Las horas habían transcurrido lentamente a pesar de que se había esforzado tanto que sus músculos ardían hasta el punto de ya casi no sentirlos. Se tambaleó levemente antes de perder el conocimiento, el peso de 100 G encima de él. Cuando despertó sintió mareo nuevamente pero ya descansado no tuvo problema en levantarse y apagar la máquina. Chistó y frunció el ceño con molestia, por alguna razón el entrenamiento de ese día no había resultado nada fructífero. Recordó a su rival, con cabello dorado y brillante, frunció el ceño con más fuerza, si es que era posible, y salió del recinto furioso.

Al entrar por una de las puertas que daba hacia el patio, camino a la cocina de la casa donde vivía hace unos meses, escuchó a lo lejos la insoportable voz de su anfitriona mientras cantaba. Ya acostumbrado y resignado a escucharla, siguió caminando sin detenerse hasta la nevera y la abrió sin tratar de pasar desapercibido.

-Te he dicho que no abras la nevera... -Vegeta la miró mientras tomaba el líquido helado de una lata de gaseosa, ella nunca podía evitar repetir sin cesar que "no debes abrir la nevera sudado porque te puedes enfermar", pero esta vez no terminó su frase sabiendo que él siempre respondía: "los saiyajines no somos tan débiles". Él se limitó a levantar una ceja y no dijo nada, acabando pronto con la lata y sacando otra mientras el mareo iba dejándolo. La mujer de cabello turquesa y piel de porcelana se dio vuelta y siguió cantando, el guerrero observó su cabello recogido y adornado, y el escote en su espalda y se preguntó por qué estaría tan arreglada; mientras terminaba su segunda lata y la aplastaba para tirarla a la basura, llegó a la conclusión que no le importaba en lo absoluto tal asunto. La mujer, que había estado todo ese tiempo sentada en el suelo al otro lado de la cocina, se puso de pie de repente, llevando un par de tacones en sus manos y pasando al lado de Vegeta mientras maldecía en voz baja.

-Hey. -Le llamó él algo molesto de sentirse ignorado, ella solo se detuvo pero no se dio vuelta. -¿Hay comida? -El príncipe pudo casi sentir el insignificante ki de ella elevarse con rabia a la vez que sus hombros lo hacían también, pero de forma inesperada ella pareció relajarse y la vio darse vuelta con una sonrisa.

-¿Tienes hambre, querido Vegeta? -Un rubor de molestia cubrió levemente sus facciones de inmediato.

-¿Cómo me dijiste, insolente? -Ya no le fue tan fácil tratarla duramente cuando la tuvo en frente, sus labios estaban pintados de un rosa muy sutil y sobre sus párpados podía distinguir una especie de tenue reflejo blanco que hacía brillar sus ojos. Bulma puso sus manos suavemente sobre sus hombros y le dijo con una sonrisa cómplice.

-¿Por qué no sales a cenar conmigo?

-¿Salir?

-¿Sabes? Es muy aburrido siempre comer lo mismo y en el mismo sitio, hay tantos platos que no has probado y que estoy segura pueden satisfacer tu apetito... -Vegeta mantuvo el ceño fruncido por algunos segundos, si hasta ahora el día había sido un completo fracaso no veía mayor inconveniente en terminarlo de la peor manera posible comiendo con esta humana. Meditó un momento más y luego suspiró.

-Más te vale que haya suficiente comida. -Bulma aplaudió ruidosamente y lo jaló.

-Vamos, Vegeta, date un baño...te dejaré ropa elegante que ponerte para cuando salgas. -Él se soltó pronto de ella y subió las escaleras por sí mismo. -Estúpido Yamcha, ¿creíste que podías dejarme plantada? -La escuchó murmurar antes de entrar al baño.

Después de haber discutido por media hora porque Vegeta pensaba que el saco y pantalón negros que Bulma había escogido para él eran simple ropa de plebeyo y que un príncipe no podía verse vistiendo tales harapos como "ropa elegante", finalmente había decidido salir así cuando no había podido aguantar más el tono cada vez más agudo en la voz de ella. La mujer había insistido en tomarlo del brazo desde la entrada hasta la sala donde iban a comer, a pesar de todas las veces que él se había soltado, convirtiéndose todo en un forcejeo que hasta había llegado a sacarle una sonrisa por lo ridículo de la situación. La mujer que lo había acogido en su casa era realmente insoportable e incansable en sus deseos de fastidiarlo, pero se había adaptado tanto a ello que ya a este punto sus ganas de matarla no eran tan grandes. Una vez sentados en una exclusiva mesa en el segundo piso del elegante restaurante, frente a una ventana gigante con vista a la ciudad y casi solos aparte de unas cuantas mesas alrededor, Bulma se encargó de explicarle detalladamente cada uno de los platos del menú, incluyendo color, forma, sabor y tamaño; el príncipe guerrero lo agradeció en silencio, apreciaba la capacidad lógica y descriptiva que este indefenso ser podía tener cuando se lo proponía. Cuando el mesero trajo un líquido rojizo y amargo que él apartó de su boca después de solo un sorbo algunos recuerdos empezaron a invadir su mente, recuerdos de alguna cena levemente parecida a esta, muchos años atrás en el planeta Vegita, risas, compañerismo, la figura de su padre como el centro del lugar. Cuando se encontró con los ojos de Bulma y su sonrisa divertida, se dio cuenta que él mismo había esbozado una sonrisa mientras recordaba. Y pensaba que ese día no podría haber sido más patético.

-¿Ni siquiera has comido y ya la estás pasando tan bien? -El hombre de cabello oscuro chisteó y no pudo frenar su lengua para que no hablase.

-Solo me pareció recordar que los saiyajines también hacían esto...cenar... -La mujer frente a él entrecerró los ojos y sonrío.

-¿Y en los demás planetas, nunca cenaste? -Ella apoyó su rostro en sus manos esperando una respuesta, Vegeta tomó otro sorbo del líquido rojizo, ya menos amargo y pensó por un momento.

-Algunas veces estábamos tan hambrientos que el destruir los planetas podía esperar, nos escabullimos en banquetes reales, interrumpimos momentos familiares y todo por saciar nuestro apetito.

-Jaja, qué animales.

-Parece ser una costumbre universal, esto de comer con otros semejantes. -Ella abrió sus ojos levemente y su acompañante pudo leer sus intenciones. -No me refiero a ti como un semejante. -Bulma se rió, acostumbrada a la rapidez con que él podía leer sus pensamientos antes que ella pudiese contraatacar.

-Siempre había querido preguntarte acerca de la vida en otros planetas, eso claro, si alcanzaste a ver algo antes de destruirlos. -Vegeta frunció el ceño pensando por un momento si hablar, no quería admitirlo pero aparte de amar la destrucción y la muerte, su mente calculadora y detallista y su buena memoria lo habían llevado a recopilar información abundante acerca de todos los planetas que había visitado y en muchas ocasiones destruido.

-Por cada plato de comida te hablaré acerca un planeta.

-¡Mesero! -Gritó ella sonriendo.

Vegeta inició hablándole a Bulma acerca de las diferentes pero al final similares formas de gobernar en los diferentes planetas, el guerrero haciendo siempre énfasis en lo ineptos y débiles de los líderes y en cómo habían fallado al no ser ellos los más fuertes física y mentalmente.

-No hubo casi ningún "rey" que no hubiese doblado sus rodillas delante de mí y rogado misericordia. -Relató Vegeta divertido, Bulma torciendo los ojos ante sus comentarios orgullosos. Posteriormente le describió las diferentes razas que había podido conocer, explicándole también con detalle las condiciones climáticas de los planetas y sus teorías de por qué las razas eran de una manera u otra físicamente; le pareció en algún momento verla más concentrada en sus ojos que en lo que decía, por lo que cambió de tema rápidamente hacia la tecnología y armas. No debió sorprenderle que este tema le causaría especial interés, pues a pesar que su enfoque era "al final cuán inútiles habían sido todas estas armas" frente a él, ella buscó un bolígrafo y terminó escribiendo todo lo que le pareció importante acerca de materiales, mecanismos y demás, pudiendo con bastante propiedad predecir las explicaciones de Vegeta y dar razones muy válidas de todo lo que hablaban. Vegeta siempre había escuchado de los demás que Bulma era la mujer más inteligente del planeta Tierra, pero en un momento, después que habiendo devorado 10 platos de comida ya le había hablado de casi toda la galaxia, pensó que era ella quizás el ser más inteligente con el que hubiese hablado en todo el Universo. Y había pensado que ese día no podía ser más patético. La mujer lo miraba de tanto en tanto mientras daba vueltas sin interés al líquido rojizo que llenaba su quinceava copa, sus mejillas estaban enrojecidas y tenía una permanente sonrisa tonta en sus labios.

-Vegeta... -Dijo casi en un susurro. -No le diré a nadie tu secreto...

-¿Qué secreto? -Preguntó él después de dejar de lado otra parte de lo que la mujer había llamado langosta.

-Que realmente no eres un bruto animal al que solo le interesa pelear, eres prácticamente un erudito... -Después de decir esta palabra ella empezó a reírse tontamente y sin control. -¿quién lo iba a pensar? -Esto fue lo último que ella dijo antes de quedarse recostada boca abajo sobre la mesa, el saiyajin la miró mientras terminaba su plato, después de lo cual la llamo.

-Mujer...mujer...mujer... -Ella levantó su cabeza irritada después de sentir que él la había tratado de despertar con un tenedor.

-Sabes que tengo un nombre, ¿no? BULMA, repítelo... -La mujer de cabello turquesa, con ojos a esa hora caídos y un peinado ya desordenado, se abalanzó sobre la mesa y le jaló las mejillas mientras repetía: "BULMA, BULMA, BULMA". Vegeta, avergonzado, pero entendiendo que ella estaba en un estado más allá de la lógica, se limitó a ponerse de pie y jalarla hacia él para que se fueran.

El aire frío de la madrugada pareció hacerle un poco de bien, la vio caminar, reírse y finalmente acostarse sobre el césped de una jardinera. ¿Sería este estado similar al que caía Nappa cuando disfrutaba de más de los placeres que los planetas que invadían les proporcionaban?

-Vegeta... -Le llamó ella aún recostada sobre la grama, él se acercó, la buena comida le hacía sentirse de alguna manera agradecido con el desastre de mujer que decía su nombre. -Creo que no puedo conducir... -Él sonrió y luego frunció el ceño cuando la escuchó empezar a roncar segundos después, miró a ambos lados, observando que no hubiera nadie cerca. Ya otro día había empezado, con la oportunidad de no ser tan inútil como el anterior, así que lleno de vigor para seguir entrenando y ya cansado de estar en ese lugar tomó a Bulma entre sus brazos de la mejor manera que pudo y se la llevó volando por los cielos de vuelta a la corporación Cápsula.

A estos dos siempre los relaciono con comida xD lo siento.