Susanna Marlowe, la famosa idol de Nueva York se despertó en medio de la noche mientras se rascaba la cabeza ya que tuvo una mañana muy pesada debido a su estresante trabajo y hasta ensayos para las obras de la temporada. La rubia de frente ancha se despertó rascándose la cabeza mientras bostezaba aunque la pereza la dominaba en segundos.

Tenía la garganta seca, de hecho era lo mismo desde que llegaba a casa, sentía como sus labios se secaban y se picaban al instante. Era una noche fría a lo cual se levantó usando una chaqueta verde tipo militar, se puso unas chanclas negras aunque veía su pie derecho, estaba intacto de hecho juraba que antes lo había perdido en un accidente.

La villana rubia decidió caminar hacia la cocina con tal de buscar algo para beber, se encontró con una lata de cerveza aunque quería una gaseosa o una soda pero ni modo. Tomó un poco y suspiró muy complacida, quizás no era lo que quería pero al menos tomar algo era lo mejor a lo cual decidió acomodarse en la encimera de la cocina siguiendo disfrutando de la bebida pero de pronto algo le llamó la atención.

Una figura femenina de cabello pelirrosa en forma de cabellos rizados como una sobresaliente cinta naranja estaba sentada debajo de la mesa, con la cabeza oculta en las rodillas como piernas agarradas

-Creí que ibas a volver muy tarde, son las 2 de la mañana- De hecho no esperaba encontrar a su compañera de apartamento de esa manera, comúnmente cuando se trataba de Eliza Leagan había algo de algarabía pero esta noche la pelirrosa como Pedro por su casa aunque no entendía como terminó así.

Susana miró con tristeza a su querida "Amiga del mal" como la llamaba y se sentó a su lado, le ofreció la cerveza hasta le mostró el logo de Duff pero la pobre chica de cabellos rizados le dedicó una mirada perdida como triste, en la poca luz de la nevera se notaba que estaba llorando y sus ojos estaban muy rojos, odiaba ver a su amiga verla así.

-Esa Candy, es una idiota- Y era así, esa pecosa subnormal la hacía sufrir mucho alardeando su felicidad y claro Eliza desde hace mucho tiempo, era como si la propia vida se burlara de ella. Eliza como toda hija de una familia acomodada era perfecta, inteligente, talentosa, responsable, considerada.

Eliza era una de las mejores estudiantes de la Universidad, una lástima que a pesar de sus atributos como cualidades no lograba hacer que todos cayeran a sus pies ni en como en iniciar una relación con un chico lindo, nada de eso se hacía realidad ni siquiera tenía chances en seis meses

De hecho Eliza era su compañera de apartamento desde hace hace un año, que por cierto tenía una similitud como un problema en común, alguien más allá de eso. Candy White Ardley, esa pecosa en menos de nada siempre andaba con sus viles propósitos como su apariencia de niña buena… Una oportunista en todo el sentido de la palabra.

Ambas tenían competencia por un chico, Terry Grandchester pero en menos de nada la rubia tomó la situación a su favor y, ¡Ta dá! Ahora son pareja desde hace un año y les iba muy bonito.

-¿Qué te pasó Liz?

-Los vi en ese hotel besándose…- Fue como si el mundo la abofeteara como si la vida la tratara como basura, de hecho no entendía el hecho de que su amiga Eliza estaba sufriendo. La pelirrosa apretaba la lata con furia mientras Susana la calmaba mientras comprendía ese dolor.

Eliza nunca era amada, ya ningún chico como en el pasado se le tenía interés, estaba teniendo una muy mala pasada. Si tan solo ella podía tomarla de la mano o besarla sea en su frente o mejilla e ir de su brazo pero era imposible, ella era de una familia acomodada de Chicago aparte de que era de un mundo diferente, Susana era una idol de decente trayectoria en la ciudad como un talento no nato en el teatro.

Sí, era ridículo pero le gustaba Eliza, su amiga de apartamento le encantaba. Se había enamorado de ella en unas vacaciones a Florida en visita a su amiga Karen Leonard la que alguna vez fue su rival en el teatro pero ahora se reconciliaron aunque no entendía como alguien como Eliza le impactó fuerte en su corazón.

Eliza a pesar de la muy mala reputación que tenía sin duda alguna tenía su lado tierno como hermoso, sus ojos rojos como su cabello rizado adoraba tocarlos aunque lo hacía con bromas y burlas pero hermoso cuando lo hacía, a veces era muy divertido cuando la pasaban juntas de shopping o de viajes, de hecho a la pelirizada siempre le agradaba el hecho de que Susanna cocinaba muy bien aparte de que era muy buena jugando videojuegos o le daba uno que otro tip para tener a alguien como un chico lindo.

Amaba todo el tiempo que pasaban juntas, dejó de lado su cercanías y su confianza para enamorarse aún más de esa chica presuntuosa como orgullosa, ya le parecía normal esa convivencia como ese amor profundo por esa pelirrosa, pero era un lindo espectáculo aunque vergonzoso, de hecho Susanna estaba en su pijama y con ropa interior por debajo, quería que la pelirrosa la invitara a esos lugares que tanto frecuentaba su familia como a un restaurante lujoso o a un spa, quizás jugar videojuegos o ver una película o quizás caminar juntas por la ciudad.

-¿Qué está mal conmigo?- Susurró la chica ocultando más su cabeza entre sus piernas, su voz se quebró y posiblemente estaba llorando de cuenta nueva. A la pobre pelirrizada le dolían mucho hasta una ruptura amorosa, Susana no le gustaba que su amiga llorara en vano por alguien más, le rompía el corazón verla llorar, puso una mano en su hombro por preocupación, el cuerpo de la hija de los Leagan temblaba.

-Nada, absolutamente nada, no eres tú el problema. Es Candy el problema- Eso era verdad, Candy como los demás estaban mal muy mal. Adoraba tener una relación con esa singular como linda chica de familia rica, no la dejaría ir nunca, haría todo lo que fuera para complacerla y amarla, la querría para siempre, lo deseaba con toda su alma.

-Entonces por qué…- Eliza levantó la cabeza, sus ojos estaban envueltos en lágrimas. Eso fue un golpe en el pecho de la actriz rubia

Se acercó a su amiga pelirrosa mientras posaba sus manos sobre su espalda, se acercó con timidez ya que no quería llorar pero la pobre destrozada con desesperación apretó el gesto haciendo que la rubia se ruborizara pero se fue mientras soportaba y escuchaba los llantos como los gimoteos sobre su nuca, su querida amiga no merecía sufrir así.

No quiso pensar en sus sentimientos mientras contemplaba como su amiga lloraba por un algo que no resultó pero por alguna razón, ese shampoo que usaba frecuentemente, probablemente de esencias frutales invadía sus sentidos y además sentía del calor del cuerpo de Eliza con el suyo, ¿Cómo alguien pudo hacerla sufrir? Quería besarla como tratar en complacerla pero era imposible, nunca le daría una familia, y aparte el apellido Leagan sería manchado.

Y razón tenía, Eliza era su amiga y la quería como tal, una amiga. Ella no notaba sus sentimientos pero estaba bien así porque si notaba que su compañera de apartamento estaba enamorada de ella, todo cambiaría en su contra. No soportaba perder su amistad pero aun así le dolía.

Llantos horribles, quería parar esos lloros, quería dejar de oír esos gimoteos. Eliza sacaba un lado tan sensible, un lado nunca visto en ella, un lado que era producto de un dolor causado por una pecosa estúpida, una huérfana indeseable, una miserable dama de establo. Se veía tan frágil como delicada como decía ser.

(…)

Un mes después

Eliza superaba poco a poco ese dolor mientras estaba con Susana haciendo de todo lo que le gustaban a ambas hasta irse de shopping o a algún lugar de renombre de la ciudad hasta le dio un boleto para ver un concierto de una banda de K-Pop, estar en una sala de belleza o en un spa.

En pocas palabras, la pasaba lindo con esa chica. Aunque también se divertía haciendo retas de videojuegos con la actriz como en sus redes sociales, Susana en cambio tomaba a su amiga como una especie de musa para lograr buenos papeles y en menos de nada mejoraba en su actuación como en su labor culinaria ya que no quería defraudar a su amiga.

El hecho que se contará en realidad ocurrió una de esas mañanas donde Susanna llegaba muerta del cansancio a casa debido a los horarios de las obras como generalmente eran de noche y en verdad era una de las sensaciones debido a que logró el papel principal de manera justa como limpia.

Aunque también era agotador a lo cual encontró el paraíso recostándose en el sofá cerca de Eliza que usaba una camiseta amarilla y un short morado, medias negras hasta la pantorrilla y de esas apretadas (Las cuales son comunes en los animes modernos). La joven pelirrosa recién acababa de ver una telenovela mientras notaba la presencia de su compañera.

-Bueno días, Liz- Susana estaba acostada como si fuera un ebrio recién echado de un bar

-¿Y cómo te fue en tu trabajo?

-Genial como siempre pero tuve una noche muy pesada, ya sabes autógrafos, flores, cartas o tweets… La misma cosa de todos los días

Hubo un momento de silencio hasta que Susanna decidió acostarse bocabajo sobre las piernas de la pelirrosa la cual no se incomodaba para nada, de hecho a veces se pasaba de cariñosa o de infantil aunque por alguna razón se le hacía gracioso ver ese lado ya que antes no solía tolerar a ese tipo de cosas.

-Sabes suena raro lo que digo pero tuve un sueño horrible

-¿Cuál es ese sueño que me hablas?

La rubia frentona ahora se acostó bocarriba mientras veía a su amiga la cual la miraba detenidamente

-Escucha esto Liz, tuve un sueño aterrador, de hecho en él te comió un tiburón y eso me da miedo

La pelirroja bufó graciosa de enojo mientras veía la mirada medio moe de la rubia ojiazul

-Qué tipo de historia dices querida, córtalo- En menos de nada la joven actriz se rió levemente ante esa cara algo chistosa que hacía la pelirizada, de hecho algunas caras en cuanto a su personalidad egoísta como ambiciosa le causaban cierta emoción a la rubia

-Me alegra que solo fuera un sueño

-Eso es porque piensas en cosas idiotas todos los días que tienes ese tipo de sueños, deberías alimentarte bien

-¡Que cruel eres Liz!- Fingió con una voz de llanto-Me llamas idiota, solo porque estaba hablando de lo que sucedió en mi sueño. Agradezca que no soy Candy o alguna de sus amiguitas

Las jóvenes decidieron leerse una revista de farándula y en ella se hablaba de un grupo de idols japonesas que estaban desde esta semana en una gira por las principales ciudades de los Estados Unidos y era sensación en este lado del charco e incluso en Latinoamerica, Susana se acomodó para sentarse al lado de su amiga la cual daba sus opiniones acerca de cada integrante de ese grupo J-pop, en ese preciso momento Susana notó algo en la cabeza de la pelirrosa la cual tenía una especie de orejas con detalles blancos a la entrada.

Dichas orejas eran puntiagudas como algo grandes y tiernas, se movían a voluntad como si recibiera todos los sonidos y aparte de eso una especie de cola roja surgía del short de Eliza, desde el área del trasero veía una especie de cola que se movía con voluntad propia, eso dejó en hielo a Susana la cual veía como la cola y las orejas daban una apariencia diferente haciendo que Eliza fuese una animal humanoide, bueno era la misma humana con esos dos detalles.

La pobre Susana se llevaba un escalofrío mientras presenciaba la nueva apariencia de su amiga a lo cual trataba de sacudirse la cabeza como si sintiera que se había fumado de la buena

-¿Eh? ¿Eliza?- Alzó una ceja mientras el miedo como la incertidumbre oscurecían su rostro

-¿Qué te pasa?- La pelirrosa miró con extrañeza a su amiga, no era la primera vez que Susanna tuviera una cara de idiota pero era de extrañarse que lo tuviera después de su trabajo y a primavera hora del día

-¿Acaso estoy soñando?- La rubia frentona estaba con cara de WTF pero debía mantener la calma como la compostura, aclaró un poco su garganta y decidió con valor aclarar el hecho que sus ojos presenciaban

-Liz, mantén la calma- Ordenaba basándose en la situación, no quería asustar a su amiga- Y toca tu cabeza y mantén la calma

-¿Eh? Eso es todo esto de repente? ¿Todavía estás medio dormida?- La joven pelirrosa suspiró y decidió extender hacia su cabeza dando con las orejas puntiagudas como grandes, la joven pelirrosa de pronto quedó en pausa y se desplomó sobre el suelo mientras la joven actriz entró en estado de alerta y decidió llevar de inmediato a su amiga al sofá aunque con dificultad, era menos de tres o cuatro centímetros más alta pero era muy pesada como para llevarla a la cama.

(…)

Eliza abrió sus ojos de manera lenta mientras Susana estaba al frente suyo mientras estaba con una expresión que denotaba que estaba preocupada, demasiado, estaba en la misma sala como en el mismo sofá

-Liz, ¿Estás bien?- La joven pelirroja se paró enseguida en el sofá mientras se llevaba una triste imagen, las orejas como su cola seguían ahí como si nada, ni siquiera no entendía como le pasó esto

-Parece que no era un sueño, ¿Verdad?- Una vez más apretó los puños mientras una vena se brotaba en su frente mientras una pequeña mirada de enojo hacía presencia- Esto es increíble ... ¿Por qué está sucediendo esto? No entiendo esto

Susana miró un poco de manera culposa las orejas de su compañera a lo cual no dudó en mirar de manera tierna a la pelirrosa de hecho eso le incomodaba a Eliza pero conociendo a la idol era mejor responder con un rotundo no pero cuando la ojiazul le sonreía de manera justa pues…

-¿Te importa si los toco para asegurarme?- La pelirrosa suspiró ante el simple pero interesante favor de su amiga

-Por supuesto

-Perdóname, Eliza- La rubia frentona tragó grueso y sin pensarlo dos veces acercó sus manos hacia su oreja, tan pronto como el contacto pegó en esas orejas de gato, Eliza reaccionó apretando la boca como si se tratara de contener un gemido, Susanna volvió a usar el tacto sobre las orejas para luego hacer que su amiga diera un leve gemido y en menos de nada la pobre chica dijo un suave "Nya".

Era verdad que los gatos eran muy sensibles cuando se trataban de sus orejas o de su cola pero no se esperaba que lo fueran demasiados y más cuando era Eliza, por alguna extraña razón le causaba gracia ver a una Eliza sútil como débil e indefensa, en menos de nada la pelirrosa dio un manotazo, hizo un bufido de enojo gatuno y en menos de nada lanzó un gran nya que se escuchó en toda la pared, en menos de nada la cola roja se movió bruscamente haciendo que el pantalón morado se le cayera mostrando una especie de braga negra, tipo tanga.

Ok, no era de suponer que Eliza usara ese tipo de prendas pero no se esperaba que fuera algo que hiciera sobresaltar como enganchar a la actriz de teatro la cual estaba sin poder hablar casi nada, por alguna razón ver a la pelirizada en esas fachas junto con su nueva apariencia felina era… ¿Excitante?

Pero debía hacer una cosa y era contenerse como ponerse en total seriedad ya que posiblemente hicieron un alboroto con los maullidos que hizo Eliza, quedando como una pareja más de urgido que se la pasaban disfrutando de la vida cuando en realidad no era una pareja como tal, se cubrió la cara con las manos para luego ir como una loca al cuarto con tal de buscarse algo

-¡Por el amor de Dios, Liz! ¡Ponte unos pantalones ahora mismo!- Le extendió la prenda que era una sudadera deportiva con rayas moradas- Lleva esto por ahora

-¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué?- Intentó reclamar

-Ya sabes... Sería malo si tu estomago se enfriara y aparte no queremos problemas con los vecinos

-De todos modos Sussy, tenemos que hacer algo al respecto- Se notaba algo desesperada como en también agustiada, sólo quería que esto terminara para hoy mismo- No podré vivir una vida normal como esta.

De pronto a Susana se le vino a la mente cierto suceso del año anterior

-¿Te acuerdas del Halloween del año pasado? Tú te disfrazaste de diabla pero Candy se lució con ese traje de Gatúbela, no la culpo de tener un atractivo pero se le veía muy bien

-¿Y eso qué?

-¿Tal vez estuviste celoso de que ella usara un disfraz mejor que el tuyo? Tal vez tu deseo se hizo realidad...

-¿Bromeas?- Enfundó una mirada furibunda al estilo anime, con venas rojas incluidas- ¿Por qué me pondría celosa de un estúpido traje ajustado de cuero que más parece un vestido de porno masoquista?... Y encima de eso estoy convertida en un estúpido gato

Decidió calmarse con tal de pensar claramente pero la desesperación como la angustia nublaban su razón, quería de manera urgente como desesperada librarse de ese estúpido hechizo o maleficio. En menos de nada cogió su móvil para hacer una llamada

-Tomaré cualquier cosa, aunque sea espiritual. Le preguntaré a Karen o a Albert

-Liz, espera-La rubia frentona en menos de nada se percató de la situación, era bastante vergonzoso como polémico que Eliza fuera así como así, con la cola y las orejas a la luz sería algo incómodo como vergonzoso a lo cual se le ocurriría una idea.

Decidió ir por una chaqueta larga de color blanco con orejas de gato, que junto con los pantalones deportivos le sentaban de maravilla aunque para Eliza se sentía demasiado rara, de hecho su vestimenta tiraba a ser una rapera o en el peor un denigrante cantante de reggeatón

-Esto es bastante embarazoso

-¡Vamos Liz! Con esto, nadie sabrá que te han crecido esas orejas- Le guiñó el ojo para dar confianza a su amiga del mal- Te conviene

Decidió darle unos ajustes a su vestuario por momento, la cola estaba escondida de forma recta por la espalda, mientras la capucha cubría casi los ojos de la pelirizada la cual se sentía algo molesta por que le era difícil de ver, Susana puso como punto final una bufanda , unas gafas de sol junto a un tapabocas tirando ahora a una facha de una idol que iba de incognito para evadir a los papparazzis.

-Es difícil mirar hacia adelante, ¿Verdad?- Miró la rubia con ternura a su amiga, quizás se pasó de la raya pero era por su bien- ¿Quieres que te ayude en algo más?

-¡No necesito ninguna mano!- Respondió la pelirrosa pero en la forma en que le respondía más de su gesto era de una niña tsundere enamorada, estaba sonrojada como si estuviese nerviosa de hecho eso no era común en Eliza. La propia no tenía explicación del porqué actuaba de esa manera hacia su amiga, de hecho desde que estuvo con ella viviendo ambas en ese apartamento por alguna razón se volvieron muy cercanas entre sí llegando a un punto en que cruzaron la línea de solo simples amigas

-Yo puedo ver bien- Hizo un bufido de enojo y abrazó con algo de aferro a la rubia frentona la cual se sentía en pausa y algo ruborizada, se suponía que aquellos sentimientos por Eliza no deberían de existir solo deberían ser de amistad como de rivalidad sana pero como siempre el calor de ambos cuerpos como el dulce olor del cabello rizado la electrizaban hasta llegar a un punto donde se iba a las nubes, los segundos como los dos minutos que anduvieron así eran como irse en la eternidad como quedarse allí.

Se separaron mientras la pobre pelirroja estaba sonrojada con una mirada algo sonrojada como avergonzada, intentando esquivar como no dar la cara ante su comportamiento

-Liz…

-Lo siento, Sussy- La pelirizada se cubrió con la bufanda y la gorra para luego irse de insofacto a la calle para dar a la búsqueda de alguna hechicera o en su defecto al tío William conocido por todos como el buen Albert mientras que Susana estaba sin habla ante ese repentino suceso pero decidió apartar ese suceso de lado para decidir ir a su lado con tal de buscar una pronta solución para volverla a la normalidad.