Disclaimer: Los personajes y todo lo demás que podáis reconocer pertenece a J.K. Rowling, la trama, el tiempo utilizado y los esfuerzos en escribir algo que valga la pena son nuestros.


Feeling.

Siempre he tenido claro que todas las vidas se han desarrollado a partir de un mísero instante. Ese instante que hace que todo cambie, que hace que escojas el camino que irremediablemente te llevará hasta tu final. El instante que corta nuestras vidas en dos y borra todo lo que podría haber sido y no será, el instante que marca un inicio.

Prólogo.

POV James.

—¡James! ¿Piensas levantarte y desayunar o esperas quedarte dormido y perder el tren?

La voz de mi madre llegó hasta mi entendimiento desde un lugar muy lejano. Poco a poco, y sobretodo después de oír el portazo que dio, volví a la realidad.

Me levanté de un salto y bostecé con ganas, después, me vestí con ropa muggle, y salí de la habitación.

—¿Tú no estabas aún dormido?

Me giré al oír la voz de Albus, el cual salía de su habitación. Éste, al ver mi cara, ahogó una carcajada.

—Vale, no he dicho nada. Si que tienes ganas de volver a Hogwarts, ¿no? No me esperaba esto de ti, James.

"Estúpido" pensé.

—Lo que tengo es hambre, y como no te calles también tendré ganas de dar ostias.

Ante esto Albus no dijo nada, sabía que el papel de hermano mayor cabrón no había desaparecido del todo, y era demasiado inteligente como para cabrearme sabiendo que acababa de despertarme.

Bajamos las escaleras en silencio, y nos sentamos en la mesa al llegar a la cocina.

—Buenos días James.

—Buenos días papá.

Mi padre acababa de entrar a la cocina, en la mano llevaba un ejemplar de El Profeta. Se sentó en la mesa, y sirviéndose café, empezó a ojear el periódico.

—Ah Albus, antes de que se me olvide, ya he encontrado tu capa, te la he metido en el baúl.

Albus y mi padre empezaron a hablar, yo por mi parte, estaba demasiado ocupado devorando tostadas, aun así, recordé que había varias cosas que tenía que meter en el baúl.

—Buenos días James.

—Buenos días.

Mi madre y Lily entraron en la cocina.

—Güenos disas.

—James, eres asqueroso.

—Cállate enana.

Mi madre empezó a reírse con ganas.

—Harry, voy a echar de menos esto.

—Eso dices todos los años, pero ya sabes que luego quién más los echa de menos soy yo — le contestó mi padre mientras dejaba el periódico en la mesa y le daba un pequeño beso en los labios.

Tanto yo como mis hermanos pusimos los ojos en blanco.

—Por favor, los momentos románticos para cuando nos echéis de menos, gracias.

Albus y Lily rieron ante mi comentario. Un golpe nos saco a todos del momento. Mi madre abrió la ventana para dejar pasar a la lechuza que acababa de chocarse contra el cristal.

—Pobre Pig, va acabar como Errol o peor, ya está muy mayor.

Mi padre rió a carcajada limpia, desde luego una broma privada.

—Es de la tía, que no los esperemos, que al final conduce el tío Ron y no está muy segura de si llegarán bien o le tocará empezar a confundir a los muggles porque el tío se choque con un cubo de cartas de esos que le hacen tanta gracia.

—Entonces no voy a poder darle a Rose su regalo antes del tren, que mal — se quejó Lily.

—No creo que a miss perfecta le moleste esperar un poco.

Albus me lanzó un trozo de galleta.

—Mira que puedes llegar a ser tonto James.

—Sí, somos familia, ¿recuerdas? Algo tuyo tendría que tener.

—¡Se hace tarde! Recoger las cosas, en cinco minutos os quiero a todos en el jardín.

—Mamá, tu lado mandón no mola.

—James, nadie te ha preguntado.

Tras esta pequeña derrota subí las escaleras rápidamente para acabar de meter los trastos en el baúl y hacer la cama.

—Péinate un poco —dijo mi padre cuando entró en la habitación a por mi baúl.

Arqueé una ceja al oír esto de él, precisamente de él. Mi padre siempre llevaba el pelo alborotado, y aunque se lo peinase y repeinase, siempre le quedaba igual, como le pasaba a Albus también. Al entrever mis pensamientos, sonrió.

—Anda, vamos a bajar tu baúl.

Entre los dos cogimos el baúl y la jaula de Aurum y lo bajamos todo al coche. Subí de nuevo al baño.

—Pequeña Lils, necesito lavarme los dientes.

Lily, la cual estaba peinándose frente al espejo, me dejó un hueco.

—¡Mamá! —La llamó—. Ayúdame con esto.

Mi madre apareció al momento.

—¡¿Aun estáis así?

Los dos asentimos.

—¿Y Albus?

—Está buscando a su hurón.

—¡Vamos a llegar tarde!

Sin hacer caso a sus comunes mini-ataques de histeria, Lily y yo reímos.

—Lily, este año empiezas tercero, hay cosas que tenemos que hablar. Para empezar, como tus compañeros sean la mitad de que lo fui yo por aquel entonces, voy a tener que repartir muchas pastillas vomitivas para que no se te acerquen…

—¡James! Te pareces demasiado al tío Ron, y no seas bestia, o le prohibiré al tío George que te de esas cosas.

—Mamá, no serías tan cruel.


POV Lily

Aunque era mi tercer año ya en Hogwarts no había podido evitar levantarme nerviosa aquella mañana y la prisa que mamá nos metía no ayudaba en nada. James no pudo evitar hacer una mueca graciosa cuando mamá saliendo corriendo a ayudar a Albus a encontrar su hurón, no sin antes gritarnos que nos diéramos prisa, que no nos iban a esperar. Con un suspiro comencé a recogerme el pelo en una trenza intentando que no se escapara ningún pelo pero estaba claro que yo no funcionaba bien bajo presión. Por suerte mi hermano, en un destello de amor fraternal, terminó de lavarse los dientes y cogió el cepillo dispuesto a ayudarme.

—Parece mentira que ya tengas trece años, enana.

—Albus tiene catorce y mamá aún le tiene que ayudar a buscar el hurón.

James simplemente se rió y terminó de hacerme la trenza en silencio. No había salido del todo bien, puesto que no era muy dado a ello, pero al menos estaba peinada. Así que sin más demora ambos recogimos lo último que necesitábamos y bajamos al coche. Nada más salir de casa encontramos a nuestra madre con los brazos cruzados debajo del pecho y el pie repiqueteando en el suelo, esperando con impaciencia a que ambos bajáramos por fin. Sin decir nada por miedo a que empezara una discusión entre James y nuestra madre nos montamos en el coche y salimos hacia la estación. Por el camino James no paraba de decir que este iba a ser su año, que iba a ser maravilloso. De repente calló en la cuenta de algo y se giró bruscamente hacía mí, que estaba en medio. Sin embargo era obvio que no me hablaba a mí por lo que dijo a continuación:

—¿Qué pasa?

—Hermanita, nuestro querido hermano por fin se va a reencontrar con sus queridas serpientes.

—¡Oh, cállate James! —replicó Albus desde su asiento.

—¡Pero si sabes que es verdad! A ti más te vale no juntarte con ninguno de ellos —dijo dirigiendo su dedo contra mí.

—O si no, ¿qué? Tienes un hermano en Slytherin, James. Deberías aceptar que las cosas han cambiado.

—Las serpientes siguen siendo serpientes. Da igual la piel que se pongan.

—Desde luego tu nunca entrarías en Ravenclaw, hermano.

—Tampoco es que hubiera querido, hermano —dijo empezando a picarse.

—¡James Sirius Potter! Deja a tu hermano en paz —mamá se giró bruscamente desde el asiento del copiloto regañando a James con esa mirada severa que a Albus y a mí tanto nos intimidaba. Sin embargo, con James no surtía efecto.

—¿Qué? Sólo digo la verdad. Pero no te preocupes, mamá. Nuestra querida Lily no se juntará con serpientes

—¡Lo que me faltaba! Sé cuidarme por mí misma, gracias —dije también empezando a enfadarme.

—Solo tienes trece años, Lily. No eres tan madura.

—De edad no. De mente sí.

—Vaya hermanita, sabes replicar. Parece que estar todo el verano con Rose no te ha sentado tan mal, al fin y al cabo.

—O a ti te ha sentado mal pasarla con tus amigos, una de dos.

James intentó replicar pero al final se calló ante una nueva mirada de advertencia de mamá. En cambio yo no pude evitar ponerme a pensar en lo que James había dicho esa mañana antes de montarnos en el coche: ¿de verdad tenía qué preocuparme tanto por los chicos de mi curso? No creo que fuera tan grave como mi hermano decía. Podía cuidar de mí misma, eso lo había demostrado muchas veces. Era fuerte, había ganado a mis hermanos en algunos partidos de Quidditch. Era inteligente, eso lo había sacado de tía Hermione. Podía saber cuando querían algo que yo no y podía defenderme contra eso. Y cierto era que él había hecho muchas travesuras en su tercer año en la escuela pero nadie jamás llegaría a ser como él. Entonces, ¿debía preocuparme o simplemente disfrutaba de este año y si llegaba el momento de defenderme ya vería? Al final decidí dejar aquella decisión para más adelante y concentrarme en la conversación que se estaba llevando a cabo en el coche. Aunque una parte de mí, sin querer, comenzó a revivir el revuelo que ocurrió en casa cuando Albus nos contó que había sido seleccionado para la casa de Slytherin. Mis padres habían estado orgullosos de él, al igual que yo. Pero James no ayudaba nada a la autoestima de nuestro hermano al meterse constantemente con él y con su mejor amigo. En verdad entendía a James en algunos aspectos. Él había sido el primero que había tenido que lidiar con el hecho de que lo señalaran como "el hijo del elegido" y él solo había tenido que buscarse sus propios amigos; sus amigos de verdad. Había sido algo frustrante para él pasar por aquello el sólo y eso había endurecido su carácter hasta el punto de que ahora era él el que no entendía que nuestro hermano Albus no tenía la culpa de que el sombrero lo hubiera puesto en Slytherin. Y de igual forma, no era tan malo estar en Slytherin. Obviamente él sabía que no ayudaba a nuestro hermano y solo lo hacía por pura diversión, pero había veces que su concepto de diversión no encajaba exactamente con el nuestro y eso hacía que nuestra casa pareciera todo menos una casa. Gracias a Merlín siempre estaba nuestro padre para aliviar las tensiones con alguna charla y si no…bueno, siempre quedaban las amenazas que mamá convertía en actos si no dejábamos de discutir. Incluso Rose había aceptado mejor la situación de Albus. Y claro, cuando al año siguiente por fin recibí la carta de Hogwarts lo primero que salió de la boca de mi hermano fue un: "espero no tener otra serpiente en la familia". De verdad, había veces que mi hermano era un completo idiota. Dejé de lado estos recuerdos cuando noté como nuestro padre aparcaba el coche mientras las risas llenaban el interior del vehículo y todos nos bajábamos con unas sonrisas aún pintadas en la cara. James y Albus ayudaron a papá a descargar los tres baúles y las tres jaulas con nuestras mascotas. Una vez cada uno lo colocó todo en su respectivo carritos comenzamos nuestro camino hasta encontrarnos de pleno con el muro de piedra que separaba los andenes nueve y diez. Sin pensárselo dos veces James corrió contra dicho muro y lo atravesó seguido por Albus y papá. Nuestra madre se quedó conmigo y juntas, de la mano, lo cruzamos como habíamos hecho desde el primer día. Una vez estuvimos en el anden correspondiente todo fue un caos. Familias enteras se despedían impidiendo el paso a los que intentaban encontrar un hueco para poder despedirse, o simplemente respirar. Los gritos se alzaban por encima del ruido del tren y todo era una completa locura. Pero así eran todos los unos de septiembre en mi vida desde que James había cumplido once años. Y en realidad no importaba porque aunque desde fuera pudiera parecer una escena agobiante estaba cargada de vitalidad, de niñez y de sentimientos. Y nada con esas cualidades podía ser nunca algo malo.

Sin esperar ni un minuto más nuestra madre y yo cogimos con fuerza mi carrito y nos encaminamos entre la multitud hasta encontrar a mis hermanos y nuestro padre esperando por nosotras.

—¿Ron aún no ha venido? —preguntó algo preocupada mamá.

—No. Pero no te preocupes, cielo. Ya sabes como es tu hermano.

En ese momento tío Ron apareció con tía Hermione y nuestros primos en el poco espacio que habíamos podido conseguir y todos nos saludamos efusivamente. Aunque habíamos pasado casi todo el verano juntos éramos una familia tan unida que era normal vernos saludarnos de esa forma. James le preguntó a tío Ron por su viaje en coche y todos estallamos en risas al ver como sus orejas se tornaban rojas. Rose nos dijo en voz baja que ya nos contaría en el tren justo antes de que la madre de Scorpius, el mejor amigo de nuestro hermano Albus, viniera hasta nosotras para preguntar por tía Hermione. Todos notamos como los padres se pusieron tensos en cuanto ella apareció y, una vez más, no pude evitar sentirme un poco mal por mi hermano y mi prima. Ellos tenían una gran relación con Scorpius, ellos eran amigos y nuestras familias nunca iban a poder llevarse bien por todo lo que había ocurrido en el pasado. Era algo frustrante.

El sonido del tren pareció sacar a nuestros padres de su momentánea tensión y comenzaron a despedirse de nosotros con besos en las mejillas, apretones de manos y palmaditas en la espalda. Al final, tanto tío Ron como nuestro padre nos ayudaron a cargar en el vagón los baúles y nos volvimos a despedir de ellos saludándoles con la mano desde, esta vez, el interior del tren. Con una sonrisa en la cara me dispuse a encontrar un compartimiento en el que sentarme con Lia y Theo, a quienes me había encontrado al subir, antes de que nadie nos quitara el último. Las advertencias de mi hermano James aún rondaban mi mente pero, sinceramente, no me importaba lo que iba a ocurrir en este curso. Pasase lo que pasase iba a ser feliz.


POV Scorpius

—Scorpius, cielo. ¿Seguro qué lo tienes todo?

—Sí, mamá.

—Astoria es su cuarto año en Hogwarts. Ya sabe todo lo que tiene que llevar —había dicho mi padre saliendo de casa.

—Nuestro hijo se hace mayor —esa había sido su única respuesta.

Esa escueta conversación era la única que se había llevado a cabo en casa antes de coger el coche camino a la estación. Dejando escapar un suspiro giré la mirada y la enfoqué en la carretera. No culpaba a mi padre por su forma de ser, sabía que así era como lo habían educado pero a veces me hubiera gustado que fuera un poco más cariñoso y se preocupara más por mí; como madre. Ella, cuando el día uno de septiembre se acercaba, nunca paraba quieta hasta que se aseguraba que tenía todo lo necesario para mi nuevo año escolar. Incluso aquel año en el que había cumplido catorce aun continuaba haciéndolo y creía que lo seguiría haciendo hasta que me graduase. Y en parte se lo agradecía pero me hubiera gustado que algo de lo mucho que ella hacía lo hubiera hecho padre.

Frené estos pensamientos cuando noté como el coche estacionaba delante de la puerta de la ya tan conocida estación de King's Cross. Padre me ayudó a descargar el baúl y lo metimos todo en un carrito que fuimos deslizando hasta pararnos entre los andenes nueve y diez. Por el camino vimos como muchos niños seguían emocionados a sus padres, probablemente alumnos que fueran a cursar su primer año en la escuela. En ese momento padre me dio un suave golpe en el hombro y con la cabeza me instó a cruzar el muro de ladrillos. Con decisión deslicé el carrito mientras aceleré con los pies y, en un segundo, noté esa ligera sensación que siempre había recorrido mi cuerpo los años anteriores. Sensación que consiguió calmarme por un momento.

En cuanto mis padres se encontraron a mi lado nos encaminamos hasta las puertas del expreso de Hogwarts mientras veíamos como alguna gente (la mayoría) se apartaba al vernos acercarnos. Odiaba que hicieran eso, la guerra había sucedido hacía tiempo y mi padre no era como mi abuelo. Aún seguía sin comprender por qué le tenían miedo. Sí, era un hombre estricto y no mostraba mucho sus sentimientos pero no era cruel como su padre y creo que madre había conseguido ablandar un poco su corazón. Sin embargo, y aunque no lo hubiera reconocido en voz alta, aún seguía teniendo un poco de miedo a que le recordaran aquellos tiempos y, por eso, tensó la mano que había puesto sobre mi hombro al ver aparecer a los Potter y los Weasley en la estación. Habían pasado veintidós años y aún seguía tensándose al verlos aparecer, al igual que madre. Yo, en cambio, sonreí como no lo había hecho en varios meses al ver aparecer a Albus junto con sus hermanos y sus primos. Parecían felices.

Justo entonces, y para sorpresa de todos, madre, quien trabajó con la tía de Albus en el Ministerio en una ocasión hace algunos meses, se acercó a saludarles. Aunque padre y yo no nos movimos de nuestro sitio, pudimos oír la conversación perfectamente.

—Buenos días, Hermione.

—Buenos días, Astoria. ¿Todo bien?

—Sí, todo bien. ¿Que tal estás tú? Oí que habíais tenido un pequeño accidente.

—¡Oh! Nos es nada. Solo una pequeña herida en el brazo; nada grave. Gracias por preocuparte.

—No es nada. Me alegro de que haya salido todo bien —una vez mas no pude evitar admirar la actitud de mi madre. No estaba cómoda, eso era visible por la posición que adoptaba: barbilla levantada, espalda recta y hombros atrás. Pero, sin embargo, había conseguido dejar eso a un lado y ser cordial con esa familia.

Sin ninguna palabra más madre volvió con nosotros y antes de encaminarnos hacia el interior del expreso padre saludó a la familia con un seco golpe de cabeza y en ese momento vi como el padre de Albus le respondió con otro gesto parecido. Albus me saludó con la mano y me sonrió y yo le correspondí escabulléndome del agarre de padre y yendo a hablar por un momento con él, antes de que padre volviera a buscarme y apoyara la mano en mi hombro instándome a que entrara en el tren. Un instante antes de darme la vuelta nos miramos y ambos entendimos que dejaríamos las largas conversaciones para después, en el tren, cuando estuviéramos solos en el compartimiento.

En cuanto encontramos una de las puertas madre comenzó a darme demasiados besos en mis mejillas, como hacía cuando era pequeño. Mientras me reía intentaba zafarme hasta que, al final, padre la cogió del brazo y ésta se separó. En ese momento padre me tendió la mano y me dedicó una media sonrisa de lado. Sonrisa que, según me había contado madre, era la que la enamoró.

—Ten cuidado, Scorpius.

—Lo tendré, no te preocupes.

—Cuídate y escríbenos cuantas veces quieras. Ya sabes como es tu madre.

—Sí, lo sé.

—Estoy muy orgulloso de ti, hijo.

—Gracias padre.

Con un último apretón por su parte y un par de besos por parte de madre, me subí al tren buscando el compartimiento que siempre había pertenecido a los miembros de la casa Slytherin. A los pocos minutos de haberme sentado después de haber colocado el baúl en los estantes, vi aparecer a Albus, quien comenzó a contarme sus vacaciones en cuanto acomodó sus cosas en el vagón. Al menos, el camino a Hogwarts sería entretenido.


POV Rose

Cogí la jaula con cuidado y la bajé de lo alto del armario.

—Ten papá.

Mi padre cogió la jaula y salió de la habitación.

Este año no íbamos tan apurados de tiempo como otros, por supuesto esto se debía al nuevo horario que había impuesto mamá, aunque tanto papá como Hugo habían hecho de las suyas intentando cambiarlo para poder dormir media hora más.

Metí lo último que me faltaba en el baúl justo a tiempo.

—Va Rose, se nos hace tarde, y tu madre ya está pensando en levantarnos media hora antes la próxima vez, y eso si que no voy a permitirlo.

Rose rió con ganas, y su padre, a la vez que cogía su baúl, también empezó a reírse.

Los dos sabían que si mamá se empeñaba en hacerles levantarse media hora antes, nada ni nadie podrían evitarlo.

—Rose, cariño, ¿lo tienes ya todo? -me preguntó mamá cuando llegamos a la entrada.

—Sí, mamá.

— Pues sube y ayuda a Hugo que seguro que aun no ha acabado ni de vestirse.

Subí de nuevo al primer piso y entré en la habitación de Hugo.

—¡Rose! ¡Ayúdame!

Ropa y libros volaban por la habitación. Hugo los lanzaba al baúl desde todas partes.

Rápidamente me puse a meter las cosas que se desviaban de trayectoria.

—¡Ya está! Gracias Rosie-ro.

—¡No vuelvas a llamarme así!

—Va, si te encanta, si ya lo dice James…

—Mira, otro gilipollas en la familia.

Odiaba que James me llamara así, pero odiaba aun más que mi propio hermano lo hiciese por imitarle.

Aun enfurruñada, le ayudé con su baúl.

Abajo, papá y mamá los iban metiendo en el coche a la vez que discutían.

—¡No vas a embrujar el coche!

—¡Pero, si….!

Callaron al vernos y subimos en silencio.

Papá y mamá discutían por todo, eran así, y según se decía, eran así desde que se conocieron con once años.

—Hugo, ¿tienes ganas de volver a Hogwarts? —le pregunté a mi hermano.

—Claro, ¿tú no?

—La verdad, no lo sé…

Este verano me había divertido mucho, pero aun así, a mi me encantaba Hogwarts, pero algo dentro de mi…

—¡Sé que te gustan Ron, pero no te choques con ellos!

Esto me sacó se mis pensamientos.

—¡No me gustan los bufones!

—Buzones cariño, buzones.

Ya habíamos llegado, así que bajamos y colocamos las cosas en dos carritos.

—Y aun así tarde… —iba murmurando mamá.

King´s Cross estaba abarrotada, como cada uno de septiembre. Magos y brujas aquí y allá se entremezclaban entre los muggles.

Avanzamos con cuidado hasta el andén nueve y tres cuartos y pasamos en orden por la pared de ladrillo.

Rápidamente papá nos guió hasta donde estaban los tíos.

—¡Por fin! —medio chilló tía Ginny.

Nos saludamos todos, obviando a James, y justo cuando acabamos, una mujer se acercó a saludar a mamá.

La tensión invadió a los adultos, y antes de que me diese cuenta alguien me agarró del brazo y me giró.

—Primita, ya ni saludas.

—James.

—Yo mismo.

—Hola.

Por su cara me di cuenta de que mi saludo no le había satisfecho.

—¿Sigues con tus enfados tontos?

Justo cuando iba a contestarle de manera poco adecuada mamá nos interrumpió.

—Se os va a hacer tarde.

Sonriendo, me giré y me dejé abrazar por mamá.

—Te vas a echar muchísimo de menos cariño.

—Y yo a ti mamá, y no te pongas triste, ¡si te quedas con papá y vuestras discusiones!

Reímos y nos volvimos a abrazar.

—Cuídate y estudia.

Nos saltamos y mientras ella fue hacia Hugo yo me sentí atrapada entre unos brazos fuertes.

—¡Papá!

—Cuídate, ¿si?

Le sonreí y tras darle un pequeño beso en la mejilla sentí como Lily tiraba de mi mano, arrastrándome al tren.

—¡Adiós Rosie! —oí que me chillaban tío Harry y tía Ginny.

Al momento de subir el tren arrancó.

—Bueno Lily, voy a buscar a Pippa.


Hasta aquí el prólogo, o presentación de cada uno de los personajes.

Esperamos que no haya resultado lioso tanto punto de vista distinto, pero era necesario. Los capítulos serán cada uno desde el punto de vista de un personaje, si tenéis alguna duda no dudéis en preguntarnos.

Y por último una pequeña advertencia, este fic va a contener incesto, entre primos.

Esperamos que os haya gustado.

Arualle y LainaM.