—¡Acabaré contigo! —Podía escucharlo dacir lo mismo una y otra vez.

Simplemente decidí ignorarlo y seguir en lo mío.

—¡Nunca nadie ha sobrevivido a este movimiento! —Informó, me estire un poco hacia el costado para poder ver su rostro.

Tiene una sonrisa retorcida.

—Ups... Me distraje —El escuchar el sonido de mi personaje siendo golpeado me recordó que aún no lo había acabado.

—¡VAMOS ALL MIGHT! ¡SMASH!

Sin duda este tipo se emociona fácilmente, el solo escuchar como golpea los botones del árcade confirma lo que pienso.

Pero tener solo espíritu no es suficiente para ganar...

—Eh...? P-pero c-como? —De seguro el ver a All Might derrotado le causó sorpresa.

All Might Vs The SubWorld un video juego de árcade sacado hace algunos años, un juego de pelea que como su nombre lo dice tiene al símbolo de la paz como protagonista, en la cual tiene que luchar contra un grupo de Villanos.

Y así como en la vida real, All Might acapara toda la atención, incluso aún pudiendo elegir otros héroes... todos lo escogían.

No los culpo, este juego hace gala de todo lo increíble que es All Might, desde su entrada diciendo su ya clásica frase "Ya esto aquí" hasta sus movimientos especiales. Todo era para hacer que sobresaliera.

Es por es que cualquiera se sorprendería al verlo caer... en un videojuego claro. Todos sabemos que All Might es invisible.

—¡Hiciste trampa! ¡No hay otra manera de que hayas podido derrotar a All Might! —Gritó mientras se acercaba hacia mi.

—Perdiste por usar su movimiento especial tontamente, solo tuve que saltar y acabarte con un combo, no es tan difícil —Le explique de la forma más sencilla para que me entendiera. Pero al parecer esos solo lo hizo enfurecer más.

Suspiré.

Busque con la mirada el reloj que se encontraba en una de las paredes del lugar.

—Tsk... ya casi son las 5 —Murmure, me había vuelto a excedir.

Sin siquera prestarle atención al chico que estaba al frente mío, me pare del asiento y me dirigí hacia la salida,

—¡Hey! ¿¡Adonde crees que vas!?

Seguí mi camino, no quería causar un albaroto ahí. Si me prohibían entrar de seguro me volvería loco a las pocas semanas.

Ya estando fuera del Árcade, observe el alrededor, ya habían algunas personas caminado hacia sus trabajos o lo que fuera que hicieran tan temprano.

Me coloque la capucha y empecé a caminar, poco a poco más personas empezaban aparecer, felizmente ninguna de mi edad.

Eso significaba que aún estaba a tiempo de ir a la escuela.

Lastima que primero tengo que pasar por casa primero...

Mis pensamientos son interrumpidos al chocar con alguien.

—Ah lo siento. —Me disculpe enseguida.

Alcé un poco la mirada para ver con quien había chocado.

Mierda...

—¿Chico, que haces por aquí a estas horas?

¿Porque de todas tenia que ser un policía?

Tengo que pesar en algo rápido, no puedo decirle que iba a la escuela, mi ropa me delataría y sin mencionar la ojeras que de seguro tengo por jugar toda la noche.

—M-mi perro se escapo anoche y salí a buscarlo —Mentí, eso y sumando que lo dije de una forma infantil y algo triste, de seguro me creerá.

El solo alzó una ceja, por la forma en al que me miraba, era obvio que no me estaba creyendo del todo.

—¿Donde están tus padres?

Otra vez esa pregunta...

Las personas deberían tener cuidado al preguntar ese tipo de cosas, no todos tienen buena suerte. Pero al menos creo una buena forma de escapar de él.

—M-mis padres murieron... —Fingí dolor, observé de reojo al policía, claramente mostraba culpa al revivir los "recuerdos" de un pobre chico. —Ellos me regalaron a mi perro... es por eso que —Deje de hablar, logre sacar algunas lagrimas las cuales cayeron al suelo.

—¡A-ah n-no llores, por favor! Te ayudare a encontrarlo, si?

Funcionó.

Lleve mi brazo hacia mis ojos y comencé a secar mis lágrimas.

—No es necesario —Negué con la cabeza —Mi tío me dijo que el lo buscará hasta que regrese de la escuela, además no puedo pedirle eso. Su trabajo es resguardar a los ciudadanos. No cumplir el capricho de un chico.

El policía se quedo con la boca abierta, creo que exagere un poco al habar de forma tan madura. Tengo que irme rápido.

—Disculpe, tengo que ir a mi hogar —Logre correr antes de que me dijera algo.

Al pasar por algunas cuadras, al fin logré llegar a casa.

—Ojalá que aun no esté en casa. —Murmuró, procedí abrir la puerta tratando de hacer el menor ruido posible.

Lástima que la puerta sea una antigüedad, el solo mover la ocasiona un chirrido que de seguro se escucho por todo el edificio.

Aunque no es como si alguien más viviera en el mismo lugar que nosotros.

Al ya estar dentro de mi dulce hogar toda esperanza que tenía de que aun no hubiera regresado se esfumaron, el olor a huevos fritos llegando a mis fosas nasales me decía de que el no solo ya estaba aquí si no de que había llegado hace mucho tiempo.

—Oh bueno... al menos no tendré que prepararme el desayuno —Dije ya aceptando recibiré un castigo, hay que buscarle el lado bueno a todo.

Me dirigí hasta la cocina, sin duda el verlo preparar el desayuno tan tranquilo me generaba ciertos escalofríos

—Buenos días —Saludo cortésmente.

—¿Donde estaba? —Preguntó a la vez que fría un huevo.

—No tenía sueño así que decidí salir —Tencnicamente no metía, fui al Árcade por que no podía dormir.

El simplemente escucho, ya había colocado los huevos en un plato, se acercó para ponerlos en la mesa.

—Gracias por la comida —Dije al sentarme, no le pregunté si estoy castigado. La respuesta es obvia.

Ambos sabemos que el lo hará al momento de entrenar, posiblemente acabe con una nueva cicatriz en el cuerpo.

—Termina y vete a la escuela —Escuche decirme, no planeaba desobedecerlo. Ya que me esta dando una oportunidad que en mi caso no debería tener.

Observé como agarraba su katana, la cual estába en la esquina del comedor. Se camino hasta la puerta y se detuvo.

—No regreses tarde, hoy saldremos —Hizo un intento de giro al decirlo.

La noticia detuvo las masticadas que estaba haciendo. Si mal no recuerdo el había estado siguiendo los pasos unos héroes los cuales tenían una especie de negocios turbios.

Trague lo que tenía en la boca.

—De acuerdo —Dije obediente.

Al escuchar mi respuesta siguió su camino, posiblemente va a purgar a algunos héroes para calentar. No el jamás haría algo así. Sólo es mi maldita mente que sigue pensado que el estaba equivocado en lo que hacía. Pero no, el ya me había demostrado en más de una ocasión lo falsos y poco valientes que llegaban a ser. Perdían su dignidad hasta el punto de ofrecer cosas ridículas como el dinero, solo para que lo dejáramos vivir.

Solo eran basura... basura que no merecían ser llamados "Héroes".

"Los héroes son tan geniales, siempre llegan al corazón de los demás"

—Ahora no por favor —Rogué para que ese recuerdo no saliera. Me pregunto que pensaría de mi si me viera ahora...

Pero no es momento de pensar en eso, termine de desayunar y me dirigí a mi habitación para prepararme para ir a la escuela.

Si había un lugar en el que podía volver a sentir de que era parte de la sociedad esa es la escuela. Todos las preocupaciones que tenía con su mentor eran olvidadas cuando llegaba. El ver como sus compañeros reían y se divertían era algo que en su hogar no podía observar. Sólo había un problema y era lo que más le sacaba de quicio.

¡BOOM!

Se escucho una explosión adentro del aula. Cierto rubio había hecho explotar el pupitre de unos de sus compañeros, haciendo que este cayera al suelo.

—¡Oye Deku! —Dijo el rubio al anterior nombrado. —¡Eres peor que lo rechazados! ¡No tienes quirk! ¿¡Como si quiera podrías pararte en el mismo sitio que yo!? —Le enseñó como apretaba su puño de la ira.

—¡N-no es eso K-kachan! —Hablo el peliverde bastante aterrado. —Es solo que eso a sido mi meta desde que era pequeño y nunca lo sabré si no lo intento —Aún sintiendo miedo se podía ver en sus ojos que aún tenía algo de esperanza.

—¿¡Que quieres decir con eso!? —De sus palmas comenzaba a desprender humo negro —¿¡Tomaras el examen por diversión!?

El resto de sus compañeros comenzaron a reírse por lo patético que les resultaba la meta de Deku.

—No crees que ya fue suficiente? Bakugo —Las risas pararon.

Todos dirigieron su vista hacia el pupitre que se encontraba en la esquina que estaba al lado de la ventana.

Los demás comenzaron a murmarar.

—¡¿Por qué no te metes en tus asuntos, Kaito!? —Observó al peliblanco con una mirada para nada amigable.

—¿Tanto te divierte el molestar a alguien más débil que tu? Un matón no puede ser un héroe —Río por lo irónico que le resultaba eso.

—¿¡Que tal si vienes acá y me lo dices en la cara!? —Reto mientras creaba pequeñas explosiones en sus palmas.

Todos creían que la discusión terminaría ahí, nadie era tan tonto como para enfrentarse al mejor alumno del salón.

Sin embargo el sonido del pupitre moverse inquieto a todos.

Kaito se había parado y miraba al rubio. Ambos se miraban con ira. Uno porque el otro no paraba de meterse en sus asuntos y el otro le resultaba desagradable la actitud del otro.

La tensión crecía a cada segundo.

El profesor tuvo que tozer para que todos les prestaran atención.

—Bakugo y Kaito, vuelvan a tomar asiento —Ordenó a sus alumnos.

Las cosas se habían calmado, por ahora...

Horas más tarde...

El sonido de la campana hacia entender de que las clases habían acabado. Los alumnos conversaban entre sí mientras salían del salón

Kaito comenzó a guardar sus cosas dentro de su mochila —Lástima que hoy no podré pasar por el árcade —Pensó algo triste.

¡BOOM!

—No otra vez —Soltó algo ya cansado de lo mismo.

Ya sabía de memoria hacia donde tenía que voltear.

Vio a Bakugo y su grupo fastidiando a su ya habitual víctima. Observando mejor pudo notar que el rubio tenía una libreta incinerada. Kaito ya se imaginaba de quien era.

—E-eso ha sido muy cruel...

En eso Bakugo arrojo la libreta por la ventana que estaba abierta —La mayoría de los héroes tienen historias de sus días de escuela ¡Yo seré el primer y único estudiante en ingresar a U.A de esta triste escuela! —Dijo mientras ponía una sonrisa burlona frente al chico enfrente de él. —Además soy un perfeccionista y no quiero que cualquiera tenga el derecho de entrar a la U.A —Después de eso puso su mano en el hombro del peli verde, haciendo que este comenzará a soltar humo. —Así que de todos modos no apliques a la...

En eso sintió que alguien apretaba su muñeca —Ya déjalo en paz —Hablo Kaito mientras lo separaba del peli verde.

—Tch... —Retiro su brazo al sentir como la presión aumentaba —¿¡Otra vez tu!? ¿¡CUAL ES TU MALDITO PROBLEMA!? —Gritó, frunciendo el ceño y con un tono enojado.

—¡Mi problema es que sigues siendo un cretino! —Respondio con el mismo tono —¿¡Por qué sigues con esa actitud!?

Los amigos de Bakugo se habían alejado al ver que esa discusión se iba a poner peor, el peliverde quería detenerlos pero estaba aterrado.

—¡Se supone que un héroe debe de llegar al corazón de las personas! —Llevo su puño hacia su pecho, a la altura de su corazón — ¡No que pises los sueños y esperanzas de ellas! —Gritó Kaito.

—Hablas mucho de lo que un héroe debe hacer... , Acaso ¿¡tu también quieres ponerte en mi camino!? —Esa pregunta hizo que guardara silencio. —

—No... yo jamas podré ser un héroe —Respondió con sinceridad, el rostro de las víctimas de el y su maestro pasaron por su mentecomo para si quiera considerar ser uno.

—Entonces no actúes como si supieras lo que hace un héroe. —Finalizó Bakugo, ya había tenido suficiente, tomo sus cosas y se largo del salón.

—G-gracias por ayudarme K-kaito-kun —Agradeció el pecoso. Estaba en deuda con el, ya que era el único que lo ayudaba cuando Bakugo empezaba a sobrepasarse.

—Descuida Midoriya, eso hacen los amigos —Dijo sonriendo.

El verdoso estuvo apunto de volver a hablar pero recordó que su libreta había sido arrojada. Estando desesperado por recuperarla se despidió de Kaito y se apresuró a recuperarla.

Más tarde...

Se podía ver a un chico tratando de recoger su libreta de notas, la cual estaba dentro de un estanque de peces.

—Esto no es comida, tonto pez, decía mientras trataba de tomar su libreta —Idiotas...

Trato de sacudir un poco la libreta, una página había salido y cayó al piso. Suspiró al ver la mala suerte que tenía. Se agacho un poco para recoger la hoja pero antes de que la agarrara el viento hizo que volará lejos de él.

El pedazo de papel voló hasta que se encontró con los pies de alguien. Este al verlo lo recogió.

—Sin duda eres la persona con peor suerte que conozco, Midoriya —Le decía mientras se acercaba con la hoja ya en su mano.

—Haha... tu crees? —Río de forma nerviosa. —Gracias otra vez, Kaito-kun.

Sin duda la vida también le escupía en la cara a otras personas, no era el único que tenía mala suerte. Pero de cierta manera le parecía injusto que alguien como su compañero le haya tocado tener una vida así.

Midoriya Izuku, de todas las personas que había conocido sin dudar alguna el tenía todo lo necesario para ser un héroe. Su gran amor por lo que es correcto y su deseo de ayudar a los demás ya lo había visto en más de una ocasión. Lástima que la vida le haya puesto unos grilletes tan pesados, ser parte de ese pequeño porcentaje de personas que no tienen Quirk, no solo le impedía ser lo que mas añora si no que también, frente a los ojos de la sociedad no es más que un bicho raro y principal foco de bullying de los demás.

Pero a pesar de su situación, el muchacho mantiene su fiel deseo de ser un héroe. Y eso era lo que mas le intereso a Kaito, tal determinación era difícil de encontrar incluso entre los héroes, solo un pequeño grupo tendría la misma determinación que su amigo.

Si fuera por el fuera le entregaría su propio quirk, ya había aprendido lo suficiente de su maestro que ni le resultaba necesario en usarlo. De seguro le daría un mejor uso.

—Midoriya, ya me estoy cansado de decirte que no tienes que dejar que Bakugo de maltrate —Hablo el peliblanco, ambos estaban caminando hasta sus respectivas casas, ya que compartían camino hasta cierto punto.

—L-lo siento... —Dijo, su rostro mostraba algo de vergüenza —Es solo que...

Kaito lo miraba de reojo, aveces quisiera que su maestro le diera un par de lecciones para que se le quite miedoso. Pero solo eran pensamientos, no quiere ser el responsable de que su amigo vaya por un camino como el de el.

—¿Si quieres puede enseñarte algo de defensa personal? —Propuso, al menos con eso le ayudaría a no salir tan mal parado.

—N-no creo que sea tan fuerte como tu, Kaito-Kun —Se rasco la nuca —Además tienes un quirk grandioso.

—En realidad, no es la gran cosa —Estiro un poco su brazo y abrió su mano, sangre comenzó a salir desde su piel, juntándose y obteniendo la forma de un lápiz —No puedo crear cosas muy grandes, ya que estoy usando mi sangre después de todo, además —Agarró el lápiz de los dos extremos y con algo de fuerza lo partió en dos, luego lo tiro al suelo. A los pocos segundos la sangre comenzó a volver a su forma líquida y empezar a evaporarse. —Si lo que creo que rompe, no podre regresar la sangre a mi cuerpo.

—Increíble! Si bien tienes un límite de sangre que puedes usar, podría ser útil en casos como... —Comenzó a murmurar mientras apuntaba la información en su libreta de notas.

—Midoriya, estas haciéndolo de nuevo —Le saco de su trance el peli blanco.

—¡Lo siento! Es un mal hábito que aún no controlo —Dijo algo avergonzado.

Kaito por su parte comenzó a reír. —No te preocupes, yo también tengo uno que otro mal hábito. —Oh aquí nos separamos —Dijo al notar que ya habían llegado a la entrada del túnel. El cual divida sus caminos.

Kaito seguiría de frente e Izuku se iría por el túnel. Ambos se despidieron y siguieron por sus respectivos caminos.

Al caminar unos cuantos pasos, el peliblanco creyó escuchar algo más atrás. Estuvo apunto de volver pero recordó que tenía que llegar temprano con su maestro.

Decidió olvidar eso y comenzó acelerar el paso hacia su hogar.

Kaito siempre se pregunta si es normal que se emocioné cada vez que sale con su maestro. El poder desenvolverse como el quiera al momento de atacar le genera cierta satisfacción, en su escuela se limitaba demasiado en la pruebas físicas, ya que su maestro quería que no resaltará. Un asesino nunca muestra lo que puede hacer. Así este usando una máscara...

—¿Estas listo?

—En un segundo —Dijo miéntras se ajustaba los guantes táctiles. Empezó a crear pequeña cosa desde la palma de su mano, para ver si resultaba incómodo. Al ver que todo estaba bien los objetos que habia creado cambiaron su composición a líquido y volvieron al cuerpo del peli blanco. —Solo una cosa más —Agarro una máscara que tenia cerca y se la puso —Listo.

—Andando. —Ambos salieron por la puerta que daba hacia un callejón.

Subieron con gran destreza por una pared, llegando llegado hasta el final a los pocos segundos.

Más tarde...

Una fábrica abandonada era el escenario, tanto como maestro y discípulo estaban escondidos entres las máquinas abandonadas que estaban esparcidas por el lugar. La poco iluminación les era perfecta para pasar desapercibidos.

Sus objetivos ya los tenían en la mira, dos hombres se encontraban en centro, fumando unos cigarrillos. Podían acabar con ellos en menos de dos segundos.

—¿Que esperamos? —Susurro Kaito —Si quieres yo me encargo —Decidió salir de su escondite.

Pero se detuvo al sentir el filo de una katana en su pecho.

—Ten paciencia, chico —Dijo sin dejar de observar a los dos hombres —Ellos no son el verdadero objetivo.

—¿Entonces quien... — En eso la una puerta se abrió, alarmando a los cuatro.

Kaito observo como un hombre entraba, era grande, vestía un traje de payaso, conformado también por una capa que en el centro tenía una cara sonriendo. Ya lo había visto... Estaba seguro que es un heroe...

—Llegas tarde —Hablo uno de los hombres mientras tiraba su cigarrillo.

—El trabajo es algo difícil sabes? —Hablo el vestido de payaso.

—Muéstramelos.

—No no no, primero muéstrame tu los billetes —Dijo en un tono el cual no quedaba para nada con su personaje.

En eso el hombre chasquea sus dedos y su acompañante abre el maletin que tenía, mostrando así una gran cantidad de billetes.

—Todo está aquí, ahora muéstrame —Dijo al cumplir su parte del trato.

El héroe mostró una sonrisa desquiciada. —Puedes traerlos —luego de decir eso otro hombre salió arrastrando a tres niños pequeños.

—Aún tienen como unas horas para que despierten.

Kaito estaba conteniendose para no saltar sobre ese sujeto que utilizaba el nombre de los héroes para cometer tal monstruosidad.

Si no fuera por la katana en su pecho ya le habría cortado la cabeza a ese tipo.

—No quiero errores —Hablo su maestro —Encárgate de los niños. —le ordenó

—Pero yo... —Quería acabar con ellos, sentía demasiada irá en su interior. Estuvo apunto de hablar pero solo le basto una mirada de su maestro para que se cayara y obedecer.

—Listo? —Preguntó a su discípulo, normalmente no lo haría pero quería que tranquilizara esas emociones que sentía.

Kaito inhalar algo de aire y exhalar. Estiro su brazo y su sangre comenzó a formar una katana. Ya estando más calmado —Listo.

Continúara...