Bueno esta es la nueva versión, espero le deis una oportunidad, sino os gusta decídmelo porfavor.

¿Dónde estamos?, ¿Qué hacéis aquí?, Qué locura:

Antes de comenzar a leer, os aviso que "OPV" Significa; Otro personaje, Otro punto de vista.

Capítulo 1:

Caminaba por una de las calles que conformaban el callejón Diagon, se encontraba dando un paseo, a la espera de que alguna de sus amigas llegara. Había quedado con ellas en la heladería, pero lo cierto era que aún quedaba un buen rato para ello.

Pero sus padres eran demasiado entusiasta, y les encantaba poder acceder al callejón Diagon y eso solo era posible si la acompañaban a ella a comprar sus cosas. Ahora estaban ambos cada cual a un lado de ella, contemplando escaparates con sumo interés. Era curioso verlos comportarse igual que sus compañeros magos, cuando encontraban algo interesante.

Al pasar por una tienda que parecía ser un anticuario, se detuvo. Sus ojos se posaron en una pequeña esfera plateada. La verdad es que era sumamente hermosa, nunca antes había visto una cosa así.

Se acercó a leer lo que traía escrito, mientras sentía que su madre se detenía y le decía:

-¿Qué miras tan interesada?

Ella señalo la pequeña esfera y su madre sonrió:

-Es preciosa sin duda. ¿Está hecha de plata?

Ella asintió:

-Al menos eso dice la etiqueta.

-Y su precio. – escuchó que decía su padre, a la par que lo señalaba: -Me temo que no tenemos mucho dinero para gastar querida. Y eso la verdad es que se sale de mi presupuesto por mucho.

-No te preocupes papa, solo lo estaba mirando nada más. Es curiosidad, no había visto eso en mi vida.

Su padre asintió a sus palabras y sin más comenzó a caminar, su madre por otra parte miraba la esfera aún:

-Tienes buen gusto para las joyas hija.

Sin más ella se fue y caminó al lado de su esposo, le echó una última mirada a la esfera y tras sonreír de medio lado se alejó del escaparate.

"OPV"

A la par que ella se alejaba del escaparate, un joven que se encontraba apoyado en la pared contraría y la observaba sonrió. ¿Así que la inalcanzable deseaba algo que no podía conseguir?

Observó como ella se alejaba y centró su mirada en el escaparate, se alejó de la pared y sacando ambas manos de sus bolsillos, se acercó al mismo escaparate que ella había estado observando.

Sus ojos, no tardaron en localizar lo que ella tanto había estado mirando, era una esfera plateada, parecía tener grabados unos dibujos en ella, y era evidente que llamaba la atención.

Miró la etiqueta y sonrió, podía comprarlo sin problemas. Miró una vez más hacía la joven y sus padres y se decidió:

Al abrir la puerta se escuchó un tintineo, eso le extrañó, era la primera vez que veía una cosa así en el callejón Diagon, formo una media sonrisa y espero. Enseguida apareció ante él una mujer de mirada serena.

-¿Puedo ayudarlo en algo joven?

Él sonrió de medio lado y asintió:

-Eso espero. Deseaba comprar la pequeña esfera que se encuentra en el escaparate.

-No es algo que tú puedas llevar.

Reclamó la mujer, él soltó una risa cargada de diversión, lo que provocó que la mujer lo mirada de forma acusadora:

-Y le puedo asegurar que no seré yo quien la lleve. Ahí una joven que desea tenerla.

-Me parece que no me has entendido muchacho. Esa esfera elige por ella misma quien la porta.

Este la miró un tanto extrañado, después miró hacía la esfera y dijo:

-Pues tenemos un problema. Yo la quiero para otra persona. ¿Cómo sabremos si la quiere o no?

-Que venga ella a comprarla.

-¿Sabe usted lo que es un regalo?

Preguntó este comenzando a enfadarse. La mujer lo miró indignada y se cruzó de brazos:

-Por supuesto que lo sé. Si ella quisiera pertenecer a esa joven a la que usted quiere regalársela, el precio sería algo que ella podría adquirir.

-Y es que puede.

Mintió descaradamente el chico. Ella lo miró molesta:

-Sé perfectamente que no es así.

-Puede, porque yo puedo pagarlo. Esa esfera es para ella, y si yo se la regalo, es evidente que el precio está adecuadamente. Si no quisiera pertenecer a ella, no tendría un precio asequible para mí tampoco.

Razonó este, la dependienta lo miró por unos momentos y después fijó su vista en la esfera:

-Muy bien comprobemos esa teoría. Acércate a ella, si te permite que la cojas, será claro que es para ella. Si por el contrario no es así, desistirás y te marcharás.

Él sonrió. Caminó hasta el escaparate y tras mirar a la mujer una vez más, alargó la mano hacía la esfera. Enseguida esta brilló por unos segundos, para después detenerse.

Se giró a mirar a la mujer y abrió su mano, en ella descansaba la esfera y brillaba con una pequeña luz propia.

La dependienta asintió, dio media vuelta y se colocó tras el mostrador. Una vez allí, sacó una bolsita de terciopelo de color verde jade y de la misma, una pequeña cajita cuadrada. Él se acercó al mostrador y entregó la esfera, la mujer la cogió, colocó la misma en una cadena y seguidamente en la cajita. Metió unos cuantos papeles y la cerró:

-Debe leer atentamente todas las indicaciones. Además de no perderla nunca. Esta esfera es muy especial, nadie más que ella podrá portarla. Indíquele que la limpie tal y como está especificado.

Este asintió, vio como ella guardaba la cajita en la bolsita de terciopelo y tras cerrarla se la tendió. Él, sacó el dinero necesario de su bolsillo y se lo entregó.

Justo cuando iba a coger la bolsita la mujer atrapó su mano. Sus ojos y los de ella se encontraron por unos segundos:

-No permitas que ella juegue con lo que no debe. No sé porqué la esfera la a elegido, pero puede que se arrepienta de poseerla.

-¿Es peligrosa?

La mujer formó una sonrisa misteriosa en sus labios y sus ojos brillaron por un pequeño intervalo de tiempo:

-¿Hay algo que no lo sea?, en las manos equivocadas puede ser nefasta.

La mujer soltó su agarre y sin más se marchó dejando a este allí plantado mirando la bolsita con ciertas dudas. Miró una vez más al lugar por donde se había marchado la mujer y frunció el ceño: ¿Quién se creía para asustarlo?

Guardó la bolsita en uno de los bolsillos de su pantalón y se marchó de allí. Al llegar a la calle principal del callejón Diagon, repasó el mismo con la mirada:

-Oye, estamos aquí.

Enseguida reconoció la voz que lo llamaba, sonrió y caminó hacía el lugar donde lo esperaban:

-Llegas tarde.

-Sabes que me gusta hacerte desesperar.

Su amigo frunció el ceño ante esa contestación, más luego sonrió. Sin más se sentó a la mesa y así comenzaron a hablar de cosas triviales y sin importancia, al día siguiente, todos tendrían que volver una vez más a su rutina.

"OPV"

-La esfera ha sido comprada.

Su voz sonó monótona, la persona a su lado lo miró desconcertada:

-¿Por quién?

-Eso, querida Minerva, es lo más curioso de todo. Uno de nuestros alumnos.

-¿Alumnos?, creía que la esfera solo podía poseerla una mujer.

-Al parecer, este en particular es todo un caballero. Lo quiere para regalárselo a la indicada.

-¿Y quién es ella Dumbledore?

El hombre miró la nota y después frunció el ceño molesto:

-Me temo que eso es impredecible Minerva.

-¿Impredecible Albus?

Este asintió, y después miró la nota en sus manos:

-Sí, tendremos que esperar.

-Pero Dumbledore si esperamos, quizás pase algo y no podremos intervenir.

-¿Y si no debemos intervenir Minerva?

-Tú siempre has dicho que…

-Yo también me equivoco a veces. De todas formas, no creo que pase nada. Hace mucho tiempo que nadie la activa, estoy seguro de que no sucederá ahora.

-No lo comprendes Dumbledore. En estos momentos esa esfera es un peligro, y más que se encuentre entre nuestros alumnos, ¿qué pasa si quien lo adquiere pertenece a los seguidores de Voldemort?

-Que así lo ha deseado ella. De todas formas Minerva, el que la esfera se encuentre entre estas cuatro paredes lo único que hace es beneficiarnos.

Minerva McGonagall frunció el ceño, no estaba para nada de acuerdo con esas palabras:

-Me parece que no te estás percatando del peligro que…

-Eres tú la que no lo está viendo desde el ángulo adecuado Minerva. Sé que alumno la tiene, podré controlar a quien se la entrega, por lo que podré vigilar a la chica en cuestión. Si vigilo a la chica, vigilo también la esfera. En cuanto eso suceda Minerva, nada podrá alejar a la misma de mí.

Minerva miró unos momentos los ojos azules de Albus Dumbledore y tras meditarlo unos momentos susurró:

-¿Y si ella no pertenece a nuestro mundo Dumbledore?

-Entonces él tampoco la tendrá.

No dijo nada más, se alejó de ella y se dirigió a su despacho, necesitaba pensar en las posibles candidatas. ¿A quién querría entregar ese presente?

"OPV"

El sonido que advertía el hecho de que ya había llegado la hora de la despedida se hizo presente:

-Cuídate mucho querida. Por favor ten mucho cuidado.

-Sabes que siempre lo tengo.

-¿Te veré en vacaciones?

-Lo más seguro es que así sea, pero no puedo asegurártelo del todo.

Su madre asintió a sus palabras. Sin más se despidieron con un fuerte abrazo:

-No te olvides de escribirnos.

Escuchó que le decía su padre, ella sonrió de medio lado:

-Puedes apostar por ello.

Su padre sonrió de medio lado y asintió a sus palabras. Tras un beso de este, un fuerte abrazo y alguna advertencia contra los chicos, su padre la dejó marchar:

-No lo olvides, si algún desalmado te hace algo…

-Recibirá su merecido, de eso no tenga ninguna duda señor.

Ella se giró al escuchar esa voz y sonrió de medio lado:

-¿Lista?

-Puedes apostar por ello. Este año no será como los demás.

Ella y su mejor amiga entraron juntas en el tren.

El viaje fue tranquilo, recibieron las típicas visitas de sus compañeros y alguna otra visita poco deseable, más el viaje se le hizo muy corto. Ese sería el último primer viaje de llegada. Ante ella se vio imponente como siempre y rodeado de belleza el castillo de Hogwarts.

Sonrió, una vez más estaba allí. Los recibieron los carruajes y no tardaron en encontrarse sentados en la mesa de su casa. Su mirada repasó todo el lugar, cuando localizó lo que buscaba, se sorprendió al comprobar que también era observada.

Apartó su mirada y la fijó en la mesa de profesores, el proceso de selección había dado comienzo. La cena una vez más fue tranquila y copiosa. Cuando se sintió llena se puso en pie. Debía ejercer sus funciones.

Condujo a los alumnos a sus casas con ayuda de los Prefectos, y cuando ya todo estuvo hecho se marchó a su habitación. Una vez en esta se acercó a su cama. Estaba por tirarse en la misma, cuando sus ojos se toparon con una pequeña bolsita de terciopelo y una nota:

-¿Qué…?- miró a su alrededor y al ver que no había nadie frunció el ceño, una pequeña ráfaga de aire entró por la ventana y no dudo en cerrarla. Cogió la pequeña bolsita entre sus manos y se sentó en la cama.

Abrió el pergamino y comenzó a leer:

"Espero disfrutes de este presente, lee atentamente las indicaciones, es importante.

Tuyo siempre"

No había firma alguna, frunció el ceño extrañada y tiró del cordón negro de la bolsita, que dejó caer una pequeña cajita negra. La abrió y se quedó unos momentos helada en el lugar:

¿Cómo demonios había llegado esa esfera a sus manos?, y lo peor, ¿quién podría saber que deseaba tenerla?

El miedo la embargó por unos momentos, ¿acaso la habían estado siguiendo?

Volvió a leer la dedicatoria con interés, más no reconoció la letra. Con cuidado cogió la esfera y la sostuvo entre sus dedos, la acarició lentamente y esta brilló de forma tenue.

No pudo evitar que una pequeña sonrisa se hiciera visible en sus labios. Era realmente hermosa. Se puso el colgante y se acercó al espejo.

En cuanto estuvo enfrente miró la pequeña esfera fijamente, la volvió a atrapar entre sus manos y se la acercó a los labios. Poso un suave beso en la misma y susurró:

-Gracias.

Cuando soltó la pequeña esfera, se sorprendió al descubrir que en esta se había grabado la primera letra de su nombre:

L.

"OPV"

Ya era de noche y le tocaba ronda, se dirigió a la torre de astronomía, la verdad es que ese era su primer lugar de búsqueda, porque siempre había alguien por allí.

Cuando llegó escuchó unas risas, sin duda había llegado la hora de quitar puntos a alguna casa.

Abrió la puerta de la torre sin más y se quedó helada, ¿no había escuchado risas en ese lugar hacía un momento?

Entró en las estancia y miró por todo el lugar con cuidado, sintió un escalofrío, sin duda alguien la estaban observando, pero, ¿quién?, ¿Y dónde se estaba escondiendo?

Un pequeño resplandor le llamó la atención, se acercó a la ventana del lugar y se quedó mirando la Luna con sumo interés.

Era una medio Luna, casi perfecta, su brillo la hizo sonreír. Escuchó una respiración en el lugar y se giró asustada, ¿sería Pevees?, ¿algún fantasma?

Un cosquilleo de adrenalina la recorrió:

-¿Hay alguien ahí?

No recibió ninguna respuesta, estaba por marcharse cuando se escuchó un fuerte golpe, se giró y se quedó unos momentos congelada, ¿de dónde habían salido ahora esos?, ¿es que había un pasadizo secreto por allí?

-Mira que resultas ser torpe.

-No es culpa mía. Éramos demasiados.

-Si claro.

-¿Alice?

Su mejor amiga se giró con una pequeña sonrisa de culpabilidad reflejada en su rostro:

-Hola. Solo estábamos mirando las estrellas nada más.

-Seguro que sí. –Respondió molesta con su mejor amiga.

-Está diciendo la verdad.

Ella frunció el ceño y no dijo nada, la verdad es que le importaba bien poco:

-Cinco puntos menos para Gryffindor por cada uno.

Se giró para marcharse, más todos ellos comenzaron a protestar, rápidamente la rodearon y comenzaron a pedir que no hiciera tal cosa. Más ella no desistió.

Lentamente comenzaron a bromear y ella no pudo evitar dejarse arrastrar por su mejor amiga. Estaba a punto de echarse a reír, cuando una nube tapó la Luna y un poco de aire entró por la ventana.

Un escalofrío la recorrió, cerró un momento los ojos y algo pareció golpearla de lleno, la imagen de dos jóvenes, una parecía estar rezando de forma muggle y lloraba como nunca antes había visto a alguien llorar.

La otra respiraba con dificultad y la sorpresa se descubría en su rostro.

-¿Qué está pasando?

-Es la esfera.

-¿De qué estás hablando?, es solo una joya.

-No lo es, ¿no ves como brilla?

Sintió una sacudida, y cuando quiso abrir los ojos se quedó helada y sumamente sorprendida al descubrir ante ella a una de las chicas a la que había vislumbrado.

De repente se sintió muy cansada, se llevó una de sus manos hacía el cuello, más no pudo aferrar su esfera y comenzó a caer en una inconsciencia absoluta.

"OPV"

Por su rostro no paraban de correr lágrimas y más lágrimas. Su carrera era desesperada y lenta, pero eso podía remediarlo.

Abrazó con fuerza a la pequeña y cuando estuvo en el interior del bosque de Dean se detuvo.

-¿Qué pasa?

-Escúchame pequeña, quiero que protejas esto con tu vida misma. –Cogió la cadena que tenía al cuello y que en una ocasión, hacía ya trece años, otra persona había deslizado del mismo modo por el cuello de otra persona muy especial y se la colocó a la pequeña.

-Pero, siempre me dicen que no debo tocarla, me tienen prohibido…

-Sé lo que te tenemos prohibido y lo que no, pero mira pequeña, ella te ha elegido a ti. Quiere estar contigo. Eres su guardiana, y antes que tú y que tu madre, lo fue tú abuela.

Quiero que corras mi pequeña, que corras como nunca antes lo has hecho, ¿recuerdas lo que tu padre siempre te decía del bosque de Dean?

La niña asintió a sus palabras, ella, podía ver el miedo reflejado en sus ojos. La pequeña se mordió los labios con fuerza, era una niña fuerte, sin duda ella podría conseguirlo.

-Muy bien pues quiero que te aferres a lo que el bosque esconde con todas tus fuerzas. Eso te llevará a la salvación. Cuando estés allí, entrega esta carta a quien te reciba mi niña. Ahora corre, corre y no mires atrás, si todo sale bien me encontraré de nuevo contigo.

Sin más empujó a la niña lejos de ella y la vio correr con todas sus fuerzas.

"OPV"

Correr, correr, no mirar atrás, ese era su deber, no mirar, no pensar y escapar.

Su padre siempre le había dicho que ella no tuviese miedo de nada, ¿por qué entonces debía ahora huir?, ¿Y cómo paraba el miedo que la embargaba?

No sabía como había podido pasar todo aquello, solo sabía que nada ni nadie debía de cogerla. Aferró entre sus manos la esfera plateada que su tía le había entregado y la miró sin dejar de correr, ¿por qué su madre se la había dado?

Sorprendida, vio como esta brillaba un poco y la letra que antes se distinguía con claridad cambiaba. Abrió los ojos al máximo sin poder creérselo, al ver que ahora era la primera letra de su nombre:

L.

¿Por qué?, ¿qué estaba pasando?, de repente un haz de luz violáceo pasó cerca de ella e impactó contra uno de los árboles. Asustada, miró hacía atrás.

Tres o cuatro individuos corrían hacía ella, ¿de dónde había salido ese resplandor?

-Corre, corre la niñita, por el bosque, de los lobos. Corre, corre, la pequeña, bastarda sangre sucia, que no podrá escapar.

Una voz chillona, entonaba esas palabras como si fuera una canción, el miedo la recorrió aún más cuando otro haz de luz pasó por su otro lado. ¿De dónde salían?, Ante ella se presentó el claro del que su padre siempre le hablaba.

El claro cargado de sueños y esperanzas. Su padre y su madre, a pesar de ser muy listos y sumamente capaces, eran de esas personas que creían en cosas absurdas.

Desde muy pequeña le contaban historias, ella amaba las mismas, no por que eran del género de la fantasía, sino porque cuando escuchaba a alguno contarlas, era realmente genial. Lo contaban de forma tan realista que a ella no podían más que encantarle.

-No podrás escapar, no te dejaremos huir, esa esfera, pequeña, nos pertenecerá.

Siempre había sido muy buena en la educación física, su madre siempre decía que eso era cosa de su padre, que ella para todo eso era un sumo desastre.

Corrió la distancia que le quedaba hasta alcanzar el claro y de detuvo justo en el centro.

Intentó recordar las historias que su padre le contaba, sintiéndose una niña tonta, ¿qué le iba a ayudar un cuento absurdo?, ¿Por qué la perseguían?, ¿Dónde estaban sus padres?, ¿Por qué su tía la había sacado de allí?, ¿Dónde estaba ahora su tía?

-¿Ya te cansaste de correr?, eso está muy bien.

Ante ella apareció una mujer de cabello negro terriblemente erizado y enredado. Sus ojos grises los tenía fijos en ella, y no podía dejar de notar que aparentaba estar loca.

-Te han ocultado muy bien, un trabajo extraordinario. Pero no era para menos, después de todo esa estúpida sabía lo que se hacía.

Ella no entendía nada, y solo intentaba con desesperación recordar la historia al completo, la dichosa palabra que se supone la salvaría:

¿Cuál era la famosa palabra que debía gritar?

-Huart, no, Hegruat, no, ¿cómo demonios era?

-¿Qué susurras niña?, creo que lo mejor será acabar con esto ya, danos eso que tanto deseas proteger.

Ella miró a la mujer y agarró con fuerza la esfera entre su mano. La mujer formó una sonrisa socarrona en su rostro:

-Así, que hay la ocultas. Pues todo sea arrebatártela. Accio…

-Así no conseguirás nada, te advertí que la esfera solo se queda con su dueña, a no ser que esta…

-Eso también se puede solucionar.

Ella no dejaba de susurrar palabras y más palabras en la línea de la que intentaba recordar con todas sus fuerzas. Pero no lo conseguía, frustrada y con miedo, dejó escapar unas cuantas lágrimas de sus ojos.

-¿Estás llorando niña?, pero si aún no he empezado, te daré una razón para llorar de verdad. Crucius.

La mujer había levantado un palo que sostenía y la había apuntado con la misma, cuando un haz de luz salió del mismo, la dejó paralizada por unos segundos, sin embargo, actuó por instinto y se apartó con rapidez. El rayo rojo golpeó contra uno de los sujetos que se encontraba a su espalda y al cual no había notado, mientras que ella caía al suelo, se giró desde donde estaba al escuchar gritos por parte de ese sujeto. Lo vio retorcerse de dolor en el suelo, escuchó sus gritos desesperados y ella palideció:

-¿Qué…?

La sorpresa y el miedo se reflejaban en su mirada, ¿qué era todo aquello?, ¿Cómo era posible que de un palo saliera tal cosa?

Una vez más buscó con desesperación la palabra, y dijo algunas en voz más alta, el miedo no la dejaba reaccionar de otra forma que gritando:

-Hugart, Higwart.

-Maldita niña, deja de decir Hogwarts, allí no hay nada que te pueda ayudar.

Ella abrió los ojos al máximo al escuchar esa palabra, la palabra. Miró al individuo que se la había facilitado y de forma ingenua le dedico una sonrisa y dijo:

-Gracias. HOGWARTS.

Una luz, cegadora, hizo volar a todos los que la envolvían lejos de ella, y de repente sintió una sacudida en todo el cuerpo. Estaba recuperándose de la falta de aire, cuando dio contra algo duro. El dolor en el trasero fue bastante fuerte, más no le dio importancia, ¿cómo demonios era que se encontraba ahora en una extraña sala?

-¿Qué haces tú aquí?

Había sorpresa en la voz de su tío, y ella por su parte lo miró de la misma manera:

-Tío, la tita me mandó correr y alejarme, me dijo que corriera al claro de Dean y que hiciera lo que mi padre me había contado tantas veces.

Había gente extraña, una mujer y otros más, todos vestidos de negro, yo, hice lo que me pidieron y aparecí….

-¿De negro?, ¿Una mujer?

El miedo se notaba a leguas en la voz de su tío y ella comenzó a llorar;

-Sí, sí, decían que querían matarme, querían la esfera de mama.

Se la mostró y él se acercó a ella, miró la misma y abrió los ojos con suma sorpresa.

-La letra ha cambiado.

Ella asintió, sacó el trozo de papel que su tía le había dado e iba a tendérselo, cuando de repente, sintió que todo su cuerpo se tensaba.

-¿Qué…?

No pudo decir nada más, la esfera brilló con fuerza y pudo distinguir como su tío se acercaba a ella e intentaba aferrarla por la mano, más aunque sintió el roce de sus dedos, no consiguió aferrarla.

Cerró los ojos unos segundos y dos imágenes igual de rápidas aparecieron ante sus ojos, una joven de mirada seria, y seguidamente una que rezaba con lágrimas en sus ojos. Sintió una punzada de tristeza recorrerla y sin poder aguantar esa última imagen abrió los ojos.

Lentamente pero sin pausa, la imagen ante ella se fue trasformando, era la misma sala, era exactamente igual, salvo por que ahora su tío no estaba allí. Ahora ante ella e igual de sorprendida y trastornada se encontraba una muchacha de unos diecisiete años. La misma de mirada seria, ambas se miraron por unos momentos, ella intentó aferrarse a la esfera de su madre, rogando porque la protegiera, no obstante no llegó a cogerla y cayeron inconscientes en el acto.

"OPV"

Abrió y cerró los ojos, totalmente extrañado. ¿Qué se supone que estaba pasando allí?

Él, solo había asistido a ese lugar para escapar de la gran fiesta de bienvenida de cada año. Una fiesta oscura, y casi sin asistencia. Habían sido muy pocos los que habían optado por regresar a Hogwarts.

Pues a pesar de lo que todo el mundo pudiera creer en el pasado, Hogwarts, ya no era un lugar seguro. Y mucho menos para los hijos de muggles o sangre mestiza. Había decidido ir a la torre de astronomía, con el deseo de poder huir de todo un poco, quizás desde allí podría pensar. Que no olvidar.

Él nunca podría olvidar, y precisamente esa torre era la responsable de que no lo consiguiera. Odiaba pensar en la noche que se convirtió en cómplice de asesinato, ¿qué lo había llevado a hacer todo lo que hizo el año anterior?

El miedo y la cobardía.

Se encontraba mirando el cielo tormentoso, cuando un resplandor cegador lo había hecho girarse. Ante él y de la nada, habían aparecido un grupo de chicos, y tres chicas.

Casi a sus pies, había caído la menor de las tres. No podía contar con más de once años, sería una alumna de primer año. Estaba por hablar, cuando las únicas despiertas de todos los que se acababan de aparecer, cayeron inconscientes.

Con cautela y desconfianza, tal y como era por naturaleza, se acercó a la pequeña, esta sostenía en sus manos un pergamino. Con cuidado y cierto miedo de despertarla antes de tiempo, cogió el pergamino entre sus manos.

Miró primero a la pequeña, contaba con un cabello fino, no podía identificar el color del mismo, solo podía fijarse en que lo llevaba corto y ondulado en ciertas partes. Sin duda provenía de familia muggle. O esa era su primera impresión.

Miró ahora el pergamino que sostenía y se quedó estático en el lugar, en este rezaba:

"Para Draco Malfoy"

Miró el pergamino y a la chica, ahora con desconcierto e interés. Abrió el pergamino, reconociendo el sello de su familia. Cuando lo abrió comenzó a leer.

A cada frase que leía, más estupefacto se quedaba, ni que decir era que todo eso tenía que ser una broma. Sus ojos viajaban del pergamino a la niña, y de regreso al pergamino.

Leyó una vez más la última frase, sin poder llegar a creerse nada de todo aquello:

-Amor, por favor, no dejes de cumplir la promesa que hicimos. Siempre te querré no lo olvides, cuida de los gemelos. Tuya siempre.

G.M

Pd: Recuerda que la pequeña Luna, no sabe nada, como su tito favorito has de guiarla en todo lo que puedas.

No pudo reprimir una carcajada cargada de ironía y de cierto miedo. ¿Cómo demonios iba a ser el tío de esa niña?, ¿Quién era G.M?, ¿De qué promesa le hablaba?

Con muchas dudas e intentando que todo encajara, volvió a releer la nota desde el principio. No obstante a mitad de la misma, dejó caer el pergamino al suelo, ¿qué estaba pasando?, ¿Qué significaba todo eso?

Se acercó a la niña y rozó su cabello, lo apartó de su rostro y frunció el ceño. Apartó la mano y comenzó a alejarse, lo mejor era llamar a McGonagall y a Snape. Ellos sabrían que era lo que había que hacer y sobre todo que era lo que había pasado.

Estaba por levantarse cuando la niña despertó gritando. Algo en él lo hizo girarse con rapidez para verla mejor:

-¿Qué se supone que te pasa?

Cuando ella escuchó su voz, fijó sus ojos en él. Se quedó helado en el sitio sin poder moverse, ¿qué…?

-Tío Draco.

Sin más la niña se lanzó a sus brazos, y se refugió en su pecho.

-¿De qué estás hablando niña?

-Lo siento, lo siento tanto, no sé que me pasó, yo… entraron en casa y escuché muchos ruidos, mama y la tita, me llevaron a la cocina, la tita me sacó, me dejó en el bosque de Dean. No sé que querían, pero me cogieron, mi padre me contó infinidad de historias sobre cosas increíbles. Pero siempre pensé que eran mentiras, historias para los niños. Pero esa mujer, esa horrible mujer, hizo salir de un palito de madera un haz de luz.

No había visto algo así antes.

La niña se estremeció en sus brazos, mientras que él, no entendía nada de nada.

De forma inconsciente y sin ser capaz a entenderse a sí mismo abrazó a la niña entre sus manos. Cerró los ojos por un segundo y suspiró, ¿qué debía hacer?

-No me dejes, por favor no me abandones.

Dentro de él, algo superior, lo hizo aferrarse a ella, sentía su miedo, un miedo que él mismo había experimentado de niño. Miedo a quedarse solo.

-No lo haré, a pesar de todo no lo haré. Esperemos que esto no me traiga problemas.

Sin más, miró el pergamino ahora de nuevo en sus manos, debía ocultarlo, tenía que hacer lo posible por proteger a esa pequeña, y la única manera era que nadie supiera quien era ella.

-¿Cuál es tú nombre completo?

-Luna Evans.

Se quedó parado en seco y se separó de ella un momento, la miró de arriba abajo y fijó sus ojos en ella. ¿Qué demonios estaba pasando?

-¿Por qué aparentas tener diecisiete años Tío Draco?

-¿Aparento?, Luna, tengo diecisiete años. No sé como lo has hecho, pero, te encuentras en Hogwarts, es un colegio, y bueno, has viajado a mi séptimo año de escuela.

-¿Qué?, ¿Cómo demonios voy a haber viajado hasta aquí?, Eso es imposible, sería cosa de…-La niña se quedó cayada unos momentos y tras un segundo, susurró: -¿Hogwarts?

Él asintió a su pregunta y declaró:

-Pero no has viajado sola, ellos han venido contigo. ¿Quiénes son?

Señalo a los demás ocupantes de la torre y la niña miró hacía ese lugar. Los miró por encima y luego lo miró a él:

-No sé quienes son, no los había visto en mi vida.

Draco se tensó, pero no le demostró nada a Luna. Sonrió forzadamente y la alejó de los otros, caminó hacía ellos y los examinó detenidamente.

Se quedó parado durante unos segundos, ¿qué hacía Potter ahí tirado?, miró de reojo a la niña y después a San Potter, tenía la apariencia de diecisiete años, por lo que no podía ser lo que él se estaba imaginando.

Dio unos pasos hacía atrás, cuando todos comenzaron a dar ciertas señales de moverse, fue el momento en que hizo acto de presencia otra persona más en la torre.

Sin saber muy bien el motivo escondió a la niña entre él y la pared.

-¿Qué haces aquí?, Deberías estar abajo con los demás.

-Eso podría preguntarlo yo.

-Soy el director de esta escuela, puedo hacer lo que se me antoje.

Draco, formó una sonrisita maliciosa en su rostro:

-Director solo porque asesinaste al anterior. Para mí serás siempre Severus Snape, el asesino.

Recibió un fuerte golpe en el rostro, y sintió que el labio le sangraba. Sintió que la niña a sus espaldas intentaba salir, y él se lo impidió. No, este no podía verla.

-Mejor vete a tu sala común. Procura que no te vea cerca.

-Será todo un honor.

Este se giró, y Draco, obligó a Luna a abandonar la torre, estaba por seguir a la niña cuando Snape declaró:

-Así que aquí estaba también el indeseable de Potter. ¿Qué ha pasado Draco?

-No lo sé, estaba mirando por la ventana y de repente aparecieron esos indeseables a molestar. Todos estaban inconscientes.

Al mirar a Snape, se sorprendió al ver un brillo de preocupación en los mismos, brillo que desapareció en cuestión de segundos. Se acercó a los que había desmayados en el suelo y cuando iba a tocar a una de las chicas esta despertó del todo.

Abrió los ojos y se los frotó con algo de pereza, enfocó su vista y al ver a Snape sonrió de medio lado:

-¿Qué haces aquí Sev?

Si alguna vez en su vida, Draco Malfoy, podría haberse preocupado por su profesor favorito en el pasado de Hogwarts, ese, era el momento indicado.

El color en el rostro de este desapareció radicalmente, sus ojos se abrieron de espanto y todo él comenzó a temblar y alejarse de quien se encontraba allí.

La chica se incorporó, y la luz que aunque no era demasiada, (ahora parecía haber aumentado, debido a que las nubes se habían despejado), la iluminó.

Draco la miró con detenimiento y frunció el ceño, tenía el cabello largo, más lo llevaba bien sujeto en una coleta alta, era de color rojo casi fuego, más intenso que el de los pobretones. Ella se puso en pie y miró a su alrededor algo desconcertada:

-¿Qué hago en la torre de Astronomía?

-¿Quién eres?

Preguntó Draco sin poder contenerse, ella lo miró de frente y Draco se quedó estático, ¿qué…?

-¿De que hablas Malfoy?, No sabía que habías venido con uno de tus indeseables amiguitos Sev.

-Yo no vine con nadie.

Se le salió decir a Snape, más de un momento a otro declaró:

-¿Qué significa todo esto?, ¿Qué estupidez ha hecho ahora ese estúpido de Potter?

-¿James?, no creo que haya sido él, ¿por qué estaría sino inconsciente como todos los demás?

Draco negó algo perdido y declaró:

-Un momento, ¿profesor Snape qué demonios está pasando aquí?

Snape lo miró furioso y después se percató de que el resto de integrantes que se encontraban en la torre recuperaban la consciencia.

-¿Qué ha pasado?

-¿A mí me vas a preguntar?

-Solo sé que el torpe de Pettigriw cayó al suelo revelando a Evans nuestro escondite. Luego ya…

La voz dejó de susurrar por unos segundos y miró a su alrededor. Draco se había quedado helado; Evans, era la segunda vez que escuchaba ese apellido después de años y años sin haberse oído.

-¿Profesor Snape?

Escuchó que decía la muchacha y ahora se fijaba en este con sumo interés, de un momento a otro miró hacía él, de nuevo al profesor Snape y por último a los que la acompañaban en la sala.

-¿Qué clase de broma es esta?

-¿Broma?

Preguntó otro de los que se encontraba en el suelo, solo que ahora estaba sentado y miraba todo con interés, cuando sus ojos se posaron en Snape, se quedó helado mirándolo.

-¿Qué te ha pasado Snape?

Preguntó este, sin apartar sus ojos color oro de él. Draco no entendía nada, miraba de uno a otro, deseando que se distrajeran lo suficiente para salir de allí, más sus ojos solo buscaron a la chica de cabello rojo.

Se fijó muy bien en ella y se quedó helado cuando los ojos de ella comenzaron a brillar, por extraño que le pareciera, él supo identificar lo que ella estaba sintiendo. Esos ojos eran como dos ventanas, dos ventanas que él disfrutaba horrores atormentando.

Dos ventanas que había aprendido a respetar el año anterior, dio un paso hacía atrás y declaró:

-Lilian Evans.

Severus Snape, se giró rápidamente, como si se hubiese olvidado de él por completo hasta que había dicho ese nombre.

-Draco, ve en busca de McGonagall y ni se te ocurra decir ni una sola palabra de esto a nadie.

No necesitó que se lo dijeran dos veces, prefería no saber nada de nada, prefería seguir ignorante de todo aquello, era lo mejor. Echó a correr escaleras abajo, una vez allí, se encontró con una nueva escena, sin duda iba a tener infinidad de problemas.

"OPV"

Regresar a Hogwarts ese año no había sido una de las decisiones más fáciles de tomar. De hecho ni siquiera estaba segura de que hubiese sido la mejor de todas las que habían tomado.

Había, sin duda, muchas razones para no regresar, sobre todo el hecho innegable de que iba a ser un año pésimo. Nunca se hubiese imaginado que el ministerio fuera tan sumamente estúpido y nombrara a Severus Snape, su antiguo profesor de pociones y artes oscuras, nuevo director de Hogwarts. Siendo como era el asesino del anterior.

Recordaba perfectamente la discusión que había mantenido Harry con el actual ministro de magia. Estaba sumamente furioso por la elección de este, no obstante él, no era nadie para revocar esa decisión tomada.

Pero esa noticia sí que modificó mucho sus planes y los de ella y Ron. Harry ante el miedo de lo que este pudiera hacer en Hogwarts, había decidido asistir a su último año de clases. Estaba claro que no sería un año fácil, pero era lo mejor, Harry decía que no podía permitir que a todos los que les habían ayudado en el pasado, les pasase nada.

Hermione, estaba clara en que el verdadero motivo de su mejor amigo, tenía el cabello rojo y los ojos marrones. Harry, temía lo que los mortifagos podían hacer contra Ginny.

Entendía su miedo y lo compartía, no deseaba por nada del mundo que a ninguno de sus amigos les pasase nada, pero sin duda el asistir a clases los haría retrasarse en otros aspectos importantes.

El verano había estado cargado de viajes peligrosos, de trasformaciones, inadecuadas, de peligros innegables, de pistas que no llevaban en realidad a ninguna parte. De frustraciones y discusiones interminables.

Ron había accedido a asistir a Hogwarts, tan solo porque era su hermana menor la que podía estar en peligro. Pero lo había hecho de muy mala gana. Él ya se había hecho a la idea de un año sabático en lo relativo a los estudios.

Por su parte, Hermione, no había descuidado los mismos, en ningún momento se le habría ocurrido tal cosa, pero si se había hecho a la idea de no recorrer esos pasillos un año más, tal y como en esos momentos estaba haciendo.

Sus pasos desembocaron en la escalera que la llevaría a la torre de Astronomía. Se detuvo y miró la misma, ¿subía?

Un escalofrío la recorrió y se abrazó a sí misma, no, lo mejor era que no. Se giró para marcharse cuando escuchó unos pasos apresurados bajar por la escalera. Miró con curiosidad a quien bajaba de la misma, y su sorpresa fue grande al descubrir que una niña de primero era la que bajaba las escaleras.

Su típico espíritu de seguidora de las normas, la hizo fruncir el ceño y mirar enfadada a la niña, la verdad es que se había sorprendido bastante cuando recibió la carta de Hogwarts de ese año, en la que le hacían entrega de la insignia ni más ni menos que de Premio Anual:

-¿Quién eres tú y a qué casa perteneces?, No puedes estar aquí, está prohibido.

La niña se detuvo antes de bajar el último escalón y la miró completamente perdida, ¿podría ser que se hubiese perdido en el enorme castillo?, eso la hizo suavizar su expresión un poco.

-¿Casa?, ¿De qué me hablas?

Hermione, miró a la niña extrañada, se percató de que no llevaba uniforme, de hecho la ropa que portaba era enteramente muggle. Su corte de pelo era algo extraño, pero no le quedaba mal. Era bajita para su edad, y delgada.

No pudo evitar sonreír de medio lado, recordaba perfectamente su primer año allí. Se percató de que el pelo de la niña era de un color ocre, una mezcla de pelirrojo y castaño, era fino y ondulado por algunos sitios.

Repasó su rostro, era una cara fina, parecía una muñequita de porcelana, su rostro parecía ser el de un bello ángel. Esa niña, de mayor, causaría estragos entre los integrantes masculinos de Hogwarts.

Miró a la niña a los ojos y se sorprendió al ver el color de los mismos. Eran de un verde jade, tan sumamente parecido al de Harry que casi daba miedo. Ese pequeño detalle la hizo sonreír:

-¿Te has perdido?, si quieres te puedo ayudar a llegar.

La niña dio un paso hacía atrás, subiendo un escalón y alejándose de ella. Miraba su ropa con suma cautela, ella también se miró de arriba abajo. Si bien era cierto que el uniforme de Hogwarts, no era de los más hermosos que había visto, tampoco era para que esa niña la mirase de esa manera.

-¿Qué te pasa?, Este es el uniforme de la escuela, tú tendrías que tener uno, ¿en qué casa te colocó el sombrero seleccionador?

La niña la miró como si ella estuviese loca, eso le hizo recordar sus años en las escuelas de primaria. Cuando ella hacía cosas raras y era aislada por ello.

-¿De qué estás hablando?, Mi tío no me ha dicho nada de casas.

¿Su tío?, Hermione miró a la niña de nuevo.

-¿Quién es tu tío?

Preguntó ella, al menos si localizaba a alguien de su familia, le serviría para averiguar a que casa pertenecía ella.

-Draco Malfoy.

Los pensamientos de Hermione, se detuvieron en seco, levantó su mirada hacía esta con la boca entrecortada por la sorpresa. Miró una vez a la niña y susurró:

-¿Malfoy?, Draco Malfoy, es decir, el mismo que odia todo lo que tiene que ver con el mundo muggle, ¿ese Draco Malfoy?

La niña la miró con cierto disgusto y vio que parecía coger algo de confianza y enfado a la par:

-¿De qué hablas?, ¿Qué es un muggle?

Vale, en definitiva algo andaba mal.

-Es imposible que seas sobrina de Draco Malfoy, él no tiene familia no mágica, de echo aborrece a la gente como tú o…

-No vuelvas a decir nada malo de mi tío, él no odia a nadie y menos a mí. Te lo advierto si vuelves a decir algo malo de él yo…

Hermione la miró sorprendida, ¿qué se supone se creía esa niña amenazándola?

-¿Qué te has creído?, Soy Premio Anual y Prefecta de Gryffindor.

-Y a mí eso que mas me da, ¿Qué es Gryffindor?

La niña ya le estaba crispando los nervios.

-Muy bien, si es cierto que eres sobrina del maldito hurón, te llevaré al despacho del representante de su casa. Él se ocupara de ti. Además seguramente estarás en Slytherin como ese indeseable de Malfoy.

Se giró dispuesta a ir a buscar al indeseable de Snape a su despacho, el que el año anterior era de Dumbledore. Pero sintió un fuerte dolor en la espinilla, cuando quiso darse cuenta se encontró con que la pequeña duende maligna, porque de ángel tenía bien poco, acababa de darle una patada en la misma.

-Te advertí que no te metieras con mi tío.

-Maldita niña, ahora…

Una risa fría, pero divertida se escuchó, Hermione, miró al lugar de donde venía la misma y se encontró con los ojos grises de Malfoy.

-Veo que ya has conocido a una de las celebridades de Hogwarts, Luna.

La niña al escuchar su voz se giró y corrió hasta él:

-Tío esa chica no paraba de meterse contigo. Te llamo hurón, igual que mi otro tío. Papa siempre se enfadaba con él, porque sabía que a mí no me gusta y me dijo que cada vez que lo hiciese lo golpease como me gustase.

Hermione, abrió un poco la boca algo sorprendida, ¿quién demonios era el padre de esa niña?, ella juraría que Malfoy no tenía hermanos, ¿qué estaba pasando allí?

-¿Tu padre te dijo eso? -Hermione se sorprendió del tono de sorpresa que este había utilizado, además de cierto toque de incredibilidad. La niña, la cual ahora sabía que se llamaba Luna, asintió a su pregunta, este sonrió de medio lado y agregó: -¿Y qué le hacías exactamente?

-Lo mismo que le hice a ella, le pegaba en la espinilla.

Draco soltó una carcajada una vez más, y Hermione se sorprendió bastante cuando vio un toque de verdadera diversión en los ojos de este.

-¿Quién demonios es esa niña Malfoy?, No recuerdo que tengas ningún hermano. Mucho menos uno que tenga edad suficiente para tener hijos de la edad de ella.

-No tengo porque darte explicaciones de mí vida o familia Sangre sucia, así que lárgate de aquí y no me molestes.

-Mira hurón indeseable, que el resto del mundo te tenga en cierta consideración no quiere decir que yo lo haga. Sé muy bien que clase de persona eres, te puedo asegurar que este año no pienso meterme en nada de lo que pueda pasarte.

-¿Es eso una amenaza?

Hermione formó una sonrisa en su rostro y declaró:

-No amenaza no, si Harry y Ron no te han hecho nada de gran importancia hasta ahora, ha sido porque yo siempre me metía en medio. Pero este año, yo seré una de los que le ayude si así lo creo conveniente.

-Está bien saberlo, solo que te aconsejo que tengas mucho cuidado, sangre sucia no soy tan bueno como parezco.

Sin más se alejó de ella llevándose consigo a Luna.

Hermione los vio pasar por su lado y los vio alejarse, cuando estaban perdiéndose de vista por una de las esquinas, Luna se giró a mirarla, la miró durante un momento detenidamente para después hacerle burla de forma descarada y alejarse.

Hermione se quedó congelada en el lugar, ¿de qué iba esa cría?

Enfadada, se olvidó de la torre de astronomía y se alejó hacía su propia sala, debía advertir a Harry y Ron sobre la existencia de esa nueva Malfoy.

"OPV"

Draco iba camino de su sala, necesitaba esconder a la niña allí, y después ir a buscar a la profesora McGonagall, solo esperaba que Snape no sospechara de su tardanza.

-Esa chica me cae mal.

Escuchó que decía Luna a su lado, la miró un momento y formó una sonrisa torcida en su rostro:

-Luna ahora te voy a dejar en mí habitación, está en la sala de Slytherin, cuando regrese hablaré contigo. Hay muchas cosas de las que tengo que informarte.

Ella asintió a sus palabras y siguió caminando a su lado, se percató de que esta iba mirando todo a su alrededor, parecía sumamente sorprendida.

-Luna, como es evidente y debes de haber deducido, no sé gran cosa de ti, excepto claro está lo que la carta traía. Así que si no es mucha molestia, ¿Quiénes son tus padres?

Ella miró todo a su alrededor y declaró:

-James y Jane Evans.

Este frunció el ceño, más asintió a sus palabras. Acababa de entender algo, más al resolver una duda, acababa de generarle cien más.

Ella estaba distraída mirando todo a su alrededor y él pensando en qué iba a hacer, que ninguno se percató de las escaleras que había a la espalda de la niña.

Esta resbaló, y Draco, no fue lo suficientemente rápido como para sujetarla a tiempo. Escuchó la exclamación de sorpresa salir de los labios de Luna, seguido de un grito de miedo a la caída y el dolor.

Luna, había cerrado los ojos esperando el golpe, a la vez que Draco, el cual temía que se lesionara.

Por ello ninguno de los dos reparó en que alguien subía las escaleras en ese preciso momento. Iba derecho a la torre de Astronomía, creía que era el mejor lugar para poder hablarle a su mentor sin hablarle en realidad.

"OPV"

Harry ya estaba apunto de llegar al centro de las escaleras cuando escuchó una exclamación de sorpresa, precedida por un grito de miedo. Levantó la vista y se encontró con que una niña de primero caía hacía él.

Su complejo de héroe, era siempre el que predominaba en esas situaciones, por lo que en lugar de apartarse y de recordar que era un mago, corrió para poder subir a tiempo y atrapar a la niña antes de que terminara de caer.

Cuando ya la tuvo entre sus brazos, se dejó caer en uno de los escalones. Se sorprendió al descubrir que no pesaba casi nada.

-¿Estas bien?

La niña parpadeó y después enfocó su vista en él. Cuando sus ojos y los de ella se encontraron, Harry, se sorprendió bastante, ella contaba con unos ojos de color muy parecido al suyo.

Ella pareció sorprenderse también mucho, y rápidamente se apartó de él y quedó sentada en el mismo escalón. Harry, se sintió muy incomodo, pues la niña lo miraba como todo el mundo lo había hecho desde que había entrado en Hogwarts.

Inconscientemente y como hacía mucho tiempo no hacía, se llevó una mano a su flequillo, intentando ocultar su marca a toda costa, desvió a su vez su vista de ella y repitió:

-¿Te encuentras bien?, ¿Necesitas que te lleve a la enfermería?

-Ella no necesita nada de ti Potter.

Harry miró hacía el lugar de donde provenía esa voz y rápidamente se puso en pie. Sus ojos se oscurecieron en cierto modo, una neblina de odio mezclado con algo de comprensión luchaban en su interior cuando miraba a Malfoy.

-¿Qué haces aquí?, Creí que este año ya no volverías.

-Ya ves, al parecer todo lo bueno está en Hogwarts.

Ambos se quedaron mirándose por unos momentos, Draco sin apartar su mirada de él alargó una de sus manos y la niña la cogió enseguida.

Ella se quedó en medio de ambos, miraba a uno y otro algo perdida y Draco declaró:

-Te presento a mi sobrina Potter.

Un brillo de diversión ilumino los ojos de Malfoy y eso hizo a Harry fruncir el ceño. Miró de reojo a la niña a la que acababa de ayudar y de vuelta a Malfoy:

-Tendré que darle el pésame.

Declaró de forma ácida. Malfoy ensanchó su sonrisa y seguidamente declaró:

-El director te manda saludos.

Harry abrió los ojos enfadado y antes de darse cuenta había cogido a este del cuello de su chaleco y lo había acercado hacía él:

-Mira Malfoy, tengo cosas mejores que hacer, que aguantar tus estupideces, puedes apostar a que me encargaré de ti a su debido tiempo.

Lo soltó empujándolo a la vez, y este quedó sentado en uno de los escalones y soltó una risa divertida:

-¿Tú?, Por favor, si no podrías ni con una maldita mosca. ¿He de recordarte tu gran actuación del año anterior?, No tuviste ni un asalto contra Snape.

Harry iba a golpearlo con fuerza cuando la niña declaró de forma ausente:

-Severus Snape, en las historias de mi padre aparecía ese nombre, siempre decía que era un gran mago, una extraordinaria persona y que sino fuera por él, toda la historia podría haber sido muy diferente a como lo era. Mi padre hablaba de él con cierto cariño.

Harry miró a la niña como si se hubiese vuelto loca, mientras que por otra parte Malfoy, soltó una risa casi rayando la locura. Cuando Harry lo miró, descubrió un brillo de vida en los ojos de este, que nunca antes había visto.

Miró a uno y a otro, y se dispuso a marcharse, lo mejor era pasar de esos dos. Se iba a alejar por completo, pero no había subido ni dos escalones cuando sintió que lo retenían.

Miró a quien lo agarraba y descubrió que había sido la niña:

-Gracias por ayudarme. Me llamo Luna Evans.

No pudo evitarlo, sonrió a la niña y declaró:

-No ha sido nada, mi nombre es Harry Potter, encantado de conocerte.

La niña soltó el agarre que tenía sobre él y lo miró asustada;

-¿Harry Potter?, ¿ese Harry Potter?

Harry la miró sin entender y miró hacía Malfoy, el cual también miraba a la niña extrañado. Al ver que él no contestaba la pequeña declaró:

-En las historias de mi madre, Harry Potter, era un gran mago. Me contó que se había enfrentado a dragones, que había peleado contra un troll, que se enfrentó a un perro de tres cabezas, también me contó que había salvado a muchos de un basilisco, una serpiente de tamaño enorme. Y que…

Harry la miró sin entender, miró a Malfoy y declaró:

-¿Quién es su madre?

-¿Qué te importa Potter?

-¿Es cierto que te enfrentaste a un gran mago llamado Voldemort?

Harry ahora si, se quedó mirando a la niña perdido, ¿por qué decía todo eso como si fuese cosa de un cuento?

-¿Se puede saber de donde ha salido tu sobrina?, No recordaba que tuvieses familia muggle Malfoy.

-No es de familia muggle Potter, y deja de meterte en mis asuntos.

Sin más cogió a Luna del brazo y tiro de ella, juntos se marcharon de allí, la niña miró dos y hasta una tercera vez hacía él, antes de desaparecer le dedicó una tierna sonrisa.

Harry se la correspondió, a pesar de ser familia de Malfoy y algo rara, le agradaba esa niña.

Distraído se dirigió a su sala común olvidándose por completo de que deseaba ir a la torre de Astronomía.

"OPV"

Minerva McGonagall, llegó a la torre de Astronomía en le momento exacto en que Severus Snape estaba por perder los nervios. El hombre se encontraba siendo observado por seis jóvenes de diecisiete años. Seis jóvenes, que en un pasado habían sido sus compañeros de clase.

-Esto es absurdo Evans, ¿cómo vamos a viajar en el tiempo?

McGonagall miró a quien acababa de hablar, y se resistió todo lo que pudo y más para correr a abrazar a dicha persona. A su favorito entre los merodeadores, aquel que hacía dos años había partido sin despedirse.

Verlo a esa edad, con el brillo de vitalidad en sus ojos grises, sus fuerzas, su cuidado pelo negro azulado. Y esas sonrisas que le dedicaba.

Hay ante ella se encontraba Sirius Black.

-¿Cómo quieres que yo sepa algo de esto?, Solo recuerdo nuestra discusión por encontraros aquí a deshoras, cerré los ojos un momento y plas, aquí me encuentro cuando los abro.

Escuchó un bufido de fastidio por parte de Sirius, y ella ahora centró su vista en la que acababa de hablar. Una mujer a la que había acabado admirando, era curioso volver a verla a una edad, en la que ella no sabía lo que lograría a conseguir.

Una edad, en la que su destino comenzaría a escribirse, porque había sido justo en ese año en que su vida había comenzado a tomar el giro que la llevo a ser una de las deseadas a abatir.

-Yo solo recuerdo un resplandor y ya.

Centró su mirada en la nueva voz y se sobrecogió. Eran tan sumamente parecidos. Nada ni nadie podrían negar que eran familia, ¿cómo se las iba a ingeniar para conseguir que estos no se encontraran?, o peor, ¿para que Harry mantuviera la boca cerrada?

No, no podía consentir que todos ellos se vieran.

-¿Qué recuerdan exactamente?

Preguntó hablando por primera vez, todos ellos la miraron sorprendidos de verla. Snape la miró también, se sorprendió al distinguir una mirada de suplicante ayuda.

-Que estábamos viendo las estrellas en la torre de Astronomía, nos escondimos para que nadie pudiera descubrirnos al escuchar unos pasos, pero Peter cayó y Lily nos descubrió. Estábamos intentando convencerla de que no nos castigase cuando de repente una luz nos cegó por unos momentos.

McGonagall miró a la que acababa de hablar y se quedó unos segundos estática, ¿cómo era posible que ella también estuviese allí?, Alice Longbottom, o la que en un futuro portaría ese apellido. El peligro ahora era el doble, en ese tiempo se encontraban las dos mujeres más importantes de la anterior guerra.

Las que podrían ser candidatas a portar al futuro del mundo mágico. Evidentemente Lilian era la prioridad, pero si a Alice le sucedía algo, el tiempo ganado por Lilian y James con su hijo se iría al traste. De hecho todo podría irse.

¿Cómo hacer para que no les pasase nada a ninguno de ellos?

-¿Qué crees que sería bueno hacer?

Como si lo hubiese notado por primera vez McGonagall, miró a Snape y el miedo la embargo, si él estaba allí, eso quería decir que Voldemort también. Es decir que todos ellos estaban en peligro. Había tenido la esperanza de ocultarlos en el cuartel de la Orden del Fénix, pero si Snape ya lo sabía, ¿qué caso tenía?

Por supuesto que la orden los protegería, nadie sabría de su identidad, pero al menos estarían seguros y lejos de Harry.

-Los llevaré al cuartel de la orden.

Declaró irguiéndose al completo, no pensaba amedrentarse ante este por muy director de Hogwarts que fuese.

Snape que se encontraba con los brazos cruzados, miró a todos los que había allí, y llevándose una de sus manos hacía los labios como si pensara declaró;

-¿Lo consideras lo más seguro?

McGonagall lo miró entrecerrando los ojos, como evaluando lo que este diría o haría a continuación.

-Sí, es el sitio más seguro que hay.

-No creo que todos piensen así, claro ejemplo el de hace dos años atrás. Además el cuartel ahora no es seguro, todo el mundo puede saber donde se encuentra.

-Si fuésemos a ir al cuartel que tú conoces tal vez. Pero resulta, que se da el caso de que tenemos otro emplazamiento.

Snape la miró con cierto interés y después volvió a mirar a los jóvenes ante él:

-¿Cómo explicaras su presencia allí?

-¿Y cómo la explicaré aquí?

Snape sonrió de medio lado y declaró:

-¿A quién tendrías que explicársela querida Minerva?

-Al direc…

Se quedó callada, lo miró furiosa y declaró:

-¿Y qué propones tú?, Aquí no pueden quedarse, al menos no pueden asistir a clases.

-No es problema, les asignaremos una torre, de la que no podrán salir.

McGonagall miró a Snape y después a los chicos, dos de ellos miraban a Snape con sumo interés, otros dos parecían más asustados que pendientes de lo que estaban hablando. Mientras que por otra parte James y Sirius hablaban entre ellos.

¿De verdad Snape pensaba que podía mantener a ese grupo encerrado en una torre de Hogwarts?, Y lo más importante, ¿cómo harían para regresarlos?, ¿Cómo habían llegado?

-Es evidente que apostaremos a alguien de confianza en la entrada.

-Yo elegiré a ese alguien.

Se apresuró a decir ella, Snape la miró unos momentos y frunció el ceño, iba a protestar cuando ella declaró:

-Se de la persona indicada para ese trabajo Snape, de él no podrán burlarse.

-En ese caso, tú asignaras a quien desees, yo por mi parte asignaré a mi vez a otro.

-¿De quién se trata?

Preguntó con rapidez.

-Mientras tanto, tenemos que arreglar algunas cosas, para empezar…

Sacó su barita y apuntó a Alice, esta se sorprendió bastante al ver que hacía tal cosa. Snape movió su varita en cierto sentido y consiguió cambiar el color del cabello de la misma a un color rubio plateado, parecía ser pariente de Malfoy, y hacer que le creciera.

-¿Qué haces?

Preguntó disgustada esta, él la ignoró, apuntó al siguiente y fue el turno de Remus, a este le obligó a ponerse gafas y a cambiar su color de ojos, el encantamiento iba ligado a las gafas, también había cortado aún más su pelo. Llegó el turno de Peter, y tras hacer una mueca de cierto desprecio, le apuntó, el cabello de este creció, y su color ahora en lugar de rojizo, era rubio al completo.

Sirius se ocultó detrás de James y declaró:

-A mí tú no me tocas, profesora McGonagall si es tan amable…

McGonagall miró a Snape y este tras apretar su varita con enfado la miró y asintió, era evidente para ella que los que faltaban, no era de su agrado ni siquiera tomarse tiempo.

Lo vio bajar su varita y ella sacó la suya, apuntó a Sirius y este sonrió de medio lado. Ella le respondió de la misma forma y comenzó, el cabello de Sirius, el cual solía llevar en cierta melena, quedó reducido a un buen corte, y el color del mismo cambió también. Ahora era de un color pelirrojo parecido al de los Weasley.

Cuando terminó con este, apuntó a James, este parecía mirar hacía otro lado, más le prestó atención cuando ella lo llamó. La miró, ella le apuntó y hechizo las gafas, ahora el color de sus ojos era azul, apuntó a su cabello y quedó también cortado, y el color ahora era castaño.

-No seas demasiado malo.

McGonagall se sorprendió al escuchar la voz de Lilian, esta se había colocado ante Snape y le sonreía de medio lado.

-Minerva se encargará de ti.

Ella negó y declaró:

-No dejaría que nadie más intentara cambiarme Sev.

McGonagall miró sorprendida a la chica, ella sabía que esos dos eran amigos en el colegio, de hecho lo habían sido muchos años, pero creía que ya se había terminado. Escuchó a James gruñir por lo bajo y apartar la mirada de esos dos.

Snape levantó su varita y apuntó a Lilian, ella cerró los ojos y esperó. El cabello de ella quedó reducido a una media melena, y el color pasó de ser rojo fuego a negro azabache. Cuando la chica abrió los ojos, McGonagall por poco suelta una exclamación de sorpresa.

¿Acaso Snape se había vuelto loco?, No podía dejar a la chica así sin más, Lilian, con el cabello negro y los ojos de su color natural, en lugar de parecer la madre de Harry, parecía ser más su gemela.

Era sorprendente, siempre había creído que el chico era idéntico a su padre, pero ahora que se fijaba bien, la nariz era sin duda de su madre, sus ojos desde siempre habían sido de ella, pero no solo el color incluso su forma.

Ella sonrió, y McGonagall notó que en eso sí había salido a su padre, Harry podía encandilar a muchos con su sonrisa, Lily sin duda, tenía otros rasgos que la ayudaban para ello, pero sus labios era más finos.

-Terminado.

Susurro Snape.

-¿De qué estás hablando?, No puedes dejarla así.

Snape la miró un momento y después volvió a mirar a Lilian, ella sonreía animada.

-¿Tan mal me veo profesora?

-No es eso.

Dijo esta enfadada, miró con insistencia a Snape y este tan solo guardó su varita. McGonagall furiosa se decidió a intervenir, más cuando iba a apuntar a Lilian, esta negó:

-No, dije que solo él podía cambiarme profesora, lo lamento, pero no le confío mi imagen a cualquiera.

McGonagall miró enfadada a su antigua alumna y esta tan solo le sonrió de medio lado;

-¿Qué es lo que no le gusta profesora?

Preguntó ella con curiosidad, no podía responder a esa pregunta, pues si lo hacía podían darse cuenta de que algo iba mal.

-Creo que sería bueno cambiar tu color de ojos Evans.

-Ese rasgo en particular, preferiría que siguiese del mismo modo.

McGonagall la miró y ella sonrió aun más:

-Es herencia que no quiero perder profesora. Además me gusta mucho mi color de ojos, siempre me dicen que es único.

McGonagall gruñó para sí, precisamente ese era el problema, que era único y hereditario. Sin poder argumentar nada, McGonagall desistió de su intento. Además, los ojos de ella brillaban con el típico tono de que nada ni nadie podrían hacerla cambiar de idea.

-Muy bien, ¿dónde los instalaremos?

Snape se quedó un buen rato callado hasta que declaró:

-En la misma torre que la profesora Trelawny ocupa.

-¿Profesora Trelawny?

Preguntó Sirius desconcertado.

-¿Con Sybill?

Preguntó a su vez McGonagall sorprendida.

-Conoces a algún alumno que se pasee por allí como distracción, hobby, o en busca de aventuras.

Esa última palabra la recalcó, cosa que para McGonagall y Lilian no pasó desapercibido.

-Eso es cierto pero…

-Nada, no hay más que discutir.

Sin más se giró y comenzó a caminar, todos lo siguieron y pronto llegaron a la torre que habían nombrado. Una vez allí abrieron una puerta que daba a una pequeña sala, esta se encontraba decorada de manera muy estrafalaria y extraña:

-Perfecto aún no ha regresado, podremos advertirle antes. -Miró hacía unas escaleras y declaró:-La primera habitación es de la profesora que vive aquí, la de enfrente pertenecerá a vuestros vigilantes, siguiendo más arriba, se encuentra la que ocuparan los chicos, y un tramo más arriba la vuestra chicas.

Mañana McGonagall y yo nos ocuparemos de daros vuestros nuevos nombres y lo más importante de presentaros a vuestros protectores. –Se dispuso a marcharse y McGonagall lo siguió de cerca, cuando llegaron a la puerta de salida, Snape miró de nueva cuenta a todos ellos y añadió: - Y vosotros, nada de salir de vuestra zona asignada, se os darán unos horarios que deberéis seguir y sobre todo, nada de andar por el castillo sin autorización. Quiero aclararos que nada me pasará desapercibido.

James y Sirius formaron una sonrisa de autosuficiencia en sus rostros, la cual McGonagall notó enseguida, ¿en qué pensaba para retarlos de esa manera?, Ese estúpido había conseguido avivar los deseos de salir de al menos dos de los llegados.

Tenía que investigar, debían de encontrar una solución y rápido. Esos seis debían marchar cuanto antes de allí.

Pues hasta aquí llega el primer capítulo, ¿creéis que podéis perdonarme y darle una oportunidad a esta versión?