Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Rick Riordan. Excepto Michael Lee y Alabaster

What If Will Solace y Nico di Angelo tienen un hijo biológico.

Lo típico, yo quiero leer algo y nadie lo escribe así que aquí estamos (?) aunque dudo que importe cómo es posible que Will y Nico tengan un hijo biológico en éste drabble –vale, tengo mis headcanons por si quieren saber–.

Incluye mención hijo biológico de Cecellen [Cecil/Lou] y headcanons sobre legados.

Kouhai, sí lees esto aún te debo el Cecellen como corresponde.

500 palabras

Este fic participa en el reto "Nico di Angelo" del foro El Monte Olimpo.


Proyectiles

A Michael le gustaba lanzar como proyectiles las figuritas de colección Myth–O–Magic que Nico había recuperado del Campamento Mestizo desde su silla para bebés, Nico volvía a cogerlas para dejárselas en su mesita pero el bebé insistía en comprobar las leyes de la gravedad de Newton.

Era un círculo vicioso, Nico había intentado quitarle la figurita dorada del abuelo Hades sin éxito. Y si había algo que rompía el corazón del italiano era hacer llorar a su hijo, ver sus ojos azules llenos de lagrimas de cocodrilo.

Comenzaba considerar llamar a Lou Ellen para que hechizara la figurita y así una vez que cayera volviera a las manos de Michael pero debía estar tan ocupada como él con Alabaster si es que no era el turno de Cecil para cuidar del hiperactivo bebé mágico. Suerte para él y Will que su hijo aún no manifestara su herencia divina, nunca se sabía qué esperar exactamente de un legado de Hades y Apolo.

Aparte de que le gustara morder el estetoscopio de papá cuando habían comenzado a salirle los dientes y jugar con tío bull dog Frank en la alfombra o jalarle el cabello a Hazel, era hiperactivo sí pero al menos caía como tronco cuando apagaban las luces aunque primero había que cantarle una canción de cuna.

Intento cambiar de estrategia, tal vez una nana–esqueleto no sería mala idea pero tener un novio medico hacía que vieras gérmenes, infecciones y bacterias por todas partes. El turno de Will terminaba a las seis.

Volvió a dejar la figurita por veinteava vez a su alcance.

Recordó que en su primer cumpleaños Percy le había regalado una canasta de baloncesto de altura regulable y balón pequeño para el enano, Michael ya había aprendido a caminar.

El fin justifica los medios, como dijo su tocayo Maquiavelo.

Instaló la canasta y bajo al bebé de la silla que aún no soltaba la figurita, se sentó en el suelo para lanzar el balón azul demostrarle el truco y Michael se acercó a recogerlo con curiosidad olvidándose de la figurita dorada. Nico lo incitó a lanzarlo para comprobar que la altura estuviera bien para sus bracitos cortos, no encestó el primero ni el segundo pero Nico le revolvió los cabellos castaños con cariño.

–¡No! –dijo Michael con el ceño fruncido cuando papá iba a bajarle un poco más altura, ninguna canasta iba a ganarle.

Nico se detuvo divertido ante la obstinación de su hijo como el padre, el hijo. Se alejo de la canasta para no bloquear el siguiente intento de Michael y recogió la figurita de Hades olvidada en el suelo.

Para cuando Will llegó a casa descubrió que Nico le había hecho un ataque traición, se suponía que él iba a enseñarle baloncesto a Michael y no al revés.

Ya obtendría su vendetta, ahora debía quitarse el uniforme medico para corregir las posturas de los brazos de Michael cuando lanza el balón, y quizás en un par de años le enseñaría a driblar.