Capítulo 1: Un paquete para el señor J

Tres semanas… era demasiado tiempo ya. No había señales de él. Antes de irse, dejó un simple y corto mensaje en video para los fundadores de la Liga, "Señores, debo ausentarme un tiempo de Gótica. Estaré escondido del radar, tanto como Batman como Bruce Wayne. No me busquen, ni interroguen a Alfred. Nightwing patrullará Gótica, el resto del planeta es su responsabilidad".

Y efectivamente, así pasó. Nightwing se encargó de la ciudad de Batman, con la ayuda frecuente de Robin/Tim Drake, ya que Batgirl/Bárbara no estaba en la ciudad. Mientras tanto, las misiones usuales, algunos desastres naturales, motines, encuentros diplomáticos representando a la Humanidad y protegiendo al planeta de cualquier eventualidad. Pero para sus colegas de la Liga, su ausencia ya era demasiado preocupante.

-Tres semanas… es demasiado inusual, incluso para Batman, insistía Flash mientras comía su quinta hamburguesa. Chica Halcón aún no terminaba la suya, jugaba con las papas fritas pensativa. –Debemos estar tranquilos Wally, es decir, es Batman, si algo hubiese pasado, lo sabríamos.

-No sé, Shayera, me empiezo a preocupar, y temo no ser el único, decía mientras seguía a Superman con la vista. No era común que el hombre de acero visitara el comedor de la Atalaya, pero había decidido ir y acompañar a la Mujer Maravilla. Ambos se sentaron aparte de todos. –Creo que es momento de buscarlo, Diana

-Él se pondría furioso, Clark, lo sabes.

-¡No me interesa lo que pueda pensar o sentir ese necio!, no puede irse así, sin decir nada. Sabe que tiene responsabilidades para con la ciudad y la Liga.

-Y tú sabes también que él no es de los que dejan las cosas botadas. A ti no te molesta eso, te preocupa no saber de él, como todos nosotros.

Suspiró y bajó la mirada, -No puedo evitarlo, Diana. Es mi amigo.

-Lo sé… ¿ya hablaste con Alfred?

-Todos los días lo llamo, y me dice siempre lo mismo, que el señor Bruce se encuentra bien y que no debo preocuparme, que regresará pronto.

-¿Y Dick?

-Está en las mismas, aunque me aseguró que investigaría por su cuenta.

-Bien, entonces no hay nada más que hacer por ahora, esperemos a ver si él lo ubica.

En la baticueva, Dick buscaba en la red algún indicio de su mentor, pero no había ningún movimiento crediticio a su nombre. Eso no le extrañaba, imaginó que él tenía manera de desaparecer, pero insistía, debía haber algo que lo condujera a él, al menos, saber que estaba bien. Alfred bajó con una bandeja. –Imaginé que estaría aquí revisando la computadora, señorito Richard…, dejó de hablar al ver la pantalla. Se acercó y tocó un botón, apagándola por completo.

-Alfred, ¿qué haces?, le pregunta el joven indignado.

-Creo que el señor Bruce fue muy claro con usted, joven Richard. No quiere que lo busquen.

-No te entiendo, Alfred, ¿no te preocupa saber dónde y cómo está? A menos… ¡¿Tú sabes dónde está?!

-Le he dicho varias veces que no sé…

-Lo siento Alfred, pero no te puedo creer. Si no me quieres decir, bien, pero no me puedes prohibir que busque a mi amigo, le dice molesto y se va. El fiel mayordomo suspira triste. "Lo siento, joven Richard, lo siento mucho".

Tim tiró su bulto en el sofá y calló rendido. Volvió hacia la ventana. Como siempre en esa época del año, estaba nublado, con grandes posibilidades de lluvia torrencial llegando la noche. Él, a diferencia de Dick, no le preguntaba a Alfred sobre Bruce, de hecho, no hablaba con nadie, ni en casa ni en la secundaria. Por alguna razón, le perturbaba esa larga ausencia. En 6 años que llevaba en la mansión, era la primera vez que algo así pasaba. Y a pesar de sus amigos, de Alfred y Dick, no tenerlo cerca lo hacía sentir muy solo.

-Ey, Tim. ¿Cómo estuvo el día?, le pregunta Dick mientras se sienta a su lado. El más joven hace un gesto de desdén, -Como siempre, ninguna novedad, debo ir a hacer tareas, nos vemos.

Se pone de pie, pero su hermano le toma la mano y no lo deja irse. –Oye, sabes que puedes hablar conmigo, ¿no? Sé cómo te sientes, yo también estoy preocupado por él…

-¡No me digas que sabes cómo me siento, Dick! ¡No tienes idea!, le levanta la voz mientras arrebata su mano.

-Tim…

-Sabes… quiero estar solo, iré a mi habitación. Mañana tengo examen, no podré ir a patrullar contigo esta noche, le responde cabizbajo. Toma su bulto y se va, dejando a Dick sorprendido. "Bien, Bruce, te encontraré, aunque sea lo último que haga"


Eran casi las cuatro de la mañana. Después de buscar pistas e interrogar testigos, Nightwing vigilaba desde la torre donde habitualmente iba Batman. Se sentía frustrado. Sabía que Alfred le ocultaba la verdad, lo presentía, por eso estaba molesto con el anciano. Una figura conocida se acercó a él, -¿Cómo estuvo el patrullaje?

-Lo usual…

-¿Supiste algo de Bruce?

-Nada, Clark. Pero Alfred sabe algo.

-Pero, él ha dicho…

-Lo sé, pero la lealtad de él hacia Bruce es incorruptible. No dirá nada. Aquí en Gótica no hay ningún indicio de Bruce Wayne o de Batman.

-Bien, tu sigue buscando por tu lado, que yo haré lo mismo.

El comunicador de Nightwing se activó, y contestó inmediatamente.

-¿Sucede algo, Alfred?, le pregunta fríamente.

-Joven Nightwing, llamaba para informarle que el señor Bruce está en casa.

Nightwing volvió a ver a Superman, pero ya no estaba. El hombre de acero voló con rapidez, y en cuestión de segundos, estaba en la mansión Wayne. Entró por una de las ventanas de la sala. Ahí estaba él, entregándole su abrigo a Alfred y aflojándose la corbata.

-¿Dónde estabas?, le pregunta Clark al acercarse. El kriptoniano no dejó de notar que había perdido algo de masa muscular y tenía ojeras. -¿Qué haces aquí a esta hora, Kent?, le responde duramente.

-Estaba con Nightwing cuando Alfred le aviso, no contestaste mi pregunta, ¿dónde estuviste? ¿Por qué te fuiste así? Nos preocupamos por ti.

-Pues, como ves, estoy bien, fue un viaje importante, ya regresé, así que te puedes ir tranquilo, le responde mientras sube a su cuarto. Pero el hombre de acero no se iba a quedar con esa respuesta. Bruce se fue hacia la puerta de la habitación de Tim, pero volvió a ver fastidiado a su acompañante. -¿Me tienes que decir alguna cosa?

-Emm… solo que me da gusto verte, amigo, le responde.

-Sí… sí, igual yo. Como puedes ver, estoy vivo y fuera de peligro, Clark, ve a tu casa y descansa, le dice con una voz más suave. Le sonríe y vuela hacia la ventana.

-Y Clark… gracias por tu preocupación, le dice antes que él se vaya.

El hombre de acero vuela, ya con un peso menos encima. Bruce entra en la habitación de Tim en silencio y se acerca a su cama. El joven no se había quitado la ropa, está rodeado de libros de Cálculo y sobre su pecho estaba un libro de notas. Bruce con cuidado, le quitó el libro y lo arropó. Se acercó a él y besó su frente. -Descansa hijo.

Después que escuchó que Bruce cerraba la puerta, Tim sonrió sin abrir los ojos.

Bruce fue hacia su habitación. Alfred estaba arreglando su cama para que descansara. –Gracias Alfred, le dice mientras se quita los zapatos.

-Me da gusto que haya regresado, señor Bruce, le responde el inglés, que recoge los zapatos y los pone en el closet.

-No es necesario Alfred, yo puedo encargarme de esas cosas…

-Lo sé señor, pero no pierdo nada con serle atento… ¿no hubo algún cambio?

-No, Alfred, simplemente confirmaron la primera opinión… es definitivo.

El anciano suspira, y sale de la habitación. El héroe se deja caer en la cama, y ve hacia el techo. Esa noche no pudo dormir. No dejaba de pensar en lo sucedido esas semanas, y en lo que vendría de ahora en adelante. Sacó de su maletín las placas y las volvió a revisar por vigésima vez. No había dudas, tendría que afrontar esa verdad, pero antes, había mucho que hacer, mucho que solucionar.

Ya en Metropolis, Clark cumplió con su rutina habitual y fue a recostarse, con una gran paz. "Espero que estés bien, Bruce" Poco a poco fue cerrando los ojos y cayó en brazos de Morfeo.


No espero a cambiarse. Con todo y uniforme, fue hacia la habitación de Bruce, pero en la puerta fue detenido por Alfred. -¿Él está bien?, le pregunta agitado.

-¡Por supuesto, joven Richard!, ¿por qué no iba a estarlo?, le responde el inglés.

Dick entra, y ve a su mentor recostado en la cama. Bruce esconde las placas debajo de la almohada y se endereza. -¿Qué haces con el traje deambulando en la mansión, Dick… eso era divertido cuando tenías 10 años, pero ya estás muy grande para…

Calla, cuando el joven se abalanza hacia él y lo abraza. Bruce apenas sonríe, pero luego tose, y el muchacho se limpia la garganta y lo suelta. –Veo que te hice falta.

-Sí, bueno… ya que estás aquí y vivo, ya podré dejar de patrullar Gótica y regresar a Blüdhaven. ¿Qué pasó, Bruce? ¿Por qué ese viaje tan inesperado?

-Cosas que debía solucionar. Ahora, cámbiate y ve a dormir, son casi las 5, le dice mientras bosteza.

-Como digas, viejo. Pero esta conversación la seguimos mañana, ¿bien?... antes de irme, Tim estuvo mal estos días, habla con él, le dice el joven y sale de la habitación.

El mayor suspira y vuelve a recostarse… "Tim, él aún necesita de mí", se dice con tristeza, sería lo primero que debía atender.

Ya en la mañana, Tim salió de la habitación, listo para irse, pero antes pasó por la puerta de Bruce. Con timidez tocó la puerta, pero no escuchó nada, así que abrió y miró adentro. No había señales de él. Cerró la puerta y bajó las escaleras tristes. "¿Será que lo habré soñado?". Bajó hacia la cocina para desayunar, y fue cuando escuchó las risas de Dick y Bruce. Corrió y los vio comiendo y hablando animadamente. –Hola Tim, le saluda Bruce con total naturalidad. El muchacho corre y lo abraza. -¡Bruce! ¡Regresaste! Yo… yo pensé…, intenta decir algo pero calla y se aleja.

-Estoy bien, Tim, ya estoy aquí, le dice tranquilo. Sonríe y se sienta a su lado. Alfred observa a los tres hablando cosas triviales, de la última cita de Dick, los exámenes de Tim, de los últimos movimientos de los villanos en Gótica y demás. Verlos así lo hacía sentir feliz, deseaba que esa escena se repitiera muchas veces más.

-Bien… me voy…

-¿En serio? ¿Por qué no te quedas más tiempo?, le ruega Tim.

-Lo siento, bro, el deber llamar, ya estuve mucho tiempo lejos de mi ciudad, además las chicas de allá son más susceptibles al encanto Grayson que las de Gótica.

-Gracias por cuidarme las espaldas, Dick.

-Descuida, viejo. Y trata de dormir, esas ojeras asustan amigo, le responde señalándole la cara. –Alfred, nos vemos pronto.

-Hasta luego, joven Richard.

-Bien, es hora… ¿estás listo?, le pregunta Bruce.

-Emm.. sí, Alfred, te espero en la limosina…

-No es necesario, yo te llevaré Tim.

-¿Tú? ¿Me llevarás a la secundaria, es en serio?

El mayor alborota su cabello con fuerza, -Claro que es en serio. Iremos en el Lexus, adelántate.

El chico corrió feliz. Alfred tomó el asiento donde minutos antes estaba Dick. –Señor, ¿no cree que debería decirles?

-Aún no. Alfred, debo arreglar todo, para Tim, Dick y tú, eso sin mencionar la Liga.

-Señor, no es necesario, no quiero nada…

-De todas formas, Alfred, tengo mucho que hacer. Dejaré a Tim en la escuela y luego iré a Wayne Ent. Nos hablamos luego.


-¡¿En serio?! Pero, ¿está bien?, ¿cómo lo viste? ¿Qué te dijo?, le pregunta Flash rápidamente.

-¡Oye veloz, baja un poco, casi no se te entiende, le interrumpe Hal. ¿Qué te dijo?

-Absolutamente nada, le responde Superman, -Sabes lo hermético que es, lo vi si un poco delgado y con ojeras, pero bien.

-Gracias a Hera.

-Bueno, ¿y cuando regresa?, pregunta Shayera.

-No tengo idea, pero lo importante es que está en casa.

Mientras ellos conversaban, Bruce manejaba tranquilamente.

-Ey, Bruce, ¿dónde estuviste?

-Tuve algunos problemas que resolver, Tim.

-Y, ¿lo conseguiste, ya no tendrás que viajar más?, le dice con la voz entrecortada.

Bruce para el auto a unos cuantas cuadras de su destino y vuelve a ver a su hijo. –Lamento si te herí al irme. Pero era importante… tu, Dick y Alfred son mi familia, lo sabes, lo menos que quisiera es dejarlos, pero… sabes lo peligroso que es nuestro trabajo, si algo me pasara, recuerda que no estarás solo, Dick y Alfred estarán para ti, sin mencionar al resto de la Liga, ¿de acuerdo?

-No digas eso, Bruce., le dice cabizbajo.

-Tim…

-Ya perdí a mis padres, y tú ahora… no quiero que hables de eso, Bruce. Yo… no soportaría perder a otro padre.

-Tim, entiende, yo nunca te dejaría por gusto, pero…

-Si es así, entonces, deja de ser Batman, ya hay muchos héroes en el mundo, y yo solo tengo un papá.

Bruce quedó en silencio por unos segundos. Los ojos de Tim suplicaban una respuesta, -No puedo Tim, tengo responsabilidades.

-¡¿Y acaso no soy importante para ti?!

-Tim…

El muchacho volvió la cara y no quiso hablar más. Suspiró y condujo hasta la escuela. El chico intentó bajar pero él lo detuvo. –Nunca pienses que no eres importante para Tim… lamento si te herí.

No le respondió y bajó del auto.


Pasó varias horas en la oficina, revisando las cuentas de la compañía con Lucius Fox. Ya en la tarde, llamó a su abogado de confianza, Dan Foster.

-Bruce, es bueno verte, le dice su viejo amigo de la universidad. Supongo que me llamas para actualizar tu testamento, le saluda mientras entra a su oficina. Dos veces al año, Bruce dejaba todo listo, por si algo lo sorprendía, así protegía a su familia.

-Algo así, Dan. Esta vez haremos algunos cambios importantes, pero en especial, necesito que me ayudes, sobre… tu sabes, mis actividades nocturnas y colegas de lucha.

-Oh, ya veo, ¿qué necesitas que mueva?

Dan conocía los secretos más íntimos de Bruce. Sólo a él, así como a la Dra. Leslie Thompkins, vieja amiga de su padre, les había contado todo sobre su otra identidad. Eran ellos los que cubrían su espalda. Al terminar, Dan salió triste, melancólico. Entro al ascensor y sintió que sus ojos le ardían así como un hondo hueco en el interior.

Después de terminar su conversación con Dan. Bruce salió de la oficina y entró en el elevador. Sacó su comunicador y lo activo. –Batman a la Atalaya, transporte directo a mis habitaciones, cambio.

-Es bueno escucharte, Batman, activo transporte, le responde John Jonhs.

En cuestión de segundos, el cuerpo de Bruce se desvanece y aparece en su habitación dentro de la Atalaya. Se pone su traje de Batman y va hacia el observatorio principal.

Ahí, Superman, Mujer Maravilla y John, conversaban.

-Ya era hora que te dignaras a aparecer Batman, le responde Diana.

-Estuve ocupado, tu sabes, tengo una vida fuera de aquí.

-Además, sabes lo dramático que es. Supongo que quiso darle a su regreso algo de teatralidad, le responde Clark.

-¿Alguna situación de riesgo?, cambia el tema.

-Linterna Verde y Flash están atendiendo una emergencia en Star City. Green Arrow y Supergirl están en Metropolis, Zatanna con el Dr Fate en DC, parece que Grundy volvió a parecer. Cyborg está en Atlantis con Aquaman, actualizando los nuevos softwares de sus vehículos rápidos. El resto patrullando sus zonas. Todo controlado.

-Bien, cualquier cosa avisan de inmediato, iré a patrullar Gótica, dice mientras da media vuelta para irse, pero es detenido por Clark. –Espera ahí. Bruce, ¿no piensas decirnos que pasó en ese extraño viaje?

-Escucha Superman, ese tema forma parte de mi vida privada, no tengo que darte explicaciones. ¿Alguno más que quisiera preguntarme?

Los otros dos se quedan callados. -¿Quieres que te transporte?, pregunta John.

-No es necesario, tengo el batijet aquí, iré por mis propios medios.

Bruce entra al ascensor, empiezan a cerrarse las puertas, al mismo tiempo que se frota los ojos, pero estas se detienen. Superman entra y se pone frente a frente con él. -¿Qué quieres, Clark?

-Es inconcebible que seas tan frío con tus amigos. No tienes idea lo mucho que nos preocupamos por ti, y simplemente das media vuelta y te vas sin ninguna explicación.

-Lo hago porque no les debo alguna. En primer lugar, estoy aquí de medio tiempo, lo sabes. Ustedes no son mi familia. Puedo esperar esa actitud de Tim o Dick, pero ustedes son extraños para mí.

-¿Extraños? ¡Somos tus amigos! Los únicos que tienes, creo yo.

Batman empezó a sentir que su vista se nublaba, sin embargo, disimuló. –Si son mis amigos, entonces, déjenme en paz.

-De alguna manera o de otra sabré lo que pasó, Bruce.

-¿Por qué te obsesiono tanto?

-¿Obsesiono? Qué dices…

-Clark, escucha… ammm…, Bruce cerró los ojos. Sentía un fuerte dolor en la cabeza, que intentaba no demostrar, pero era inútil ya.

-¿Bruce? ¿Te sientes bien?

-Emmm… sí, lo estoy.

A pesar de llevar su máscara, la piel de su rostro expuesta palideció. Superman escuchó los latidos de su corazón, empezaron a hacerse más lentos.

-No, tú no estás bien, Bruce, te llevaré a la enfermería.

-Olvídalo, le responde al salir del ascensor.

-Bruce, ¿estás… estás enfermo?

-No, no lo estoy, ahora me puedes dejar en paz, le dice molesto. Clark lo sigue de cerca, -Escucha, no sé por qué actúas así, pero si estas enfermo, no deberías salir…

-Estoy bien, déjame en paz Kent.

-Si claro, adelgazaste, estas ojeroso y pálido. Lo siento Bruce, pero estás muy lejos de verte en buenas condiciones, y así no puedo dejarte salir de la Atalaya.

Batman gira y se pone cara a cara frente a él. -¿Y tú piensas impedírmelo?

El hombre de acero sintió un calor extraño recorriendo todo su cuerpo al sentir su aliento. Pero mantuvo la compostura, -Si es necesario, lo haré. Por favor Bruce, al menos, recuéstate un rato, le suplica.

Finalmente, suspira frustrado y va hacia el elevador. –Me tomaré una hora o dos, pero si algo sucede, me avisan de inmediato.

-Como digas, le contesta sonriendo. Cuando las puertas se cierran, el hombre de acero activa su comunicador –John, ¿me escuchas?

-Fuerte y claro, Superman.

-Batman se tomará un par de horas de descanso, no le des autorización de salida al batijet, y si algo ocurre… bueno, que no le avisen, necesita reposar un rato.

-Como digas.


Ya eran pasadas las 8 de la noche. Nightwing hacía patrullaje en su ciudad. Todo era tranquilo. Nada parecido a la revoltosa Gótica. Estaba feliz de regresar, pero aún se sentía intrigado. Bruce había sido particularmente atento y jovial en el desayuno. Dick sabía que Bruce era otro sin máscara, pero lo de la mañana, definitivamente era fue de lo usual. Y ese extraño viaje, su regreso sin avisar, sentía que algo no encajaba. Aún distraído en sus pensamientos, escuchó los gritos de una mujer cerca. "Bien, Dick, a trabajar". El veloz y hábil chico fue de edificio en edificio hasta llegar a un callejón. Aunque estaba oscuro pudo reconocer a una mujer siendo forzada por dos extraños.

-Muchachos, creo que la dama no desea facilitarles el bolso, ¿por qué no hacemos las cosas fáciles y se van tranquilamente?, les dice.

Ambos sujetos llevaban unas máscaras blancas y estaban vestidos completamente de negro. No dijeron nada, ante lo cual el joven suspiró, -Bien, haremos las cosas difíciles entonces.

Nightwing saltó sobre ellos. Puñetazos iban y venían, hasta que finalmente el héroe estaba entre la mujer y los dos hombres, y estos en el suelo inconscientes.

-Bueno, supongo que estos ya no darán más pelea, ¿se encuentra bien?

Él hace el intento de girar hacia ella, pero siente un fuerte golpe en la cabeza que lo noquea. Desde la penumbra sale la mujer, con maquillaje de bufón y un bate de béisbol en la mano, -No era de ellos que tenías que preocuparte, niño alas, dice burlona. Saca su celular y marca, -Señor J, tengo su paquete en mis manos.


El sonido de su comunicador lo hizo despertar. Se frotó los ojos y vio quien era.

-Dime Nightwing.

-Hola, Batsy.

Esa voz hizo que le congelara la sangre.

-¿Joker? ¡¿Dónde está Nightwing?!

-Descuida, lo estamos atendiendo como él chico se merece. Hasta organizamos una fiesta, ¿quieres asistir?

-¿Dónde demonios lo tienes Joker?

-Ve a la bahía sur de Blüdhaven. Y trae bocadillos Bats.

"Maldición", se dijo y rápidamente salió de la habitación.

-Bruce, bienveni…, trato de saludar Chica Halcón, pero Batman siguió recto a toda velocidad, ignorándola. "Aguanta, Dick, ya estoy en camino".

Entró al batijet y lo encendió. –John, necesito autorización para despegar, ahora.

-Amm… Batman, Superman me indicó que necesitabas descansar…

-¡No tengo tiempo para esto, John, abre las compuestas o me estrellaré contra ellas, debo irme, ahora!

El marciano hizo caso, y vio como la nave viajaba a toda velocidad hacia la Tierra. En un par de minutos llegaría a su destino, cuando una llamada entró.

-Batman, ¿qué sucede?

-No tengo tiempo ahora.

-Pensé que ibas a descansar…

-Estoy ocupado, ve a servirle de niñera a otro, Clark, tengo cosas que hacer.

-Pero, Bruce, si necesitas ayuda…

Batman apagó la radio y siguió su rumbo.

-Maldito infeliz, se dejó decir Superman, John, ¿puedes triangular su posición?

-Sí… va en ruta hacia la Bahía Blüdhaven.

-¿Blüdhaven?... Oh no, Dick. Voy hacia allá.

-Espera, Superman… creo que Batman no le agradará.

-Me importa un bledo lo que le agrade o no a ese terco, no está en condiciones en este momento y no pienso dejarlo solo, mantén la radio libre por si se comunica John.