INEVITABLE

CAPITULO 1

"DON"

En toda su vida Alfred F. Jones jamás se había sentido como ahora, cuando se metía en problemas podía solucionarlo con dinero, en el lio en el que se encontraba hoy no podía intervenir, era atentar contra la naturaleza de su propia persona; aun seguía mirando al médico en forma atónita, no podía creer lo que tenía, ahora mismo aquel "don" de poder concebir vida se había convertido en algo malo, apretó los labios nervioso, asustado, eso sí que no se lo esperaba, el doctor había preguntado por el padre de este, a lo que Alfred negó, no sabía quién era, mejor dicho, no recordaba quien fue con el ultimo que se acostó. Serio y distraído salió de su consulta, hubiera preferido cualquier otra cosa que "estar en cinto" de un fulano que no recordaba ni su apellido. Caminó hacia su auto, eso no podía estarle pasando, era algo que solo iba a estorbarle, al menos eso pensaba. Encendió su vehículo y empezó a ir a casa, había evitado a toda costa tocar su vientre, le daba extrañes, chitó su boca al pensar en si figura, ahora los hombres no querrán follar con el si su panza crecía, toda una tragedia, a su parecer. Al llegar a su departamento tiro sus pocas cosas que traía consigo al suelo, miró por un instante su vientre, negó asustado, ¿qué iba a hacer con un bebé?, no sabía nada acerca de bebés y tampoco deseaba uno, era aún tan joven, guapo, ese hijo iba a echar a perder su mundo. Picó su vientre un momento, no sentía nada, era extraño, cargar una vida sin si quiera notarse.

-Hey tu... ¿por qué rayos existes?- suspiró.

Fue a su habitación, se acostó en la cama y se puso a recordar que era lo que no debía hacer, beber alcohol, drogas, no fumar, no medicamentos, entre otras cosas. No sabía a quién decirle, tenía dudas, no sabía a quién decirle para que le apoyara, estaba solo. Quizás le tendría al bebé y lo daría en adopción, o tal vez lo vendería para pagar su cirugía estética después del embarazo.

-¿Qué haré contigo?-

Trató de hacer memoria de quien podría ser el padre, tenía que ser con el que tuvo sexo sin condón, era difícil recordar, ya que siempre era muy precavido y usaba con todos condón, a menos que fuera su novio, así fue como a su mente vino aquellos novios que tuvo, Arthur, su primer amor, un británico serio el cual se había ido con un Francés, Lovino, un italiano gruñón que le había dado lindos momentos, pero se fue por sus estudios y terminaron, Iván, un ruso que le daba un sexo exquisito, había terminado con él por una infidelidad y que estaba detrás de una brasileña, con ellos nunca usaba condón y jamás se había embarazado. Tenía que recordar y fue ahí, en ese instante que recordó a ese hombre en el bar, un rubio que había llamado su atención desde que lo vio de reojo cuando había ingresado, alto, fuerte, como Iván, serio como Lovino y rubio como Arthur. No dudó en acercársele de inmediato, coquetearle un poco para ver si cedía a sus encantos y sí que lo había logrado, ya que en poco tiempo se habían puesto a charlar, luego a beber, después se había sentado sobre de él, besándose y agasajándose, ambos buscaban solo pasar un buen rato y encamarse con el más lindo que viera y así fue.

-Fuck!..Eso fue hace exactamente un mes- justo el tiempo de gestación que tenía. -Es de él...- se cubrióla boca y se tocó el vientre, él era el único candidato a ser el responsable de ese bebé, ya que ese hombre germano, fornido y guapo, le había calentado tanto que no pararon en toda la noche, habían estado cogiendo como locos, se terminaron los condones y terminaron por hacerlo sin protección.

Posó la mano en su frente, murmuró maldiciones, ¿cómo iba a decirle a un desconocido, el cual ni si quiera recordaba su nombre, que estaba esperando un hijo suyo? Negó para sí mismo, un bebé no deseado, iba a echar a perder su vida, su cuerpo, sus noches desenfrenadas de sexo, alcohol y tabaco, nueve meses que aguantar a ese ser, abortar le daba miedo, pero decirle al padre más, sabía que estaba mal matar a otro ser, así que rápido pensó en una idea, tener al niño y darlo en adopción, quizás el padre de este le gustaría tenerlo o simplemente abandonarlo con él, estaba decidido, iba a buscarle, decirle lo del bebé y hacerlo responsable. Buscarlo no iba a ser difícil, pues ya tenía conocimiento de donde podía encontrar a ese rubio, sabía que este iba a los bares a buscar a cualquier hombre que se quisiera encamar con él, recorrería todos los bares hasta dar con él.

Llegada la noche, se arreglaba para salir, aun embarazado no perdería el estilo, aun el bebé era muy pequeño que no se notaba, así que podía poner sus pantalones ajustados negros que tanto le fascinaban, acentuaban bien en su cuerpo, resaltando sus atributos traseros, se puso su camisa morada, se peinó su cabello y se puso sus lentes, tomó las llaves de su auto, la hoja del examen de sangre y su billetera. Salió rumbo al bar cercano, iba nervioso, buscar a un hombre para decirle que sería padre no lo hacía a menudo, por ende estaba así de ansioso. Al llegar al bar cerca de su casa, entró a ver si le hallaba, pero no parecía haber señales de él, la música estaba buena y uno que otro hombre le decía entre dientes lo hermoso y sexy que era, aun no perdía su encanto. Se retiró de ahí, esa noche no era de fiesta, tenía que hallar al alemán machote. Y a en el auto se dirigía a otro bar, uno alemán, quizás en ese estaría, ahí iban todos los germanos a beber, hombres guapos, fornidos que cogían como dioses, se le erizó la piel al recordar cuantas veces se había acostado con hombres originarios de ahí, entre ellos, el padre de su hijo. No tardó mucho en llegar, bajó del móvil y entró a ese sitio, ese lugar era más serio, había mujeres, hombres bebiendo, pero no estaba él. Ya frustrado salió del lugar, miró hacia las estrellas, ¿por qué tenía que pasarle eso a él?, subió de nuevo al auto, lo encendió y se dirigió al bar donde lo había conocido. Al arribar ahí, entró rápidamente, recorrió con la vista todo el lugar, había un sin número de rubios ahí, en particular, uno de nuevo le llamó la atención, ese hombre que traía a un castaño sentado en sus piernas, apañándolo sin vergüenza alguna, se le acercó, claramente, era él.

Se le quedo viendo, miraba como se comía a besos al otro, tosió un poco y extendió su sonrisa, a lo que los tortolos besucones se distanciaron y observaron a quien osaba interrumpirlos.

-Hallo...espérate tantito guapo, ahora te doy besos a ti..- dijo el alemán y volvió a besar al que tenía en sus piernas, llevarse a la cama a dos era una de sus aficiones.

-No, gracias, de ti no deseo ya más nada...-respondió, pero al ver que de nuevo había sido ignorado jaló al castaño y lo tiró al suelo, frunciendo sus cejas -Feliciano me dejas hablar con este sujeto a solas...luego regresas para que te coja, lo hace muy bien- conocía bien al castaño, un italiano sin mucho chiste según él pero entregaba rápido las nalgas.

El otro con la boca abierta se alejó a grandes zancadas y los dejo solos, el blondo europeo tomó la muñeca de quien había echado a su conquista, aquello le pareció grosero -¡Qué insistencia contigo!, tsk... ahora tú lo reemplazaras- lo jaló hacia su pecho y pretendió besarlo, pero Alfred lo esquivó y logró apartarse de él.

-Estas equivocado..., vine a hablar contigo-

-¿De qué tendríamos de que hablar?- estaba sorprendido por la actitud de ese hombre extraño.

-Hace un mes te conocí aquí mismo, nos sentamos en esta silla y apañábamos justo como lo estabas haciendo con él, fuimos a mi casa, ¿lo recuerdas?-

El teutón hizo vaga memoria y asintió -Claro, como olvidar un lindo trasero musculoso...donde puedo morder bien...Alfred-

-Idiota..., tú aun recuerdas mi nombre-

-Sí, ¿olvidaste el mío?-

-Si...- dijo apenado.

-Ludwig...- comentó en voz baja.

- Ludwig... yo ...yo..- no sabía cómo decírselo.

-Ya se, ya sé...-le tomó la cintura y lo acercó, puso su rostro en aquel cuello, olía delicioso- Quieres coger de nuevo conmigo...-

-¡No!...no quiero coger contigo, ¡menos sabiendo que tú me embarazaste!- abrió los ojos enormemente y se quedó viéndole, Ludwig rápidamente lo soltó y lo empujo un poco, negó y frunció su ceño, el sonido de la música le mareaba, ¿embarazarlo?, no, eso no era cierto, Alfred no podía ser de esos hombres especiales capaces de aquello.

-Jajajaja..estás loco, se la clase de fichita que eres, seguro es de alguien más, te equivocaste- le dio la espalda y camino buscando al castaño.

-¡Imbécil...no me equivoco, no usaste condón...y lo sabes, tengo un mes de embarazo y es tuyo!- lo alcanzó y le tocó el hombro, buscaba encararlo, a pesar de ese feo vacío que sentía en el pecho por ser rechazado de esa manera.

-¡Ah! solo mío no es...¡te recuerdo quien me pidió más y más a pesar de que no habían condones!- se volteó a verlo, si ese bebé era producto de su encuentro, era más del americano que suyo.

-¿Ah?, mira quien lo dice, el que moría por metérmela...¿te recuerdo quien me la metió hasta el fondo tanto que me dolió?-

-¿No me digas que no te gusto?, lo disfrutaste mucho...-

-¿Y tú?, no me digas que no, que no te creeré, ¡es tu hijo también!-gritó.

-Y ¿cómo sé que no te encamaste con alguien más ese día?- le cuestionó.

-Eres un idiota...solo contigo lo hice sin protección...- apretó los puños, el rechazo era algo que no se esperaba, menos sabiendo que ese bebé era parte suyo y de ese hombre, además él era el primero enterarse, ni su familia lo sabía -Imbécil...no mereces un hijo...menos que venga de mi...- corrió hacia la salida, no entendía porque se sentía tan triste por el rechazo, no era como si quisiera que ese hombre le agradara de tener un hijo de ambos. Le entraron ganas de llorar, los motivos eran varios, el estar embarazado de un fulano bueno para nada, el tener un hijo no deseado y estar solo en ese embrollo. De repente, estando ya en la puerta, sintió una punzada en su vientre, un mareo y dolor de cabeza repentino, entrecerró sus ojos y se desmayó ahí mismo.