Hetalia no me pertenece.
Feliciano es el menor de la familia Vargas, castaño con un rulo sobresaliendo del lado izquierdo de su cabeza y ojos dorados que rara vez abre, tiene una hermana mayor llamada Chiara, una chica de cabello castaño y ojos verdes también con un rulo igual al de su hermano solo que del lado derecho pero más conocida por su temperamento que por su apariencia, un mal temperamento que te hacía sentir miedo; el joven italiano precisamente por eso en esos momentos se encontraba corriendo como alma que lleva el diablo rumbo a su pizzería. A pesar de ser dueño del local, como era un negocio familiar que les había heredado su abuelo a él y a su hermana al decidir que debía jubilarse, su hermana mayor era quien llevaba las riendas del lugar, tenía el puesto de gerente y siempre estaba atenta a todo lo que acontecía ahí, era la encargada cuando su hermano no estaba para vigilar que todo marchara bien, incluso tenía el mando aunque él estuviera cerca; no se quejaba, después de todo eran familia y bien sabía que la familia entre ella se apoya.
Visualizó el local y aumentó la velocidad aún más, si no se apuraba a entrar por la puerta de atrás su sorella lo vería y lo mataría, bueno, quizás no lo mataría solo le reñiría por llegar tarde a su propio negocio y lo obligaría a quedarse hasta tarde acomodando las mesas o limpiando la cocina, lo sabía porque no era la primera vez, ni la segunda, que le sucedía lo mismo. Ya al estar a escasos metros del lugar redujo la velocidad y se dirigió con cuidado a la parte posterior del local, no quería ser visto por nadie y por suerte estaba despejada esa zona, entró silenciosamente y fue a cambiarse de ropa, cuando terminó de colocarse su uniforme fue a la cocina y nada más abriendo un poco la puerta que conectaba la cocina con el área de descanso uno de sus empleados, delató su llegada.
-Oh-dijo un chico de ojos verdes alegre corriendo para abrazarlo-¡Qué bueno que llegas Feli!-exclamó contento el castaño.
-Ciao Antonio-dijo a pesar de que no podía respirar a causa del abrazo que le daba el otro.
-¿Dónde estás estúpido fratello?-se escuchó un grito.
Ambos castaños al escucharlo se sorprendieron, el italiano puso una expresión de miedo y el otro solo sonrió, se abrió la puerta de la cocina revelando así la figura de una mujer que los dos chicos conocían muy bien.
-¿Cómo te atreves a llegar tarde, tonto?-se acercó a ellos y deshizo el abrazo para llevarse consigo a su hermano menor, se lo llevaba a rastras hasta que Antonio, que no entendía nada de la situación, habló.
-¿Ocurre algo Chiara?-preguntó confundido.
-¿Acaso no lo notas bastardo?-le espetó molesta-ha llegado tarde y nos ha dejado todo el trabajo difícil.
-Ah-pronunció entendiendo el ojiverde-, eso no importa ya que tuvimos el lugar para nosotros solos, ¿no crees?-dijo sonriente sin malas intenciones pero la chica se sonrojo a más no poder.
-¡No digas esas cosas que mi tonto fratello lo podría malinterpretar!-gritó enfurecida.
El ojiverde soltó una carcajada, Antonio y Chiara eran novios desde hace dos años, se habían conocido cuando ambos cursaban el instituto, él era popular porque junto a sus amigos eran conocidos como el "Bad Touch Trio" conformado por él, su amigo Francis y su amigo Gilbert, también por siempre tener una sonrisa adornando su rostro y además por tocar la guitarra maravillosamente, se volvieron amigos y con el paso del tiempo su amistad cambió a algo más, el chico de origen español gracias a su habilidad con la guitarra se le declaró a la italiana con una canción y ésta a su manera, con sonrojos e insultos, aceptó ser su novia volviendo sumamente feliz al castaño; por lo visto el chico amaba mucho a la europea o sino no se explicaban como es que podía soportar la actitud de ella, lo que no sabían las personas era que eso es lo que le gustaba más de su pareja.
-Ve~-musitó el italiano ignorando la discusión de novios miró el reloj y al ver qué hora era dio un salto del susto-¡Ya casi es hora sorella!
-Ya lo sé estúpido-contestó Chiara mientras se marchaba a la entrada delantera pero se detuvo antes de salir de la cocina y se giró hacia su familiar-, no creas que te salvaste de ésta, en la noche te quedaras a limpiar la cocina.
Se fue de ahí dejando solos a los dos chicos, el español le sonrió al más bajo y comenzó a preparar las cosas para antes de que llegaran clientes, Feliciano, un poco resignado, empezó a preparar la masa de las pizzas, solo esperaba que fuera un buen día.
. . .
Después de hora y media de haber abierto la pizzería comenzaron a llegar personas y por ende el local se llenó rápidamente, no era para sorprenderse ya que lo que hacían de comer era delicioso y por eso su negocio era muy conocido por todos los que vivían cerca. Iba a ser un día muy largo, de eso se dio cuenta el italiano al ver que en menos de cinco minutos ya tenían ocho órdenes, Antonio y Feliciano hacían las pizzas lo más rápido posible.
-Una de pepperoni y es a domicilio-dijo Chiara mientras dejaba un pedazo de papel con la dirección del pedido anotada.
-Vaya que estamos hasta el tope hoy-reía Antonio para alegrar el ambiente.
-Sí-dijo Feliciano sonriendo.
Saco una pizza del horno y la coloco sobre un cartón, rápidamente el italiano lo doblo hasta que tomo forma de caja, cuando tuvo lista la pizza coloco el ticket de compra arriba de la caja y escribió en él la dirección del pedido.
Puso la pizza junto a otras ya en sus cajas en una mesa que tenía cerca y llamo a uno de los repartidores.
-¡Kiku, aquí están los pedidos listos!-decía el italiano sonriendo.
Entro un chico pelinegro de ojos cafés y agarró las pizzas para poder llevárselas.
-Daré mi mejor esfuerzo, Feliciano-kun-dijo haciendo una reverencia a la vez que se marchaba a entregar los pedidos a su destino.
Cerró tras el la puerta dejando solos a los dos europeos.
-Vaya que se toma las cosas enserio-comento divertido el de ojos verdes.
El otro castaño asintió con una sonrisa, el japonés se tomaba el trabajo enserio, siempre intentaba entregar las pizzas antes de 30 minutos o sino serian gratis, el pelinegro solía decir que si no las entregaba a tiempo perdería su honor, aun recordaba la ocasión en la que no pudo entregarla antes de tiempo y se disculpó con el cliente para después sacar, de quien sabe dónde, una katana y querer apuñalarse con ella, el cliente asustado le imploro que se detuviera y tomara el dinero dejando muy confundido al pobre cliente después de haber presenciado aquello. Desde ese entonces los clientes le habían inventado un lema al japonés: "Si no llega a tiempo la orden, Kiku reestablecerá su honor con su katana"
No pudo evitar reír al recordar cuando Chiara se enteró de eso y por esa misma razón siempre revisaba que el ojicafé no trajera consigo el arma, y por cuestiones de seguridad al otro repartidor, Vash, un rubio de ojos verdes de nacionalidad suiza, también lo revisaban ya que a veces traía con él diversas armas, en ocasiones se preguntaba porque no mejor lo habían contratado como guardia de seguridad porque además también era bueno en técnicas de defensa propia, aunque no habían sufrido ningún asalto allí, uno nunca sabe.
Terminó de preparar varias pizzas y tenía que entregarlas a Chiara para que se los sirviera a los clientes que querían comer ahí mismo, se asomó a la ventanilla y coloco ahí dos pizzas junto a una orden de pan de ajo; miró a todos lados buscando a su hermana, la vio a lo lejos atendiendo a unos clientes.
-¡Sorella, ya está la orden!-gritó Feliciano.
-¡Entrégala tú, estoy ocupada!-le espetó molesta la italiana.
El otro solo soltó un pequeño ve~ en respuesta y salió de la cocina para entregar la comida a las mesas correspondientes, tomo cada bandeja con las ordenes una en cada mano, primero fue a la mesa 2 y después a la mesa 8, cuando acabo de darle a los clientes sus pedidos se dirigió a la cocina pero la ojiverde lo detuvo tomándolo del delantal.
-Tú atiende en la caja registradora, yo me estoy encargando de las mesas-ordenó la mayor de los hermanos.
-Pero sorella…
-Calma Feli-dijo asomándose el español desde la cocina-yo me encargo de la cocina.
Resignado se fue a la caja registradora, comenzó a atender a varias personas, tomaba ordenes, recibía los pagos de las personas y hablaba animado con las chicas que iban a la caja; llegó un momento en el que el lugar comenzó a vaciarse dejando casi la mitad de las mesas desocupadas, ahora podrían relajarse un poco.
-Parece que el día no fuera a acabar ¿cierto?-comenzó la conversación el español asomándose por la ventanilla de la cocina.
El otro castaño asintió con la cabeza, empezaron a hablar para entretenerse un rato ya que no habían llegado clientes, platicaban animadamente hasta que se escuchó el tintineo de la campanilla que estaba en la puerta indicando que alguien había entrado.
-Ve~-dijo el menor volteando hacia la puerta-Bienveni…
No terminó de hablar porque al abrir por unos momentos sus ojos se sorprendió al ver aquella persona, era una chica alta, de eso se dio cuenta de inmediato, tenía un lindo cabello rubio pero corto como el de un hombre, piel pálida y unos ojos azules que lo cautivaron, se parecían al hielo lo que daba la impresión de ser inexpresivos, tenían un aire de misterio y seriedad algo que sorprendió al chico, quien no se había dado cuenta del sonrojo que ahora tenían sus mejillas.
La rubia miraba todo el local como si fuera la primera vez que estuviera ahí, veía el lugar un poco confundida, después de haber visto el lugar como dos veces dirigió sus vista hacia el chico, cuando los orbes azules se encontraron con los orbes dorados, el castaño se sobresaltó, el italiano vio como esa mujer se dirigía hacia él con paso firme, se puso nervioso pero aun así no apartó su vista de la chica. La ojiazul se detuvo enfrente de la caja registradora.
-Guten tag-dijo la rubia formalmente.
El de habla italiana que había estado absorto en sus pensamientos sobre aquella chica al escuchar su voz se sorprendió un poco.
-Ciao bella-contestó alegre como de costumbre-¿Qué deseas ordenar?
La muchacha arqueó una ceja al verlo actuar con ella con tanta familiaridad, no estaba acostumbrada a eso.
-El dos por uno y una orden de papas-dijo ella extendiéndole el dinero con el que iba a pagar.
El mediterráneo cogió el dinero con la mano y lo depositó en la caja registradora para posteriormente darle el ticket y el cambio.
Con cada movimiento que hacía, su rulo se agitaba, en el aire, la de ojos azules veía interesada ese rizo que sobresalía de su cabeza hasta que notó que el chico le estaba extendiendo el ticket con su dinero, lo agarró rápidamente y lo guardó en su pantalón.
-Si gustas esperar sentada-decía sonriendo el europeo señalándole una mesa vacía junto a la ventana.
La blonda asintió y cuando apenas se iba a dirigir a aquella mesa llegó Chiara.
-No puede ser-dijo con cansancio-una patata gigante.
-¿Eh?-pronunció la más alta.
Feliciano veía preocupado la escena, solo esperaba que su hermana no hiciera una escena o algo parecido para no espantar a los clientes o hacer enojar a la otra.
-¿Qué hace aquí una patata?-preguntó molesta la italiana mirándola sin disimulo.
La de orbes azules comenzó a entender a qué iba todo esto pero decidió no decir nada para no darle importancia, se dedicó a ver atenta a la castaña.
-Ve~, sorella-intervino el italiano-no la trates así.
El chico solo recibió una mirada asesina por parte de la mayor, la italiana suspiró fastidiada y se dio la vuelta para irse.
-Che palle, atiéndela rápido para que se largue-decía la ojiverde yéndose de ahí.
La rubia y el chico del rulo se quedaron en el incómodo silencio que se hizo después de que la chica se hubiera ido, la ojiazul lo miró sin expresión alguna.
-Me iré a sentar-dijo señalando la mesa a la que se iba a dirigir momentos antes.
El muchacho rápidamente reaccionó.
-Perdona a mi sorella, ella no es así todo el tiempo, bueno tal vez sí pero…-comenzó a hablar rápidamente haciendo que muy apenas la rubia entendiera lo que decía-solo perdónala-dijo en voz baja con tono derrotado.
-No te preocupes-atinó a responder la mujer, la verdad no sabía que otra cosa poder decirle a ese extraño chico.
Debido a que no tenía nada más que decir se fue a la mesa junto a la ventana, el castaño veía como se fue aquella intrigante fémina, quería poder hablar con ella un poco más, se sentía atraído, sus ojos le habían cautivado de inmediato, era la primera vez que la veía ya que si hubiera venido antes lo recordaría seguramente, una chica como esa no hubiera pasado por desapercibida por el europeo; de pronto tuvo una idea y se dirigió a la cocina por algo.
La mujer de cabellos dorados miraba por la ventana a las personas que pasaban, tenía que esperar un rato por su orden, suspiró un poco cansada, nunca había tenido la oportunidad de conocer personas como las de aquél local, desde la gerente "amigable" hasta ese chico con rulo. Cerró los ojos mientras intentaba relajarse, lo que creía imposible debido a que regresando a casa tenía trabajo que hacer, estaría ocupada todo ese día y aun así su hermano mayor, consiente de eso, la había mandado a comprar la cena en ese lugar, aun recordaba como su consanguíneo le había dicho explícitamente que quería que comprara un par de pizzas de allí porque eran ricas y las hacia un buen amigo suyo y un adorable chico que le dijo le agradaría de seguro. Aunque en realidad no le molestaba tener que comer aquellas pizzas, normalmente su pariente las compraba los fines de semana cuando ella tenía demasiado trabajo como para no poder hacerse cargo de la cena, que era a menudo, debía admitir que estaban deliciosas por lo que no le molestaba ir por unas, se le hacía ridículo haberlas pedido a domicilio cuando su casa no estaba demasiado lejos, aunque pedirlas a domicilio le hubiera ahorrado el estar ahí para continuar con su trabajo restante en casa necesitaba distraerse un poco por el momento. Inconscientemente se llevó una mano a la sien, permaneció así unos segundos hasta que abrió los ojos un poco sorprendida al sentir que colocaban algo sobre su mesa, pudo ver al chico que la había atendido anteriormente dándole una copa de vino, lo miró extrañada, el joven italiano entendió su confusión por lo que se apresuró a hablar.
-Quería pedirle perdón por el comportamiento de mi sorella-dijo sonriendo nervioso.
La blonda miró por unos segundos la copa con vino, dudaba si tomar o no la bebida debido que el trato que le dio la castaña en verdad no le importaba, tenía que lidiar con personas con un humor parecido todo el tiempo en su trabajo por lo que ya se podía decir que estaba acostumbrada, sintió que tenía toda la atención del italiano sobre cada uno de sus movimientos por lo que sintiéndose un poco obligada tomó la copa con una de sus manos.
-No importa-contestó viendo la copa de vino como si fuera lo más interesante en el mundo.
El chico se alegró al escuchar aquello.
-¡Qué bien!-comentó sonriendo aliviado-Soy Feliciano, ¿y tú?-preguntó animado.
-Monika-contestó la otra.
-Lindo nombre, quizás te hayas dado cuenta de que mi sorella y yo somos italianos, ¿de dónde eres?-preguntó sinceramente interesado.
-De Alemania-respondió y después le dio un sorbo a la bebida.
-Oh-pronunció sorprendido-, no te había visto aquí antes, ¿es la primera vez que vienes?
-Ja-asintió la europea-normalmente mi bruder es quien viene a comprar aquí pero me mando a mí esta vez.
-¿Bruder?-preguntó sin entender el castaño.
-Mi hermano-suspiró cansada-, quizás lo conozcas dice que un amigo suyo trabaja aquí.
El italiano intentaba recordar si había alguien parecido a ella pero no obtuvo resultado haciéndolo, no había nadie con los mismos ojos azules ni con sus mismas facciones o color de cabello ni con su tono de piel.
-No creo conocerlo-puso expresión triste pero al instante la cambio por una sonrisa-pero me alegra poder conocerte a ti.
El peli marrón lo dijo con tanta naturalidad que a la germana además de desconcertarla le dio la sensación de que el chico tomaba confianza rápidamente con los desconocidos, apenas iba a responder a su comentario cuando sonó la campanilla desde la ventanilla que unía con la cocina.
-¡El dos por uno y papas para la chica con la que está Feli!-gritaba alegre el español con la orden en sus manos sin darse cuenta de que podría estar arruinándole el momento al menor de los italianos, claro que si es que lo había.
El joven con rulo un poco desilusionado porque la chica ya se iría miraba al ojiverde con un puchero, en serio quería seguir charlando con ella un poquito más, la centroeuropea se iba a levantar para ir por su pedido pero el italiano fue más rápido que ella; el de habla italiana cogió las pizzas y las papas que había ordenado anteriormente la mujer y agregó a su orden una bolsa con pan de ajo y se las llevó a su mesa.
-Cortesía de la casa-le sonrió amablemente a la rubia.
La de orbes azules parpadeó varias veces y tomó su pedido para ya irse no sin antes despedirse del europeo.
-Auf Wiedersehen.
-Espero verte pronto bella~-exclamó contento el chico.
-G-gracias-salió rápidamente del local la blonda, lo dijo agradeciendo por el pan gratis y en parte por el cumplido que le había hecho el muchacho, cumplido el cual había hecho Feliciano sin percatarse del efecto que obtuvo en ella: un lindo sonrojo en sus blancas mejillas.
Se le acercó el español por la espalda al menor.
-¿Qué tanto miras Feli?-le preguntó el de orbes verdes al encontrarlo con expresión soñadora mirando la puerta.
-Vuelve a la cocina bastardo-le ordenó Chiara a su pareja empujándolo hacia el interior de la cocina dejando solo así a su hermano.
Feliciano sonrió bobalicón, no le importaba si ahora en la noche tenía que quedarse a limpiar la cocina, el tiempo se le iría volando pensando en esa linda rubia, de repente había tenido la idea de agregar platillos al menú, platillos italianos con un toque alemán, sería una combinación interesante al parecer.
Hola, si se preguntan cómo surgió este fic es porque un viernes por la noche comiendo pizza mi hermana me pregunto: ¿te imaginas si Feliciano hiciera una pizza con wurst?, y después de platicar que pasaría si eso ocurriera nació este fic.
La idea principal del fic (además del romance) es que durante la historia Feliciano intentara hacer varias recetas combinando lo italiano con lo alemán y se las mostrara a Monika, también como se irán conociendo ellos.
También tengo pensado incluir unos extras que tratarían sobre los que trabajan en la pizzería, por ejemplo en la sección de los repartidores pondría cuando Kiku saca su katana frente a los clientes como se mencionó en el capítulo, pero ustedes deciden si incluyo los extras o no, en todo caso de que quieran que los incluya los subiría cad capítulos, así que si los quieren me avisan ;D
Si les gusto, tienen una sugerencia o lo que sea háganmelo saber con un review.
Hasta la próxima.
