A lo mejor no existen pecados ni virtudes, sino lo que la gente hace. Algunas personas hacen cosas agradables y otras no tanto, y eso es lo máximo que tenemos derecho a decir.

Viñas de ira.


El criminal


Aoba lloraba con la cara entre las piernas y las manos en el estómago. Ren a su lado.

—Aún no sé quién pudo haber llamado a la policía, diciéndoles que Mink tenía un casino ilegal, alcohol y drogas con menores de edad y prostitutas aquí. Estará en la cárcel durante meses mínimo.

Fue maravilloso que el 911 tuviera servicio de e mail y que no hicieran demasiadas verificaciones, poseídos por una mezcla de racismo, xenofobia y homofobia. A Ren no le había costado nada.

Quizás no le habría desagradado tanto si no fuera porque Aoba buscó justo al violador, muerto de hambre, sucio y loco indígena. Ren no esperó por el final y buscó retrasar lo inevitable. Con un poco de suerte, Mink lo entendería, huiría de nuevo al salir de la cárcel y mientras tanto, Aoba se enredaría con Mizuki, Koujaku o quien fuera y que lo tratara como Ren no podía hacerlo.