La mayoría de la gente nunca tiene que hacerle frente al hecho de que, al momento y el lugar adecuado, puede hacer...cualquier cosa.
El barrio chino.
Juegos, pastel y vino
Noiz comenzó a despertar. Los golpes lo habían dejado inconsciente, a pesar de no sentirlos. Estaba atado y desnudo al abrir los ojos, en la semioscuridad del cuarto de Virus y Trip.
—¿Quieren dinero para dejarme ir?
Lo preguntó con tranquilidad, luego de comprobar que su muñeca se había dislocado tratando de zafarse.
—Tenemos más de lo que necesitamos.—sonrió Virus, acercándose.
—Buscamos hacerte nuestro. Nos falta Aoba.
Noiz les devolvió el guiño con cierta perversidad reflejada. Era la mirada que ponía al ganar puntos: había comprendido. O creía comprender.
—Lo hacemos. Luego me sueltan.
Virus y Trip se miraron.
—No estamos negociando. Pero hemos acordado entre nosotros que si no te rindes, te dejamos ir.
—¿Ren...dirme?
Noiz meneó la cabeza. Al decidir que no tenía sentido, prefirió no discutir y se tendió en la cama a esperarlos.
No se suponía que quedara con energía. Virus y Trip, por mucho que les costara admitirlo, ya no la tenían. Pero Noiz seguía despierto. Pudo haber aguantado...¿cuánto más? Aunque se doblegara, siempre le quedaba algo, aguardando por hazañas que ni ellos podían alcanzar ni superar...con todo lo que habían hecho ya.
—Lo hicimos los dos de nosotros.
—Él no se quejó de Hersha y no teme a Welter.
—Le gusta mi vino.
—No le importa comer mi pastel.
—Sólo pide jugar Rhyme.
—¿Y si lo dejáramos...?
—Se rompe algo cada dos días para que se lo permitamos. No nos odia.
—Sólo quiere su libertad de vuelta para lo único que le causa satisfacción.
—Ni siquiera Aoba se mantuvo tan fiel a sí mismo.
—Es como nosotros.
—El otro día me sometió al soltarse.
—Disfruta los baños. Se nos insinúa cuando lo limpiamos. No tiene vergüenza.
—¿Qué hacemos, Trip?
—¿Matarlo? No hace una diferencia.
—Tienes razón. Es como nosotros.
—Pero no lo quiero aquí. No es Aoba. Y aunque tampoco lo odio...
—No te gusta.
Koujaku lo recibió de madrugada en su escondite. Llevaba uno de los trajes de Trip y zapatos de Virus. Lo soltaron con un desinterés que hacía juego con la curiosidad leve que los llevó a secuestrarlo.
—Deja ver si entiendo...¿has sido esclavo sexual de esos yakuza por dos meses?
Noiz se encogió de hombros y aceptó la comida que una de las silenciosas novias de Koujaku le ofrecía.
—¿Y...?
—Nada. Tengo hambre. ¿Sabes dónde está mi equipo de Rhyme?
