¡Hola! Es la primera vez que hago esto, la verdad cuando leía esta novela no pude evitar pensar en está increíble pareja.

Encantos Ocultos esta basado en la historia del mismo nombre de Adele Ashworth.

Naruto no me pertenece, ni tampoco la historia. Esta es solo una adaptación.

Espero le guste.

No olviden dejar sus Reviews!

Encantos Ocultos

Sinopsis

Aburrida de pretendientes pomposos, la señorita Sakura Haruno desea vivir una historia de amor y aventuras. Suspira por el misterioso Caballero Negro: un ladrón inglés que le ha robado el corazón a distancia con sus legendarias proezas. Para conocerle, Sakura debe recurrir, aunque a regañadientes, a la única persona que conoce al famoso caballero: Sasuke Uchiha, un donjuán redomado que la cortejó años atrás.

Sasuke accede a acompañarla a Francia, donde se rumorea que se esconde el Caballero Negro. Para despejar toda sombra de duda, viajan como si fueran una pareja casada, compartiendo intimidades que desembocan en la amistad, y besos que despiertan un hambre insaciable… Cuando empiezan a producirse robos a su alrededor, Sakura ya está atrapada en la red de deseo tejida por el hombre de sus sueños.

Prólogo

Inglaterra. 1842

—Esmeraldas.

Ella parpadeó.

—¿Decía algo?

El hombre esbozó una débil sonrisa.

—Estaba pensando, señorita Haruno, que, sobre esa pista de baile, bajo la luz de miles de velas, sus ojos centellean como esmeraldas.

Ella tragó saliva con nerviosismo y le miró fijamente a los ojos. La voz del hombre era tan profunda y sonora, casi acariciadora, que de repente sintió un arrebato de intensa timidez, un sentimiento que la señorita Sakura Haruno, de Sherborne, no había experimentado nunca antes en presencia de nadie.

—Gracias —susurró ella, y bajando la mirada la clavó en los botones de marfil de la camisa del hombre.

Él continuó sonriendo, pero no dijo nada más mientras la hacía girar expertamente por la pista al compás del vals. Sakura no era capaz de entender la causa de la inquietud que sentía, pues, en resumidas cuentas, aquel era el baile de disfraces de su padre, y el caballero en cuestión, nada más que un huésped invitado que le había pedido gentilmente que bailara con él. Lo había visto antes en diversas ocasiones, aunque nunca se habían dirigido la palabra. Pero en esta ocasión el hombre parecía haber reparado especialmente en ella, y la había observado con detenimiento, se diría que, con excesivo detenimiento, y el interés de un hombre tan atractivo la había dejado sin resuello.

—Me gustaría verla sin la máscara.

Las palabras, dichas con voz ronca y suave al mismo tiempo, la sobresaltaron hasta hacer que levantara la mirada una vez más. Con aquella espesa mata de pelo negro, un cuerpo alto y duro y unos ojos azabaches de lo más cautivadores, el hombre resultaba irresistiblemente atractivo. Sakura se quedó mirándolo de hito en hito durante varios segundos, al cabo de los cuales contestó en voz baja:

—Me gustaría verlo sin la suya. —Y después de echar un prudente vistazo alrededor, se inclinó hacia él y murmuró audazmente—: Reúnase conmigo fuera, en el jardín de flores, debajo de la galería sur, dentro de quince minutos.

El hombre inclinó ligeramente la cabeza y entrecerró los ojos tras la seda negra.

—¿Hablas en serio, Sakura?

La inesperada utilización sin permiso de nombre de pila hizo que Sakura recordara, dicho en el sentido más estricto de la expresión, su delicada situación.

—Se… se me acaba de ocurrir que sería un buen lugar para hablar en privado.

—Entiendo.

Durante un instante el hombre mantuvo la mirada fija en la cara parcialmente oculta de Sakura, y justo cuando esta empezaba a sentirse un poquitín avergonzada por su descaro comportamiento, él se inclinó sobre ella para susurrarle:

—Espero impaciente… nuestra conversación.

El cálido aliento del hombre en su mejilla hizo que Sakura se estremeciera, y entonces el vals cesó con demasiada rapidez. Él se detuvo y, taladrándole los ojos con la mirada, rozó con la boca el dorso de la mano de Sakura. Acto seguido, se dio media vuelta y se alejó.

Sakura lo observó un instante mientras desaparecía entre la muchedumbre variopinta y risueña, intentando sacudirse las extrañas sensaciones que había despertado en ella. No debía sacudirse las extrañas sensaciones que había despertado en ella. No debía haberle pedido que se reuniera con ella en el jardín sin carabina, lo sabía, pero en su fuero interno algo la había impulsado a hacerlo.

Se reuniría con él. El hombre la atraía.

Se abrió camino lentamente hasta la parte posterior del salón de baile, deteniéndose de vez en cuando para charlar con aparente desenfado con diversos miembros de la alta burguesía. Tardó casi quince minutos en llegar a la galería, y entonces, escabullándose sin ser vista, bajó corriendo sin disimulo las escaleras y salió al jardín.

El frío aire nocturno le rozó la piel, pero el vivo resplandor de la luna y la ansiedad de sus pensamientos la calentaron por dentro.

Tras mirar cuidadosamente ende redor, recorrió el sendero de puntillas con la esperanza de no ser vista ni oída por nadie. A buen seguro que su madre se moriría del susto, si supiera donde estaba y qué estaba haciendo su hija en este instante, y a ésta le entristeció saber que no podría permanecer mucho tiempo en presencia del desconocido sin que alguno de los presentes en el salón de baile advirtiera su ausencia.

—Realmente no pensé que vendría.

Sakura se volvió hacia el sonido de la voz, que procedía de una zona de sombras a escasos metros de donde se encontraba.

—Sobre todo —continuó él acercándose—, puesto que nadie más parece deseoso de pasear por el jardín en esta perfecta noche otoñal. Segú parece, estamos solos.

—Sí —admitió débilmente Sakura. Las expectativas que se abrían ante ella le aceleraron el pulso. Él se había quitado la máscara, y todo lo que ella pudo ver de su cara bajo el pálido resplandor de la luna fue una vaga expresión meditabunda.

—Quítesela.

—¿Cómo dice?

—Su máscara, Sakura. Quiero verle la cara, ¿recuerda?

Él se había movido hasta detenerse justo delante de ella, pero en ese momento Sakura estaba de cara al claro de luna, de manera que, una vez más, las sombras le ocultaban los rasgos del hombre. Incapaz de apartarse, Sakura pudo percibir su calor y sentir la penetrante mirada. Tímidamente, se llevó las manos a la parte posterior de la cabeza y se desató la máscara, bajándola para sujetarla en el costado, y su timidez y temor a mirar al hombre empezaron a aumentar gradualmente. Sin embargo, alzando la palma de la mano para agarrarle suavemente de la barbilla y levantándole la cabeza en el proceso, él la obligó a mirarlo.

El hombre guardó silencio, contemplándola con intensidad, lo que provocó que los latidos del corazón de Sakura aumentaran por momentos hasta terminar convertidos en un estruendo.

—Preciosa… —susurró el hombre.

Entonces, le deslizó el pulgar por los labios, y Sakura se ensimismó en el roce, cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia atrás en respuesta, mientras la máscara se le caía de las manos al suelo sin darse cuenta. Durante un momento ella no supo qué hacer ni qué decir, y de repente sintió la cálida boca del hombre en la suya mientras la atraía entre sus brazos.

No había esperado realmente que la besaran. ¿O sí? Tal vez eso fuera lo que ella había estado deseando desde que lo vio por primera vez hacía meses, ahogarse en la magnificencia de aquel cuerpo recio, en la fuerza que emanaba de é. la lengua del hombre, inquieta, juguetona, le separó los labios provocativamente para invadir su calidez y buscar la suya. ¡Dios bendito, qué sensación tan maravillosa! Era cálido, incitante, sumamente masculino. Mucho más de lo que ella habría imaginado jamás. Sakura apoyó el cuerpo en el del hombre de manera instintiva, a medida que el beso se fue haciendo más y más exigente. Se puso de puntillas y le rodeó el cuello con los brazos para poder juguetear con el pelo de su nuca con los dedos. Sakura gimoteó de puro y salvaje placer mientras unas sensaciones que jamás había experimentado se fundían en sus entrañas.

Con un gruñido profundo él le colocó una de las manos en el trasero y empujó audazmente las caderas de Sakura hacia él, sujetándola allí acogedoramente, mientras le deslizaba la mano libre por la mejilla hasta el cuello, que acarició con los dedos.

Sakura era absolutamente consiente de la tensión y dureza en todos y cada uno de los puntos del hombre, así como de la pasión salvaje que iba creciendo entre ellos, pero no era capaz de detenerse Todavía no. Solo quería estar bajo el claro de luna, en un jardín fragante, y permanecer así con él toda una eternidad: besándose, tocándose, sintiendo, deseando… La oleada de emociones era perfecta, maravillosa, y cualquier insidiosa duda sobre lo que estaba haciendo se desvaneció de sus pensamientos cuando los labios de él continuaron torturándole la boca con un placer irresistible.

Ella se oyó jadear ligerísimamente cuando, sin previo aviso, el hombre le bajo la mano sobre el vestido para colocarle el pulgar contra el pezón, rozándoselo con dulzura, acariciándoselo, provocando el ansioso ápice a través de la fina capa de seda de Florencia. Abandonada al impulso, Sakura empezó a mover las caderas contra las de él, rozándole dulcemente contra el vientre.

La acción hizo que el hombre reviviera con entusiasmo. Agarró entonces el pecho en toda su plenitud con la mano caliente, mientras que con la que sujetaba el trasero de Sakura, y sin que esta fuera totalmente consiente del hecho, empezó a levantarle la falda.

Con una rapidez de experto que ella ni siquiera pudo empezar a comprender, el hombre le colocó la palma en la pierna, y ya fuera por inseguridad, ya por el mero instinto, lo cierto es que Sakura se puso tensa de inmediato.

Aparentemente, él también lo notó, porque su boca aflojó el beso y empezó a mover las manos por todas partes para acariciarle la cara interior de los muslos.

—¿Qué estás haciendo? —murmuró ella, echando la cabeza hacia atrás.

—Lo que ambos llevamos soñando durante semanas —respondió él con voz áspera, mientras sus labios empezaban a trazar una senda de besos livianos como plumas por el cuello de Sakura.

El hombre bajo aún más la cabeza, y más, hasta que su boca le rozó la parte superior de los pechos justo por encima del borde del vestido. Sakura empezó a relajarse de nuevo, cerrando los ojos a las lujuriosas sensaciones que él creaba con pericia, hasta que le sintió mover la mano para acariciarle íntimamente aquella zona sensible de su entrepierna.

Aquello la devolvió a la realidad de golpe.

—No. —Sakura jadeó, empujándole por los hombros, tremendamente avergonzada y abrumada de inmediato por su culpa.

Él le retiró lentamente las manos y se irguió para mirarla fijamente, y su respiración se hizo rápida y jadeante por el repentino parón. Aunque Sakura sabía que él estaba tan afectado por ella por la fuerza de la atracción mutua, no fue capaz de leerle los pensamientos en la cara a través de las sombras.

El hombre permaneció allí quieto largo rato antes de que la dureza de su voz penetrara el frío aire nocturno.

—¿Por qué me pidió que me reuniera con usted, señorita Haruno?

Sakura no podía pensar con claridad. Respiraba con dificultad, y le temblaba el cuerpo.

—Yo… yo solo quería hablar.

El hombre permaneció en silencio durante uno o dos segundos, al cabo de los cuales exhaló un largo y lento suspiro.

—Nunca ha hecho esto, ¿no es así?

Sakura se agarró los codos con las palmas de las manos en una tímida actitud defensiva, pero ni se movió ni aparto la vista de la expresión oculta del hombre.

—Me han besado con anterioridad, si es a eso a lo que se refiere, pero…

—Pero ¿qué?

Sakura bajó la vista para estudiar lo que podía ver de sus bailarinas de satén azul.

—Duró tres segundos y fue en mi mejilla derecha.

Durante una fracción de segundo Sakura pensó que realmente era posible que él se echara a reír. Pero no lo hizo. En su lugar, se movió para volver a plantarse directamente delante de ella, colocándole la mano debajo de la barbilla para levantarle la cara hacia él. Cerró los ojos con fuerza para evitar la mirada del hombre, aquejada de repente de una aguda y rezumante sensación de vergüenza.

—Míreme —le exigió con voz oscura y aterciopelada.

Sakura tomó aire rápidamente y abrió los ojos.

—Lo siento —dijo ella en un susurro—. De verdad que no quería…

—¿Cuántos años tiene?

Ella hizo una pausa, queriendo parecer madura e independiente, pero al final decidió que lo mejor era ser sincera.

—Diecisiete. Cumplo dieciocho dentro de un mes.

—Entiendo…

El hombre empezó a frotarle el perfil del mentón con el pulgar, atrás y adelante, atrás y adelante, y ella cerró los ojos ante aquella sensación, sucumbiendo una vez más a su habilidad.

Al final, él le echo el brazo por detrás, la atrajo contra su pecho y la abrazó con fuerza contra él, con una mano en la cabeza y la otra en la espalda, mientras le recorría la columna vertebral con los nudillos.

Sakura podía oír el latido regular de su corazón bajo la mejilla, podía sentir su respiración lenta y uniforme, y supo que se estaba volviendo a perder en aquel abrazo. Estar entre sus brazos, estar haciendo exactamente, como él había dicho, lo que ella había estado soñando con hacer durante semanas, era una sensación perfecta.

—Así que solo quería hablar —repitió él con calma, pensativamente.

—En realidad, creo que quería que me besaran —admitió ella tímidamente, acurrucándose aún con más fuerza contra su pecho— Me gusta la manera que tiene de besar

El hombre soltó un suave gruñido y negó con la cabeza.

—Sin duda alguna es usted la cosita más dulce con la que me he cruzado en años, señorita Sakura Haruno.

Ella levantó la barbilla, mirándole fijamente a la cara.

—¿Le ha gustado?

El hombre bajó la mirada bruscamente.

—¿Besarla?

Sakura asintió con la cabeza.

—Me ha gustado más de lo que probablemente debería haberme gustado.

Aquello la reconfortó de sobremanera.

—¿Cree que podríamos volver a besarnos así alguna vez?

El cuerpo del hombre se puso tenso mientras miraba una vez más hacia el jardín en penumbra.

—No creo que fuera buena idea.

Sintiéndose incómoda, clavó la mirada en el pecho del hombre.

Él volvió a mirarla.

—¿De qué quería hablar cuando me pidió que viniera aquí?

Sakura, no habiendo sido nunca de las que controlan sus sentimientos, no fue capaz de pensar en nada que decir excepto la verdad, que confesó en voz baja.

—Creo que usted es el hombre más encantador que he conocido en mi vida, y yo… —Sintió que le ardían las mejillas al ruborizarse. Intentó soltarse del abrazo de hombre con naturalidad, pero él no la soltó.

—¿Usted qué, Sakura?

Su voz fue sumamente aterciopelada, y el nombre de Sakura se deslizó de su boca cargado de intimidad y anhelo. Ella no pudo aguantar más.

—Si se lo digo, ¿promete no reírse?

—No, a menos que sea divertido.

Ella suspiró con determinación, cerró los ojos y levantó la cara al claro de luna.

—Creo que lo amo.

Él no dijo nada. Pero tampoco se rio, ni la soltó, y gracias a ello, Sakura sintió un tremendo alivio. Aunque no fue capaz de abrir los ojos; no podía, sencillamente.

No hasta que él dijera algo.

Durante un largo minuto Sakura no oyó nada, excepto el tranquilo aire nocturno cargado de la música y las risas lejanas procedentes del salón de baile situado encima de ellos. Entonces sintió que los labios del hombre volvían a tocar suavemente los suyos, rozándolos, sin pasión, pero con una dulce ternura. Ella quería más de él, pero en cuanto el hombre percibió que ella empezaba a corresponder se apartó.

—Debería entrar antes de que alguien salga a buscarla —le susurró él sobre la boca.

Sakura no sabía que sentir. De algún modo sabía que él estaba siendo bastante razonable, y que probablemente no le diría que la amaba en contrapartida, pero, no obstante, se vio invadida por una oleada de tristeza.

Se apartó de él cuando la soltó. Entonces, sin mirarle a la cara siquiera, recogió su máscara, se dio media vuelta y huyó por el jardín.

Espero les guste. ¡Saludos! (: