Disclaimer: La historia es de nuestra completa propiedad, el (la) que la robe y la suba a otra página será cortado en trozitos y quemado, y no podrá ver a Edward/Jacob/Bella antes de morir. Los personajes son de nuestra adorara Stephenie Meyer.
Summary: Emmett deja a Rose por convertirse en un vampiro, y ella, destrozada, intenta buscar solución; casarse con Royce King un año después. ¿Qué pasará cuando Emmett vuelva por Rose? AU —Rosalie & Emmett
Never is to late.
EPOV
— ¿Crees que es lo mejor?
Suspiré.
— No sé, Edward. Pero sólo quiero protegerla, y si estoy cerca no sé si… si yo pueda… —enmudecí y cerré los ojos con fuerza —. Por ahora, supongo que es lo mejor que puedo hacer.
— Sinceramente, no creo que sea lo mejor. La vas a hacer pedazos, Em, ella te ama. Y por consecuente, pienso que te aceptaría fueras lo que fueras sólo por estar a tu lado. Estás pensando de un modo egoísta y eso no me gusta. Tú no eres así.
— Soy egoísta, pero lo sería más estando a su lado.
— No va a dejarte ir tan fácilmente, ¿Qué excusa le darás?
— No lo he pensado —admití—. Quizás le diga lo común. Que encontré otra chica y me di cuenta que ella es para mí. Es lo más probable.
— La vas a dañar —suspiró.
— Lo sé, pero es lo mejor.
— No lo es, ella te acepta—
— No haré eso, Edward —mascullé, enfadado —. No voy a exponerla a tal peligro sólo porque quiero tenerla cerca. Eso sí sería egoísta.
Bufó.
— Eres un caso, Emmett McCarthy. Un caso muuuuy difícil.
— Estoy tan mal, Edward. No sé qué hacer… T—tengo miedo. La amo, pero quiero protegerla. Y si en verdad la amo, debo… d—dejarla ir. Si tan sólo pudiera ser humano… Si pudiera volver… a ese momento. Lo habría evitado, lo juro.
— Bella me aceptó —me recordó, triunfal—, y nos amamos mucho. Ella es muchísimo más débil que Rosalie, y llevamos tres años juntos. Puedes protegerla de otros peligros…
— Yo soy un peligro.
— No me refiero a ti, Emmett —gruñó.
— Lo sé… Pero ponte en mi lugar.
— Em, escúchame. Tienes fuerza, eres rápido, y de esa forma puedes protegerla. Tú eres un peligro sólo si no te controlas, pero tu autocontrol es fuerte, y puedes soportarlo. Confío en ti, Emmett.
— Pero yo no. ¡No puedo arriesgarla a eso! ¿Y si no me controlo? No puedes poner las manos al fuego por mí, no estás seguro de lo que soy capaz de hacer.
Suspiró, derrotado.
— Haz lo que encuentres correcto…
— Quiero ser humano…
— Al menos, ya matamos a tus creadores. Sólo quedamos nosotros en la ciudad.
— Aún somos un peligro, no cambia las cosas.
— Lo lamento, Emmett. Si pudiera volverte humano, no dudaría en hacerlo… —inhaló aire con lentitud— ¿Y si la transf—
— Ni lo digas, no condenaré a tal ángel a una noche eterna. No lo merece.
— Quieres estar con ella, es mi única opción restante.
— Antes prefiero quemarme.
— Bella llegó. Lo siento, debo irme. Cuídate, suerte.
— Gracias por todo.
— Cuando quieras. Adiós.
Colgué y lancé el móvil contra la pared. Los pedacitos del aparato repiquetearon contra el piso y suspiré. Era el quinto celular de la semana…
Bajé las escaleras y me tiré en el sillón, recordando sin proponérmelo. Si tan sólo me hubiera ido por donde debía…
Flashback
Ya era bastante tarde, de seguro Rose se enfadaría si se enterara que llegaría a esta hora…
Me metí por una calle que suponía me haría llegar más temprano. A lo lejos, por la farola encendida de la vía pública, pude divisar una pareja. Al parecer, discutían.
Seguí caminando; no me metería en problemas amorosos…
Y justo en ese momento, el chico tiró a la pelirroja al piso. Mi sorpresa aumentó cuando el muy maldito comenzó a patearla.
— ¡Oye! —grité, mi rabia aumentando con cada paso que daba— ¡Déjala en paz!
Lo empujé al llegar a su lado.
— ¿Quién demonios te crees para golpearla? —levanté a la chica con cuidado y la protegí con mi cuerpo.
El moreno río secamente.
— Vickie… —musitó con voz ronca— ¿Me haces el honor?
Escuché a la tal Vickie soltar una risita. Me apresó las muñecas en la espalda y las sostuvo con fuerza. El moreno se acercó a mí con ágiles pasos.
Oh, genial. Ahora sería el doble de Edward.
¡Eso! De seguro Edward me escucharía.
— Por cierto, me llamo Laurent. Debes saber el nombre de tu asesino —me guiñó un ojo y sonrió—. Ahora, no te muevas. Te dolerá solo un poco.
Corrió mi cabeza a un lado, dejando vía libre a mi cuello. Olfateó, ronroneando.
— Miento, dolerá mucho.
Enterró sus dientes en mi garganta y aullé de dolor. Me debatí entre los brazos de la pelirroja sin conseguir nada.
— No te muevas, bonito —masculló Vickie en mi oído.
Y de la nada, Edward apareció. Quitó a Laurent de mi garganta y empujó a la pelirroja.
— Genial, siempre te entrometes —gruñó el moreno— Es falta de educación interrumpir de esa forma una cena. Pensé que lo sabías.
— Es tu problema habitual, cuando dejes de pensar todo será mejor.
Puso los ojos en blanco.
— Bien, es todo tuyo. Sólo tenías que decir que querías un poco y te lo hubiéramos dado. Tómalo como un regalo, Vickie y yo nos vamos.
Desaparecieron y mis piernas flaquearon.
— Vamos, Em, no te vayas —me pidió cuando mis ojos comenzaron a cerrarse—. Hey, estoy aquí. Quédate conmigo, Emmett. Con Rosalie.
Mis ojos se abrieron y Edward sonrió.
— Eso es, te quiero despierto. Rose te necesita, sólo… —miró mi herida y tragó saliva— Oh, demonios…
— ¿Qu—que?
— ¿Te molesta beber sangre?
Negué.
— Eso espero —me alzó en sus brazos y corrió a velocidad vampírica.
Fin Flashback
De eso, ya casi una semana. Una semana en la que había evitado a Rose, una semana de agonía pura, pensamientos confusos que me hacen odiarme cada vez más.
El teléfono sonó. Caminé hacia el y descolgué el auricular, colocándolo en mi oreja.
— ¿Diga?
—Hola osito —me saludó Rose—. No te he visto, ni siquiera hemos hablado. Tampoco has ido al instituto. ¿Estás enfermo?
— Ehm, no. E—es decir sí. No lo sé.
— ¿Quieres que vaya a verte?
— Estoy bien, Rose. No te preocupes.
—Te he extrañado… —musitó con voz triste. Odiaba que hiciera eso.
— Yo también, Rose.
— Déjame ir a verte ¿Si?
— No, no es lo mejor. Mejor quédate en tu casa.
— Em…
— Por favor, Rosalie. Quédate en casa, yo te llamaré cuando esté mejor, ¿Sí?
Suspiró, derrotada.
— De acuerdo, Allie vendrá por mí y… ¡Oh! Ya llegó. Oye, te amo, no lo olvides.
— Jamás lo haría. Yo también te amo.
— Adiós, osito.
— Adiós
Colgué y me tiré al piso. Iba a ser bastante difícil, y muy doloroso mentirle de esa forma. Sólo esperaba que ella me creyera…
Sábado, 14:17.
Salí de mi casa rumbo al café. La noche anterior le había dicho a Rose por un mensaje que necesitaba hablar con ella, y no se como diablos voy a hacerlo…
Todas esas personas, tan débiles…
Suspiré. Ahora lo más importante, era lo que le diría a Rose.
Entré al café y me senté en la mesa con menos gente alrededor. Una camarera se acercó a mí con una libreta en las manos.
— Buenas tardes, señor ¿Quiere algo de beber?
Le observé, sin darme cuenta, el cuello. La muchacha sonrió.
— Oh, Em ¿Qué tal? —saludó Bella.
Tragué saliva.
— Dios —me aferré de la silla con ambas manos y miré la mesa. Cuando solté la silla, los pedazos de espuma* cayeron.
— Shh, relájate ¿Estás bien?
— No sé como Edward lo soporta —gemí—. Hueles tan bien…
Bella rió
— Tres años y mucho amor de por medio. Creo que tú y Rose también podrí—
— No empieces. Yo no puedo, es… insoportable.
— No lo es. Tu autocontrol es altísimo y… Rose viene, compórtate.
Asentí. Bella volteó y se dirigió a la mesa del fondo.
Autocontrol, Emmett. Hazlo por ella.
— H—hola, Rose.
Se sentó frente a mí, sonriendo.
— ¿Qué ocurre?
Inhalé con masoquismo. Oh por Dios.
— T—tenemos que hablar.
Esperó, expectante. Suspiré y comencé.
— Rose, me voy.
Alzó una ceja.
— ¿Dónde vamos? —inquirió, inocente.
Fruncí el ceño. Ella esperó de nuevo.
— Yo, me voy. No… —apreté la mandíbula y la observé con frialdad—. No podemos seguir juntos, Rosalie. Me voy del país.
Demoró dos latidos de corazón en comprender.
— ¿T—tú…? —sus ojos brillaron a causa de las lágrimas— ¿Estas rompiendo?
Cerré los ojos y asentí.
— Quiero decir, ¿Te irás sin más? ¿Y todo el amor que me prometiste? ¿Dónde quedó él "eres la mujer perfecta"?
— Me di cuenta que no es cierto. E—es decir… No eres para mí.
— ¡Somos la pareja perfecta! —gimió. Las lágrimas empaparon sus mejillas.
— Pero no almas gemelas.
Hipó.
— ¿Hay otra? —preguntó, ya sin fuerzas—. Al menos, déjame saber eso.
Detén esto, Emmett McCarthy. Le estás haciendo daño.
— Sí.
Bajó la mirada, llorando en silencio.
— Por eso no estuviste conmigo esta semana —susurró— ¿Cuándo te irás?
¡Ya basta!
— Hoy. Quise despedirme, de no hacerlo sería descortés.
— Descortés —repitió. En sus labios sonó más doloroso que en los míos. Levantó la vista a mis ojos —. Dijiste que estaríamos juntos siempre.
— Soy humano, cometo errores —mentí.
— ¿Yo fui uno de tus errores?
Contraje mi rostro en una mueca.
— No lo tomes tan mal, Rose
— ¿¡Qué no lo tome tan mal! Yo te amo, Emmett. Llevamos casi cuatro años juntos, y yo imaginé todo este tiempo que tú también me amabas. Y una semana antes de nuestro aniversario, me dices que no soy para ti, y que tienes a otra chica.
— Entiéndeme, Rose. Debo irme del país…
— ¿Porqué? ¿Ella te lo pidió?
— No es eso…
— ¿Entonces? Dame una buena razón para dejarte ir, porque en serio, no quiero.
Suspiré, arrepentido por lo que iba a hacer.
— Porque yo no te amo, Rosalie. No eres para mí, y mucho menos lo soy yo para ti. No quiero hacerte más daño del que ya estoy haciendo, ya es demasiado. Pretendía decirte esto antes, pero… Te veías tan feliz, que no quise arruinarte el momento —puse la mirada más fría que tenía y no volví a cambiarla—. Quiero decir, tus padres se preocuparían si estuvieras triste, y eso no está bien.
— ¿Y ahora te importa eso, Emmett? Dijiste que no me amabas.
— Pero no que no me importabas —mascullé con voz tajante—. Mira, Rose. Esto llegó demasiado lejos, y lo siento, De veras lo siente, pero estoy seguro que en una o dos semanas olvidarás todo esto y encontrarás algo mejor.
— ¿Me estás insinuando que soy una rápida? Tú no entiendes nada de sentimientos. Eres… —sollozó y se puso de pie—. Siento haberte encontrado, no sabía tus verdaderos sentimientos, Lamentablemente, no soy adivina.
— Rose, espera.
— Debes arreglar tu maleta, ya no te quito más tiempo.
Me levanté y la seguí a la puerta. Tomé su brazo, volteándola a mí.
—Te deseo lo mejor. De verdad encontrarás a alguien que te merezca.
— Ojalá no me deje como tú —murmuró.
— Quiero que seas feliz.
— No te cruces en mi camino otra vez.
— Prometo no hacerlo. Oye… — le sonreí—, te quiero.
Cerró los ojos.
— ¿No te cansas de dañarme? Ya está bien, si querías verme hecha pedazos, ¡Bingo! Lo conseguiste. Ya no es necesario que sigas mintiendo. Sólo… l—lárgate y no vuelvas.
— No lo haré, no pasarás por lo mismo otra vez. Al menos, no por mi culpa.
Solté su brazo y ella hipó otra vez. Me dio una última mirada antes de darme la espalda e irse.
Bella se puso a mi lado.
— No encontrarás alguien como ella otra vez, Emmett. Perdiste lo único que valía en verdad la pena.
— Prefiero perderla de mi lado a matarla y quitarla de este mundo —respondí en voz baja y suspiré—. Fue un gusto conocerte, Bella. Me iré hoy, o de seguro mañana iré de rodillas a casa de los Hale por el perdón de Rose.
— En ese caso, quédate.
Negué y la abracé.
— Cuídate mucho, Em.
— Igual tú, Bells. Cuida a Edward, eres la única que puede dañarlo.
Me alejé y sonreí. Alaska estaría bien, por un tiempo… supongo…
BlueChocolate: Estamos contentas de poder subir nuestra segunda creación esperamos que les guste demasiado. ¿Un review?
