Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.
—...hoy. ¿Me estás escuchando, Shion?
Dohko llevaba aproximadamente una hora hablando con el joven que había al otro lado del mostrador. Para ser exactos, llevaba cuarto de hora hablando con él, media hora hablándole y otra media hora siendo ignorado por su interlocutor, que miraba distraídamente el movimiento lento pero regular de las manecillas del reloj de pared, apoyando su mejilla en su mano y dejando que el mostrador de madera soportara su peso.
Se podría decir que Dohko y Shion eran completos opuestos. Dohko tenía los ojos de color marrón chocolate como su cabello, que llevaba corto. Shion, por su parte, tenía los ojos de color marrón claro y el pelo, largo, era de un tono de rubio ligeramente apagado. En cuanto a sus personalidades, Dohko era un tipo bromista y alegre que sabía cuándo ser serio mientras que Shion solía mostrar más a menudo su faceta seria que su faceta jovial. Dohko estudiaba primero de derecho en la universidad mientras que Shion trabajaba en la tienda de antigüedades y restauración que había en uno de los locales de la planta baja del edificio donde ambos residían. En realidad, aparte de vivir en el mismo bloque de apartamentos, lo único en que se parecían era en la edad y en que les unía una relación de amistad de muchos años.
—Sí. Hablabas de tu hermanito—respondió el rubio, dejando caer la mano sobre la que apoyaba su mejilla para mostrar interés en la conversación y evitar que se le quedara una marca roja en la cara.
—Exacto. Va a venir hoy. Por fin—sonrió Dohko, entusiasmado. Llevaba tiempo esperando poder hacer que el joven al que llamaba hermano sin compartir la misma sangre se mudara con él. Si de él dependiera ya haría meses que vivirían juntos, pero "el papeleo apesta". La espera se le había hecho interminable, aunque vivir solo no le resultaba molesto de por sí.
—¿No me dijiste que llegaría a las cinco?—preguntó Shion, señalando el reloj de pared con la cabeza—. Ya es y media.
—Se habrán entretenido. O tal vez haya tráfico—respondió sin mostrar signo alguno de preocupación—. Al fin y al cabo siempre puedes confiar en los gemelos para hacer entregas urgentes.
¿Gemelos? ¿Entregas urgentes?
Shion era de la opinión de que Dohko tenía sentido común, pero a veces éste se esfumaba y daba paso a momentos en los que hablaba y actuaba sin pensar, momentos cada vez más frecuentes desde que se enteró de la llegada del nuevo inquilino del edificio. Desde luego, hablar de su hermano como si se tratara de un paquete de mensajería urgente era tan poco inteligente como hablar de los gemelos que vivían en su mismo bloque como si fueran los chicos de la mudanza. Si alguno se enterara, ardería Troya. El rubio no conocía personalmente al muchacho, pero sí había oído hablar de él, y sabía que su carácter explosivo y travieso le convertía en un enemigo temible. Los gemelos, por otro lado, tenían fama de tener carácter de ogros y lo más sabio era no ofenderles en absoluto. Lástima que la faceta emocionada de Dohko no fuera una faceta excesivamente sensata.
—No creo que tu hermano o los gemelos aprecien tu broma—señaló.
—Puede. No tengo intención de averiguarlo. Quiero vivir lo suficiente para querer suicidarme en época de exámenes, al menos unos cuantos cursos más—bromeó, sacando una sonrisa a su compañero—. En serio, últimamente estoy actuando de forma irreflexiva pero sabes que no soy tan idiota.
—Me alegra ver que aún te queda algo de sentido común por ahí.
En ese momento escucharon el sonido de la puerta al abrirse. Ambos jóvenes se giraron hacia un lado justo a tiempo para ver entrar a la persona a la que Dohko había estado esperando con tanta impaciencia.
—Por fin has llegado, Tenma.
