Hola a todo el mundo. Bueno, despues de ausentarme mucho tiempo de aca de la pagina, les traigo un fic que, uff, hice hace muchisimo tiempo para otro foro, no tuvo mucho exito que digamos, pero quise publicarlo aqui a ver como le iba. Es de la parega mas popular de este anime, ojala les guste porque debo decir que la hice como mero experimento. Les dejo el prologo.
Fuerza de voluntad y debilidad
Prólogo
Un par de ojos jade miraron con curiosidad al chico que echado sobre el suelo, mantenía los ojos cerrados y descansaba placenteramente sobre el césped del inmenso jardín delantero que formaba parte de la mansión Uchiha. El viento soplaba con delicadeza, haciendo que la melena negra del chico y la exótica cabellera rosa de ella se mecieran al compás de éste. No era un viento frío ni molesto. Era suave, fino, refrescante.
Los ojos jade dejaron de lado al chico por unos momentos, para ahora prestar atención a la enorme casa de su amigo. Siempre que tenía la oportunidad apreciaba el diseño de ésta.
Por eso, en esta ocasión como decenas de veces lo había hecho, miró con detalle aquella mansión. Que constaba de dos pisos y de una fachada exquisitamente construida con los mejores materiales existentes. El amplio jardín, que incluía bellas flores y un par de árboles que servían para hacer sombra, se extendía por todo el rededor de la mansión. En medio del jardín había un estrecho camino empedrado de manera elegante que partía el jardín en dos y que servía para entrar en la casa.
Del lado derecho de la puerta de entrada se encontraba la cochera que recibía y despachaba el lujoso auto del dueño de la casa y que en estos momentos no se encontraba. Del lado izquierdo de la puerta principal había un pequeño y angosto camino que daba a la puerta trasera, que conducía al jardín trasero, decorado de la misma manera que el delantero, además de tener una piscina y una sección especial para hacer alguna carne asada, barbacoa o picnic.
Sin embargo, en esta ocasión no venía a apreciar la magnificencia de la casa de su amigo, por lo que dirigiendo nuevamente su atención a éste, tocó una de sus mejillas y habló:
—Vamos, Sasuke. Acompáñame a la tienda.
El moreno abrió uno de sus ojos para mirar a aquella persona que perturbaba su paz.
—No molestes, Sakura —le dijo con fastidio retirando la mano de ella y acostándose de lado, cerrando nuevamente los ojos y usando uno de sus brazos como almohada.
Sakura hizo un mohín de irritación al momento de decir:
—Eres un flojo, Sasuke. ¿Qué te cuesta acompañarme a la tienda a comprar un regalo? Naruto es tu amigo… nuestro mejor amigo. Acaban de operarlo de las anginas ¿y no vas a darle nada o tan sólo ir a visitarlo?
—Ayer fui a su casa, ya te lo dije —contestó Sasuke sin dignarse abrir los ojos.
—Aun así, acompáñame —pidió ella con su voz más dulce.
— ¡Maldita sea, Sakura! Ve tú sola. Ya no somos unos bebés.
—Tenemos diez años.
—Entonces, ¿tienes miedo de ir sola? —al preguntar esto, Sasuke sonrió de medio lado y miró a su amiga con expresión de burla. Ella se sobresaltó por la mirada penetrante de él y se ruborizó. Sin embargo, tratando de ocultar su temor, frunció el ceño y con voz firme respondió:
— ¡Por supuesto que no tengo miedo! ¿Por qué piensas que lo tengo?
—Entonces no fastidies y vete —finalizó el pelinegro volviendo a su posición de relajación.
— ¡Bien! ¡Me voy! —soltó ella enojada mientras se ponía de pie y salía de la propiedad de los Uchiha. Sasuke a veces era un tonto.
En la tienda, la pequeña Sakura había encontrado el regalo perfecto para Naruto. Un peluche. Incluso para su edad, Naruto era mucho más que infantil y le gustaban ese tipo de cosas. Por eso, cuando sus ojos posaron la vista en aquel lindo y simpático zorro de felpa, no pudo resistir la tentación de comprarlo. Se dirigió a la caja a pagar el peluche y unos botes de ramen. Sabía que eso acabaría por hacer feliz a Naruto y mucho más si ella lo acompañaba a comer.
Una vez le dieron el total de lo que debía pagar, Sakura buscó el dinero en la bolsa del pequeño chaleco que llevaba y que formaba parte del conjuntito de ropa que ese día había decidido vestir. Sin embargo, con horror notó que la bolsa del chaleco estaba rota. Tragóó duro; esa no era una buena señal. Buscó en las demás bolsas manteniendo la esperanza de que el dinero estuviera en una de ellas. Nada. Simplemente había perdido el dinero.
—Niña date prisa. Estás retrasando a los demás. Paga de una buena vez —le dijo el sujeto de la caja registradora con dureza. Esto terminó por poner a Sakura más que nerviosa. Esto no estaba pasándole. ¿Por qué a ella? Se preguntó tratando de impedir que las lágrimas salieran de sus ojos y de hacer que el nudo que se formó en su garganta desapareciera, para poder dar una explicación.
—Aquí tiene el dinero —escuchó una voz a su costado izquierdo—. También cóbrese esto otro.
Sakura giró su cabeza noventa grados y miró a Sasuke, quien como todos los días, tenía una expresión tranquila y que la miraba serio.
—Sasuke, viniste —le dijo ella sin caber en su asombro.
—Vine por algo de helado. El helado es bueno para alguien que acaba de ser operado de las anginas. Así que a Naruto le caerá bien.
Sakura sonrió y asintió.
— ¿Qué pasó con tu dinero? —cuestionó el morocho mientras salían de la tienda y se dirigían a la casa de su rubio amigo.
Sakura bajó la cabeza apenada al momento de contestar con voz queda:
—Lo metí a la bolsa y estaba rota. Seguro se me tiró y se perdió.
Sasuke miró a Sakura con decepción.
—Eres una descuidada —aseguró con frialdad. Sakura bajó más la cabeza sintiéndose acusada y amonestada. Sasuke suspiró—. Dime, ¿qué harías sin mí?
—Puedo hacer muchas cosas— se defendió la pelirrosa haciendo un mohín de inconformidad ante la pregunta arrogante de Sasuke. Claro que él no creyó sus palabras.
Estaban cruzando un puente que ayudaba a pasar la atestada avenida principal de Tokio y que era el único camino corto para llegar a casa del rubio. No obstante, el puente no era muy circulado por lo peatones ya que éste tenía una bardita de apenas un metro que servía como protección para evitar algún accidente, y bajo esta barda había una banqueta un tanto alta que al subirse a ésta, hacía que la bardita fuera más pequeña y las probabilidades de caer por allí aumentaran. Ese puente se consideraba peligroso especialmente para las señoras con niños chiquitos. Fuera de eso, cualquiera que usara la cabeza podría pasar por éste con facilidad.
Por eso, teniendo las debidas precauciones de antemano, Sasuke y Sakura cruzaban por el puente sin dificultad. Sakura se subió a la banqueta, poco antes de que el puente terminara.
—Baja de allí. Te vas a caer —le pidió Sasuke sin inmutarse.
—Tendré cuidado. No soy estúpida, Sasuke.
—Eso dices tú.
Sakura se ofendió por el comentario del moreno así que, inflando los cachetes, cerró los ojos y llamó la atención de su amigo para que mirara la mueca de disgusto que le estaba poniendo. Sin embargo, lo que a Sasuke le llamó más la atención fue que, al no ver por dónde iba, Sakura tropezó con sus mismos pies y perdió el equilibrio. A punto estaba de caer por el puente, cuando Sasuke, presuroso, la tomó por la mano y la jaló hacia sí. Sakura sintió como su corta vida pasaba frente a sus ojos. Su corazón iba a mil por hora, en verdad se había asustado muchísimo. No quería volver a experimentar aquella sensación jamás en su vida.
—Tonta, ten más cuidado. Te lo advertí. ¿Qué hubiese pasado si no estoy contigo? —le preguntó Sasuke con ira. Él también se había asustado.
—Lo siento, lo siento —repitió la ojiverde con voz trémula, acurrucada en el pecho del Uchiha. Un momento estuvieron así hasta que ella se calmó.
—Ya no pasa nada. Debemos darnos prisa. Si nos tardamos puede que Naruto se vaya o lo saquen a pasear por allí —comentó Sasuke tomando las bolsas del suelo y emprendiendo el camino. Sakura lo siguió.
— ¿Por qué nosotros, Sasuke? —inquirió ella de la nada antes de llegar a la casa de Naruto. Sasuke no entendió la pregunta—. ¿Por qué nosotros somos tus amigos? ¿Por qué nos elegiste a Naruto y a mí para ser tus amigos y no a otros?
Sasuke pareció meditar la pregunta. Miró el cielo, que ese día estaba despejado y luego miró a su compañera.
—Porque son diferentes a los demás —contestó con simpleza.
— ¿Diferentes? ¿En qué sentido? —inquirió la pelirrosa con curiosidad.
—No sabría explicarlo —espetó Sasuke en un tono de voz que le indicó a Sakura que no quería hablar más. Ella respetó eso y no dijo más. Sin embargo, esas palabras de que tanto Naruto como ella eran diferentes a los ojos de Sasuke, la llenó de una alegría que nunca antes había sentido y que sin lugar a dudas, no olvidaría aquella frase que tomó como un hermoso, único y especial cumplido.
Es todo por ahora. Me gustaria en verdad saber que opinan, pero eso queda en sus manos. Los dejo y se cuidan.
Hasta otra.
