Entre dos mundos

Disclaimer: Como mi abuelita no me quiere comprar los derechos de Inuyasha, él anime y sus personajes son propiedad de Rumiko, la historia si es mía.

Resumen: Por favor no la obliguen a elegir. Intenten ustedes elegir entre Sesshomaru y… Bueno pues… ¿Un Sesshomaru moderno?

Su cuerpo se sentía pesado, sus pulmones no jalaba aire y sus oídos estaban tapados por la presión que había sobre su cuerpo.

No recordaba mucho, abrió sus ojos y solo se encontró con el color azul del cuerpo de agua que invadía su visión, estaba obscuro y tenía mucho frio y además sentía sus músculos cada vez más tensos y pesados por la presión. Gracias a las clases de la señora Kagome y su previa experiencia ya sabía como zafarse de aquella situación tan asfixiante, literalmente hablando. Así que volteo su cuerpo, que descendía lentamente hacia el fondo y busco con la mirada un haz de luz que la guiara a la superficie.

Uso toda la fuerza de sus brazos y nado hasta que su menudo cuerpo salió del agua, respirando al instante, llenando sus pulmones de aire y lastimando sus vías respiratorias con la brusquedad de la respiración. Tosió y trataba de mantenerse a flote, pudo ver que estaba dentro de una especie de playa. Ya que sentía el sabor salado en su boca y sus pies poco a poco alcanzaban la arena del fondo.

Al salir del agua se recostó boca abajo en la arena, respirando con cansancio. Se dio la vuelta para revisar exactamente donde se encontraba, pero grande fue su sorpresa al ver aquel enorme agujero en el cielo de donde salía luz y todo estaba cubierto por enormes paredes de piedra y lleno de musgo plantas acuáticas y enredaderas ¿Cómo demonios había llegado allí?

Busco una salida con la mirada y solo encontró una enredadera de apenas suficiente grosor y resistencia para soportar su peso. No es que tuviera sobre peso ni nada, pero su ropa estaba mojada y por lo tanto más pesadas, además que a sus cortos 14 años, sus senos eran más grandes y pesados; eso le provoco muchas malas miradas de las demás chicas de la aldea; así que a su parecer eran de un peso extra.

Se agarro con cuidado de la planta y escalo con dificultad hacia la salida en el cielo, agradecería a la señora Sango por el arduo entrenamiento al que se había sometido de más joven.

Una vez salió de aquel acuífero, el frio llego de golpe y le calo hasta los huesos, era una sensación desagradable pero no podía ir desnuda por ahí, tenía que ir rápidamente a buscar a su amo dejar de hacerle perder el tiempo o la enviaría de vuelta a la aldea: y ella no permitiría que los separaran de nuevo y mucho menos por algo tan ridículo como lo era el comprometerla con un hombre de la aldea para "encadenarla" para siempre en la aldea. Ella era un alma libre y no dejaría que le cortaran las alas y no le permitieran volar, eso era lo que había envidiado de la señorita Kagura. Su sentido de la libertad.

Se alejo por el camino por donde empezaba el bosque. Estaba segura que el señor Jaken estaba más que furioso, buscándola, como desquiciado y luego le reprocharía que fuera una molestia para él y su amo y que probablemente no debieran haberla recogido de la aldea y blah, blah, blah.

Su pie choco con algo en el piso y al bajar la mirada, se encontró un extraño recipiente vacio, lo recogió y los estrujo entre sus manos, era fría y muy estrujable, el delgado metal hacia un ruido muy gracioso cuando lo estrujaba. Era de color rojo y tenía unas letras blancas y curvas y extrañas dibujadas.

-¿Soda-Cola?- La muchacha miraba con confusión aquel envase y lo metió a su bolsillo, era un interesante juguete y ya vería que hacer con él.

Camino por el bosque durante una hora, llamando a su amo y a su querido amigo dragón o al pequeño sapo, pero nadie respondía y se estaba empezando a asustar, después de todo ella apenas sabía lo básico para defenderse pero no lo suficiente para no ser presa fácil para los Youkais, no era Sango o Kohaku.

Su cabello húmedo se movió al compas del viento y sus temblores empeoraban a cada momento, tosió con dolor, su espalda y pecho dolían y se estaba cansando más, sus ojos estaban cristalinos y sentía la nariz fría, tosió de nuevo.

-Amo Sesshomaru…- Murmuro, y sus temblores aumentaron con el tiempo y sus hermosos ojos chocolate se estaban cerrando lentamente, solo quería descansar. Hasta que escucho pasos acercándose a donde ella estaba y esta se emociono ¿Era su amo? ¿Era el señor Jaken? ¿Irían por ella? Volteo emocionada y al instante su sonrisa se borro y en cambio era una mirada de terror.

Frente a ella, a unos metros, estaba un grupo de hombres, al menos unos tres, que la miraban fijamente, y podía jurar que hasta con lujuria. Tenían puestas unas extrañas ropas y tenían unas extrañas carabinas, con muchas cosas encima, y eso las aterraba más.

-Oye, preciosa…-Uno de aquellos tipos se iba a acercar a ella, y eso fue más que suficiente para que ella, aterrada, huyera a lo más rápido que dieran sus pies, escucho que le llamaban pero no le importo, no iba a detenerse ni mucho menos. Así que aumento la velocidad de sus pasos estaba aterrada, y ahora gritaba, gritando por que Sesshomaru la escuchara y la salvara. Los hombres se acercaban, casi sentía sus respiraciones en su nuca, y ahora quería llorar más.

-¡AMO SESSHOMARU!- Grito aterrada al caer de bruces contra el suelo, sintiendo de las pequeñas piedras y tierra enterrarse en su rostro.

Escucho las risas de aquellos sujetos justo detrás de ella, allí estaban, estaba perdida, estaba acorralada. Cerro los ojos, ya no tenía fuerzas para seguir peleando, era demasiado, no era tan fuerte.

Y antes de caer en brazos de la inconsciencia, escucho un disparo.

Frunció el ceño mientras sentía algo cálido envolverla y hacerle recuperar el calor a su menudo cuerpo. Y en lugar de sentir las piedras y la tierra del duro suelo, sentía algo cómodo y suave sobre su piel, además de que el olor del incienso lleno sus pulmones. Abrió lentamente los ojos y sus ojos captaron el techo de madera y se levanto de golpe, aterrada. Una extraña sabana la cubría y en lugar de tener puesto su empapado kimono, tenia puesta una extraña prenda de vestir, era de un color negro, y era más corto que su kimono ya que apenas cubría arriba de sus rodillas, y en el centro tenía un extraño dibujo en el centro de esta. Además de que estaba impregnado de con el sutil aroma masculino de su dueño.

Y al pensar en sus recuerdos de los perseguidores y se aterro al pensar que la habían atrapado y ahora era su rehén.

Rin soltó un gritito cuando de repente una luz en el centro de la habitación como si fuera de día, ¿Qué clase de macabro truco era ese?

En la entrada de la habitación estaba un joven de unos 16 años que la miraba con las mejillas rojas a más no poder, traía unas ropas extrañas como las de sus perseguidores, y entre sus manos traía una mesita de madera con un tazón, un vaso de agua y una flor en un extraño jarrón de cristal.

-Ho-hola- Estaba nervioso y tartamudeaba, y eso a su parecer lucia tierno y hasta gracioso, pero aun así tenía miedo de lo que le hicieran- No tengas miedo, no voy a hacerte daño.

Rin lo miro con desconfianza, la última vez que había escuchado eso, fue antes de que Suikotsu la amenazara con matarla.

-Te traje comida- Dijo el muchacho mientras ponía la bandeja en la cama, que tenía un delicioso jugo de naranja, un tazón de fruta, y una taza de té caliente. Se veía delicioso y el estomago de Rin sonó, tratando de darle la razón.

Se puso roja como un adorable tomate, y eso había embobado al muchacho, que intentaba que las piernas no le temblaran como gelatina. Rin miro a todos lados, buscando algún indicio de peligro, pero todo lo que escucho fue un par de voces no muy lejos de la habitación, pero por el tono de voz, era una especie de discusión.

-Tranquila, siempre son así- Le sonrió tierno, y eso le causo otro sonrojo a la joven que tomo el jugo y lo bebía, sorprendiéndose del sabor tan fuerte del brebaje, era demasiado dulce.

-Sabe raro- Su dulce voz despertó el corazón del joven chico, que parecía cada vez mas embelesado por la hermosa chiquilla que estaba en la cama.

-Es jugo de Naranja artificial, por eso no sabe tan bien- Sonrió nervioso tratando de que ella no notara su nerviosismo. Pero la pobre chica no se enteraba de los sentimientos del joven. No podían culparla, era guapo, sí, pero tenía cosas mucho más importantes que hacer, que estar adivinando los pensamientos de ese desconocido.

-¿Dónde estoy?- Murmuro algo atemorizada, ¿Qué tal si era uno de esos hombres que la perseguían por el bosque? ¿O un bandido? ¿O un enemigo de su amo?

El joven de ojos azules se acerco a la chica, preocupado por que sufriera algún ataque de pánico, o algo así por no explicar claramente la situación y pensara que la habían secuestrado.

-Tranquila, tranquila, estas a salvo, mi papá y yo te encontramos en el bosque y te trajimos aquí. Mi tía te cubrió y te vistió y todo, te juro que no vi nada.

Rin parpadeo varias veces, confundida. Era verdad, alguien la había tocado y desnudado, pero ese no era su preocupación ¡¿Dónde estaba su amo?!

-Tengo que irme- La chica se quito la sabana y se levanto de golpe sintiendo un mareo. Lo cual causo que se tuviera que sentar de nuevo en la cama, sin poder dar ni un paso más adelante. El joven se preocupo y fue hasta ella para volver a acostarla.

-Oye, oye, ¿Qué crees que haces? No debes levantarte hasta que te lo indique la doctora- El de pelo platinado recostó de nuevo a la chica, que al sentir las manos masculinas tocarla, empezó a gritar aterrada, haciendo que él retrocediera para no asustarla más.

El grito alerto a ambos personajes que estaban fuera de la puerta y esta se abrió de golpe.

Rin se cayó al ver a la mujer que acababa de entrar, de ojos castaños, y cabello negro, un cuerpo curvilíneo y bien formado, y su rostro… O Dios, era Kagome. Solo que "esta Kagome" tenía unas ropas extrañas de nuevo, y por la forma en que la miraba, parecía que no la reconocía.

-Kagome!- La chica salto de emocionada de la cama, y la mujer se sorprendió cuando Rin corrió a abrazarla.

Mientras la sorpresa se leía en los ojos de todos al ver que la muchacha había llamado a la castaña por su nombre. La chica sollozaba repitiéndole que estaba asustada y que quería regresar a casa.

-Ya, ya, no llores, pequeña- Kagome no entendía bien el porqué esa muchacha sabia su nombre, o porque tenía tanta confianza con ella, pero su corazón le decía que no soltara a esa pequeña.

-¿Qué demonios está pasando aquí? -Una voz seria y fría se escucho en la puerta de la habitación, el estruendo fue tal que ningún ser viviente dentro de aquel recinto quería hacer un ruido, ni siquiera el pequeño grillo que se escuchaba hace unos segundos.

Rin se separo lentamente de la mujer para mirar a la persona que recién había entrado en la habitación, y abrió los ojos a más no poder de la sorpresa. Frente a ella estaba un hombre de cabellos rubios platinados, con el largo hasta la media espalda, ojos de color miel, y con una ropa extraña, que a sus ojos lucia muy elegante. Pero para su sorpresa, era idéntico a su amo. Solo que sin las marcas en las mejillas, ni las garras, ni orejas puntiagudas, armadura de combate, o Fluffy, pero no por eso lucia menos aterrador con esa gélida mirada que parecía querer hacerla desaparecer de la faz de la tierra.

-A-amo Sesshomaru- Murmuro la joven aun aterrada, pero eso no hacía que apartara sus ojos del hombre.

-¿Amo? -Cuestionaron sin entender la mujer y el muchacho.

-¿De qué demonios estas…? -No pudo terminar por que la muchacha lo abrazo y temblaba como hoja en tempestad.

-Amo, lo siento mucho, no quería retrasarlo de nuevo, Rin no quiere separarse de usted otra vez, por favor no me regrese a la aldea, Rin promete ser obediente, lo promete -Las lagrimas corrieron por los ojos de la muchacha de ojos chocolate, empapando las ropas de aquel imponente hombre que tenia cada vez el seño mas fruncido y, estaba seguro, que estaba a punto de tener el peor ataque de migraña en la historia de la humanidad, pero los sollozos de aquella chiquilla más que molestarlo, lo estaban enterneciendo, solo le molestaba la bochornosa situación en la que estaba metido.

-¿Oye, oye, de que rayos hablas? -El mayor separo a la joven de su cuerpo para verla a los ojos- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Por qué me llamas amo?

Las lágrimas corrían por el hermoso rostro de la joven que, aparentemente, se llamaba Rin. Esta lo miro confundida sin saber que decirle ¿Acaso no era su amo? ¿Entonces quien era y por qué se parecía tanto?

-No es… No es mi amo… ¿Quién es usted? –Rin movió la cabeza de lado, confundida, mientras todos en la habitación se preguntaban ¿Qué carajos estaba pasando?

Rin estaba ahora en otra parte de aquella casa, en lo que le habían dicho se llamaba cocina, y en lugar de comer de rodillas en el suelo con sus platos, como estaba acostumbrada. Estaba sentada sobre un banco muy alto y con una mesa que era tan alta que todos podían comer sentados cómodamente y así no se le dormían las piernas. Pero aun miraba de vez en vez al suelo, sintiendo que estaba más alto que cuando viajaba encima de Ah-Un.

La mujer se acerco y con una tetera de porcelana y una dulce sonrisa, y sirvió el contenido en la taza de porcelana.

-Aquí tienes, peque.

-Muchas gracias, señora Kagome- La chica sonrió dulce pero dio un respingo al sentir la mirada del muchacho de cabellos platinados sobre ella.

Kagome le jalo la oreja al chico para sentarlo de vuelta en la silla y sirviéndole té al menor y al hombre que seguía viendo fijamente a la chica de cabellos azabaches que temblaba como hoja en tempestad.

-Linda, podrías decirnos ¿Quién eres y que hacías a estas horas sola?- Pregunto la mujer ya un poco más calmada, y sonriéndole amablemente a la espantada chica.

-Soy…Rin –Dijo muy bajito la muchacha, haciendo que casi no la escucharan.

-¿Rin? Me gusta –Sonrió el joven, amigable. Pero aun así la muchacha seguía cohibida en su lugar, intentando hacerse cada vez más chiquita, a ver si así desaparecía.

Sesshomaru bebía elegante su copa sakazuki sin despegar sus ojos de la pequeña criatura que estaba sentada en una de las sillas de su comedor. No entendía como o porque conocía su nombre pero iba a averiguarlo.

-Y dime Rin ¿Dónde están tus padres, saben que te encuentras aquí?- La mujer le volvió a preguntar con una tierna sonrisa para que le tuviera más confianza, ya que las miradas asesinas de su cuñado no ayudaban.

-Yo… No tengo padres, murieron cuando era muy pequeña- Rin dejo su taza de té en la mesa recordando los acontecimientos de su infancia antes de ser rescatada por Sesshomaru.

-Aaaaaw pobrecilla –La mujer abrazo a la muchacha enterneciéndose por el triste relato- Debiste haber sufrido mucho ¿Te escapaste de tu orfanato? ¿Te trataban mal?

-En realidad no, poco después mi amo Sesshomaru, apareció y yo decidí seguirlo a cualquier lado al que él fuera –Ella sonrió alegre al recordar los mejores días de su vida acompañando al poderoso demonio, el bajito señor Jaken y su mejor amigo Ah-Un.

-¿Tu amo? ¿No querrás decir tú…? ¿Padre adoptivo? ¿Albacea? ¿Jefe? –Intento adivinar la mayor, intentando no perder la calma y no mal interpretar la información que la chica le proporcionaba. Por Dios, que ya no eran unos salvajes y se había prohibido la esclavitud ¿Verdad? ¿Verdad?

-Oh no, nunca me atrevería a llamar al amo Sesshomaru pariente mío, ni mucho menos, eso sería una gravísima falta de respeto, yo lo sigo por voluntad propia y sé que a él no le molesta.

Un silencio incomodo se formo en la estancia y cada quien tenía sus propios pensamientos en la cabeza. Kagome pensando en si llamar a servicios sociales y a la policía para proteger a esa niña.

Sesshomaru en si sacar a esa chica a patadas de su casa por loca o por ser una fraude, aunque solo con ver esos ojitos chocolate tan inocentes lo hacía desconfiar.

El joven no sabía que pensar, pero las palabras de la muchacha le sonaron tan sinceras que simplemente le era difícil no creerle, pese a lo inverisímil de la situación.

Y la pequeña Rin solo pensaba en qué momento ese apuesto hombre que se parecía tanto a su amo, la dejaría irse a buscar a su amo.

-Tranquila, peque, todo estará bien, no dejaremos que ese sujeto te haga daño –Dijo la mujer viendo con decisión a la joven que la miraba sin entender.

-Disculpe, pero no entiendo de que habla señora Kagome –Rin estaba más que confundida, ¿Hacerle daño? ¿Su amo? ¿Había perdido la razón acaso?

-Tengo que hacer unas llamadas, y conseguirte ropa, un lugar donde dormir… Oh, no, en mi casa no hay espacio, mis hijos ocupan toda la casa y no quiero que hagan preguntas incomodas –La mujer ignoro a la chica que no entendía la actitud de la mujer, ¿acaso había perdido la razón? –Sesshomaru, Tú podrías cuidarla mientras esta situación se arregla –más que pregunta, sonaba a una afirmación y la mujer parecía satisfecha con su "solución".

Sesshomaru casi se atraganta con su trago de saque así que tosió tratando de no ahogarse mientras procesaba las palabras de su molesta cuñada.

-¿Acaso perdiste la razón? ¿Cómo demonios crees que voy a cuidar a una completa desconocida en mi hogar? ¿Y si es una ladrona? –Se exaspero el hombre al escuchar la estúpida sugerencia de su cuñada. De ninguna manera permitiría que una completa extraña durmiera en su casa.

-Por favor, al menos por unos días, no puedes dejarla sola en el boque –Y como siempre, la mujer era terca y daría su brazo a torcer tan fácil.

-¿Y por qué demonios yo tengo que pagar las consecuencias? ¿Por qué no te la llevas a un refugio algo así? Esa extraña no dormirá en la misma casa que conmigo y Takeshi –Y como siempre Sesshomaru era un insensible, esa era la última vez que llamaba a su fastidiosa cuñada para algo. No volvería a hacer buenas acciones en su vida.

Rin agacho avergonzada la mirada, a donde quiera que fuera era una molestia.

-No… No se preocupe, señor. Yo… Esperare a que mi ropa se seque y me iré, no quiero causarle molestias usted.

Los 3 miraron a la muchacha que parecía a punto de llorar. Sesshomaru al verla sintió una punzada en su frio corazón, su razón le decía que era de seguro una trampa, un plan para manipularlo; pero su corazón le decía que esa pequeña no dañaría ni a una mosca. Eso y sin contar la mirada asesina que su cuñada le lanzaba.

Suspiro cansado y susurro un "Solo un par de días".

Rin alzo la mirada sorprendida y Takeshi parecía que no se la creía.

-Puedes quedarte en la habitación de huéspedes, Kagome arregla lo que tengas que hacer –Termino de tomar su taza de sake y se retiro a su habitación de mala gana, aunque sentía aun esa molestia al ver la dulce sonrisa de su ahora huésped.

Kagome sonrió y recogió rápidamente sus cosas y las llaves de su auto.

-Te traeré ropa mañana y voy a querer que hables con una amiga después, ¿Está bien?

Rin no entendía bien lo que pasaba pero asintió mientras terminaba su taza de té. Aunque probablemente para esa hora ella ya debía haberse ido a buscar a su amo.

Kagome se despidió y salió por la puerta de aquella mansión en forma de castillo occidental y subió a su auto para regresar a su casa con su gruñón esposo y sus 5 hermosos pero incontenibles retoños.

Mientras en el comedor los dos menores quedaron unos momentos en silencio, sin saber cómo empezar una conversación, o como finalizar la velada.

-Soy Rin –Le sonrió dulce al muchacho dado que ella odiaba los silencios prolongados.

-Yo… Soy Takeshi –Le sonrió apenado el joven, no era de muchas palabras pero al menos debía ser cortes –Te llevare a tu habitación ¿Está bien?

La muchacha se puso de pie y ambos caminaron en silencio por los pasillos de la mansión, sorprendiendo aun más a la joven con aquellos aparatos que en su mente parecían cosas de brujería.

Una vez en la habitación de la chica, que era la misma donde ella dormía hace unos momentos, ambos se dedicaron una reverencia y Rin cerró la puerta corrediza.

Se recostó en la cama, y se tapo de nuevo con aquellas pieles extrañas, agradeciendo el calor que le ofrecían.

-"Amo, por favor no se enoje con Rin" –Pensó la joven mientras poco a poco cerraba sus ojos- Encontrare la manera… De volver a su lado. –Y sin más cerró los ojos cayendo en manos de Morfeo, que había decidido apiadarse de ella, y mostrarle entre sueños recuerdos de su niñez al lado del Inugami.

Y sin darse cuenta de que era observada por el dueño de la casa en la obscuridad por una abertura de la puerta, que tenía en la cabeza la misma maldita pregunta que estaba rondándole desde que la rescato del bosque.

¿Quién diablos era esa hermosa chiquilla?