Disclaimer: Declaro que, lastimosamente, How to train your dragon no me pertenece y que he escrito esta obra sin fines de lucro.

Es la primera vez que escribo algo y pues esta pareja me encanta, así que dije ¿Por qué no?

Pido perdon por las faltas de ortografía.

No sé bien si lo puse en la categoría correcta así que si alguien sabes que me pueda decir si está bien o mal lo agradecería mucho.

Pido paciencia pues, repito, soy nueva. Gracias por todo y que lo disfruten.


Había ocasiones en las que Hiccup debía dormir en la fragua, ya sea debido al trabajo o algún altercado con su padre, por eso había una cama en dicho lugar.

En esta ocasión estaba intentando sacar adelante un proyecto importante, muy importante: un regalo para Astrid. Su hermosa novia estaba por cumplir años y eso era motivo de celebración. Pero a pesar de sus esfuerzos el diseño aun no salía del todo bien, tendría que trabajar más en ello.

–Hiccup ¿Estás aquí? – él reconoció al instante la voz, se apresuro a esconder los dibujos sobre los que trabajaba antes de contestar.

–Aquí estoy– pudo escuchar los pasos de la rubia mientras se acercaba – ¿Qué haces aquí?

–Bueno pues pase por tu casa y tu padre me dijo que estarías aquí y pues decidí visitarte.

Ella se acerco lentamente mordiendo su labio inferior como si tramara algo, Hiccup reconoció su mirada al instante era decidida, audaz, desafiante. El ojiverde no logro contener el impulso de dar un paso hacia atrás.

¡Demonios! No es que no le agradara el modo en el que la rubia lo miraba sino todo lo contrario. Cada vez que Astrid lo miraba así un placentero escalofrió lo recorría de pies a cabeza, aunque en ocasiones se detenía en su entrepierna y ahí estaba el problema.

–Astrid ¿Qué haces?

–Te observo.

Algo en su cabeza hizo click y recordó que al encontrarse solo en la fragua decidió deshacerse de la playera que usualmente portaba.

Hacía cuatro años que derroto aquel inmenso dragón por lo tanto ya no eran niños y sus cuerpos habían cambiado en todo el sentido de la palabra. Ahora él era más alto y musculoso, sin exagerar, solo lo suficiente como para ser considerado atractivo.

Astrid también había cambiado se volvió mucho más espectacular, esa palabra podría decir muchas cosas sobre ella pero sin duda la que mejor la describía era provocativa. La rubia creció unos cuantos centímetros más pero no tanto como él, su figura se definió logrando que cada curva estuviese en su lugar, su rostro maduro y sus labios adquirieron un hermoso tono rojizo.

¿Qué más debía decir? Ella era perfecta para él.

–Lo siento, olvide por completo que no estaba completamente vestido...yo e-enseguida me visto.

Pero por más que intento hacer algún movimiento ella lo tenía hechizado, sus movimientos como si fuera una leona al acecho, la sonrisa que se formaba en sus labios digna del gato de Cheshire y su mirada como la de una tigresa a punto de saltar sobre su presa.

–Hiccup, me gustaría quedarme aquí un rato ¿puedo?

¡Por Odín! ¿Qué hombre en su sano juicio le daría una respuesta negativa?

–Tanto como tú desees mi lady.

Ella deshizo la distancia entre ambos paso suavemente las manos por el cuello de él enredando sus dedos por las hebras de color castaño, acercándose solo hasta rozar sus labios.

–Sabía que dirías eso– respondió ella justo antes de juntar sus labios en un beso.

Y es que aun que lo deseara Hiccup nunca podría negarle nada a Astrid, todavía menos cuando ella ponía esa mirada, la cual solo dedicaba para él.

Era una de una de esas cosas raras y mágicas que solo compartían cuando estaban a solas.

En cuanto al regalo de Astrid, bah, ya trabajaría en eso luego.


Bueno pues aquí esta, espero que les agradara.

Nos leemos pronto.