Capítulo 1: Única oportunidad

Hermoso era el día en aquel reino conocido por diversos lugares como el gran reino de Felinth. El olor de las hierbas, los cálidos rayos del sol y los suaves vientos que acariciaban los cabellos de todos esos habitantes, se podía ver al guardia caminar por sus calles, al panadero haciendo los mejores panes del sitio, al florista quien ya abría con mucho ánimo su tienda; Todos haciendo un labor en ese lugar, buscando una prosperidad para sus vidas.

Entre todos aquellos que formaban parte del lugar, había uno que llamaba mucho la atención, era un hombre alto, fuerte con cabellos negros y hermosos ojos de un color azul rey, no pasaba de los 30 años, aunque su apariencia decía lo contrario.

— Muchas gracias, de verdad me ayudaste — El sonido de un costal caer se escuchó dejando un poco de tierra y polvo en aire— ¿Quieres pasar a tomar algo?
— No sé preocupe, estoy bien— El de ojos azulados tomo su propia manga limpiando un poco de su cara sucia debido al trabajo pesado que hizo.
— Esta bien, pero no te sobre-esfuerces o terminarás con alguna lesión; Tanto tú como Takano se esfuerzan mucho, ¿hay alguna razón? — Preguntó con curiosidad aquel hombre que ahora mismo, sacaba el dinero para pagarle por sus servicios.
— ¿Razón? Puede que haya una— Acepto el dinero que se le ofreció con gratitud. ¿Una razón? Puede que haya una en realidad…una que superaría a cualquier otra— Espero trabajar de nuevo con usted, me retiro
— Ve con cuidado — Dicho esto aquel pelinegro se alejó, caminando por las calles de ese reino prospero.

Aquel hombre era: Yokozawa Takafumi. Siempre había llamado la atención de muchos debido a que su fuerza era casi comparable con la de un guardia real, por su fuerte sentido de la responsabilidad aceptando cualquier trabajo decente que la gente le propusiera, pues al ser hijo único de una pobre campesina que no hace mucho murió, no logro estudiar rebajando su trabajo a solo uno físico; Pero a pesar de eso, era un joven muy inteligente y astuto que resolvía problemas sencillamente.

— Mira, ahí está Yokozawa— Dijo casi en un susurro una de las mujeres del reino a otra. Takafumi también era bastante popular— Da miedo — Debido a su carácter tan poco animado que solía tener cuando trabaja.
— ¿Me hablaban? — Un tono serio se dio en estas palabras al mismo tiempo en que fruncía su ceño, ocasionando un leve temblor en aquellas mujeres.
— ¡N-no!
— ¡Ladrón! ¡Atrapadle, vamos! — Se escucharon pasos correr hacia donde se encontraban aquellos; Un hombre con sus ropas casi completamente rotas, sin calzado y de mirada fiera se dirigía rápidamente hacia donde se encontraba. Al parecer había robado dos pedazos de pan recién horneados.
— ¡Salgan del camino! — Muchos de los presentes obedecieron por miedo a ser heridos, todos menos aquel hombre de cabellos negros que solo cruzo los brazos observando como estaba a punto de encontrarse cara a cara. El ladrón intento rodearlo pero un fuerte brazo le tomo obligándole a detenerse en seco pero por nada soltó aquellos dos panes que eran los causantes de todo— ¡Suéltame! ¡Maldito bastardo!
— ¡Yokozawa! — Tres hombres llegaron con una expresión entre enojo y alivio. El mayor era el panadero y los dos jóvenes eran sus hijos— Gracias por atraparlo, se llevó uno de nuestros mejores panes. Tomaremos la responsabilidad — Hablo el padre de ambos jóvenes.
— Claro… — La mirada azulada observo a detalle a el criminal que se encontraba bajo su resguardo, la forma en que apretaba los dietes casi en desesperación, la forma en que se negaba a soltar el pan que se encontraba fuera de su alcance, las leves lagrimas que amenazaban con salir— … De estos panes son 2 Ryo, ¿Cierto? –La sorpresa no solo fue para los protagonistas de este suceso, sino, también para aquellos espectadores.
— Yokozawa, no tienes por qué pagar por las acciones de este bastardo — El hijo menor se quejó de manera casi exaltada, su rostro mostraba confusión ante sus acciones, tal y como lo haría cualquier persona de 20 años— ¡Él debe pagar sus acciones y…!
— Ryu — La voz serena del hermano mayor detuvo su queja, era más maduro y fuerza considerable, pero le hacía falta el tacto con las personas.
— Aceptaremos el dinero — Hablo finalmente el mayor de todos— Takafumi debe tener una muy buena razón para hacer todo esto — Al ser tomada la decisión, nadie más se atrevió a objetar y todos los mirones se alejaron regresando finalmente a sus vidas. Yokozawa pago el dinero del pan, y dando una reverencia en agradecimiento por su petición tan egoísta, se llevó al hombre sin calzado hasta uno de los callejones, soltándole finalmente.

No hubo más palabras de lo sucedió aquella mañana. El pelinegro fue de trabajo en trabajo ganando la comida que compraría con su esfuerzo, el de ojos azulados terminaba de leer una carta, la tinta se encontraba corrida y apenas se entendía lo que decía, pero no fuer razón para que aquel hombre la guardara nuevamente en un cajón cerrándolo con llave. Un suspiro salió.

La mirada azulada se paseó por la ventana, vivía en una cabaña un poco alejada del pueblo; podía verse como entre la oscuridad y profundidad del bosque las casas ya apagaban sus velas y dormían. No logro evitar que la nostalgia le llegara al recordar los felices momentos de su pasado, una sonrisa semi-amarga apareció en sus labios. Se dirigió a la mesa de madera que ya tenía puesto lo necesario para la cena de aquella noche, todo listo para dos.

— He llegado, Takafumi — La puerta se cerró y dejo ver a un hombre casi tan alto como el pelinegro, sus ojos eran café amargo mientras dejaba lo que era la tela que cubría su espalda en cerca de la chimenea.
— Bienvenido — Respondió mientras le observaba más animado— Siempre llegas tarde. ¿Sabes lo molesto que es esperar a que regreses para cenar? Muero de hambre
— Nadie te ha dicho que esperaras por mí. ¿Acaso eres mi madre?
— Tch, como si fuera a serlo, Masamune — El antes mencionado se dirigió hacia la mesa donde los platos ya estaban preparados. El oji-azul se las había arreglado para que la comida no se enfriara demasiado, y después de bendecir la mesa, ambos tomaron un bocado de aquella tan deliciosa comida.
— Escuche que ayudaste a capturar un ladrón en la mañana
— Tal vez
— Y después pagaste su robo para dejarlo escapar en un callejón
— ¿De verdad? Sí que todo se esparce rápido — Un silencio se formó mientras comían, seguramente era la respuesta de aquel de ojos cafés, una respuesta no satisfecha— De acuerdo. La forma en que se comportaba aquel hombre era diferente a un ladrón— La mirada seguía plantando en él, demostrando que aún no estaba contento — Estaba desesperado, un ladrón cualquiera intentaría salir sin ser visto, pero este hombre corrió con miedo y pavor…como si lo que tomo no fuese para sí mismo
— Y todo eso es una suposición
— Puede
— Eres muy maternal
— Y tu un imbécil — La cena no se alargó, comieron, hablaron, rieron de vez en cuando. La noche atrapo a todos con sus sueños, y las estrellas velaron por las ilusiones de los adultos y pequeños. Un día más de tranquilidad, una noche más en paz.

Hasta que el secreto sea revelado.

¿Por qué debería sentirse de esa manera? Despabilo su cabeza un momento, y fue un grave error, pues imágenes desgarradoras para su ser regresaron. Tomo aire, y dejo saliese en forma de suspiro… eso había quedado en el pasado. Por alguna razón su instinto le advertía que pronto algo catastrófico sucedería, que en poco tiempo todo lo que conocía se incendiaria nuevamente.

No lograba concebir el sueño, solo podía observar a Takano a su lado, dormido pues apenas su trabajo junto al del otro hombre pagaban lo que consumían; la vida es dura. Con cuidado se levantó de los mantos blancos que lo sostenían, camino en silencio hasta llegar a la ventana donde ya la oscuridad se mostraba. En ese momento recordó, como su madre le decía que las estrellas eran los faros de los sueños; y su pecho dolió.

Le tomo unas horas más poder dormir, aunque esta vez fue en la mesa con un vaso de agua a su lado, parecía tranquilo ahora, pero, sin saberlo. Unos ojos ajenos le observaban con frialdad…y una carta en sus manos se encontraba, destinada a Yokozawa Takafumi y con una tinta vieja y algo gastada…su pasado.