EL RENACER
DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen son de J., solamente es mía la historia y uno de los protagonistas
Capítulo 1: Muerte
-Ya he perdido la cuenta desde que Fleur y Víktor salieron del laberinto.-Hermione Granger continuaba con su preocupado monólogo.-¿Por qué siempre se mete en estos líos?
-Tranquila, Hermione.-Ron Weasly le palmeó la mano.-Estará bien; es Harry.
-Sí, pero no tiene tanta experien...¡Allí!-Hermione saltó del asiento y apuntó hacia el centro del campo.-Veo algo brillando...será la copa...y...-Entornó los ojos, al igual que sus dos amigos.-¿Qué pasa? ¿Por qué van todos los profesores allí?
-¡Mi hijo!-Los tres amigos dirigieron sus miradas hacia el hombre que gritaba mientras descendía las gradas corriendo.-¡Es mi hijo!
-Señor Diggory-Melinda Doris intentó parar al padre que buscaba a su hijo.-¿Qué pas...?¡SeñorDiggory!-Hermione, Ron y Melinda seguieron con la mirada al histérico padre.
-Un chico ha muerto.-No consiguieron saber quién había hablado, pero el rumor se propagó.-Uno de los campeones está muerto.
Melinda buscó en el recinto, que anteriormente había sido un campo de quidditch, a los participantes del torneo: Fleur estaba junto a su hermana, Víktor hablaba con su director y Harry...Harry luchaba por que no lo separaran de...
-Cedric.-Melinda susurró el nombre del hijo del señor Diggory.-¡Levicorpus!-Melinda utilizó el hechizo para elevarse sobre las gradas y descender hasta el campo. Oyó cómo Hermione y Ron la llamaban, pero no le importó sus gritos, al igual que tampoco le importó que a los alumnos no se les permitiera bajar hasta el terreno de juego. La muchacha corrió hasta el centro del campo, donde habían aparecido los últimos participantes con la copa. Sentía el corazón bombardeando intensamente en su interior, cómo le faltaba el aire en cada paso que daba y cómo un alto cuerpo con espeso cabello blanco le impedía ver lo que estaba a tan solo unos metros de ella.-¡Suélteme!-Intentó zafarse del profesor que estaba obstruyendo su camino, en vano.-¡He dicho que me suelte!-Haciendo caso omiso a que fuera el propio director quien la estaba sujetando, Melinda le propinó un fuerte empujón en el costado, a lo que Albus Dumbledoretuvo que ceder. En ese instante todo se volvió borroso y las voces que provenían de las gradas se quedaron sin voz, ya que había comprobado su suposición: a sus pies, el cadáver de Cedric Diggoryestaba abrazado por el padre del joven y por Harry Potter.-¡NO!-Melinda profirió el chillido más desgarrador que los alumnos del colegio Hogwarts hubieran oído nunca, ya que todas las voces se callaron al tiempo que las piernas de la chica le fallaron y cayó junto al difunto. Las lágrimas brotaron de sus ojos, y apenas se percató de cuando el profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras, Ojoloco Moody, se llevó al convaleciente Harry hacia el interior del castillo, ni cuando, apenas unos segundos más tarde, la profesora McGonagall y los profesores Snape y Dumbledore les siguieron. Melinda se abalanzó sobre el cadáver de Cedric Diggoryy le abrazó como nunca antes.-¡No, Cedric, no! Me prometiste que siempre estaríamos juntos.-Hablaba sobre el rostro del joven.-Me dijiste que nunca me dejarías.-Las lágrimas no cesaban y la voz se le quebraba a cada palabra que pronunciaba. Únicamente lograba escuchar los sollozos del señor Diggory.-¿Por qué? Por qué te has ido. Por favor, dime que no, por favor, vuelve conmigo, por favor, te lo suplico, quédate conmigo.-Melinda se tumbó sobre el cadáver y no pudo frenar las convulsiones de su cuerpo producidas por el llanto. El sonido era desgarrador, incluso para aquellos que nunca habían conocido al muchacho que yacía tendido sobre el campo donde había conseguido tantas victorias para su equipo de quidditch.-Prométeme una cosa.-Melinda se irguió y colocó sus manos en dos blancas e inertes mejillas.-Que me esperarás. Prométeme, Cedric Diggory, que me esperarás allá donde estés.-Miró con ojos anhelantes el rostro manchado de sudor y sangre, esperando una respuesta.-¡Prométemelo!-Le quemaron los ojos y volvió a tenderse sobre el cadáver, vertiendo sus lágrimas sobre él, como si de un momento a otro el chico fuera a despertar. No tuvo que pedirlo dos veces, ya que una mano se posó sobre su hombro y, con un vuelco del corazón, volvió a separase del cuerpo sin vida, esperando ver uno de sus brazos levantados, pero vio las dos extremidades tendidas a lo largo del tronco. Giró la cabeza, desganada, para ver quién había engañado a sus inestables sentimientos: la profesora Sprout, la jefa de la casa Hufflepuff, a la que había pertenecido Cedric.
-Fue un gran chico.-Dijo la profesora, tanto a ella como a Amos Diggory.-El mejor de mis alumnos, si me permitís decirlo. Era grande, ya no solo en los estudios, sino también con sus compañeros. Sus amigos le querían y los que no lo conocían realmente le admiraban. Siempre destacó y era muy modesto, eso le honraba aún más. Y estoy segura de que murió cómo hubiese querido: luchando.
-No.-A Melinda le recorrió un sentimiento que se impuso sobre el dolor: la ira. Le recorrió por todo su ser y no pudo contenerse.-¡Cedric no ha muerto como ha querido porque él no quería morir! ¡Siempre me hablaba de sus planes de futuro y le aseguro que morir en este maldito torneo no entraba dentro de ellos! ¡Usted no le conocía! ¡Solo sabía lo que una profesora puede saber acerca de su alumno! ¡No puede saber lo que quería o no porque, dígame solo una ocasión en la que le hubiera hablado de lo que planeaba hacer cuando saliera del colegio! Nunca,¿verdad? ¡¿Verdad? ¡Siempre estaba defendiendo a los demás por encima de todo, estudiaba mucho para ser el primero, ayudaba a quien se lo pedía y a quien no lo hacía, él mismo se ofrecía, cuando saliera del colegio quería prepararse para ser auror, profesora, porque no había cosa en el mundo que le gustara más que proteger a la gente de su alrededor!
-Melinda, yo...
-¡Su color favorito era el verde, porque decía que le mostraba la esperanza, que era lo último que había que perder, la comida que más le gustaba era la tarta, porque le recordaba a cuando su madre le hacía tarta para sus cumpleaños cuando era pequeño, decía que el número uno le daba suerte, que significaba que no había nadie que fuera mejor que él mientras él fuera el primero, y que cuando encontrase a alguien que le destituyera tendría que pensar en ese número para seguir luchando por reconquistar su posición, escuchaba siempre antes de dormir una canción muggle, My Heart Will Go On, porque era la canción de la única película que le había hecho llorar y que al escucharla le daba fuerzas por perseguir sus sueños y hacer todo lo posible por hacerlos realidad!-Melinda miró a la profesora a los ojos, desafiante, llena de rencor.-¡Dígame ahora, profesora, que conocía usted una de estas cosas!-Pronunció la última frase como si la escupiera.
-Melinda, sé que no hay nadie que conociera mejor a Cedric que tú y nunca he querido decir lo contrario. Es cierto que no estaba en posesión de esos conocimientos, pero sí puedo decirte que significabas mucho para él y que siempre me hablaba maravillas de ti, tanto a mí como al resto del profesorado. Supongo que ya lo sabes, pero deberías haber visto como le brillaban los ojos cuando hablaba de "su chica", como solía llamarte.-Toda la rabia que había renacido en la joven se esfumó tan pronto como había venido, se sentía avergonzada por demostrarle a la profesora que ella conocía mejor a Cedric, aunque la profesora nunca había dicho que no fuera así.-Amos, no sé por lo que estás pasando ahora mismo, pero a todos nos llenaría de orgullo poder enterrar a su hijo en los recintos del colegio.
-No.-El padre de Cedric acarició el rebelde pelo de su hijo.-Me lo voy a llevar a casa y le construiremos su propio mausoleo, pero no lo vamos a enterrar. Si lo hacemos, significará que mi hijo ha muerto, que se ido para siempre, y no quiero pensar en la posibilidad de que nunca volveré a verle reír.-Tenía la cabeza agachada, pero se apreciaron las lágrimas al caer rozando el descubierto hombro de su hijo. En ese momento Melinda se dio cuenta de que no solo ella había sentido su mundo hacerse añicos, ya que al ver las lágrimas del padre de Cedric se percató de que el dolor que estaba sufriendo ella no era nada comparado con el de un padre al ver el cuerpo inerte de su hijo, al que había cuidado y visto crecer. Supo que tenía que dejarlos solos, así que se levantó y fue hacia la salida del estadio, donde ya no había nadie. Recorrió el camino hasta la sala común de Gryffindor arrastrando los pies, con la cabeza gacha y la vista como perdida, inexpresiva, dejando a la luz unos ojos rojos e hinchados producidos por la cantidad de lágrimas desbordadas en el instante en que su vida se había convertido en algo diferente, algo mísero y recordó aquella sensación que tuvo cuando los dementores se habían adentrado en los límites del colegio, llenando el lugar con un aire de soledad, de incertidumbre, como si la felicidad no existiera y te asaltan a la mente las cosas más horribles sufridas en tu vida. El retrato de la Señora Gorda le preguntó por la contraseña antes de lo esperado, ya que ella hubiese preferido seguir caminando por los pasillos del colegio haciéndose a la idea del giro que había sufrido su vida con tan solo una mirada. Le respondió al cuadro con una voz ronca, absolutamente diferente a su voz dulce de diario. La puerta se abrió y ella hubiese deseado girar sobre sus pasos y correr hacia el bosque, adentrarse en la inmensidad de lo desconocido y que cualquier criatura le hubiese retado a muerte. Pero no podía hacerlo, ya que para aceptar la realidad tenía que afrontar ciertos hechos, en este caso, que decenas de alumnos de su propia casa le mirasen mientras el silencio había reinado en la sala nada más entrar ella. Caminó lentamente por entre la multitud, mientras se sentía tan incómoda que si una mano no la hubiera agarrado hubiese echado a correr en ese instante. La mano tiró de ella, que tuvo que andar a zancadas, pero había tantos compañeros a su alrededor que no pudo ponerle cuerpo a la extremidad. Solo cuando subieron las escaleras para entraren el dormitorio de los chicos Melinda vio a una chica de espesa melena castaña. Hermione la condujo hasta un dormitorio y cuando entraron no pudo cerrar la puerta, ya que un chico pelirrojo entró por ella.
-Estar allí abajo es sofocante.-Se quejó Ron nada más cerrar la puerta.-Podéis quedaros aquí hasta que la sala común se despeje un poco, porque Dean, Seamus y Neville no piensan subir mientras Mel esté aquí, lo que ahora nos viene muy bien.-Se sentó en una cama.-Vamos, poneos cómodas, que eso tiene para rato.-Hermione volvió a tirar de Melinda y se sentaron en la cama que había enfrente de la de Ron.
-¿Habéis visto a Harry?-Preguntó Hermione.-No lo veo desde que salió del laberinto.-Como respuesta a su pregunta, la puerta se abrió por tercera vez y entró el aludido.-¡Harry!-La chica se puso en pie-¿Dónde has estado?-Él ocupó el asiento que Hermione había dejado libre, por lo que ella se acomodó junto a Ron.
-Era un transportador.-Harry también tenía un tono lúgubre mezclado con la adrenalina del momento.-La copa era un transportador.-Sus amigos lo miraron esperando una explicación más detallada.-Cedric y yo llegamos juntos hasta el final y tocamos la copa a la vez y nos llevó hasta el cementerio donde estaba enterrado el padre de Voldemort.-Los tres oyentes tuvieron un escalofrío y Ron gruñó a modo de protesta por haber oído aquel nombre.-Colagusano estaba allí y ha...ha revivido a Voldemort.-Los tres abrieron los ojos como platos.-Él mato a Cedric porque no lo necesitaba, solo requería mi sangre para volver a la vida y luego me ha retado, pero he...he sobrevivido y volví a tocar la copa y regresé a Hogwarts, donde estaba Ojoloco, pero me ha llevado dentro del colegio y no ha podido seguir disimulando: él no es quien dice ser, sino que realmente es el hijo del señor Crouch, que es un mortífago y todo este tiempo se ha estado asegurando de que gane el torneo. Él fue quien metió mi nombre en el cáliz y cuando he vuelto a intentado matarme, pero los profesores han llegado justo a tiempo.-Harry hizo una pausa y miró directamente a Melinda.-Lo siento, Mel, lo siento mucho, ha sido culpa mía, yo le insistí en que tocáramos la copa los dos. Tenía que haberlo hecho yo solo, por eso él está ahora...Cedric...
-No.-Melinda negó con la cabeza.-Dime que no, Harry, dime que no. Voldemort no, por favor.-Abrazó a Harry, pero se arrepintió de haberlo hecho, ya que las lágrimas le asaltaron otra vez y cuanto más intentaba consolarla más lloraba. Al cabo de unos minutos, el momento de debilidad cesó y unos brazos la separaron de Harry.
-Vamos, Mel, seguro que ya no hay tanta gente.-Hermione estaba de pie.-Yo me quedaré contigo, ¿vale?
-Hermione.-Melinda volvió a sentarse junto a Harry.-Cedric me dijo lo mismo y ahora...ahora no está.-Luchó por contener las lágrimas.-No te culpo si quieres irte, pero yo me quedaré con Harry. Él ha visto cómo pasó y aunque te pueda parecer una tontería, me siento mejor estando a su lado.
-Vale, si tú te quedas, yo también.-Volvió a sentarse.
-Puedes dormir aquí.-Le dijo Ron.-Yo puedo ir a otra cama.
-No, Ron, no quiero que te vayas.-La muchacha se ruborizó.-Es decir, que esta es tu cama y no quiero que por mí te vayas a otra.-El chico sonrió y se tumbó junto a su amiga. Harry y Melinda hicieron lo mismo, pero ellos seguían despiertos cuando sus amigos se quedaron dormidos. La chica se giró, dándole la espalda a Harry, para que no pudiera verla llorar e intentó acallar sus sollozos, pero sabía que sus esfuerzos eran en vano. Cuando Harry lo notó, se giró junto a su compañera y le pasó el brazo a su alrededor. Melinda sonrió entre lágrimas, porque ese acto le había infundado un poco de fuerza en su deprimente estado.
Este es mi primer Fic sobre Harry Potter, espero que no resulte aburrido.
En este fic algunas cosas no tienen que ver con el libro y algunos profesores nunca han existido, he intentado entrelazar hechos de unos libros y otros.
Espero que os guste :)
