Introducción

Era de noche, las nubes tapaban la luna y las estrellas y las luces de las farolas apenas iluminaban las calles. Un coche negro sin matrícula avanzaba lentamente por las calles del barrio más lujoso de Nueva York buscando una casa en concreto de entre todas las hermosas casas de multimillonarios que residían en la zona.

El coche paró ante una de las casas, en la que en la parte superior de la verja de entrada ponía "Vulturi Hall". Una mujer pelirroja salió del coche y se adentró en la imponente mansión guiada por el mayordomo. Cruzó un pasillo que parecía interminable y se introdujo en el despacho principal.

—¿Has hecho lo que te pedí?

—Sí, señor —respondió la mujer, sacando una carpeta de su bolso—. Tiene toda la información que necesita.

—Cuéntame qué has descubierto, y no te andes con rodeos.

—Cullen es muy inteligente, es casi imposible seguirle la pista. Tiene a toda su familia sumida en la más absoluta ignorancia. —Abrió la carpeta mientras hablaba—. Vive en una casa enorme junto a al lago Washington, en las afueras de la ciudad. —Le mostró las fotografías de la casa—. Allí viven sus padres. —Le mostró la fotografía de un hombre rubio, no muy mayor, y de una mujer con el pelo color caramelo y un rostro afable—. El hombre es el director del hospital principal y según el turno pasa poco tiempo en la casa. La mujer, por el contrario, rara vez sale. —Sacó otra fotografía—. Ésta es Isabella, la esposa de Cullen- —La imagen era de una joven pálida de pelo color caoba y ojos chocolates—. La chica trabaja en una librería cercana al hospital donde trabaja su suegro; a las nueve de la noche sale de allí y se dirige a casa donde disfruta de la compañía de Renesmee. —Sacó una última fotografía de una niña pálida, con el pelo cobrizo y rizado, y los ojos color chocolate—. Es la hija de Cullen, apenas tiene tres años.

—¿Algún guardaespaldas o personal de seguridad por quien debamos preocuparnos?

—No, señor. La casa tan solo dispone de mayordomos, asistentas y una niñera para la niña —aclaró.

—Bien. En ese caso, no tendrás ninguna complicación. James. —El hombre se giró hacia una esquina oscura de la habitación—. Ya sabes qué debes hacer.

—Por supuesto, abuelo. —El hombre salió de las sombras, mostrando a un joven rubio de ojos azules con mirada impasiva—. La traeré de inmediato.

—James —lo llamó, antes de que saliera por la puerta—. No seas cruel. Cullen es un oponente peligroso si se enfada más de la cuenta. No hagas barbaridades.

—Sabes cómo fastidiarle la fiesta a uno.

James salió del despacho y dejó a solas a la mujer y a su abuelo. La chica miró de nuevo al hombre que la había contratado con algo de preocupación.

—¿A que se refería con que no hiciera barbaridades?

—James disfruta torturando a sus víctimas, pero no es el momento. Cuando tengamos lo que más aprecia Cullen en un lugar seguro podrá divertirse —respondió sonriente, dejando a la mujer con el vello de punta.

—¿Quiere algo más de mí, señor?

—Sí, claro que sí. —Le entregó una fotografía—. Ese hombre se llama Jasper Withlock. Quiero que lo averigües todo sobre él, es muy importante para mis planes.

La mujer salió del despacho y dejó a su jefe a solas, sonriendo con una copa de brandy en la mano mientras miraba las fotografías que le acababa de traer. Las observaba con detenimiento, sonriendo solo de pensar en la sorpresa que le esperaba a Cullen.

Se levantó y fue hacia el fondo del estudio. Allí había un gran cuadro con la imagen de una mujer hermosa, de pelo negro, ojos marrones, sonrisa brillante y mirada tierna. Hacía casi cinco años desde el altercado, cinco años sin ella, cinco años persiguiendo a Cullen… Ése era su único objetivo. Iba a vengarse por todo lo que había perdido.

—No te preocupes, mi amada Sulspicia. Cullen recibirá su merecido, pagará por lo que te hizo a ti, a Jane y a Alec. Lo pagará muy caro… Te lo prometo.

.

La niñera tarareaba una canción para dormir a la pequeña Renesmee quien, después de su fiesta de cumpleaños, estaba realmente agotada. Su madre esperaba en el sillón junto a la chimenea, bordando un pequeño jersey azul mientras escuchaba la lluvia caer con fuerza en el exterior de la casa. Estaba sumida en sus pensamientos, recordando lo sucedido unas horas antes.

—Señora, la pequeña se ha dormido.

—Gracias, Rosalie. Siéntate conmigo un poco —dijo, señalando hacia la butaca de enfrente. Ella la miró con inseguridad—. Vamos, Rose. Llevas cuidando de Renesmee desde hace tres años, prácticamente desde que nació, y creo que pocos en esta casa desconocen nuestra amistad.

—Su marido no lo aprobará.

—Edward puede cantar misa si quiere —dijo, enfurecida, y mirándola con determinación—. Somos amigas y él no tiene que decir nada al respecto. —Rosalie se sentó mirando la puerta, temiendo que entrara Edward—. No te preocupes, no vendrá.

—¿Cómo lo sabe?

—Él mismo me lo ha dicho —suspiró Bella, derrotada—. Llamó por teléfono para felicitar a Renesmee y excusarse por no estar aquí.

—¿Por eso gritaba por el teléfono?

—Así es... —Bella giró su rostro hacia la pared—. ¿Tan terrible es vivir con nosotras? ¿Tanta carga somos para él? —Apretó las agujas de punto con fuerza mientras aguantaba las lágrimas.

—El señor las adora, se desvive por las dos.

—Edward sólo vive para su trabajo. Pasa más tiempo en su despacho o de viajes de negocios que en casa. —Bella no pudo evitarlo y se puso a llorar—. Cada vez tiene menos tiempo para nosotras… Yo me entrego a él de corazón cada vez que vuelve, esperando que eso haga que se quede a mi lado, pero nunca sirve de nada.

—Estoy segura de que el señor tiene una buena razón para hacer lo que hace.

—Claro que la tiene- —Bella se secó las lágrimas y miró a Rosalie—. Hay otra mujer en su vida.

—Eso es una tontería, completamente imposible.

—¿Cómo puedes saberlo? —Bella se levantó y miró el fuego cruzada de brazos—. Siempre tiene excusas para desaparecer durante semanas, y no le importa herir los sentimientos de su hija de tan solo tres años el día de su cumpleaños. —su voz sonaba fúnebre—. Quiero a Edward más que a nada en el mundo, pero no puedo con esto, no soporto esta situación —dijo, tomando aire—. En cuanto vuelva voy a pedirle el divorcio.

—¿¡Qué!? ¡Señora, no lo haga! ¡El señor la quiere con locura, todo lo hace por usted! ¡No puede pensar en dejarle...!

Un disparo procedente del piso de abajo resonó en la casa. Las dos quedaron en silencio unos segundos hasta que escucharon un segundo disparo.

—Quédese aquí, voy a ver qué ocurre —le indicó Rosalie.

—No salgas, te matarán.

—Sólo voy a comprobar una cosa —dijo, saliendo con sigilo de la habitación.

Rosalie se levantó la pernera del pantalón y sacó una pistola, la cargó, y con ella en mano se acercó a las escaleras dispuesta a bajar. No llegó a bajar ni un escalón cuando un gran golpe de una puerta al abrirse la detuvo.

—Dime dónde están —exigió una voz de hombre, pero no hubo respuesta—. ¡Dímelo! —Se escuchó un golpe fuerte y Rosalie vio como Esme, la madre de Edward, caía en mitad del hall con la cara ensangrentada—. Estás acabando con mi paciencia.

—¿Quién es y qué quiere? ¿Por qué hace esto?

—Vengo de parte de un viejo amigo de su hijo Edward —respondió—. Su hijo le hizo mucho daño a mi abuelo y a mí mismo, así que voy a devolverle el golpe.

—Se está confundiendo… Edward es una buena persona, no le haría daño a nadie. —Esme lloraba desesperada—.Por favor, váyase, déjenos en paz.

—Su hijo Edward es un espía y un asesino, señora, y va a pagar por lo que le ha hecho a mi familia- —El hombre rio con ganas—. Me llevaré a su mujer y a su hija y la mataré a usted, igual que he hecho con su marido.

Esme levantó el rostro llorando de desesperación, convencida de que iba a morir. Al hacerlo vio en la parte superior de la escalera a Rosalie, en silencio, sin saber si moverse o no. Esme sonrió y asintió, sabiendo que Rosalie la estaba entendiendo.

—No importa lo que me ocurra a mí, Bella y Renesmee son lo más importante. —Al escuchar eso, Rosalie empezó a retroceder hacia la habitación.

—¿De qué está hablando, señora? —preguntó aquel hombre, desconcertado.

—Hay que sacarlas de aquí antes de que sea tarde. —Rosalie asintió y desapareció del campo de visión de Esme, quien sólo pudo sonreír y esperar a que ocurriera lo inevitable.

Rosalie cerró con cuidado la puerta y se giró hacia Bella, quien la miraba asustada desde el sillón. Miró el arma que tenía la niñera de su hija en las manos y se puso pálida.

—Debéis salir de aquí, rápido. —Rosalie cogió a Renesmee de la cama y a Bella del brazo—. Debemos salir de la casa cuanto antes.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No hay tiempo para explicaciones, vuestra vida depende de ello. —Abrió la ventana de la habitación y salió por ella con Renesmee bien sujeta—. Sígueme, rápido.

La lluvia les dificultaba el descenso, pero a pesar de eso consiguieron llegar al suelo bajando por una cañería. Renesmee se despertó al sentir el contacto con la lluvia, pero al ver a Rosalie con ella no empezó a llorar, tan solo miró a su alrededor asustada. En cuanto Bella llegó al suelo, Rosalie le dio a la niña, empuñó la pistola con fuerza y se asomó para ver qué había en la puerta principal.

—¿Quiénes son esos hombres? ¿Qué quieren? ¿Qué haces tú con un arma? —Bella estaba temblando de miedo.

—Ahora no puedo explicarte nada, sólo debes saber que nuestras vidas corren peligro —dijo, mirando a su alrededor—. Cerca de aquí hay unas cuevas, ¿verdad?

—Sí, habrá como una media docena a media hora de camino.

—Tenemos que llegar a ellas, hay que darse prisa. En la entrada hay tres hombres más, y no sé cuántos hay dentro. No tardarán en inspeccionar la casa y descubrir por dónde hemos salido. —Se puso en pie, cogió a Bella del brazo y tiró de ella—. Tenemos que darnos prisa o no lo conseguiremos.

Se alejaron un poco y llegaron a los primeros árboles. Se escuchó un nuevo disparo que retumbó en los alrededores; Renesmee se aferró con fuerza al cuello de su madre y Bella se giró hacia la casa.

—Carlisle... Esme...

Quiso correr hacia allí, pero Rosalie la envolvió con sus brazos y se lo impidió.

—¡No puedes hacer nada por ellos! ¡Debes centrarte en poner a salvo a tu hija!

Bella miró a su pequeña, quien estaba asustada y empapada llorando en sus brazos. Asintió dispuesta a seguir a Rosalie para salvar la vida de su hija.

Caminaron durante varios minutos hasta que Rosalie escuchó ruido cerca de ellas, se apostó en un árbol y apretó más su pistola.

—¡Corred! ¡Buscad las cuevas y escondeos allí! ¡Yo los entretendré! —Una lluvia de balas las envolvió—. ¡Corred! —Gritó mientras devolvía los disparos.

Bella echó a correr con su hija en brazos, ignorando los disparos, dejando atrás a su amiga igual que había hecho con sus suegros. Se maldecía internamente por ello, pero lo primero era su hija. Corrió sin descanso, sin mirar atrás, pero por más que corría siempre escuchaba ruidos cercanos. Muy cerca de la zona de las cuevas un disparo la alcanzó en el brazo. Bella gritó de dolor pero no paró, corrió hasta ocultarse bajo un terreno elevado.

—Renesmee, quiero que me escuches muy atentamente. —La niña asintió—. Vas a correr lo más rápido que puedas hasta una de las cuevas y te vas a meter dentro en silencio hasta que todo pase, hasta que no oigas ruidos.

—Ven conmigo mami, tengo miedo.

—Lo se cariño, pero debes ser valiente. —Besó su mejilla—. Yo los despistaré, en cuanto puedas corre.

Bella no esperó una respuesta de su hija y salió corriendo. Vio algunas sombras correr hacia ella, así que se alejó todo lo que pudo de allí hasta que la atraparon. Aquellos hombres la golpearon y la llevaron de vuelta a la casa, donde Bella se encontró con un hombre rubio sonriente.

—Así que tú eres Isabella. —Le cogió la cara y la obligó a mirarlo—. Eres muy hermosa, creo que podría divertirme contigo un poco. —Llevó su mano hacia la camisa de Bella y la desabrochó—. Tienes un busto exquisito.

—¡No me toque! —gritó. Le escupió en la cara y le pegó una patada en la entrepierna—. ¡No se atreva a tocarme!

—¡Maldita desgraciada! —Le dio una bofetada tan fuerte que Bella perdió el sentido—. ¡Llevadla al coche!—.El hombre que la tenía sujeta salió con ella en brazos—. ¿Y la niña?

—Ha conseguido huir. La niñera era una guardaespaldas, nos lo dificultó todo.

—¡Mierda! —El hombre golpeó la pared con fuerza—. Da igual, al menos tenemos a la mujer, y hemos acabado con el resto de la familia de Cullen. Volvamos a contarle al abuelo Aro las nuevas que traemos.

Hola a todos, aquí tenéis una nueva historia, por petición popular salió esta así que veremos que os parece.

Subiré capítulo una vez a la semana que con las clases y el trabajo no puedo más seguido.

¿Qué os parece la introducción? ¿Os gusta? espero que me dejéis reviews con vuestras opiniones y a los que lo hagais os dejaré un adelanto del siguiente, si alguno no quiere el adelanto que lo diga.

Y también quería agradecer a HeyVampireGirl porque es la Beta de esta historia, gracias a ella la historia está bien escrita :)

Nos leemos