Hola amigas (os) aquí les traigo una nueva historia que se me ha ocurrido gracias a un resbalón que he tenido e la ducha..jaja, fue algo gracioso de pensar. Bueno, espero sea una historia corta, porque esto de escribir a mi me toma mucho, mucho, quizá por loca que soy de perfeccionista además de mi monn de actividades. Espero que les guste.

Saludos.

Lo indispensable.

1. A señas

Un estallido resonó por todo el castillo, seguido de gritos despavoridos, tropezadas y portazos. Filch y su gata corrieron a toda velocidad a las mazmorras y con el poco aire que le quedó al hombre lo único que pudo soltar frente a un exasperado profesor Severus Snape fue: baño, chicas, Gryffindor. Al ver el desastre, se le pusieron los nervios de punta al mismísimo profesor cuando las alumnas salieron desesperadas por todos los pasillos del castillo, enrolladas en toallas y a medio baño. Fue tan estúpido, pero a la vez gracioso verlas como gallinas cacareantes por todos lados, alzado los pies y dando tumbos con tanta rapidez. Todo el colegio se enteró, y medio alumnado lo vio. Las risas y exclamaciones burlescas aparecieron pronto y se expidieron durante casi un mes. Inclusive quienes no debían reírse, los Gryffindor, se sorprendieron a sí mismos haciéndolo. Y por si fuera poco Draco Malfoy se delató por echarse a reír con tanto eufemismo y alboroto que casi se contuvo el meado por acto reflejo. Todo esto llegó a los oídos del Director Dumbledore pero él no hizo más que reírse y acariciarse las barbas pensando en sus años de estudiante, divagando una que otra cosa de entonces y terminó por despedir a todos de su despacho con la mano. Por lo que el profesor Snape se vio obligado a tomar decisiones. Y qué decir de la profesora McGonagall que salió del recinto tan indignada que no pudo siquiera articular palabra más que lanzarle una mirada furtiva al profesor Snape. El profesor salió de ahí a paso urgido arrastrando por la solapa a Malfoy, llevándole hasta su despacho.

-Los daños que has causado al edificio han sido poco a comparación con el alumnado. Algunas jovencitas tuvieron que ir a la enfermería-asestó un golpe con el profeta-Por tus niñerías y estupideces pago yo el costo-volvió a sonar el profeta e la cabellera rubia- Ahora te harás cargo de las rondas nocturnas e irás a la enfermería a ver cómo le ayudas a la alumna que resultó más afectada-

Draco chasqueó la legua y se soltó del agarre. Snape le miró amenazadoramente.

-Mañana tendré un revuelo de lechuzas en mi despacho por tú culpa, todos esos padres furiosos habrán de hacer la queja. Espero que acates el castigo Malfoy, porque si no me las arreglaré a no incluirte en el quidditch-

-Solo fue una broma-murmuró-¿Además que pudo pasar tan grave? –dijo con enfado-

-Nada mas, y nada menos has dejado ciega y sorda temporalmente a una chica. ¿Para qué te lo explico yo? ¡Ándate a la enfermería y ve cómo solucionas el problemita! ¡Y espero que te sirva de lección!-le dijo Snape casi a grito cuando Draco hubo cerrado la puerta tras de sí-

Draco trastabilló a la subida de las escaleras en la mazmorra. Iba tan furioso que desvió la vista detrás de su espalda por lanzarle maldiciones y refunfuños a Severus Snape en lugar de fijarse por dónde ponía los pies. El profesor le había otorgado el "honorable" trabajo de las rondas nocturnas además de "ir a la enfermería" por empecinarse a echarles ratas gorjeantes y explosivas al baño de las chicas Gryffindor mientras estas se aseaban. Draco se acomodó la capa, las orillas de sus mangas y el pelo. Después de tirones de la ropa, azotes en la cabeza con el profeta y gritos desproporcionales de Snape por sus "bromitas de mal gusto"-como le había dicho el profesor-se había descuadrado su talle de macho alfa seductor. Cuando se sintió bien, caminó con su andar cómodo de siempre y su sonrisa cretina. Pensando en que todo le cuadró según lo tuvo pensado. Y la broma no fue nada más que un sutil intento de venganza por las burlas que le habían hecho a Slytherin por perder esa semana en quidditch. Esos estúpidos cabezotas de Gryffindor le colmaron la paciencia y el ardor de sus cometarios le traspasó más que de costumbre, sobre todo porque esa "sangre sucia" se atrevió abiertamente a llamarlo hurón cobarde y mal oliente. Ya verían su suerte.

Cuando estuvo en la puerta de enfermería, dudó un segundo en seguir las ordenes del profesor Snape. Pero se lo pensó mejor, ya lo tenía demasiado cabreado como para darle una razón más a aumentar los castigos. Suspiró con pesadez y abrió. La señora Pomfrey andaba de aquí allá con gasas, y una cubetilla.

-Ah, es usted-Dijo deteniéndose a ver a Draco bajo el umbral-Bueno, bueno apresúrese que aquí me hacen falta manos de ayuda-hizo un gesto con la cabeza para que entrase-

De mala gana, Draco entró con un gesto de asco y las manos metidas en los bolsillos. Nada le parecía más repugnante que estar dentro de una enfermería u hospital. O es que quizá le daban terror por los recuerdos que tenía cuando hacía visita a su abuelo Abraxas en sus últimos días.

-Venga acá muchacho-dijo con presurosa amabilidad la señora, tomándole por el hombro y empujando-La mayoría de las chicas solo tuvieron raspones y las he mandado a sus camas, para su suerte querido, sin embargo hay una que se llevó la parte horrenda-la señora Pomfrey lo colocó frente a ella-

Y ahí estaba, con los cabellos marrones arremolinados más de lo normal, una venda pulcra y blanca cubriéndole los ojos y los oídos. Sumergida en una bata blanca que sólo dejaba ver a partir de sus rodillas.

-No he podido hacer mucho hasta ahora. Esto tomará más de lo previsto. Le servirá su ayuda y compañía. Verá, yo tengo que marcharme mañana por encargo del profesor Dumbledore y demoraré unos cuantos días-dijo la mujer con preocupación-¿podrá con esto hijo?-

Ciertamente, Draco se quedó mudo. No se lo podía creer. Debía hacerle de niñero y además atenderle como si fuese un enfermero profesional. Esto no le gustó para nada, hizo ademan de dar un paso atrás pero se encontró con el bajito y regordete cuerpo de la señora Pomfrey quien al ver las intenciones le dio un empujón hacia el frente.

-La reconoces, ¿cierto? –

Draco no contestó a pesar de que sabía perfectamente de quién se trataba.

-Es Hermione Granger, la pobrecilla se llevó la peor parte por tratar de lanzar un hechizo contra las ratas, este rebotó en un vitral y le ha dado justo en la frente-veía a la chica con son maternal-

Y sí, justamente podía verse una leve cicatriz en forma de círculo en la sien derecha de Hermione. Draco tragó saliva, no es que sintiese lástima por esa "sangre sucia" pero tampoco era tan grande su desprecio como para un intento de asesinato. Draco miraba con expectación a la chica, por un rato pensó en echarse a reír pero el sentimiento se apagó totalmente cuando le vio extender un brazo como si deseara el contacto de alguien. El muchacho sacó su mano del bolsillo y se la tendió vacilante. ¿Por qué lo hizo? Ni el mismo lo comprendió. Debía estarse regodeando por cumplir su cometido tan satisfactoriamente, pero lo que veía delante ya no le pareció de adulación. Hermione estaba mareada y aún escuchaba un chirrido grave en sus oídos. Cuando sintió una mano suave, delgada pero obviamente masculina se levantó dificultosamente-por el mareo- y abrazó sin pensarlo al dueño. No estaba segura de saber quién era, pero se imaginó a Harry o Ron ¿Quién mas podría estar ahí además de la Señora Pomfrey? Sus amigos, claro está. Draco se ofuscó. Aquel abrazo desesperado lo dejó sin palabras, gesticulaciones o reproches. Se quedó estacado en el suelo con los brazos alzados a los costados sin saber qué hacer. La señora Pomfrey soltó una risilla chillona y se marchó a su oficina advirtiendo su pronta partida. Hermione se removió inquieta en el pecho de Draco y éste inconscientemente correspondió al abrazo. Era un tanto incómodo, bastante para ser exacto, además qué hacia el abrazando a la "sangre sucia" y dando un estupendo espectáculo en la enfermería. Por suerte solo estaba la señora Pomfrey en su oficina, sino el objeto de burlas ahora sería él. Si Slytherin se enterase…¡NO!

-He, Granger apártate..será mejor..será mejor que te sientes-siseó confuso en el oído -

Aquel calor de su aliento le hizo estragos a Hermione. Sintió que la piel se le rizaba y el corazón se estrepitó como caballo desbocado. ¿Qué estaba ocurriéndole? Eso no estaba bien, ¿sería un síntoma más de su estado? cuando dejó el sentimentalismo de lado y la exasperación por su condición, analizó la situación. Aquel no se parecía para nada al cuerpo de Harry mucho menos al de Ron. Era evidente su complexión delgada, Harry era menudo sí pero no de hombro ancho, no tan ancho, además de ser bajo y éste era muy alto. Ron era alto, sí, pero en el último año ganó musculatura, casi gruesa como la de Viktor Krum. Ese cuerpo no tenía tanta anchura. Aspiró la fragancia y le inundó la nariz, y aunque era demasiado resultaba agradable por el anís. Aquel individuo no era Harry, ni era Ron. Se separó asustada y con torpeza, confundida y aún aturdida, pues cualquier movimiento le provocaba un mareo insoportable. Draco le guió a las orillas de la cama y ella se sentó. Luego de un instante en silencio, Draco soltó un resoplido de exasperación y puso los ojos en blanco. Eso no le gustaba para nada. De pronto, Hermione movía las manos, haciendo señales y movimientos que él no comprendió, e hizo un gesto disgustado.

-Es lenguaje a señas-dijo la señora Pomfrey a la lejanía, quién estaba viendo divertida toda la escena-..a pesar de que puede hablar, no le es posible saber que decimos nosotros-

Claro, se dijo Draco. Era estúpido pensar que si perdió la vista y la audición no podría hablar: Lloriquear y quejarse. ¡Maldita sea!

-No lo conozco-respondió-

-Pues tendrás que aprenderlo para poder ayudarle-se acercó a los jóvenes- puedes comunicarte con ella si haces las letras sobre su palma…así-le dijo y tomó la mano de Hermione y la señora Pomfrey hizo movimientos con su mano en la de ella-

Hermione asintió.

-¿Qué le ha dicho?-

-Que debo marcharme, pero que estará en buenas manos. He dejado a un buen enfermero a su cargo-sonrió la mujer-¿quiere que le diga de quién se trata?-

Draco negó con la cabeza enérgicamente. ¡Lo que le faltaba! Que la "sangre sucia" berreara e hiciera desmanes al saber de su presencia. Prefería no tener otro numerito de esos.

-De acuerdo, entonces Sr. Malfoy..la señorita Granger es toda suya-

- ¡Pero son las 9 de la noche!, debo hacer mis rondas y además…-

-¡Debió pensárselo mejor al hacer sus ridículas bromitas!-dijo la señora totalmente enfurecida- ya verá usted cómo se las arregla para atender sus asuntos…¡Por lo pronto creo bastante justo que se haga cargo de los daños!..ahora ponga atención. Debe ayudarle a asearse-los colores se le subieron a Draco- también a cambiar el vendaje una vez al día-él tragó saliva-y buscar la manera de comunicarse con ella, después de todo usted es el culpable de su condición. Todo lo que pudiere necesitar está ahí-señaló un neceser frente a la cama de Hermione-

-¿Pero haré ese trabajo YO solo?- refunfuñó-

-No del todo, hasta ha corrido con suerte. La señorita Weasley se ha ofrecido a ayudar, así que se podrá de acuerdo con ella para..-

-Me niego rotundamente a tratar con semejantes..-

-¡Señor Malfoy! Más le vale cumplir, porque si no le reportaré con el profesor Snape. Él fue muy claro con sus especificaciones….Además-ablandó el gesto y bajó el tono- no dudo que lo hará bien-le sonrió con condescendencia, hubo hecho eso y salió por la puerta principal-

Draco se sentó al lado de Hermione y echó la cabeza atrás, exasperado. Luego le miró. Ella estaba serena, con el rostro al frente, luego ladeaba la cabeza como si tratase de escuchar algo. Observó cómo su mano viajó por las sábanas blancas hasta encontrar la suya y él la retiró tal si el contacto le quemara. No quería mas desplayes afectivos. Vomitaría. De pronto sintió tanta cólera con el mundo entero. Con Zabbini por la idea de las ratas y no haberse ganado escarmiento, con su padre por ser tan benevolente y darle el dinero para comprarlas sin preguntar siquiera para que lo necesitaba, con los Gryffindor por molestarle, si no hubiese sido por ellos…otra historia sería. Todos llevaban la culpa menos él según sus cavilaciones.

Draco dio un respingo al sentir a Hermione recostándose sobre su hombro derecho. ¿Qué hacía esta tonta? ¿Cómo se mostraba con absoluta confianza sin saber quién era el que estaba con ella? Lo que él no sabía es que Hermione imaginaba que si no se trata de Ron o Harry, al menos era alguno de los chicos de Gryffindor con quien estaba familiarizada hasta el punto de hermandad. Ella de momento pensó que podría tratarse de alguno de los Gemelos Weasley puesto que la complexión se asemejaba. Así se obligó a pensar a pesar de que algo le decía que sus conjeturas eran erradas.

Hermione estaba nerviosa y ni siquiera sabía el porqué, o quizá sí. Le embragó el miedo de no volver a tener audición y vista completa. El que por tratar de hacer un hechizo y haber resbalado en los baños le hubiera salido tan mal le daba vergüenza. Ella que se jactaba de perfección en los hechizos. Sintió un nudo en la garganta. Luego pensó en sus amigos, ¿habrían venido a verla cuando aún estaba inconsciente? Seguro que sí. Después pensó en su acompáñate, seguro llevaba horas a su lado puesto que el accidente fue alrededor de las 7 pm y no le pareció justo retenerlo más.

-Puedes irte-murmuró-ya me siento mejor, al menos el mareo ha pasado-

¿Le había leído el pensamiento? Estaba deseando marcharse desde que entro ahí y más ahora que ya pasaba de las 10 pm y los ojos le picaban por el cansancio. Draco se levantó, ella le retuvo. Sostenía con la punta de los dedos la capa.

-¿Vendrás mañana temprano? ¿cierto?-

Lo único que se le ocurrió fue tomarle la mano y darle un apretón.

-Dos para un sí, uno para el no-sonrió ella con melancolía-

No quería entristecer mas ni echarse a llorar pero el percibirse tan vulnerable le hacía mella. Y luego el tener que quedarse sola. Él le miró con irritación ¿Qué? ¿iba a lloriquearle? A ¡no! ¡eso si que no!, el no era ningún confidente ni mucho menos consolador de chicas y menos de ella... Y Hermione rompió en llanto.

-Ahora sí que la he cagado-dijo ofuscado-

Ella le abrazó por la cintura y sollozaba. Draco dudó, y con cierta reticencia colocó su mano en la cabeza de ella. ¿Cómo diablos daría consuelo si no sabía cómo hacerlo? Le dio unas cuantas palmaditas, como quien comprueba con la mano si el mango de la sartén está caliente. Vaya cosa, ahora SI que la había hecho.

-¿Volverás?-dijo apagando el sollozo-

Él le apretó la mano dos veces.