¡No importa lo que ocurriera si después de mi vendría otra heroína! ¿La usarías igual Gumball? ¿La enamorarías hasta que sangrara por ti y luego la rechazarías? ¡Ella siempre fue más importante que yo! ¡¿Cierto?! ¡Cómo desearía haberla matado antes! –sintió una bofetada dada por el príncipe que la sorprendió, despertó y le hizo botar la corona… todos los celos y el rencor desaparecieron, miró asustada al chico delante de ella y retrocedió unos pasos -No me mires…
-Fionna… por Glob, qué te pasa…. –se asomó por la ventana cuando vió un objeto brillante mal envuelto en un suéter celeste –qué es… ¡La corona de La Reina Helada! Por qué la tienes tú… creí que se había destruido con la pelea… es muy peligroso…espérame ahí, voy a salir… -se sacó las alcaparras y corrió al lugar donde estaba la rubia pero cuando llegó esta había sido más rápida y ya había desaparecido –Fionna… -susurró mirando el diminuto punto que se alejaba a toda velocidad por el camino.
