Tsukishima todavía recuerda aquel duro invierno; cuando la nieve cubría todo a la vista y el viento golpeaba sin piedad contra sus huesos. Cuando el frío mordía sus mejillas y entumecía su cuerpo, dejándolo congelado en un constante "¿qué pasaría si…?" que no hacía más que dejarlo estancado en la misma situación, sin posibilidad de sacudirse todo aquello de encima. Aquel invierno que parecía interminable y lo encontró solo y miserable, preguntándose si alguna vez se permitiría disfrutar de algo, lo que sea.

Tsukishima todavía recuerda aquel otoño en que conoció a Akaashi y que se sintió como el primer sorbo de café luego de despertar; tal vez no demasiado, pero lo suficiente como para comenzar a moverse después de un tiempo. Como sonrisas tímidas y comentarios ingeniosos extendieron un poco de calidez hacia sus extremidades, aliviando la molestia de haber pasado tanto tiempo en el mismo lugar, inmóvil. Como las hojas crujían bajo los pasos de ambos y atestiguaban como, por primera vez, Tsukishima Kei no estaba solo.

Todavía recuerda aquella primavera en la que Kuroo llegó con una sonrisa que daba vida a todas las flores a su alrededor; con una luz que parecía emanar de su interior y hacía que Kei quisiera correr detrás de ella para ponerse al día con todo aquello que se había perdido. Aquella primavera en la que descubrió que inevitablemente iba a cometer errores y que quedarse congelado en un momento no arreglaría nada; aquella primavera en la que comenzó a moverse con pasos lentos pero firmes y la confianza de que podía caer. Dos pares de brazos esperando, preparados para amortiguar cualquier caída y ayudar a reparar todo aquello que pudiera romperse.

Le gustaría decir que recuerda tan bien como las anteriores el verano en que conoció a Bokuto, pero su mente sólo recuerda la casi insoportable calidez que el otro trajo consigo. Como Bokuto era tan tan cálido que, a menudo, Tsukishima pensaba que su piel podría incendiarse; como el calor era tan intenso que pensó alejarse y evitarse las quemaduras pero jamás lo hizo, porque esa sensación era tan abrumadora como agradable. Justo como echarse una siesta al sol, sólo que esta vez se permitió confiar en que el sol no lo quemaría.

A Tsukishima Kei no le gusta pensar en los inviernos; él prefiere el confort del otoño, la sensación de ser envuelto por su sweater favorito y el "Está bien, tenemos tiempo, no hay porque apresurarnos". La primavera, con los rayos de sol golpeando suavemente su cara, aliviando el dolor en su interior, empujándolo a tomar sus primeros pasos. Y el verano, enseñándole a disfrutar sin preocupaciones, enseñándole a poner su confianza en otros: "No estás solo en esto".

A Tsukishima Kei no le gusta pensar en los inviernos, en su lugar prefiere pensar en la suave sonrisa de Akaashi después de un beso, las ruidosas carcajadas que Kuroo suele soltar cuando el color sube a sus mejillas y los brazos de Bokuto alrededor de su cintura que lo levantan de suelo y lo dejan sin aliento.