La Comadreja peluda, el príncipe de hielo y la sopa de piedra.

Serie Cuéntelos bien como yo los conté.

Por: Diyeim

Había vagado por incontables reinos, como era su castigo, la condena por huir de sus deberes la había sobrellevado con dignidad, la cubría un pesado y tosco abrigo, hecho con las pieles de mil animales, cazados por sus cuñados y cocido por sus hermanas, las cuales bañaron con su sangre las pieles para hacer legitimo el ritual de repudio.

"Comadreja", la llamaron un día cuando le lanzaron una piedra y ella adopto ese nombre, porque Bestia peluda le parecía muy largo, harapienta indigno y animal un insulto para con los pobres animalitos.

Después de cuatro años había aprendido a ser una mujer muy útil y a explicar de manera satisfactoria su apariencia "Es una promesa que debo cumplir por el bienestar de mi padre" decía y la gente entendía sin añadir más palabras al relato, porque en aquellas tierras, en aquellos reinos, las promesas era sagradas y se apreciaba a quien las cumplía.

Su aspecto al comienzo le trajo dolor y repudio, pero pronto asumió las cosas por el lado amable y pudo ver un mundo que realmente no conocía, con el tiempo, las buenas maneras y la educación refinada, fueron siendo dejadas de lado a favor de un trato amable y sincero que nunca pensó que podría usar, se dio cuenta de que era fuerte, era valiente y podía hacer todo lo que se propusiera con sus propias manos, para su sorpresa, cazar, pescar y montar a caballo se presentaron como sus más gratas actividades, cocinar, tejer y cultivar como su pasión personal, medicina tradicional, música y alfarería sus conocimientos más valiosos.

Ahora la Comadreja vivía bien, aún era señalada, pero ya no le dolía, su personalidad era tan arrebatadora y libre que pronto se ganaba el aprecio de quienes conocía, su rostro permanecía oculto por la capucha de lobo y el cabello, todos los días cubría su rostro con una pasta hecha con barro para ocultar su color de piel original, al principio usaba hollín pero resultaba antihigiénico para las labores doméstica, la pasta le daba un tono canela oscuro que hacía a la gente pensar que era morena en realidad, cada cierto tiempo tenía que humedecer un poco aquella pasta o aplicarse un poco más porque podía desprenderse de su piel como una cascara, finalmente no era más que barro.

Cuando la madre directora del convento de la colina le solicito al rey de aquel pequeño estado le otorgara un trabajo en la cocina a una chica desvalida, el rey quien se caracterizaba por tener un corazón de oro y una personalidad de hielo, acepto, aun sabiendo que el aspecto de la muchacha era tosco y desagradable, la madre superiora contó la historia que la Comadreja siempre narraba, solo una promesa que incluía no revelar su verdadero nombre.

Había pasado un mes en el castillo y ya era parte del entorno, no tuvo mayores problemas en que la gente se adecuara a su presencia, su diligencia para atender cualquier asunto le ayudo bastante en ser aceptada y el cariño que transmitía a cada persona le permitió llegar a sus corazones.

Esa mañana acarreaba dos baldes con agua, ya no tropezaba como en otros tiempos, los llevaba con facilidad ya que sus pequeños brazos se habían vuelto fuertes a base de trabajo duro, pero se sorprendió cuando uno de los baldes fue arrebatado de su mano.

- Gensai es el encargado del agua muchacha ¿porque no ha venido por ella? – pregunto una voz profunda y masculina a su lado, la pequeña alzo la cabeza un poco para observar al hombre gigante que le estaba ayudando, lo analizo un momento, tenía una camisa blanca muy fresca y un pantalón café parecía un mozo de cuadra aunque no lo había visto antes.

- El viejo Gensai amaneció un poco dolorido de la espalda y los otros chicos de la cocina están preparando todo para la llegada del rey, así que como vez yo me ofrecí a venir por el agua.- dijo la chica

- No me gusta ver a una mujer haciendo esfuerzos innecesarios.- comento el hombre muy serio mientras se dirigía a la cocina con los dos baldes.

- ¿Mujer? ¿Así no más, sin un apodo o algún comentario incomodo sobre mi aspecto?- pregunto extrañada la muchacha, el hombre sonrió de una manera sencilla pero enternecedora.

- No tengo que preguntar lo que ya se, una promesa es una promesa y tu decisión de cumplirla es honorable, aunque si tengo una pregunta.- ante esas palabras la Comadreja había acabado de decidir que aquel chico era muy guapo y amable.

- ¿Cuál?

- ¿Tu promesa es para siempre?- la niña bajo la cabeza, el hombre por más que había tratado no había podido distinguir ningún rasgo claro de aquel rostro, la capucha, el pelo y la estatura de la joven le impedía darse una idea del aspecto real de aquella mujer.

- No es para siempre, cuando llegue el momento me quitare el abrigo y diré mi nombre, pero ese día no seré feliz- dijo tristemente llegando a la cocina y dejando estupefacto al joven que comprendió que solo la muerte de alguien querido la podría librar del abrigo de pieles.

- Comadreja pero si no te has demorado nada- dijo el cocinero mientras volteaba hacia la puerta donde la había escuchado llegar- Ohh pero su majestad Aoshi usted no debería estar cargando eso.- exclamo el anciano intentando llegar donde el soberano pero fracasando en su intento debido al dolor.

- Eres tu quien no debería estar en pie con un dolor así en el cuerpo, ahora mismo iras donde la curandera, alguien más puede hacerse cargo de la comida

- Su majestad, para que le digo algo si ya sé que me llevara a rastras si me revelo.- dijo el anciano sonriendo.

- Yo puedo hacer la comida, hago una sopa de piedra exquisita- los dos hombres vieron con sorpresa a la muchacha que había aprovechado para quitar los baldes al rey y disponer del agua como estaba previsto

- ¿Sopa de piedra?- preguntaron al unísono.

- Es la sopa más deliciosa que podrán probar en sus vidas, es muy nutritiva, lleva carne, verduras, granos y por supuesto una piedra, sino ¿porque se llamaría sopa de piedra? – los hombres rieron ante la ocurrencia y la risa de su majestad le pareció a la Comadreja, esplendida y armoniosa.

- Bien Comadreja está todo dicho, Gensai vamos donde la curandera para que luego puedas probar la deliciosa sopa de piedra que nos hará esta muchacha.- dijo el rey mientras tomaba de la mano al anciano.

- Esta seguro su majestad, conociendo a la comadreja como la conozco, no es una simple broma, seguro que le hecha piedras a la sopa- el rey simplemente sonrió convencido de que no pasaría algo como eso

Finalmente la hora del almuerzo llego y ya se había regado el rumor por todo el palacio de que la sopa seria de piedra, cuál sería la sorpresa de Aoshi al ver sobre su plato una hermosa piedra blanca en medio de su sopa, la miro con desconfianza, parecía un Cuarzo Lechoso, en el plato de al lado, el del cocinero que había invitado a compartir la susodicha sopa, se observaba un brillante piedra café, la cual reconoció como un Chert, al mirar el plato de su primer ministro una negra y vibrante pizarra se levantaba cual montaña en medio de la sopa, bien debía de admitirlo, la Comadreja dijo que haría una sopa de piedra literalmente.

- Su majestad perdone el atrevimiento de la muchacha, creo que como me temía estaba hablando en serio.- excuso el viejo Gensai

- Si es así entonces debe ser exquisita, ¿acaso no dijo eso?- concluyo el príncipe que tomo la cuchara con determinación, no se había asustado cuando tuvo que hacer ese tratado comercial con Saito, no se iba alterar solo por una piedra en su sopa. Sin más la probó y para su sorpresa estaba deliciosa. Los demás comensales al ver el gusto en la cara del príncipe se dispusieron a probarla llegando a la misma conclusión. Al terminar el rey mando a llamar a la comadreja.

- Tienes una buena sazón pero creo que descubrí el truco de la piedra- la chica sonrió bajo la capa.

- ¿Y cuál es su majestad? si me es permitido preguntarle.- dijo la muchacha

- La piedra no es para adornar, tampoco le da sabor al guiso, lo que hace la misma es mantener el plato caliente durante toda la comida porque las piedras fueron sometidas al fuego.- concluyo el rey

- Su majestad déjeme decirle que usted es muy inteligente, este truco lo aprendí en la región fría de Dimaro, donde las personas para poder combatir el clima extremo, mantienen calientes los fluidos al someter a las rocas al fuego, estas piedras en especial mantienen mejor el calor en comparación al esquisto y al gneis, en nuestro clima permiten que los sabores no cambien durante su consumo.

- ¡Cuánto me alegro que hallas llegado a mi reino!. – exclamo el muchacho- ¡Kenshin proclama real!, avisa a la población que por mandato del rey todo individuo deberá de conseguir una de estas piedras antes del próximo invierno, explica cómo funciona la roca y prepara dos ferias gastronómicas antes de la próxima nevada para enseñar a los habitantes, esto permitirá una mejor calidad de vida, es algo tan simple pero tan bueno, es más consígueme unas cuantas creo que podríamos crear vapor de agua con ellas para calentar las casas y los establos debo experimentar un poco.- dijo sonriendo mientras tomaba un lápiz y un papel que había arrebatado a su primer ministro para ilustrar sus ideas.

Misao solo agacho la cabeza sintiendo latir su corazón arrebatadoramente, no solo era guapo y amable, también era inteligente y planificador, pero lo más importante desde el comienzo la había tratado como un ser humano, le había ayudado, había confiado en ella como cocinera y ahora le decía que se alegraba porque ella estaba ahí, no era necesario pensar de más para estar segura de algo, el rey Aoshi Shinomori había flechado su corazón.

Nota: Bueno aquí de nuevo empezando con una nueva historia, como algunos de mis lectores saben me gusta escribir series de relatos relacionados con alguna temática, esta vez los cuentos de hadas serán los protagonistas, espero que este fanfic sea de su agrado, como siempre valoro sus comentarios, hasta el momento he planeado 5 capítulos para esta historia, por favor pasen y disfruten.