Se le había formado un nudo en la garganta que la ahogaba, apretando de una forma demasiado dolorosa que le impedía hablar, mostrándole que por desgracia no era un sueño que el estuviese al borde de la muerte. "¿Cómo hemos llegado a esto?" se preguntó.
A pesar de ser un chico despistado y llorón por naturaleza, ella siempre había creído que con esa energía viva en su interior podría llegar a progresar. Cierto era que Kakashi era superior y todo le salía bien, pero a pesar de todo formaban un buen equipo.
El corazón le latió a trompicones al mirar al propio Kakashi. Debía sentirse tan perdido como lo estaba ella.
Supo que ya no podía aguantar más las lágrimas y sintió que se le empañaba la visión. Le gustaría mediar de nuevo entre ellos, ella era el equilibrio de una balanza y siempre que Kakashi y Obito discutían, aparecía con su calma para reconciliarles. Cada uno era muy diferente pero ella había soñado con el momento en el que todos serían amigos. El momento en el que demostrarían ser un equipo ecuánime, fuerte e insuperable.
Le temblaban las manos y se sintió culpable. ¿Estaría a tiempo…? ¿Podría salvarle…?
No podía tragar, no podía respirar y le temblaban las manos. No podía estar hablando en serio, no podía abandonarles… En un segundo le vinieron a la cabeza millones de recuerdos. Deseó con todas sus fuerzas que aquello tan solo fuese un mal sueño, una pesadilla. Pero la realidad se imponía, con su frío mantón oscuro, crudo y frío, sin importar que ellos no quisieran estar sumidos en ese abismo. Realidad cruel que les arrastraba como si fuesen piezas descartadas de un puzle. Pero las piezas pueden volver a su sitio y él no iba a regresar, pues estaba quebrado.
Quería gritar, destrozar los escombros que aprisionaban el cuerpo de su compañero y amigo. Cualquier cosa menos…
Ni siquiera tenía el valor para ello.
Sus manos seguían temblando cuando supo lo que Obito deseaba, lo que él le daba a Kakashi. Se vio incapaz de hacerlo.
Kakashi. Él parecía más perdido que ella.
¿Qué otra elección tenían?
Es difícil de aceptar, de dar el paso. Aceptar sucumbir a un sufrimiento y saber que no tienes otra opción. Y Rin era la única que podía hacerlo.
Y lo hizo lo mejor que pudo, poniendo cuidado en cada movimiento de sus manos. El temblor había desaparecido.
El ojo.
Un ojo que les iba a unir para siempre, a aquellos dos compañeros que tanto se recriminaron. Ahora ya no quedaba ningún rencor.
Obito nunca les iba a abandonar, viviría dentro de Kakashi y ella pensó que era triste manera de lograr el equilibrio en el equipo.
No era capaz de soportar ver apagarse su vida. Era tan injusto… Las mejores personas son las que nos dejan atrás. Quizás porque nuestro mundo es demasiado pequeño y la inmensidad del cielo los llama a su lado. ¿Cuántas personas buenas pueden observarnos desde ese mismo cielo?
Pero no es un consuelo pensar que están allí porque nunca podrás volver a verlas.
La tumba parecía solitaria y fría. No dejaba de sentirse extraña, aunque habían pasado ya horas le seguía pareciendo algo irreal, como si sus ojos viesen una escena lejana de otra persona. Y aún ahora seguía llorando.
Kakashi estaba muy serio, quizás pensaba en las últimas palabras de Obito o tal vez sintiéndole cerca. Rin se preguntó si podrían mostrar a su amigo muerto los buenos ninjas que podían llegar a ser y si se sentiría orgulloso. ¿Estaría bien allá dónde se encontrase?
Minato posó una mano en cada hombro de sus alumnos. El silencio se adueñó del lugar, un silencio que sin embargo parecía hablar y contar más que todas las grandes historias de batallas de la aldea.
Era curioso que un niño como Obito muriese de esa forma tan heroica. A veces ocurren cosas inesperadas y lo inesperado queda grabado eternamente. La eternidad de no olvidarle. Siempre iba a haber una parte de Obito Uchiha en sus corazones.
