Disclaimer: No, todavía no. Sólo sigo siendo propietaria de la trama. Veremos si con el tiempo me gano algún personaje...
Claim: Sam/Leah —omg, almost cannon, esto es raro xD
Advertencias: ¿De mí? ¿Quién dice? xD
Notas: No son de esos tristes donde ella insulta toda la familia de Sam, sino uno más bien dulce xD Enjoy, ppl.
-
-
El sabor de tu sonrisa
No era perfecto. Para nada. Había demasiadas imperfecciónes, demasiadas cosas que no tendrían que haber ocurrido, o que podrían haber sucedido en otro momento.
Sin embargo, Leah no podía agradecer más ese momento. Aquel que era, a su modo, casi mágico. Porque no era como todos decían; con cosquillas en el vientre, sonrisas pintadas en todo momento y aquella espesa nube de amor mezclado con lujuria.
Amor había, sí, todo el que era posible en aquella pequeña habitación escondida en el galpón de la casa de Sam. La adrenalina de que todo fuera secreto e íntimo era excitante, lo admitían.
Sonrisas también las había, todas las que sus labios les permitían cuando no se encontraban ocupados memorizando los del otro.
Y no faltaba la lujuria, toda la que sus cuerpos de dieciocho años contenía, y que lograba modificar el entorno, haciendo de aquel lugar pequeño y oscuro, un lugar casi perfecto.
No era tan mágico como decían. El amor y la lujuria de a momentos se separaban y uno pretendía dominar al otro, y las cosquillas en el vientre no eran tales, sino más bien como un tornado de nerviosismo puro, junto a la ansiedad y el inevitable deseo.
El broche de su sostén se aflojó ante las manos de Sam, y él vaciló.
— Lee-Lee, ¿estás segura? ¿De verdad quieres hacerlo? Yo puedo esperar...
Leha sonrió tiernamente y luego le tomó del rostro, obligándolo a verla.
— Estoy más segura de lo que alguna vez estuve en mi vida. Quiero hacerlo, Sam, sí quiero hacerlo.
Lo besó entonces, lo besó con fuerza, ímpetu y amor. Con ardor. Lo besó mientras enredaba sus piernas a su cintura y la ropa parecía evaporarse ante la temperatura de sus cuerpos juntos, mientras las manos de ambos cobraban vida y jalaban cabellos, recorrían curvas desnudas e impregnaban de sensaciones a los dos.
Lo besó y le supo a sonrisa, a felicidad. Le supo a la sonrisa de él, a la de ella, a la de los dos juntos. Le supo a una hermosa tarde en las costas de La Push, le supo a todo eso. A perfección, casi perfección. Le supo a Sam.
