Después de años de no publicar nada, regreso con este fic que es parte del proyecto "Shaman King Big Bang" creado en tumblr. Al final de la historia encontraran mis notas y pensamientos.
Feliz lectura!
Advertencias: Este fic contiene lenguaje altisonate, violencia moderada y en algún punto bullying.
Disclaimer: Shaman King no me pertenece, es propiedad de Hiroyuki Takei. Este fic no tiene fines de lucro.
Cap. 1. Encuentro-Enfrentamiento
La puerta de la taberna se abrió dejando ver por un momento la noche que cubría
todo el puerto, el olor de la sal y el calor húmedo del clima llevaron de vuelta, por un breve momento, a la realidad a los ocupantes que ahí se encontraban para escapar de su día a día rutinario. Por el hueco que se creó entre puerta y mundo, un hombre joven entró al recinto. Anna frunció el ceño, genial, otro más que la buscaba. Aquel hombre llegó hasta la barra y se sentó dos asientos más allá de ella. Lo vio de reojo y por su ropa confirmó lo que ya sabía, ese hombre era un hombre del mar, un pirata para ser precisos aunque no podía precisar su rango en su tripulación, el hombre no daba pistas sobre ello y si tuviera que juzgar sólo con lo que veía diría que era un marinero más dentro del barco. Siguió examinando lo que podía lograr ver, a juzgar por su apariencia estaba en sus veintes tempranos, su cabello castaño estaba un tanto largo, le llegaba a los hombros, su piel evidentemente quemada por los días en alta mar, sus ojos no los alcanzaba a ver. Su lenguaje corporal era relajado, hablaba de un hombre despreocupado, vaya ¡hasta su mente apoyaba esto último! Su mayor preocupación era saber si 'Ryu', el tabernero, tenía información nueva acerca de la vidente que tanto había estado buscando sin obtener resultados.
El hombre la miró de reojo tratando de no pensar en lo particular de su apariencia, se preguntaba como es que alguien podía aguantar una capa con tal clima pues Anna se encontraba cubierta por una y se aseguraba de que la capucha le ocultara el rostro tanto como se pudiera. Sus pensamientos empezaban a ser molestos, su curiosidad la irritaba, agarró con fuerza su vaso y dio un profundo trago a su licor, al menos el alcohol le nublaba un poco el pensamiento. Dejó el vaso con fuerza en la mesa, aquel hombre estaba por voltearse completo a verla, ¿demonios, qué no tenía asuntos más importantes que tratar de hacerle plática ligera? No tenía ganas de lidiar con nadie, bastante había tenido de personas esos últimos días, todo lo que deseaba era un rato de paz y tranquilidad y en un bar nadie cuestiona nada, era le regla implícita de esos lugares, nadie se mete con nadie. El sonido de pasos interrumpió sus pensamientos, el cantinero se acercaba al recién llegado.
- ¡Buenas noches, Yoh-dono! - Saludó afable Ryu, quien a penas llegaba de la parte trasera de la taberna. – Veo que esta noche no lo acompaña Manta.
- Buena noches, Ryu - saludó el aludido con un tono ligero. Anna hizo una nota rápida, ahora el hombre del mar tenía nombre aunque eso no importaba. – No, hoy vengo solo.
- ¿Quiere lo de siempre? - preguntó el cantinero.
- Hoy no Ryu, sólo estamos de paso. - Ambos hombres guardaron silencio. Ryu tomó un vaso cercano y chascó la lengua, estaba sucio. Uno de sus muchachos sería reprendido más tarde esa noche, agarró un trapo y comenzó a limpiarlo. - Dime Ryu, ¿has encontrado algo nuevo?
El mencionado levantó la vista del vaso, recorrió el local con la mirada juzgando que no había nadie que pudiera entrometerse en la plática pues de entre los pocos clientes que tenía esa noche, uno estaba perdido en alcohol y otro estaba más entretenido con la mujer que tenía en sus piernas (más tarde tendría que largarlos a un cuarto, no quería espectáculos públicos), los demás, como Anna, razonó estaban demasiado metidos en sus pensamientos como para darle importancia a la plática del tabernero con el marinero. Dejó el cristal en la mesa y se inclinó ligeramente hacia el joven hombre. Al verlo, Yoh se acercó a él.
- Ha habido varios rumores Yoh-dono, dicen que la tripulación del Estrella la está buscando - Yoh se tensó ligeramente, esas eran malas noticias. - Aunque no han sido capaces de atraparla. El otro día escuché a uno de los tripulantes quejarse de la tarea que su capitán les había dejado Una vidente, ¡si hay miles de esas! No entiendo porque el capitán la quiere precisamente a ella. Todo apunta a que no descansaran hasta tenerla en su navío.
- Eso no es bueno, si Hao la captura ten por seguro que ese será el fin.
- Lo sé, Yoh-dono pero nadie sabe quien es ella ni donde está.
En ese momento Anna les dejó de prestar atención después de todo seguían sin descubrirla y se aseguraría de que eso siguiera igual, lo último que quería era tener que lidiar con gente egoísta que sólo la buscaba para sus intereses propios y ella ya había tenido suficiente de gente egoísta, por esas basuras el mundo era lo que era, por esas basuras ella sufría y a nadie le importaba. Un sentimiento de rencor la empezó a llenar, tenía que calmarse si no quería ocasionar problemas, apretó con fuerza su vaso, inspiró hondo y dejó salir el aire, tomó otro largo trago y con toda su fuerza apagó su mente. Una ligera sonrisa casi asoma por sus labios cuando todo lo que hubo para ella fue silencio, bendito silencio que dejaba todo en penumbra incluidos sus sentimientos de ira y rencor. La plática del tabernero con el marinero, cuyo nombre ya había olvidado, no era más que ruido de fondo y ni siquiera las palabras sueltas que le llegaban le interesaban ni le hacían sentido ¿después de todo que tenían que ver los piratas con espíritus y deseos?
Pasados unos minutos, Anna decidió que ya era suficiente su mente estaba completamente en blanco, no podía percibir el pensamiento de nadie, por fin era seguro salir de esa taberna pues sus demonios estaban controlados. Sacó unas monedas de entre sus ropas, las puso en el contador y se dio media vuelta dispuesta a salir y en ese breve instante en que se dio la vuelta, su mirada se cruzó con la del marinero y algo en ella se movió, algo en ella le dijo que ese hombre sería importante en su vida, que era mejor que se quedara y lo conociera. Ignorando este sentimiento Anna se dirigió a la salida.
Yoh quedó sin habla, fue en ese efímero contacto que lo supo, aquella era la persona que había estado buscando.
Anna salió del bar, la puerta se cerraba con lentitud detrás de ella, y un terrible sentimiento llenó a Yoh, si esa puerta se cerraba ya no la volvería a ver nunca más. Dejando a Ryu con la palabra en la boca se levantó lo más rápido que y corrió a la entrada logrando detener la madera antes de que ésta cerrase por completo. La abrió de golpe y salió a la noche.
- ¡Yoh-dono! – Los gritos de Ryu se perdieron en el aire. El cantinero quedó confundido, invocó a su espíritu acompañante quien estaba tan o más confundido que él por la extraña actitud del joven capitán.
En el velo de la noche Yoh volteó a todos lados, aquella mujer había desaparecido pero eso no era posible pues no había tardado tanto en seguirla. Un movimiento, una corazonada, fue todo lo que necesitó para correr hacia la dirección que creía era la correcta. Tenía que encontrarla.
Anna todavía podía sentir la presencia de aquel hombre, definitivamente la estaba buscando, así que apretó el paso no dejaría que la encontraran ni él ni nadie más. Dobló la esquina, iría al puerto ya que ahí de seguro perdería al hombre, caminó unos cuantos metros y se detuvo, alguien la estaba siguiendo y no se trataba del joven pirata de antes, era alguien más. Anna se tensó, el furyoku que sentía era demasiado agresivo y la sed de sangre que emanaba de él era casi palpable. Maldijo entre dientes y continuó su camino con mayor prisa.
Al ser anterior se le unieron otros dos. Esto se empezaba a tornar en una cacería donde la presa era Anna. La joven echó a correr tenía que escapar lo antes posible. Sabía que si luchaba seguramente ganaría pero no estaba dispuesta a hacerlo en un pueblo con tanta gente como ese y ya suficientes muertes había ocasionado como para querer seguir tiñéndose las manos de rojo. Corrió por varias calles, ya estaba cerca del puerto podía sentirlo un poco más y podría perderse en la multitud de gente y así estar a salvo.
El vello de su nuca se erizó, una sensación de peligro la invadió y se detuvo de golpe, justo a unos pocos pasos delante de ella algo había caído desde el cielo violentamente. Maldición, le habían cerrado el paso. Cuando el polvo que se levantó se disipó, frente a ella se encontraba una armadura que cargaba una lanza. Otra sensación de alerta la inundó, Anna volteó. Detrás de sí había dos muñecos, uno con cabeza de calabaza y el otro parecía ser un muñeco hecho a mano de un militar de tierras lejanas. Maldijo entre dientes por segunda vez, la voz de una mujer resonó en la noche.
- Es inútil que intentes huir – la voz era fría, autoritaria.
- Y será mejor que no opongas resistencia si aprecias tu vida. – Una segunda voz habló.
- Así que ¡ríndete! – La primera voz exclamó al tiempo que la armadura se lanzaba a atacara a la vidente.
Anna esquivó ese primer ataque pero como si de una señas se tratase los otros dos muñecos comenzaron con su ataque. La chica giró para evitar el primer golpe y saltó para evitar el segundo. Pronto el pequeño espacio en el que se movía se volvió un infierno, llovían agresiones por todos lados y Anna a penas era capaz de esquivar todo. En algún momento, Anna apretó la mandíbula, si seguí así ocurriría un desastre tenía que hacer algo y como si el universo la hubiera escuchado vio una oportunidad.
Las tres figuras veían lo que sucedía desde el techo de una casa cercana. Una de ellas chasqueó la lengua.
Los tres objetos cesaron sus ataques por un breve instante, se hicieron para atrás y al mismo tiempo atacaron. La más alta de las figuras sonrió satisfecha, aquella mujer no podría evitar a los tres al mismo tiempo. La segunda voz, perteneciente a una chica de cabello corto amarrado en coletas soltó una carcajada y la tercera, una chica de cabello rubio largo, y la más joven de entre las tres, rió entre dientes. Un fuerte sonido metálico interrumpió su victoria.
La armadura estaba desperdigada por el suelo, uno de los muñecos había perdido la cabeza y el otro estaba tirado más allá de los demás. Anna se encontraba parada en medio de ellos, con la respiración agitada y sus puños cerrados fuertemente. Menos de un segundo después se dio la media vuelta y echó a correr de nuevo.
El asombro dio paso a la ira, ¿cómo se atrevía aquella chiquilla a hacer eso? Kanna, la mujer más alta, apretó los dientes. Se aseguraría personalmente de ir por ella y hacerla pagar. Seguramente el señor Hao no se molestaría si la llevaban con unas cuantas, o muchas, heridas.
Le faltaba el, correr se tornaba cada vez más difícil. No sólo estaba un tanto cansada sino que el estar reprimiendo su poder durante todo ese altercado había requerido mucha de su energía. Además sabía que ese último ataque no las a iba a dejar fuera de combarte. Tenía muy poco tiempo, necesitaba llegar a puerto lo antes posible.
Un agudo dolor la recorrió de pronto, sus heridas se estaban haciendo notar y eso le dificultaba el moverse. Se recargó en una pared, su respiración seguía agitada. Trató de calmarla respirando profundamente varias veces. Aguantó el aire una vez y después de soltarlo estaba dispuesta a continuar sin embargo, una sensación de peligro la alertó, el furyoku de antes estaba ahí y se sentía mucho más peligroso.
Anna volteó hacia el camino por el que venía. Unos ojos vacíos le regresaron la mirada. Maldita sea, la habían alcanzado y ella ni cuenta se había dado. Dio un paso hacia atrás apenas evitando las cuchillas del muñeco calabaza.
- ¡Ashcroft! – comandó Kanna.
Anna volteó un segundo demasiado tarde, era inevitable el ataque iba a conectar. En un reflejo cerró los ojos preparándose para recibir el daño. Metal chocó contra metal, una nueva presencia había aparecido. Un suspiró, y una voz se dirigió a ella.
- Parece que llegue justo a tiempo – una risita acompañó a lo dicho – Un instante más tarde y no estarías aquí. – A Anna no le hizo gracia el comentario.
La vidente abrió los ojos, frente a ella estaba el hombre de antes, una luz blanca lo rodeaba y a ella también. Se dio cuenta de que esa misma luz detenía a los tres objetos previniendo que llegaron hasta ellos y les hicieran daño. Fue en ese instante que se dio cuenta, ese hombre la protegía haciendo uso de un Over Soul de color blanco.
- ¡Tú! – Anna no pudo ocultar la sorpresa en su voz. El hombre le contestó con una risita.
- ¿Sorprendida? Pensé que te habrías dado cuenta en el lugar de Ryu.
Pues no, no se había dado cuenta. Eso la hizo sentir frustrada, no le había interesado checar su en su cercanía había algún otro furyoku, después de todo no era común encontrarse con otros shamanes, mucho menos en una taberna. Sin embargo se preguntó por qué no había sentido el poder espiritista de ese hombre en cuanto entró a la taberna, recordó haber percibido sus pensamientos pero nada más allá de eso. ¿Quién era ese hombre? Sería tan fácil descubrirlo si desbloqueaba su reishi pero si lo hacía las cosas se saldrían de control.
- ¿Puedes correr? – le preguntó el hombre. Anna se le quedó viendo sin entender sus intensiones y eso le molestaba. - ¿Vas al puerto, no es así? Mi barco está ahí. En cuanto los muchachos se den cuenta de la situación vendrán a ayudarnos, esas mujeres no están solas seguramente sus camaradas a están en movimiento.
Anna guardó silencio, trataba de dilucidar al hombre y sus palabras, no confiaba en él y no tenía razón para hacerlo. Sólo la ayudaba porque en ella veía un interés. Trataba de descubrir sus razones pues para él ella era una perfecta desconocida que podría resultar ser una asesina.
Un segundo después, los tres O.S enemigos se alejaron, era fútil seguir haciendo lo mismo. Yoh bajó su posición defensiva, miró al enemigo y se preparó para el siguiente ataque.
- A mi señal empieza a correr hacia el puerto - dijo confiado Yoh. - Volverán a atacar, yo las detendré. Tendrás tiempo suficiente para alejarte y pase lo que pase no te detengas.
No pasó ni un instante cuando los tres títeres volvieron a atacar al mismo tiempo. Anna a penas escuchó a Yoh gritarle que corriera cuando ya estaba en movimiento, alejándose lo más rápido que podía de ese lugar. El choque de poder estremeció a la vidente quien no se detuvo, si mataban o no al hombre le daba igual. Se mordió el labio ante ese pensamiento, una parte de ella, que quería ignorar, deseaba que aquel extraño saliera vivo de ese encuentro.
Otro choque violento se sintió, este con más intensidad que el anterior después todo fue calma, los cuatro furyoku se dejaron de sentir. Anna se detuvo y volteó bruscamente hacia atrás. Las palabras del hombre resonaron en su memoria, apretó los puños y echó a correr nuevamente hacia el puerto. A los pocos minutos por fin llegó a su destino.
A pesar de ser tan tarde, el puerto bullía con actividad, cientos de marineros y comerciantes además del ocasional transeúnte y curioso llenaban los muelles, iban de un lado a otro transportando cajas y cajas de productos, telas y semillas. El ruido era casi insoportable pero tanto movimiento era ideal para pasar desapercibido. Anna se retiró su capucha dejando sus dorados cabellos al aire y comenzó a caminar por entre la multitud fundiéndose entre la multitud. De repente las palabras del hombre llegaron a ella, él tenía un barco.
Detuvo su andar, sabía que aquellas palabras eran ciertas, él no era de esos que mentían, al menos eso creía de él hasta ese momento. Sacudió la cabeza, sería mejor que se alejara de él nada bueno podía sucederle a él ni a nadie que se acercara a ella. Suspiró y continuó su camino, encontraría otro barco que la sacara de esa isla, siempre lo hacía. Una figura se interpuso en su camino, se trataba del hombre. Ambos se miraron fijamente, él se veía un poco nervioso pero bien, sin heridas.
- Que bueno que estás bien – el hombre sonrió.
- Apártate de mi camino, muérete. – Lo interrumpió ella, lo mejor era que jamás se volviera a encontrar con ese hombre.
Yoh la miró boquiabierto, no podía creer que le dijera eso a pesar de haberla salvado minutos atrás. Abrió y cerró la boca varias veces buscando que decirle a la bella mujer que tenía frente a sí porque ahora que la veía sin su capa cubriéndole el rostro se daba cuenta de lo hermosa que era e inevitablemente sentía atracción hacia ella.
Anna ignoró lo ridículo de la expresión del pirata y continuó su camino pasando al lado del hombre.
- ¡Hey! – se quejó Yoh agarrando del brazo a Anna cuando ésta pasó por su lado. – Eso no fue muy amable de tu parte.
Anna sintió irritación, ¡cómo se atrevía ese hombre a agarrarla de esa manera! Se encargaría de enseñarle una lección, nadie la tocaba.
- Al menos deberías de decirme tu nombre, después de todo te ayudé allá atrás.
Esas palabras detuvieron en seco a Anna quien estaba apunto de abofetear al hombre. Por mucho que le molestara, tenía razón, la había ayudado. Conteniendo su enojo se zafó con brusquedad del agarre.
- Si me vuelve a tocar considérate hombre muerto. – Anna se volteó, al mismo tiempo que él lo hacía, con una mueca en su rostro. – Anna Kyoyama. – Se presentó de forma seca y luego guardó silencio mirando fijamente al hombre frente a ella. Una ráfaga de aire frío los envolvió momentáneamente. Yoh sonrió de lado y habló.
- Mucho gusto, Anna – la familiaridad con que el hombre le habló le disgustó a la aludida. – Mi nombre es Yoh, Yoh Asakura y soy el capitán del Funbari.
Anna lo miró sorprendida, Yoh no tenía para nada la pinta de capitán.
Al ver su sorpresa, Yoh sonrió. – Y así como tú, también soy un shaman.
La sorpresa dejó paso a la confusión, ¿cómo podía ese hombre afirmar una cosa así si ni siquiera había exhibido sus habilidades? La risa de Yoh la sacó de sus cavilaciones.
- Vamos, no pongas esa cada o me harás sentir mal. Lo supe porque los hombres de Hao sólo atacan a shamanes usando esos métodos, además no te sorprendiste cuando use mi over soul. – Eso último lo dijo un tanto apenado, como si temiera que ella saldría corriendo al saber eso.
Anna se preguntó quién era realmente Yoh Asakura, la sonrisa de ese hombre era enigmática, ocultaba muchas cosas detrás y Anna no podía leerlo aun sin su reishi. La vidente se enorgullecía de poder leer a la gente como un libro incluso sin usar sus poderes, había aprendido que la mente humana era muy simple sin embargo, ahora había un individuo frente a ella al que no podía entender en lo más mínimo.
- Ven conmigo – le pidió Yoh. – Hay que atender esas heridas.
